Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 20

Aquellas palabras sonaban tan deliciosas en esos labios pálidos, aquella voz, tan seductora... Thorin entrecerró los ojos y apretó los puños, olvidando por completo el recurrente enojo con el que había llegado hasta ahí, con ánimos de descargar su frustración en el elfo. No, ahora tenía un mejor humor, pero lamentablemente para Thranduil, él no notaría la diferencia.

Haciendo un ademán con su mano, le indicó al rubio que lo siguiera hasta la habitación donde la cama estaba; éste lo siguió, y aunque su postura intentaba darle a conocer que sus palabras anteriores permanecían firmes, sus pasos dubitativos delataban los titubeos de su mente en cuanto a esto.

El agua se escurría por la piel blanquecina e iba a pasar al suelo sin más, dejando un rastro detrás de las livianas pisadas del rey elfo. Una vez que estuvieron dentro del cuarto, el enano se dio la vuelta, deleitándose completamente por la vista que tenía enfrente, sin siquiera disimularlo un poco; y ante la mirada inquieta de Thranduil, la situación se ponía incluso más incómoda de lo que debía ser.

- Ven- Indicó repentinamente Thorin, invitándolo a sentarse en el borde de la cama. – Tengo algo para ti-

El rubio paseó su visión clara por todo el borde completo del colchón antes de sentarse, prefiriendo un lugar donde mantuviera algo de distancia con su captor, mas luego de pensárselo mucho, decidió que cualquier lugar daba igual, de todas formas era seguro que en cuestión de segundos lo tendría pegado a él de cualquier manera...

Finalmente, se sentó, y tal como predijo, Thorin venía hacia donde estaba, pero con un cofre entre sus manos que había estado depositado en la pequeña mesita cercana. Cuando llegó hasta él, se dedicó a acomodar hacia atrás los mechones claros del elfo, acariciando adrede la longitud del cuello mientras lo hacía y sonriéndose ante la mirada furtiva de Thranduil.

Abrió el cofre, y un espeluznante resplandor invadió la habitación cuando lo hizo. El elfo, sorprendido, no pudo evitar posar su vista en aquel objeto que despertaba tanta luz en ese lúgubre lugar; deseaba saberlo, saber qué era lo que causaba tal resplandor.

Ante la reacción del otro, Thorin se maravilló observando los orbes celestes que se expandían siguiendo el collar diamantino mientras él lo elevaba a la altura de su cuello. Luego, y para total desconcierto del elfo, intentó colocarle dicho collar, pero éste se rehusó, haciéndose hacia atrás por acto-reflejo puro.

- ¿Qué haces?- Inquirió Thranduil, con el ceño fruncido pero aún mirando atónito la luminosidad del objeto ante él.

- No te muevas- Ordenó Thorin, evadiendo la pregunta totalmente.

No estaba de humor para esto. Deseaba que al menos aquí su palabra sea obedecida sin tantas preguntas molestas alrededor. El cambio repentino en el rostro del enano le hizo entender a Thranduil que si quería llegar a un acuerdo respecto a la liberación de su hijo, entonces debía atender a las locas solicitudes del otro, sin importar qué se trajera en mente. Por lo que esta vez no se movió ni una pizca cuando Thorin rodeó su cuello y le colocó el objeto decorativo.

La carga era ciertamente lo esperado teniendo en cuenta que las piedras preciosas pesan bastante, y el resplandor que despedían era tan hipnotizante que el elfo apenas podía parpadear. No estaba entendiendo nada, sinceramente... ¿Qué se traería Thorin entre manos esta vez?

Apartó la vista un minuto para poder observar a su captor, y una sonrisa pícara le dio la respuesta a todas sus preguntas y sospechas.

Acercándosele lentamente y pegando los labios a sus orejas puntiagudas, le susurró:

- Voy a hacértelo...- Al decir aquello, una de sus amplias manos fue subiendo por el abdomen plano de su presa, hasta llegar al collar. - ...con esto puesto-

Thranduil tragó saliva ruidosamente cuando sintió la lengua del otro paseándose sobre su oreja, jugueteando con la punta sensible. Todos sus músculos se tensaron al prever lo que iba a suceder, pero antes de que comenzara la tortura, quiso intentar:

- Por favor... Libera a mi hijo- La voz le temblaba bastante, pero hizo lo que pudo por controlarse. Se aferró fuertemente a los bordes de la cama al notar la intensificación en el besuqueo de su cuello, las pequeñas mordidas que el enano le daba a la piel ya magullada y la picazón que le causaba la barba al posarse sobre él. – Li... Libéralo, por favor-

En ese momento, las caricias se detuvieron, y Thorin lo miró fijamente a los ojos, con las pupilas bastante dilatadas y la lujuria totalmente personificada en su cara. Al elfo se le erizó la piel de sólo observarlo así, temiendo que el asunto se pusiera aún peor de lo que podría llegar a ser.

