Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2


—Princesa.

No era solo el hecho de que me llamara por mi título real lo que me hacía molestar, sino la burla marcada en cada una de sus sílabas. Esa palabra en sus labios era un insulto, y le divertía saber el efecto que causaba en mí.

Ignoré su voz y me deslicé hacia la estantería más cercana, tenía que buscar una manera de salir de aquel lugar. Giré varias veces entre estantería y estantería intentando perderlo, pero aún continuaba escuchando sus pisadas muy cercanas.

Crucé una última vez y frené en seco antes de chocar de frente con los problemas.

Los problemas que tenían nombre y apellido.

Cassian Abbot.

Su boca se torció en una burlona sonrisa y mandó mi paciencia al carajo.

Empujé con una patada el carrito de libros hacia él y aproveché la distracción para correr en la dirección opuesta. Escuché el golpe y su quejido y no tardaron en resonar sus pasos veloces detrás de mí. Algo pesado impactó contra mi espalda y perdí el equilibrio casi cayendo al suelo, cuando noté la pobre enciclopedia en el suelo saqué una de mis dagas y me volteé para enfrentarlo.

Levanté el brazo por encima de mi cabeza y lancé la daga hacia él. Giró varias veces en el aire hasta clavarse en un pequeño banco de madera que había levantado para protegerse. Acabó con la distancia que nos separaba y me agaché para esquivar el gancho que acababa de lanzar, luego clavé mi codo en su costado con fuerza.

Mi mano viajó a mi cintura para tomar la otra daga y retrocedí a trompicones cuando me dio una patada en el estómago, sacándome el aire por unos segundos. Jadeé haciendo girar la daga en mi mano y cuando recuperé el aire suficiente me lancé contra él. Esquivó rápidamente el filo del arma que intentaba herirlo, y continué lanzando zarpazos haciéndolo retroceder.

Dirigí mi ataque a su estómago y su muñeca tomó la mía poniendo resistencia para alejar la daga de él. Puse más peso para herirlo, y luego su rodilla se estampó contra mi estómago sacándome un grito. No tuve tiempo para esquivar su ataque cuando se lanzó contra mí y ambos caímos al suelo.

Le di un codazo en el estómago y gané los segundos necesarios para rodar fuera de su alcance. Sentí su mano envolverse en mi tobillo y luego me arrastró hacia él, lancé algunas patadas fallidas y finalmente una golpeó su pecho.

Me arrastré por el suelo sin soltar la daga y escuché un fuerte golpe que me hizo lanzar un fugaz vistazo hacia atrás. Cassian había pateado la estantería, y los pesados tomos comenzaron a caer, me cubrí la cabeza con las manos y la avalancha de libros cayó sobre mí.

Ese imbécil no tenía ningún respeto por los libros.

Solté un quejido intentando arrastrarme de espaldas, pero logró llegar hasta mí antes de que pudiera defenderme. Cuando sentí todo el peso de su cuerpo sobre el mío volteé la daga para clavársela en el muslo, pero sujetó mi muñeca contra el suelo.

—Siempre dando cálidas bienvenidas, princesa— sonrió.

—Quítate— ordené.

—Feliz Talay para ti también.

Traté de darle una cabezazo, pero apartó la cabeza en el último segundo.

—Quítate o te clavaré una de las dagas en el ojo.

—No lo dudo— murmuró haciendo referencia a una pelea pasada.

Me moví tratando de soltarme de su agarre. —Que te jodan.

—¿Acaso crees que no sé que en el momento en el que te suelte me apuñalarás?— sus ojos azules recorrieron mi rostro en busca de afirmación.

—¿Tienes miedo de averiguarlo?— tanteé la tela de mi vestido a sus espaldas buscando la daga del muslo.

—Jamás, princesa. Tuve que acompañar a mi padre al palacio para una corta reunión con el rey, no me interesa salir lleno de sangre de aquí.

Tuve que apretar los labios para no sonreír cuando toqué el mango de la daga. —Me temo que eso no será posible...

Antes de que pudiera contestar saqué la daga e hice un rápido corte en su brazo. Gritó de dolor y aproveché la distracción para liberar mis brazos y empujarlo con fuerza hacia atrás para quitármelo de encima. La sangre comenzó a manchar su camisa blanca y a gotear sobre el suelo de mármol, y no pude evitar sonreír victoriosa.

Me puse de pie y me alejé unos pasos para que no fuera capaz de alcanzarme. —Ya sabes el camino a la enfermería.

Soltó un quejido sosteniendo su brazo e imité una de sus burlonas sonrisas antes de alejarme por el pasillo. —Tienes suerte de que no fue el ojo— comenté antes de perderme de su campo de visión.

