Capítulo 04
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Como lo prometió, me trajo hasta la orilla del río. Dijo que si caminaba en línea recta encontraría fácilmente la cabaña. Llevo su ropa y hasta un abrigo que me ha prestado. Espero que los chicos estén sufriendo mucho por lo que me hicieron. Aunque, en retrospectiva, si no lo hubieran hecho, jamás lo hubiera conocido, ¿cierto? Creo que al fin enloquecí por completo. ¡No puedo creer que lo hice con él! ¡Un jodido ser de ultratumba! ¡Sobrenatural o lo que sea! Fue increíble y sé que es peligroso pero estoy más que dispuesto a probar de ese maravilloso fruto prohibido como él dice.
El amanecer se insinúa ya con los primeros rayos de sol, las aves cantan y vuelan entre los árboles. ¿Es una mañana hermosa o soy yo quién la ve diferente? No lo sé, pero me gusta.
Camino un poco más y finalmente llego. Todo luce desierto, ni un sólo ruido en el interior de la cabaña. Las puertas y ventanas, cerradas. Rondo por ahí e intento ver algo a través de las ventanas pero me resulta imposible. Llamo a la puerta un par de veces pero nada, se han ido, tendré que volver a pie.
Con gran fortuna, a casi un kilómetro adelante del páramo, un par de pobladores, un anciano beta y su nieto quienes recolectaban leña me auxiliaron mientras caminaba vagando por una arboleda cercana al sendero por el cual transitaban. Realmente agradecí su ayuda aunque, era notable su oloroso y arduo trabajo previo. Fueron amables al dejarme en el pueblo sin recibir nada a cambio de mi parte.
Al llegar al internado lo primero que noté fue a una patrulla afuera del edificio. ¿Qué sucedería?
Camino al interior y encuentro la recepción del salón principal lleno de personas; policías, personal de servicio y profesorado. El profesor Richards, el decano Cosgrove, la vicerrectora Harris, y entre ellos, Taehyung, Hoseok y Jennie. Sus rostros son bajos, casi parecen torturados. En cuanto sus miradas caen en mi presencia al entrar, sueltan sollozos y se abalanzan para abrazarme.
— ¿Dónde estabas? —preguntó, Taehyung.
— ¿Cómo estás? —preguntó, Hoseok.
— ¡¿Qué te pasó?! —inquirió, Jennie, tocando la pequeña herida de mi frente.
— Basta, basta. ¡Estoy bien! —respondo con exasperación para que dejen de tocarme y abrumarme. Ellos se alejan un poco. — ¿Que es todo esto? ¿Qué sucedió? —pregunté curioso.
— ¿Cómo que qué pasó? ¡Nos tenías preocupados pequeño zorro escurridizo! —responde, Jennie. Pongo los ojos en blanco de sólo escucharla. Comienza a gustarle demasiado ese apodo.
— ¡Tan preocupados estaban que me abandonaron a mi suerte en el río, a mitad del bosque, en un maldito país que apenas conozco! —los reprendí molesto. Ellos bajaron la cabeza avergonzados.
— Lo sentimos, Jimin. No pensamos que esto podía pasar. —dice Taehyung.
— ¿Dónde estuviste todo este tiempo? —indagó, Hoseok.
— ¿Cual tiempo? Apenas fue una noche. —repliqué. Ellos se dieron una mirada extraña y luego me miraron a mi.
— Jimin... Desapareciste el la noche del sábado, hoy es martes. —informó, Taehyung.
¡¿QUE?!
¿Estuve inconsciente dos días? Por Dios... Seokjin debe estar que se arranca sus oxigenados cabellos.
— ¿Han visto a mi hermano? —les pregunto. Ellos se miran nuevamente y Hoseok comienza a morder sus uñas. — ¿Dónde está Seokjin?
— Jiminnie, tu hermano está en la enfermería desde ayer. Parece que le dio un ataque de asma causado por la ansiedad de salir a buscarte. Estaba muy desesperado... Por nuestra culpa. —confiesa, Taehyung. — Perdoname, Minnie, yo fui quien los instó para hacerte la broma...
— Olvidalo. Tengo que ver a Jin. —le interrumpo su innecesaria auto compasión. Giro dejándolos y al momento soy acorralado por un sujeto alta de uniforme color café.
— ¿Joven Park Jimin? ... Sheriff Gordon Adams. —se presenta. — ¿Se encuentra bien? ¿Puedo hacerle algunas preguntas?
— No, no lo siento... Primero debo ir a ver a mi hermano. —respondo, casi huyendo de él hacia la enfermería. Él asiente sin más remedio.
