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Capítulo 6


La falta de aire hizo que el Rey del Bosque Negro quedara totalmente fuera de la pelea. Oh, esto ya no era una pelea, era un sometimiento puro y perverso. Porque el enano sabía que él estaba débil, tanto por las heridas inflingidas en su cuerpo como por la falta de alimento, y aún así, se aprovechaba de eso, burlándose en todo sentido.

Thorin, por su parte, se sirvió de que el otro había perdido el aire y no podía defenderse por el momento, para darle la vuelta, con un movimiento rápido y agresivo. La cabeza del elfo rebotó en el colchón cuando se lo puso boca abajo; esto le dio un indicio de que si no hacía algo para ayudarse a sí mismo, entonces la pesadilla volvería a pasarle... Sin embargo, cuando intentó apoyarse sobre sus brazos para darse la vuelta, Thorin sujetó sus muñecas y las torció hacia atrás dolorosamente.

Un leve quejido se escapó de aquellos labios carnosos en señal de la brutalidad con que el enano lo trataba, y mientras sus pulmones intentaban recuperarse del golpe en el estómago que lo dejó sin aire, sintió de repente cómo eran amarradas sus muñecas, para que permanecieran juntas y así quedara aún más imposibilitado de luchar o presentar siquiera alguna dificultad.

Una vez que estuvo atado fuertemente, fue volteado de nuevo, para que su cuerpo quedase tendido sobre su amplia espalda y sus brazos doblegados y cautivos. Thranduil sintió un mareo repentino cuando se lo giró sobre la cama la segunda vez, y aunque lo intentaba con todas sus fuerzas, no podía recuperarse.

- Voy a dejarte bien en claro- Dijo Thorin, con los ojos desfigurados de irritación, mientras separaba bruscamente las piernas del elfo. – lo que sucede cuando haces enojar a tu Señor-

Cuando sintió la piel caliente del otro posicionándose entre sus largas y esbeltas piernas, Thranduil abrió los ojos y comenzó a patalear al fin, alejándose un poco de Thorin con el impulso de sus piernas. Pero eso no pareció bastar, ya que el enano capturó con saña aquellas caderas, y clavando sus uñas en ellas, lo arrastró de nuevo hacia él hasta que ambos quedaron repentinamente cerca, tanto así que Thranduil pudo sentir la erección de su captor presionando en su entrada.

- ¡No, no, no! ¡Suéltame!- Exclamó el elfo, aterrado profundamente de sólo recordar el dolor que le causó la anterior profanación de su cuerpo. - ¡Detente!-

- Oh, ahora sí quieres comportarte, ¿verdad?- Habló Thorin, con extrema malicia en su voz. – Pues lo lamento, tú mismo te lo buscaste-

Y dicho esto, comenzó a presionarse aún más contra el otro. Poco a poco, la hombría dolorosamente erecta del enano se fue filtrando en ese pequeño anillo, obligándolo a expandirse para recibirlo, sin siquiera lubricación.

Por su parte, el elfo volvió a familiarizarse con el sufrimiento carnal de sentirse desgarrado y partido en mil pedazos. Su voz se quejaba tan alto que ya casi no tenía fuerzas para seguir gritando. Estaba sumido de nuevo en una pesadilla que lo abrazaba e intentaba sumirlo en la más mísera locura...

Cerró los ojos, procurando olvidarse del dolor por un rato y pensar en otra cosa, lo que fuera, con tal de que algo lo salvara de esa desesperación; pero le fue imposible, la brutalidad del encuentro era tan grande que apenas si podía encontrar aire para respirar, incluso cuando ahora las ventanas estaban abiertas y la ventisca se colaba por el ambiente.

Como si el dolor en sus caderas, en su entrada y en su espalda no fuera poco, tenía además que soportar sus brazos adormilados clavándose en su espalda desnuda. Era una posición tan incómoda que hacía totalmente imposible sobrellevar esta tortura. Morir... de repente sólo quería que sus ojos se cerraran, muriéndose en ese mismo instante, sin más.

El grosor del miembro de Thorin se paseaba por esa apretada entrada en un vaivén frenético, intentando satisfacer su deseo lúgubre y pasional. Pero aún con semejante acto violento, el enano sentía que no era suficiente, deseaba más... Deseaba todo, todo lo que el otro pudiera darle, e incluso lo que no estaba a su alcance, ¡todo! Tenía la loca necesidad de quebrarlo, de romperlo mientras lo abusaba, sólo para ver esos gestos de dolor en su cara, que seguramente nadie más vio... Sólo él...

La excitación en su cuerpo se hizo más grande al pensar todo aquello, moviéndose con más impulso dentro del otro, provocándole aún más dolor, pero más placer a sí mismo. Gemidos guturales se escapaban de su boca mientras proseguía, fuera de cualquier razonamiento; estaba en éxtasis, en uno tan electrizante que ya no estaba seguro de poder parar, así que continuó con ese ritmo salvaje hasta que su cuerpo estuvo a punto de estallar.

Se detuvo justo antes de eso, quitándose de aquel cuerpo perfecto, causando desconcierto en su presa, quien no hizo más que lanzar un quejido adolorido por la forma tan violenta en que Thorin tiró de su miembro hacia fuera.

El elfo, con los ojos apenas abiertos, y la visión empañada por las abundantes lágrimas que caían a los costados de sus mejillas, notó cómo el otro se puso en pie sobre la cama y se le acercó al rostro, con el miembro aún hinchado y masturbándose mientras lo miraba. El paisaje entero era desagradable y nauseabundo, Thranduil sintió que ya no podía seguir viendo eso, así que giró su cara hacia otro lado, cerrando los ojos. Pero Thorin no permitió que su presa se tomara incluso esa libertad, no. Aprendería de una vez por todas quién es el que manda, y quién el que obedece.

Tomó esa delicada quijada élfica y de un tirón, lo puso de frente a él. Thranduil, sorprendido, abrió los ojos, sólo para encontrarse con la hombría de Thorin casi pegada a su rostro. De pura repulsión, intentó alejarse, forzando su cuello hacia los costados, pero el agarre del enano era tan fuerte que no hubo forma posible en que lograra apartar su cara de aquel asqueroso espectáculo.

La lucha continuó un buen rato, hasta que, con un sonido gutural, Thorin se vino, esparciendo su semilla sobre la nariz, la mejilla izquierda y los labios del elfo, que estaban apretados en un gesto de asco. Un estremecimiento espantoso recorrió el cuerpo entero de Thranduil en el momento que sintió aquél líquido intentando filtrarse dentro de su boca, y aún peor se sintió cuando la hombría de su captor se restregó sobre el resto de su cara.

El elfo soltó un sonido tosco, que raspó en su garganta, evidenciando toda la aversión que sentía en ese instante, que empeoraba al oler el hedor asqueroso que dejó sobre él la semilla del otro, invadiendo el poco aire que podía apresar en sus pulmones.

Luego, Thorin apretó con sus enormes manos la mandíbula del elfo, quien soltó un quejido antes de cerrar los ojos de dolor. Continuó con la presión exagerada hasta que el otro se vio obligado a abrir la boca, y una vez lo hizo, el enano aprovechó para posarse rudamente sobre aquellos labios perfectos, ahora cubiertos de su esencia.

Devoró y penetró el interior bucal de Thranduil, forzándolo a saborear el líquido pegajoso que había derramado en él al llegar a su clímax. El Rey Elfo, por su parte, no podía hacer más que gimotear e intentar escurrirse debajo de él, zafarse de aquel beso repulsivo y de la humillación enorme que le representaba... Pero por mucho que intentó, no lo logró.

Sólo cuando el otro se apartó de él para recuperar algo de aire fue cuando pudo librarse del contacto lascivo. Luego, mientras Thorin lo observaba desde lo alto, él sólo se limitaba a restregar su propia lengua sobre sus encías y sus piezas dentales, intentando quitarse ese horrible sabor de la boca.

Sin decir una palabra, el Rey bajo la Montaña se retiró de la cama, pero no salió de la habitación, sino que se adentró en una pequeña puerta que yacía al costado derecho de una de las paredes, que por supuesto Thranduil no había notado antes.

Y la puerta se cerró detrás de él, formando en el ambiente un sonido tan estridente que llenó los oídos del elfo, ensordeciéndolo y ayudándolo así a adentrarse en un penumbroso sueño.

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