Pero para su sorpresa, no hubo mirada socarrona en el enano que le dijera eso. Tampoco una sonrisa; esta vez, parecía estar poseído por un deseo tan grande que apenas podía ser conciente de sus propias acciones, o de lo que oía, o de lo que decía. Cada respiro pesado que daba le resultaba completamente difícil, y era sólo un acto natural... Hasta ese punto de deseo había llegado, una dolencia exquisita recorriéndole cada parte del cuerpo.

Bajó la vista hacia los labios del rubio, y relamiéndose los suyos, con un tono rasposo, dijo:

- ¿Y qué estarías dispuesto a hacer para conseguir su libertad?-

La pregunta impactó de lleno a Thranduil, quien nunca se lo vio venir. Mas antes de que pudiera siquiera ponerse a pensar en qué significaban aquellas palabras, un agarrón en su nuca tiró de sus cabellos finos mientras un beso desgarrador le fue dado violentamente.

Tomado por sorpresa, lo único que atinó a hacer fue levantar sus manos en pro de hacer algo, pero no encontró nada que pudiera aliviar la situación bochornosa, por lo que sólo volvió a llevarlas a las sábanas, sosteniéndolas furiosamente.

Después, un repentino empujón lo hizo caer de espaldas, y al abrir los ojos, la imagen ante él lo aterró por completo. El rostro de Thorin inspiraba terror, con esos ojos fijos y saltones mirándolo de aquella forma, y las amplias manos robustas que comenzaban a quitar los ropajes que éste llevaba, dejando ver piel y vello por doquier.

Se deshizo de todo rastro de tela, para quedar exactamente como su presa, totalmente desnudos. Thranduil tuvo que alejar la vista, no podía soportar seguir viendo eso, todo en el otro lo asqueaba rotundamente... Y de saber que ahora estaba encima suyo, su estómago se revolvía sin remedio. Pero hizo lo que pudo por aguantar, por resistir lo que fuera.

Piel contra piel, el elfo podía sentir con su propio ser lo que no deseaba ver con sus ojos. Los vellos presentes en el pecho de Thorin acariciaban su propio pecho en el apasionado abrazo que el enano le daba. El peso de su cuerpo sobre el suyo le resultaba tan anti-natural que prácticamente tuvo que clavar sus uñas en el colchón para evitar quitárselo de encima de un solo empujón.

El besuqueo fue bajando vorazmente sobre él, hasta que, de repente y sin previo aviso, una embestida doliente se abrió paso entre sus piernas, llenando sus ojos de lágrimas en un breve instante.

Thorin continuó empujándose dentro de él, hasta que prácticamente estuviera completamente dentro, y entonces, algo inesperado sucedió. Sujetó las caderas del elfo, y girando, tanto a él mismo como a quien tenía en su agarre, logró quedar debajo y obligó a su presa a permanecer encima, con sus dolidas piernas dobladas a los costados.

Todo el cuerpo de Thranduil comenzó a temblar, encontrándose atormentado totalmente por la situación en la que debía participar. Ni siquiera tenía la voluntad de moverse, ni un poco, pues el dolor lo apuñalaba donde más frágil se sentía en ese momento, resquebrajando su cordura.

Miró a Thorin con sus ojos lacrimosos, pretendiendo encontrar algo de compasión aunque fuere... No se le podía pedir que hiciera esto... No podía hacerlo...

- Muévete- Le ordenó el enano, al mismo tiempo que obligaba a sus caderas a bajar con un apretón de sus fuertes manos.

El movimiento que hizo fue pequeño, pero el dolor fue tan grande que su visión se cerró a causa de eso, dejando libres a unas cuantas lágrimas que saltaron de su rostro y cayeron súbitamente. Otro pequeño envión dado por el agarre de Thorin le exigió seguir bajando hasta recorrer la totalidad de su hombría, de tal forma que quedó prácticamente sentado sobre la dolorosa erección de su verdugo.