Mi pobre, pobre hermano. Sufre asma desde los diez y con todo este estrés que le he causado no pudo soportarlo. Me asomo por la puerta, ahí está él, recostado en la camilla, con una máscara de oxígeno en el rostro. Podría parecer exagerado el hecho de padecer asma en estos tiempos, pero cuando éramos niños, lo que para mi era una simple gripe, para él eran dos semanas de hospital. Me acerco y me siento en la orilla de la camilla y mientras le tomo su mano. Su rostro luce preocupado. Desearía tanto, hacer que deje de preocuparse como lo haría nuestra madre. Él abre los ojos en cuanto le aprieto la mano y se quita despacio la ventanilla.
— Hola, —susurro y le sonrió. Sus ojos se humedecen y se levanta para abrazarme. — Estoy bien, jinnie, estoy bien. —lo consuelo.
— Pensé que algo malo...
— Lo se, lo se... —lo interrumpo. Lo lamento, no quise provocarte esto. Por favor perdóname. —le suplico. Él se separa un poco y limpia sus lágrimas.
— No tengo nada que perdonarte. Lo importante es que estés aquí. —musita más tranquilo.
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Dos días más tarde...
El médico del instituto a dijo que Jin estaba mucho mejor y que de hecho, darle de alta sería lo más razonable para que saliera a tomar aire fresco. ¿Y qué aire más saludable que el de las montañas? Así que decidí salir con él al pueblo. Claro está, luego de pedir mucho el permiso al decano Cosgrove. El lugar es realmente lindo y pintoresco, las casas y tiendas tienen cierto encanto clásico. Los caminos empedrados y los puestos ambulantes remontan a años atrás en el tiempo. Como en los libros de historias y aventuras. Es una mañana nublada pero clara, y el aire huele a pan recién horneado. Es exquisito y sin duda abre el apetito de hasta el más huraño en el paladar. El cual por suerte, no se trataba de mi hermano.
— Dios, ¡que rico huele, vamos a comprar algo! —pide, o más bien exige Seokjin, jalándome de la camisa.
— Bien.
Ambos entramos en una pequeña panadería con un viejo estilo vintage, los hornos de piedra al fondo nos envuelven en un cálido aroma. Tras comprar, salimos con algunos exquisitos panes de repostería y artesanales auténticos del lugar. Encaminandonos hacia la plaza del pueblo, donde nos sentamos a disfrutar de un excelente café moca para acompañar nuestro pan, y por supuesto, las vistas de el lugar al igual que su gente.
— Tranquilo, te ahogaras. —le sugiero burlón.
— ¡Tienes que probar esto! Es delicioso... —él vuelve a darle otro bocado a su magdalena de arándanos. Y prácticamente podría jurar que mi hermano le pondría un nicho a aquella chica repostera. El ama comer, y a mi me es divertido observar. De pronto, algo parece llamar su atención a mis espaldas. — Oye, mira quién está allá.
Giro un poco y veo a Namjoon comprando algunas plantas y flores en el puesto de una señora. Como si tuviera un sexto sentido alerta, me mira y saluda. Correspondí cortés con una breve sonrisa. El paga las flores y... ¡Oh no, viene para acá!
— Hola Jimin, Seokjin. —nos saluda a ambos.
— Hola Namjoon.
— Hey... —le contestamos.
— Eh... ¿Cómo éstas? El otro día ya no pude preguntarte. —balbucea.
¿Estaba nervioso?
— Estoy bien, gracias. —intento ser amable, aunque terminó pareciendo cortante.
— ¿Qué, hay de tu frente? —pregunta señalándome.
— Ah, ¿esto? No es nada, está sanando. De verdad estoy bien.
— Eso es bueno... Yo, ah... El festival del pueblo es en una semana y, me preguntaba si, ¿te gustaría venir? Es decir, ¿les gustaría venir? Están invitados, es muy divertido cada año. —contó.
— No lo sé, tal vez. Muchas gracias. —respondo.
— Gracias, Namjoon, nos encantaría. —dijo, Seokjin, mirándome como si fuera todo un maleducado.
— Muy bien. —sonríe nerviosamente. — Nos vemos luego. Ah, toma. —murmura antes de irse. Cortando una margarita de la maceta para dármela. La acepto y se va conforme.
— Está loquito por ti. —dice Jin burlonamente. ¿Él también? ¿Por qué todos dicen lo mismo? Le puse los ojos en blanco y le ignoré. — Que bonita. —dijo refiriéndose a la flor.
El reato de la tarde nos la pasamos comprando chucherías en una pequeña tienda de souvenirs para turistas. Hacía tanto que no veía una esfera de nieve, de hecho, desde que tenía seis. ¡Son lindas! Compré una en que el pueblo y las montañas son replicadas a menor escala y volvimos antes del anochecer.
