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💗01: Encuentro Perfecto💗

Para ustedes... ¿Qué es el amor? Muchos dicen que es el sentimiento más hermoso del mundo, otros afirman que es el más doloroso. Según yo, el amor puede manifestarse de distintas formas: puedes amar una película, un libro, un lugar, incluso un animal. Pero amar a una persona es diferente... es complicado, y cuando esa persona te rompe el corazón, puede sacar lo peor de ti.

Eso fue exactamente lo que me ocurrió. Por eso estoy aquí, frente a uno de esos tantos idiotas que creen que engañar a su novia no tiene consecuencias. Después de un mes saliendo con él, ya no queda mucho por decir. Solo faltan unos minutos para terminarlo todo.

—Entonces... Lizzy. Ya llevamos un mes saliendo y quería preguntarte si tú... quisieras —Max dudó, como si las palabras se le atascaran en la garganta. Revisé la hora en mi teléfono: las 3:59. Un minuto más y sería el momento perfecto—. ¿Serías mi pareja para el baile de San Valentín el próximo mes?

—Lo siento, Max. No iré contigo a ningún lado —dije, sin levantar la vista de la pantalla—. De hecho, quiero que terminemos.

Él se quedó en silencio por unos segundos, confundido.

—¿Qué? Pero estábamos bien, yo pensé que en serio te gustaba.

Suspiré, fingiendo la calma que no tenía.

—Lamento haberte dado una impresión equivocada, Max. Pero esto no funciona para mí.

Tomé mi bolso y me levanté de la mesa, intentando mantener la compostura. Mientras cruzaba la puerta de la cafetería, sentí el peso de la pulsera que me había regalado unos días antes. Sin pensarlo demasiado, me la quité y la dejé caer al suelo. Ni siquiera me detuve para mirar atrás.

Por el reflejo de los cristales, lo vi en shock. Esa confusión en su rostro me causaba una felicidad inexplicable, casi adictiva. El sentimiento era difícil de describir. Podría decir que amaba ver sus caras después de salir con ellos un mes y luego dejarlos como si nada. Para mí, la hora era importante: siempre elegía las 4:00 de la tarde como el momento perfecto para terminarlo todo.

Caminé sin prisa por el Centro Comercial, disfrutando del murmullo de la gente a mi alrededor. Solo necesitaba una cosa para completar mi día: compras. Nada me alegraba más la tarde que mimarme un poco. Entré a mi tienda de lujo favorita, donde ya sabían cómo tratarme.

—Bienvenida, señorita Choi. Tenemos una nueva colección que seguro le encantará —dijo la empleada al acercarse, tomando con cuidado mi abrigo y mi bolso.

—¿Es exclusiva? Ya sabes que si hay más de un vestido igual, no compraré nada —le advertí, sin necesidad de subir el tono. Mi mirada bastaba para dejar claro que no toleraba mediocridades.

—Por supuesto, señorita Choi. El vestido que le mostraré es único. Solo existe uno en todo el mundo.

Eso me sacó una sonrisa. Justo lo que quería escuchar.

El vestido era hermoso. Después de probármelo y confirmar que me quedaba perfectamente, no dudé en comprarlo. Salí de la tienda lista para regresar a casa, pero me enfrenté a un problema: debía pedir un taxi porque el idiota de Max me había traído.

Caminé sin rumbo durante un rato, odiando la sensación de estar perdida en este enorme lugar. Al final, decidí buscar uno de esos mapas que suelen poner en las esquinas del Centro Comercial, aunque honestamente nunca lograba entenderlos.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó una voz detrás de mí, haciéndome saltar del susto. Me di la vuelta bruscamente y, al hacerlo, choqué con el dueño de esa voz.

En cuestión de segundos, sentí el líquido frío empapando mi blusa. Todo el jugo que llevaba aquel chico terminó sobre mí.

—Oh no... —murmuré, paralizada al ver cómo mi blusa estaba completamente arruinada. El enfado subió como un fuego interno, y ni siquiera lo miré—. ¡Fantástico!

—Lo lamento tanto. De verdad, no fue mi intención. Déjame comprarte otra blusa, por favor —dijo apresuradamente, con un tono que parecía genuinamente arrepentido.

—Pues... es lo menos que puedes hacer —respondí, alzando la mirada. Me sorprendí al verlo. Se veía increíblemente bien, demasiado bien para lucir como un nerd, aunque sus gafas le daban cierto aire intelectual.

—Bien, vamos —dijo, tomando mi mano con total naturalidad. Su atrevimiento me dejó sin palabras, pero no me resistí. Después de todo, necesitaba otra blusa y él era mi solución.

Caminamos durante unos minutos, girando por pasillos decorados con luces elegantes y árboles relucientes, hasta que llegamos a una tienda que reconocí al instante: Gucci.

—¿Aquí? —pregunté, arqueando una ceja.

—¿Hay algún problema? —respondió, esbozando una sonrisa confiada.

—Es solo que... no esperaba esto, pero supongo que está bien —intenté mantener mi orgullo intacto, aunque por dentro me emocionaba la idea de que un desconocido me comprara una blusa de lujo.

Entramos a la tienda y una de las empleadas se acercó de inmediato.

—Buenas tardes, bienvenidos. ¿En qué puedo ayudarlos?

—Ella necesita una nueva blusa. Algo que le quede perfecto y que sea... especial —dijo él, antes de girarse hacia mí—. Escoge lo que quieras.