Esta vez mantuvo los ojos cerrados, sin poder siquiera pensar o enfocarse en algo más que no fuera el terrible pesar que sentía. Todo su cuerpo parecía estarse quebrando minúsculamente, y la invasión era tal que le parecía sentir que el miembro de Thorin latía dentro de él... Se llevó una mano temblorosa a la boca, apretándose los labios, procurando calmarse. El simple acto de respirar le costaba tanto que las náuseas y los mareos espontáneos recurrían a él todo el tiempo, buscando hacerlo perder el equilibrio.

- Vamos, ¿qué te pasa?- Habló Thorin, en tono burlón. – Dijiste que harías lo que fuera por tu hijo, ¿no es así? ¿O era pura palabrería?-

Vergüenza. Vergüenza pura viajando por todo su ser. Lo que menos quería era tener la imagen de su hijo acosándolo en ese momento. Sacudió su cabeza de un lado al otro y abrió los ojos, mirando a Thorin, quien esta vez sí le sonreía libidinosamente.

Lo recordó. Recordó por qué estaba haciendo todo esto, por qué se sometía como lo hacía y por qué aguantaba lo que aguantó. Todo tenía una respuesta, y esa respuesta era tan simple que ni siquiera debía pronunciar su nombre... Lo que fuera... Era la verdad, el enano estaba en lo cierto... Él haría lo que fuera.

Apretó sus puños de tal forma que apenas podía sentir sus nudillos, y con toda la voluntad que corría por sus venas, comenzó a moverse. Lenta y dolorosamente. Sus rodillas cansadas le daban tirones cuando lo hacía, aumentando su malestar, pero ni así se detuvo. El sudor en su frente se sumaba gota a gota, y el ardor en su piel le indicaba que la fiebre volvía a estar presente, pero continuó... No podía permitirse dudar, no en este punto...

Su mente perturbada daba vueltas en círculos a la idea de lo que estaba haciendo, invadiendo sus pensamientos con las más remotas imágenes, crueles y salvajes, de las veces anteriores en las que fue humillado, sólo por el lujo de verse más miserable de lo que ya era... Había entrado en un trance donde su cordura pendía de un hilo, y ni siquiera el resplandor blanquecino de las joyas que colgaban de su cuello le quitaban la oscuridad que estaba atravesándolo por dentro y por fuera, fulminándolo.

En un instante, sintió todas sus fuerzas derribarse en un mareo repentino, llevándolo a caer de lado, al borde del desmayo. Mas eso no pareció importarle mucho a Thorin, pues aprovechó el envión del cuerpo del elfo para colocarse encima de nuevo y continuar con las embestidas tortuosas como si nada hubiese pasado.

Entre el dolor y el abandono de cada rastro de fuerza de su cuerpo, Thranduil apenas podía mantenerse conciente. La fiebre había aumentado tanto que ya no se sentía capaz de continuar; intentó comunicárselo a Thorin, pero este estaba tan concentrado en lo que hacía que apenas le puso atención. Entonces, dando un largo suspiro, se sumergió de lleno en la inconciencia, cerrando los párpados cansados.

El rey enano no se detuvo ni así, y sólo cuando hubo terminado, notó que el otro se había desmayado. No supo explicar bien qué era lo que sentía, pero no le era grato. Se sentía solo, aún estando junto a él... Era extraño... No quería perderlo, eso era lo que estaba pensando, la idea que viajaba por su mente una y otra vez.

Se quitó de su interior y se arrastró hasta estar frente a su rostro dormido. Las amplias cejas surcadas en un gesto de dolor, el sudor cayendo por su frente... Algo estaba pasándole... Llevó una de sus manos a la mejilla del elfo, notando cuán caliente estaba su cuerpo, más de lo normal.

Pensó en lo que eso representaba. Significaba que estaba enfermando de a poco, que su ser ya no era capaz de aguantar su trato... Que parte por parte, se iría desmoronando hasta morir... Hasta dejarlo solo... ¡No! ¡No, no! Eso no...

Lleno de desesperación y de un enojo inexplicable, apretó la quijada de Thranduil, y sacudiéndolo sin cuidado, intentó despertarlo. No hubo ninguna respuesta por parte del otro; ni siquiera un leve quejido, nada.

- Si crees que puedes dejarme ahora, estás muy equivocado- Le susurró entonces, entrecerrando sus ojos azules con total desprecio.

No estaba dispuesto a renunciar a nada, mucho menos al objeto de su mayor deseo. Thranduil, Señor del Bosque Negro, era suyo; solamente suyo, y jamás renunciaría a él. Moriría sólo cuando él se lo permitiera, y no antes.

Dejó la cama, volvió a vestirse, y decidido por completo a no ceder ante nada, salió del cuarto con una sola idea en mente.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro