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Capítulo 16

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— Jimin, que bueno que te veo... —me dice Jin al ir entrando. Pero por un breve instante me mira pensativo. — ¿De dónde vienes? —me pregunta con interés.

— ¿Quieres que te diga la verdad o prefieres una mentirilla piadosa? —le dije cáustico. Pone cara de pocos amigos. Sí ya sabe, ¿para qué me pregunta, si no le gustará la respuesta? — Estaba con, YoonGi.

— Así que, ¿vas en serio con él? —me pregunta incrédulo. Me acerco a él y lo tomo por los hombros.

— Más serio que un ataque al corazón, Seokjin. Creo que... —¿puedo? ¿puedo decirlo? Pruebo la palabra antes que esta salga al fin de mi boca. — Lo amo.

¡Sí, lo dije! >Lo amo<

Me mira con cara de no entender. Pero sin poder contenerme, una enorme sonrisa se me estampa en el rostro. Vuelve a mirarme como si estuviese enfrente de un espécimen raro.

— ¿Tanto así? —me devuelve la sonrisa y asiente al fin. — No te había visto así de feliz desde que conocimos Disneylandia y de eso a pasado mucho. —añade tomándome de las manos. — Te brillan de nuevo los ojos. —ríe. — Me agrada verte así. Más después de lo de... —suspira fuerte. Sí, lo de Hyun bin. Aún sigue dándome algo de coraje recordar cómo él se enteró de la canallada que me hizo. Siempre he acostumbrado llevar un diario y Jin con su típico metomentodo, lo leyó. Aunque me quitó un peso de encima.

— Estoy mejor que nunca. —le dije entusiasmado. Y se me ocurre algo. — Quiero, presentartelo oficialmente, como mi novio. —le dije un poco titubeante.

En ese momento, un sonido realmente estruendoso nos sobresalta, haciéndonos voltear a ambos. Es, Namjoon. Tiró uno de los grandes jarrones de la entrada. Los pedazos, las flores y el agua llegaron hasta nuestros pies. Y al parecer... ¡Estaba herido!

— ¡Nam! —exclamé, corriendo hacia él rápidamente. Tenía una gran herida en el antebrazo y mano.

— No pasa nada. —dice cubriéndose con la otra mano para contener la hemorragia.

— ¡¿Estas loco?! Claro que no estás bien... —oh vaya. ¡No te pongas histérico Jimin! No soy muy fanático de la sangre, menos después de lo que pasó la otra noche. Desarrolle cierta aversión por ella. Aguanta, es tu amigo. — Vamos, vamos a la enfermería. —le dije mientras me quito la chamarra y se la envuelvo alrededor del brazo. Él hace un gesto de dolor, pero resiste valientemente. — Después hablamos, ¿ok? —le grité a Jin. alejándome con, Namjoon. Asiente preocupado.

...

Namjoon y yo entramos rápido a la enfermería del colegio. A la enfermera, Adams casi le daba un ataque al ver semejante herida.

— ¡Válgame! Sagrado corazón de Jesús. ¿Pero que te has hecho muchacho?! —dijo alarmada.

— Se hirió con los vidrios de un jarrón. —le expliqué.

— Siéntate aquí. —le dice señalando la camilla y corre a traer gasas, algodón y agua oxigenada. Nam sigue sufriendo en silencio. — Namjoonie, no puedo ver toda herida con todo esto puesto. Sácatela. —le dice refiriéndose a su playera, puesto es de manga larga.

Él acepta y con la ayuda de la señora Adams le sacan la playera. ¡Caray Nam! Sí que se lo tenía muy bien escondido, ese torso firme y trabajado. Admito que me le quedo viendo como estúpido más tiempo de lo que debería y al notar que su mirada se cruza con la mía, creo que mis mejillas estaban ardiendo. ¿Se dio cuenta que lo observaba? Diablos... Quién le manda a estar tan bien físicamente. Porque, aunque no me guste de esa forma en la que él espera, es bastante atractivo. La enfermera limpió la herida y la atención vuelve a su brazo.

— Está bastante grande, Joonie. Habrá que suturar. —le informa.

— ¡NO, NO, NO! Odio las agujas... —se queja desesperado. Parece un niño berrinchudo.

— Estarás bien y sanaras más rápido sí te doy unas puntadas. —murmura la enfermera.

— ¡No!

— Namjoonie por favor...

— ¡Nam! Tranquilizate. —casi grito, tomándolo con ambas manos del rostro para que me mire sólo a mi.

Y así lo hace. Sus castaños ojos me miran asustados. Gime en silencio, mientras la aguja entra y sale de su piel con cada puntada. Pasado unos minutos, termina su martirio. Diez puntadas en total. La enfermera, Adams había terminado de suturar a Namjoon.