—¿Lo que quiera? —repetí, algo incrédula.

—Lo que quieras —confirmó, con una sonrisa tranquila que parecía esconder algo más.

Después de unos minutos, elegí una blusa de seda negra con detalles dorados. Era elegante y costosa, pero me quedaba perfecta.

—¿Es esta? —preguntó mientras me miraba con atención.

—Sí. Es hermosa —admití.

Él pagó sin titubear y, antes de salir, me entregó la bolsa con el nombre de la marca reluciendo.

—Gracias —dije, un poco más amable esta vez.

—Ahora, vamos. Te ayudaré a salir de aquí —ofreció, señalando la salida más cercana.

Mientras caminábamos, no pude evitar la curiosidad.

—¿Siempre eres así de... generoso con las desconocidas? —pregunté.

—Solo cuando arruino sus blusas —bromeó, y ambos nos reímos un poco.

Llegamos a la puerta principal del Centro Comercial, donde el aire fresco de la tarde me golpeó suavemente.

—Bueno, aquí tienes tu salida. ¿Necesitas un taxi? —preguntó.

—No, creo que puedo manejarlo desde aquí.

—Está bien, pero... ¿puedo saber tu nombre antes de que te vayas? —preguntó, con curiosidad e interés.

—Lizzy —respondí, estudiándolo por un momento—. ¿Y el tuyo?

—Hoseok —respondió con una sonrisa, que esta vez parecía más auténtica que antes—. Fue un placer conocerte, Lizzy.

Asentí, sintiendo algo extraño en el pecho, y me alejé. Aunque no pude evitar pensar que este encuentro había sido más interesante de lo que esperaba.

Al llegar a casa, fui directamente hacia mi "libreta del mal," mi pequeño y oscuro tesoro. Allí anotaba a cada chico con el que había salido y, una vez cumplido mi objetivo, los tachaba con una línea roja.

—Maxi el mujeriego, listo —murmuré, soltando una risa mientras tachaba su nombre con satisfacción. Después, saqué mi teléfono y envié un mensaje rápido a su exnovia.

📱—Todo listo. Ya puedes darle el golpe final.

No solo me limitaba a dejarlos sin explicación, también me dedicaba a recolectar pruebas de sus infidelidades. Mi plan era exponerlos a todos públicamente. Ya casi tenía suficiente material para revelar su verdadera cara al mundo.

Después de cumplir con mi rutina vengativa, me dirigí al baño, tomé una ducha caliente y me puse mi pijama de seda. Estaba lista para dormir como una reina.

[...]

Los rayos del sol entraron suavemente por las enormes ventanas de mi habitación. Abrí los ojos y, como siempre, el desayuno ya estaba esperando junto a mi cama en una bandeja de plata. Croissants, frutas frescas, un café perfectamente preparado... nada fuera de lo común para alguien como yo.

Mientras disfrutaba del desayuno, dos empleadas entraron con varios conjuntos de diseñador. Después de revisarlos con ojo crítico, elegí un vestido ajustado en tonos pastel que resaltaba mi figura, acompañado de tacones altos.

—Perfecto —dije mientras me miraba al espejo tras tomar una ducha refrescante. Me veía espectacular.

Bajé al garaje, donde me esperaban una fila de autos de lujo. Lamborghini, Ferrari, Bugatti... era difícil elegir, pero hoy me sentía feroz. Me decidí por la Lamborghini roja, una máquina que siempre lograba captar todas las miradas.

El rugido del motor llamó la atención de todos al llegar al Instituto. Los estudiantes se giraron para verme, como siempre. Caminé hacia la entrada principal, disfrutando de los murmullos y las miradas de admiración.

—¡Lizzy, luces increíble hoy! —dijo una chica del equipo de animadoras mientras pasaba junto a ellas.

—Ese vestido es divino. ¿Es de la nueva colección de Prada? —preguntó otra, impresionada.

—Por supuesto —respondí con una sonrisa arrogante, sintiéndome en la cima del mundo.

Pero algo inusual ocurrió. La atención que normalmente era solo para mí comenzó a desvanecerse cuando un grupo de chicos entró al campus. Era el equipo de baloncesto, liderado por Jin, Jungkook, Jimin, Taehyung, Namjoon y Yoongi. Todos eran increíblemente atractivos y siempre llamaban la atención, pero ese día había alguien más con ellos.

Era el chico del Centro Comercial, pero lucía completamente diferente. No llevaba gafas, y su ropa, lejos de ser casual, era de diseñador. Su cabello estaba perfectamente peinado, y su sonrisa tenía un magnetismo que no podía ignorar. Parecía más un modelo que un estudiante.

Al pasar cerca de mí, nuestras miradas se cruzaron. Hoseok me reconoció al instante, sonriendo de esa forma confiada que me había dejado desconcertada el día anterior.

Decidí actuar como si no lo hubiera visto. Me giré con la barbilla en alto y seguí mi camino, ignorando deliberadamente la conexión momentánea que había surgido entre nosotros.

—Lizzy, ¿no te vas a acercar a saludar? —preguntó una de mis amigas.

—No tengo interés en hablar con alguien como él —respondí con desdén, aunque por dentro sabía que su presencia me había perturbado más de lo que quería admitir.

Me alejé rápidamente, ignorando el hecho de que su mirada seguía fija en mí...

Espero que les haya gustado. No es el tipo de historia que acostumbro a escribir, pero aquí estamos para probar cosas nuevas. 🤭✨

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