...
— ¿Y esa flor tan bonita? —pregunta Taehyung al verme entrar en la habitación.
— Me la regaló Namjoon... Para Jennie. —le miento. Camino hacia ella, quién tiene la boca tan abierta que llegaría al suelo y se la entrego. Inmediatamente comienza a dar saltitos y reír como niña en su cumpleaños.
— ¡Woow! Creo que lloraré... —dice ella con aire dramático.
— Jiminnie, los chicos del dormitorio C tendrán pijamada. —dijo, Taehyung, haciendo un gesto de bebida con su mano el muy cretino. — ¿Te gustaría venir con nosotros? —pregunta. Su cabellera rojo fuego se ocultaba bajo un gorro. Dejo pasar nuevamente el diminutivo por su indiscreta propuesta a una fiesta de alcohol adolescente de viernes por la noche.
— Será para la próxima chicos, vayan ustedes y disfruten mucho por mi. Estoy cansado y quiero dormir un poco. —les explico.
— Hm, ok, ok... Descubriste que queríamos embriagarte para que soltaras la sopa. Pero tarde o temprano tendrás que hablar y decirnos dónde estuviste, Park. —exclamó inquisidora, Jennie.
Negué con una sonrisa ladina mientras todos salían de la habitación dejándome solo. El espacio es ligeramente pequeño, ya que está dividido en dos partes, lo comparto con Taehyung. Hoseok y Jennie duermen a un lado, ya que ambas se conectan a través de una puerta. Tengo tantas cosas que pensar y apenas he tenido tiempo de respirar. Con todo lo de Seokjin, nuestro paseo, en fin. No he pensado mucho en lo que debiera, quizás, ni siquiera tenía ganas de aclarar mis pensamientos. Y de paso, tenía tarea atrasada para aventar al cielo. Llevé mi libreta a la cama mientras leía mis apuntes hechos hace unos días.
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[ — ¡Basta! ¡Por favor! —gritó con todas mis fuerzas. Pero no se detiene, me toma, me posee sin piedad, y su palma se estrella contra mi trasero, mientras me corro violentamente.
¿Era un castigo?]
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— ¡Ahh! —grité agitado al despertar.
Sueño, era un sueño. Dios, fue solo una pesadilla. Pero era tan real. Quité la libreta de mi estómago, mis lentes estaban a media cara, levantándome despacio. No supe en qué momento me quedé dormido. Todo estaba a oscuras, al parecer los chicos no habían vuelto aún. Me quito los lentes, masajeo mis ojos y enciendo la luz de la lámpara de la mesita de noche. Nada pudo prepararme para lo que vería. Mi boca se secó, mi sangre se heló y mi respiración volvió a su rumbo errático. ¡Él estaba aquí! Mirándome fijamente sin parpadear alguna vez. Sentado en frente, en la cama de Taehyung. ¿Co,como? Su expresión impenetrable me paralizó por completo. Estaba más que furioso, y sus ojos parecían estar en llamas.
— ¿Así es como cumples tu palabra? —murmuró en un tono mortalmente bajo.
Muevo la boca, pero no logro articular ninguna palabra o idea en mi cabeza. El se levanta y camina hacia mi, intenté levantarme pero él me detiene y empuja. De manera que vuelvo a caer a la cama.
— ¿Ni siquiera puedes excusarte? —pregunta, caminado alrededor de la cama y lo sigo con la mirada.
Observa mi habitación y se aproxima sigilosamente hacia la puerta, donde le pone seguro a la perilla, da la vuelta y comienza a quitarse la chamarra de cuero negro que llevaba puesta, al igual que un pantalón negro. Si no estuviera totalmente en blanco, temblando como una gelatina, pensaría en cuán sexy le va. Él dirige su mirada hacia mi, dejando su chamarra en la cama de Tae. Acercándose lentamente cual felino y sin más ni más se abalanza sobre mí arrancándome un susto. Estaba sentado encima, aprisionando mis piernas con su peso y tomándome de los brazos.
— ¿Por qué no volviste, Jimin? —murmuró. Su respiración chocando contra mi rostro. ¿Qué le diría?
— No... No especificaste cuando debería hacerlo. —respondo casi sin aliento.
Él me mira con recelo y suelta mis brazos. Se levanta un poco y saca su camisa. ¿Piensa hacerlo? ¡¿Aquí?! Acerca sus manos a mi pecho y rompe mi camisa de forma abrupta -de nuevo-.
¿Que? ¡No!
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MIN∆BRIL
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