— Listo. Ya está. —dice orgullosa al ver su trabajo bien hecho.

— ¿Ves? Fue rápido. Eres valiente —lo alenté sonriente. Él parece un poco apenado. Quizás por su espectáculo de bebé llorón.

— Que horror que me vieras así. —admite avergonzado. Él se pone cuidadosamente de nuevo la playera.

— Vuelve en unos días para retirar los puntos ¿de acuerdo, Jonnie? —le dijo ella, terminando de colocarle un cabestrillo en el brazo.

— Gracias madrina. —le contestó levantándose. Ella acarició su espalda con empatía maternal.

¿Madrina? Ambos salimos de la enfermería. Yo no aguanté más la curiosidad, así que le pregunto;

— ¿Madrina? —él sonríe ampliamente, permitiendo así ver un par de adorables hoyuelos.

— Sí. Gigi es mi madrina. Gracias a ella es que entre a trabajar aquí. Ella me recomendó. —me cuenta mientras salimos hasta los jardines y nos sentamos en una de las bancas frente a la fuente. — ¿Puedo preguntarte algo?

— Técnicamente ya lo estas haciendo. —le contesté sarcástico. — Claro.

— Ese señ... El hombre que me presentaste en el festival. Él, no es de por aquí, ¿cierto? —inquiere. Su tono se a enfriado extrañamente.

— Eh... Sí, no. Algo así... Él vivió cerca de aquí de pequeño, pero se fue lejos un tiempo y hace poco regreso. —miento. Bueno, más o menos. Él asiente despacio.

— ¿Y entonces lo conociste? —pregunta de nuevo. ¿Para dónde va esto?

— Ajá.

— ... ¿Sales con él? —pregunta directamente. ¿Qué? — Sé que no me incumbe, lo siento. —se retracta de inmediato. Lamento desanimarlo, pero prefiero ser honesto.

— No te preocupes. Contestando a tu pregunta, sí. Estoy saliendo con él. —murmuro. Su rostro parecía confundido, pero no dice nada negativo. Suspira fuerte y asiente luego de un minuto.

— Es un tipo afortunado. Les deseo lo mejor, sinceramente.

— Gracias. —vaya ¿que podía decir tras eso? Sabe ser un buen perdedor.

— ¡Nam! ¿Qué te pasó? —gritó, Jennie, acercándose a toda velocidad e interrumpiendonos.

Ella se sienta entre nosotros abruptamente, sin el más mínimo respeto por el espacio personal. Casi me tiran de la banca ella y su séquito de hormonas alborotadas.

— Oww, tú bracito. —le dice fastidiosamente melosa.

Emprendo la retirada aprovechando la intervención de, Jennie. Le hago una señal de "Nos vemos luego" y regreso adentro. Al llegar al dormitorio, Jin estaba esperándome en mi cama.

— ¿Continuará el interrogatorio? —le pregunté socarrón. Él me puso los ojos en blanco. Me acerco y me siento a su lado en la cama. Jin se agacha y levanta una caja del suelo. — ¿Otro paquete?

— Sí, lo mando la tía Soon. Para eso te buscaba hace rato. Por cierto, ¿cómo está, Namjoon?

— Ya bien. ¿Que es?

— Bueno, es que el rector Cosgrove me contó sobre tus trabajos extra en literatura y a su vez yo le conté a ella.

— ¡¿Hablaste con ella?! ¿Sí existe? —le pregunté incrédulo.

— Sí, sólo un par de minutos, estaba ocupada. Pero envió como rayo al Sr. Gilding con algunos de sus libros para ti. Y por lo visto son muy caros y viejos. —me dice, alzando las cejas al ver los nombres de los autores.

— Genial.

— Oye, ¿me prestarías el anillo de mamá? El que tiene forma de búho. Me gustaría usarlo el martes.

— Claro. —musito. Agachándome para sacar la otra caja que mandó la tía. En ella está el joyero de mamá. Vuelvo a sentarme en la cama, lo abro y entre los dos comenzamos a buscarlo. Aquí está el de papá. —le muestro. Falta el otro, debe estar por aquí.

— Te ayudo. —dice él y empieza a abrir los pequeños compartimentos del joyero. — Ay mira. —me enseña una medalla de oros rosa y blanco, con la imagen de la virgen de la divina providencia. Es una joya que a estado generaciones en la familia, según sé. Mi abuela se la dio a mi madre y ella decidió dármela a mí, poco antes del accidente. — Hace mucho que no te la pones. —me dice Jin.

— ¿Esta antigüedad? —dije observándola.

— Sí, deberías ponértela, se te ve muy bien. —murmura al dármela. La verdad es que si no la había usado en todo este tiempo, es porque me causaba demasiada nostalgia. Pero es una hermosa medalla, a pesar de de no tener un gran valor monetario. Me la pongo. — ¡Aquí está...! —canturrea, Jin, con el anillo en su mano. — Ahora sí ya tengo todo listo. No sabes cuánto nos costó terminar con los arreglos para el gran día. Estoy tan emocionado. Desde la secundaria, no había puesto tanto empeño en algo.

— Seguro lo habrás hecho bien, como todo. Siempre te a gustado decorar y chasquear los dedos para que todo salga a pedir de boca. Como buen mandón. —le dije cáustico.

— ¿Ah sí jovencito? ¡Pues a estudiar! —exclama, dándome un zape en la cabeza al levantarse. Y antes de poder respingar él sale huyendo a las risas. ¡Ashh!

— ¡Seokjin...! —le grito, asomándose por el pasillo, pero para entonces se a ido.

¿Cómo se atreve?! ¡No tengo diez años! Sabe que lo detesto. ¡Ashh!

Ok, respira, tranquilízate. Me tiro en la cama para ver lo que la "Enigmática tía Soon" me mandó. Libros, libros antiquísimos, al parecer todos eran primeras ediciones. Cinco libros más una enciclopedia. Debe encantarle leer a la tita como para gastar tanto en un libro. En fin, había trabajo por hacer.

Era un fastidio que a, Cosgrove no se le hubiera ocurrido otra cosa para mis trabajos extracurriculares; "Literatura antes y después de las guerras" ¿Cuan perjudicial a sido el efecto? Etc. Comencé a devorar todos los carísimos libros de la Tía Soon tan rápido como me era posible. Y agradezco que no tengan más de doscientas páginas. A casi la 2:15 am, apenas había terminado con cuatro, me ardían los ojos y mi nuca dolía debido al cansancio. Estiro la mano y tomo un libro más de los restantes, pero al hacerlo, noto que es más ligero que los otros, mucho más delgado.

Lo observo con detenimiento. Su pasta es marrón y corrugada y tiene una pequeña correa abrazándolo con un extraño broche que lo mantiene cerrado. Este no es un libro. No tiene título, ni autor por ninguna parte. Es más bien una especie de libreta de apuntes... O quizás un diario. El broche parece un raro artículo sacado de una película estilo, "Indiana Jones" con código numérico. Parecido al de las cajas fuertes. ¿Cuál podría ser la combinación?

Veamos...

Intento poner el nombre de Soon según su lugar en el alfabeto. No funciona. No se abre. Ok... Sí yo fuera una chica ricachona y que aproximadamente mi adolescencia habrá pasado en los 50's, ¿cual sería mi contraseña?

Piensa... Piensa. Chica, cincuentas... ¿Elvis Presley?

Intento de nuevo. Nada pasa.
Miro otra vez en dirección a la cajita en mi buró; la cajita de joyas de mamá. Antes era de la abuela y al parecer es realmente antigua. En ella siempre a estado grabado un apellido al lado de la tapa. Y siempre me pregunte de de quién sería. Sí la abuela y la tía Soon eran primas, o hermanas, -no tengo idea del parentesco-, pero tal vez ese apellido es de sus padres, osea mis bisabuelos. Pero que de manera extraña se a perdido, ya que en todos estos años sólo habían sido mujeres en la familia. Ni un hombre en casi un siglo, según sé.

Ese apellido es, Yeon. Una vez más introduzco las letras de acuerdo al lugar en el alfabeto. Mi sorpresa llega cuando al poner la última letra, "N" ósea 14, se escucha un ligero (click)
¡Wow...!! El broche se abre y automáticamente leo la primera página. ¡Está fechado! ¡Sí es un diario! ¡El diario de la tía Soon!
Pero, ¿Cómo habrá parado en esta caja? Dudo mucho que ella lo haya puesto y enviado. Es bastante raro. No soy tan curioso, pero admito que me llama la atención fuertemente. Comienzo a leer entre líneas.

La primera página tiene la fecha; 14 de octubre de mil... ¡caray! ¡1898!

No puede ser, se supone que la tía tiene alrededor de setenta. Entonces no es de ella. 1898 Antes de la gran guerra. Reviso las demás hojas, está escrito hasta la mitad con fechas continuas y después pasan varios meses de diferencia, inclusive un par de años. La última página está marcada con un listón rojo en el que se lee el nombre; Yeon Jihoon y está escrita en 1902. ¿Jihoon? Ese nombre, me suena. La letra está ligeramente distorsionada, como si hubieran llorado sobre ella.

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MIN∆BRIL

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