Cassian y yo llevábamos peleando varios años, y cada vez eran más salvajes y sangrientas. Él era hijo de Kain Abbot, Conde de la Corte Dorada, por lo que Cassian era Lord. Kain era el mejor amigo de mi padre desde que eran apenas unos niños, y pese a sus intentos por hacer que nos lleváramos bien, siempre habíamos tenido una rivalidad conflictiva.

Desde pequeña siempre quise demostrarle a mi padre que estaba a la altura para asumir el trono, y que mantendría un buen reinado como él. Al inicio me educaron como a una princesa; aprendí costura, idiomas, modales perfectos, danza, a cocinar, y sobretodo a mantener una imagen pulcra de mí misma, pero sabía que no quería que mi vida se basara en eso, en solo ser una cara bonita.

A los trece años decidí acabar con la princesita, y convertirme en guerrera de una vez por todas. Cambié los tacones por botas planas, los vestidos por largos pantalones, y las coronas por armas. Sentía una fascinación por los cuchillos, espadas, y claramente las dagas. Cuando cumplí catorce años Edan me regaló mi primer par de cuchillos, y jamás había estado tan feliz.

Entrené varios meses en el bosque, lanzando con precisión cada una de las armas a los troncos más cercanos, y con el paso del tiempo fui buscando objetivos más lejanos.

Recuerdo el Talay de ese año, donde harían una demostración de habilidades. Muchísimas personas fueron a la feria del pueblo demostrando talentos de pintura, escultura, cocina, baile, canto, música, pero las demostraciones de combate cautivaron mi corazón. Yo iba a participar junto con Edan, y mis padres creían que nos verían bailar.

Cuando subimos al escenario en la plaza central no podíamos contener nuestra emoción, y nos dedicamos una sonrisa cómplice, ya que nadie más sabía lo que estaba por pasar. Con un pequeño asentimiento Edan abrió la mochila que llevaba colgada del hombro y sacó la primera tabla de madera, lo suficientemente pequeña como para caber en el bolso.

Cuando saqué mis cuchillos pude sentir la mirada de pánico en el rostro de mis padres a mis espaldas, pero no me importó. Me alejé a la punta contraria del escenario e hice girar los cuchillos en el aire antes de atraparlos de nuevo. Edan lanzó con fuerza la tabla hacia arriba y apunté antes de lanzar el cuchillo con rapidez hacia ella.

Cuando la tabla cayó al suelo el cuchillo estaba clavado justo en el centro.

Habíamos practicado muchas veces el número, por lo que no fallé los siguientes tres lanzamientos. Llegó el momento del gran final y Edan sujetó la última tabla sobre su cabeza, dedicándome una sonrisa tranquilizadora. Tomé aire y levanté el cuchillo sobre mi hombro antes de lanzarlo hacia él. El sonido de la hoja atravesando la madera me hizo sonreír orgullosa, y volteé hacia el público que nos miraba petrificados.

Los primeros aplausos en escucharse fueron los de mi padre.

Cuando abandonamos el escenario mi padre me dio un cálido abrazo, sin poder contener su sonrisa de orgullo y emoción. —¿Dónde aprendiste todo eso?

—Aprendí sola— contesté.

—No sabía que te interesaban las armas— admitió mirando detalladamente el cuchillo colocado en la mesa a nuestro lado.

Tomé aire para pronunciar las palabras que llevaba aguantando durante muchos meses. —Quiero entrenar— sus ojos se devolvieron hacia mí, —Entrenar como guerrera, no solo hacer ejercicio. Quiero saber luchar, manejar armas, planificar estrategias, todo lo que un príncipe haría.

—¿Por qué?— Era una pregunta curiosa, no para juzgarme.

—No dependeré de un príncipe, y no dependeré de nadie.

Su sonrisa me hizo saber que estaba de acuerdo, y mi madre también.

Alisé mi vestido mientras abandonaba la biblioteca, debía buscar a mi madre para informarle que el asunto de las cortinas estaba resuelto y luego tenía que continuar ocupándome del resto de los preparativos. De vez en cuando lanzaba miradas furtivas hacia atrás, creyendo que en algún momento me encontraría con Cassian a punto de cortarme la cabeza con su espada, pero no fue así.

Me crucé con Gelha en las escaleras que subían al tercer piso. —Princesa Blair, el rey pidió tu presencia en su despacho.

¿En su despacho? Nada bueno podía salir de eso.

Asentí nerviosa. —Ya conseguí la tela— comenté antes de que siguiera caminando, —Asegúrate de que el sastre vaya a por ella hoy, no podemos permitirnos un retraso.

—Seguro, Alteza.

Sonreí recogiendo un poco mi falda para subir los escalones sin tropezar. —Gracias, Gelha.

Atravesé el tercer piso hacia la gran puerta de roble al fondo, la del despacho de mi padre. El guardia apostado afuera hizo una pequeña reverencia, y me indicó que el rey me estaba esperando, abrió la puerta y se hizo a un lado para dejarme pasar.

Siempre había amado esa habitación. Todas las paredes estaban cubiertas con estanterías que contenían diversos libros, colecciones de armas, escudos, mapas, logos, espadas, y coronas. En la pared del fondo se podía ver un retrato de mi familia, todos con expresiones serias y poderosas, pero en nuestros ojos se podía ver el amor y el cariño que nos unía.

En el centro había una mesa circular para las reuniones del círculo íntimo de mi padre, que por lo general se la pasaba llena de planos y mapas desparramados encima. Recuerdo que solía venir a leer a su despacho, mientras él estudiaba con detenimiento los mapas y recorría con los dedos los nombres de las cortes, como si admirara todo lo logrado en tantos siglos.

—Nuestra prioridad siempre será la gente de Alderidge, Blair, jamás lo olvides— solía decirme, y siempre siguió al pie de la letra esas palabras.

Mi padre se encontraba sentado en una pequeña sala a la derecha de la habitación y junto a él, en un sofá individual, estaba Kain.

—Blair— se levantó para saludarme en lo que me vio entrar.

—Kain— estreché su mano en respuesta. Con él no hacían falta títulos formales, no necesitaba llamarme princesa ni yo a él Conde, era casi parte de la familia a estas alturas.

—¿Has visto a Cassian? Dijo que te buscaría en lo que llegamos al palacio.

—No— mentí.

Mi padre hizo una seña para que me sentara en el sofá frente a ellos. —¿Cómo siguen los preparativos?

Por un momento había pensado que Cassian había decidido delatarme con el rey, aunque eso fuera inútil, pero al ver que no mencionaron nada me tranquilicé un poco. —Bien, todavía me falta arreglar algunos detalles y revisar nuevas confirmaciones de asistencia para la fiesta.

—¿Alguna respuesta de la Corte Negra?— preguntó Kain.

—Aún nada.

—Después de los revuelos de esta semana debemos reforzar más los lazos con ellos— comentó mirando a mi padre.

—¿Qué revuelos?— no pude evitar preguntar.

Mi padre suspiró acariciando un poco su barba, un gesto que delataba que estaba nervioso. —Un grupo de Alterados atacó la caravana que enviamos con suministros a la Corte para que los repartieran dentro del muro. Dijeron que no querían nada nuestro, pero había gente en ese territorio a la que sí les hacía falta.

—Destrozaron dos de los transportes y quemaron el tercero— añadió Kain, —Todavía están buscando a los responsables.

—¿Por qué harían eso?— pregunté.

Los ojos de mi padre brillaron con dolor y algo más que no pude distinguir, ¿rabia? ¿decepción? ¿odio?, —No se puede ayudar a alguien que no quiere ayudarse a sí mismo.

—Pero son parte de Alderidge, deberían saber que es con buena intención.

—Ellos son parte del territorio del sur, no de Alderidge. Con Talay se puso fin a la guerra, pero ellos se negaron a formar parte del reino. Dentro de esos muros viven de otra forma completamente distinta, ellos no responden a nosotros.

—Y nosotros tampoco respondemos a ellos— murmuró Kain.

Iba a decir algo más, pero escuché la puerta abrirse a mis espaldas; no tuve que voltear para saber quién era.

—Cassian— se levantó mi padre para estrechar su mano.

—Nolan— lo tuteó.

—Que bien que decides acompañarnos, hijo— comentó Kain ante la desaparición del chico.

El sofá junto a mí se hundió y miré de reojo la sonrisa despreocupada en el rostro del castaño. —Princesa.

—Imbécil— murmuré lo suficientemente bajo para que mi padre y Kain no me oyeran.

Ya no traía sangre en la camisa, y ya que la tenía remangada noté la piel lisa de su antebrazo, sin ninguna cicatriz ni marca del corte que le había hecho. En el palacio trabajaban algunos Alterados, que juraron lealtad a la corona, y utilizaban sus habilidades a favor del bien.

Uno de los Alterados más poderosos del palacio era Thya, una sanadora. Su habilidad le permitía cerrar heridas, reparar fracturas, sanar en general el cuerpo humano; ella era la que se encargaba de curarnos después de cada pelea, arreglándonos hasta quedar intactos, como si jamás hubiera pasado nada. Era una chica con rostro amable, y muy discreta, jamás reportaba nuestras heridas a sus superiores; entendía que Cassian y yo éramos un caso perdido.

—Mañana saldremos al bosque a cazar, y queríamos pedirles que se nos unieran— comentó mi padre mirándonos con una sonrisa emocionada.

Era caza deportiva, con unas armas que disparaban unas pelotitas de goma para no matar a los animales.

—Sería un honor acompañarlos— respondió Cassian antes de lanzarme una mirada que significaba problemas, —Estoy seguro de que la princesa tiene muchos preparativos que resolver para Talay, pero yo sí iré con ustedes.

Apreté la mandíbula. —Estoy segura de que puedo tomarme un día libre, cuenten conmigo.

—¿Segura?— preguntó mi padre pensando en lo que acababa de decir el chico.

Asentí. —Puedo manejarlo.

—Se me ocurre algo— comentó Kain cruzando miradas conmigo, —Cassian puede ayudarte con los preparativos, es Lord de la corte después de todo.

El castaño casi saltó del sofá como si le hubieran dicho que lo iban a apuñalar. —Ella seguro puede manejarse sola. Además, tengo algunos deberes que cumplir en la corte.

Imité mi mejor sonrisa aliviada. —¡Oh, eso sería de mucha ayuda! Me vendría bien repartir las tareas un poco.

—¡Perfecto!— animó Kain, —Cassian vendrá todos los días a ayudarte.

Sentí la mirada de él como dos puñales sobre mí, pero lo ignoré con una sonrisa en el rostro. —Con él como asistente seguro todo estará listo antes.

"Asistente", un golpe bajo en su grandísimo ego.

El puño de Cassian se cerró sobre su rodilla, y supe que estaba haciendo todo lo posible por no atravesarme con la espada que colgaba a su lado.

—Dime, princesa, ¿ya planeaste el entretenimiento para la fiesta? Porque sino podemos ponerte a dar un discurso y de una vez haces el ridículo tú sola.

—Cassian— lo regañó su padre. Ellos eran conscientes de nuestras discusiones y de la mayoría de nuestras peleas, pero siempre pensaban que se trataba de la misma rivalidad infantil de antes, a pesar de que Cassian tenía 21 y yo era dos años menor que él.

—De hecho estaba pensando en invitarte a pelear y darte una paliza delante de todo el mundo.

—Blair— una advertencia de parte de mi padre.

—Aunque ese sería un entretenimiento de un minuto, tú no duras más que eso en una pelea.

—¿Quieres comprobarlo?— gruñó con una chispa de rabia en los ojos.

—¿Acaso herí tu masculinidad?— me llevé una mano al pecho fingiendo un puchero.

—¡Basta! ¡Los dos!— ordenó mi padre al ver que estábamos a un insulto de atacar al otro.

Apreté las manos a mis costados mientras me ponía de pie. —Debo retirarme— murmuré, —Adiós, Kain.

El padre de Cassian inclinó la cabeza en una pequeña reverencia y me di la vuelta para salir del despacho, no sin antes pisar con el tacón el pie que puso Cassian intentando que tropezara con él. Lo escuché maldecir y luego las puertas se cerraron ahogando sus palabras.

Caminé a paso veloz por el pasillo, pues sabía que no tenía mucho tiempo, y lo comprobé cuando la puerta del despacho se abrió nuevamente y un furioso Cassian salió directo hacia mí.

No me importó que el guardia estuviera mirándonos y eché a correr para llegar a las escaleras, los tacones me retrasaban más de lo normal. Bajé saltando varios escalones y distinguí por el rabillo del ojo la camisa blanca de Cassian en la cima de las escaleras. Me adentré en el pasillo y me lancé contra la primera puerta que encontré, el salón de música.

Empujé la puerta para cerrarla antes de que Cassian llegara a ella y corrí hacia el librero en el otro extremo. Busqué a tientas el botón escondido en una de las repisas, y cuando escuché el click, la puerta de la sala se abrió al mismo tiempo que el túnel secreto detrás del librero.

—¡Estás jodida!— gritó corriendo hacia mí.

Y sin pensarlo dos veces me lancé al túnel sujetando el librero para cerrarlo en lo que ya estuviera oculta. Cassian llegó un segundo después de que se cerrara, y escuché su golpe contra la madera.

Él no sabía dónde estaba el botón, pero tampoco me quedaría a esperar a que lo encontrara.

¿Qué tan malo sería pasar Talay sin un Lord en la Corte Dorada?


¡Hola! Por fin ya tienen el capítulo 2...

Como verán Cassian es un chico complicado, y aún más con Blair, y no puedo esperar a que continúen descubriendo más sobre él en la historia.  

¿Qué opinan de él?

No sé cuándo volveré a actualizar, esta es la última semana que tendré libre hasta febrero, pero volveré con todo. Lo prometo.

¡No olviden votar y comentar!

Con mucho cariño,

Cris Hiddle

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro