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Capítulo 19


Solo al ver desaparecer la completa imagen de Thorin tras la puerta fue que pudo comenzar a relajarse un poco. Sus hombros estaban tan tensados que ya hasta dolían. Intentó normalizar su respiración agitada lo más que pudo y entonces, cerrándose la túnica, caminó hasta la puerta y trató de escuchar algo desde el otro lado.

Apenas un murmullo se dejaba oír, pero pronto unos pasos se escucharon, pasos que se alejaban del lugar hasta que los sonidos fueron desapareciendo lentamente por el largo pasillo.

Con Thorin lejos de allí, su cuerpo entero pudo relajarse bastante, dejando destensarse la gran mayoría de sus músculos; mas había algo que aún seguía molestándole en demasía, y era el hecho de que su masculinidad despierta se mantenía latiendo furiosamente en la piel erguida que abultaba detrás de la tela de la túnica. Ni siquiera quiso darse un vistazo profundo, porque con sólo bajar la vista y notar aquel bulto, sumado a la cosquilla agradable que sentía ante el roce de su propia tela sobre su hombría era demás irritable para él.

Fue entonces que una idea surgió de su mente. Caminó hacia la gran bañera que poseía la habitación contigua, cuya agua fría lo esperaba quietamente. Se paró justo en la orilla, evitando ver su reflejo en el agua, y después, tanteando la temperatura con la punta de los dedos del pie, decidió que quizás un baño frío le ayudaría a recuperar la templanza en su cuerpo. Sin pensarlo más, se quitó la túnica y se sumergió de lleno.

***

Thorin caminaba con tanta rapidez que a Kili le costaba mantener su ritmo. No importaba cuántas veces su tío le dijera que ése no era lugar para conversar, Kili siempre deseaba romper el silencio y estallar la paciencia de su rey con miles de preguntas.

Caminaron por un largo trecho hasta que finalmente llegaron a destino: Un despacho bastante pequeño donde se daban algunas reuniones de negocios. Una vez que ambos estuvieron dentro, Kili volvió a exigir que le explicara lo raro de su actual comportamiento, a lo que su tío, sonriéndose de lado, respondió:

- No veo por qué eso puede ser de tu incumbencia, sobrino mío- Su voz denotaba un cierto rasgo de molestia que era como una mecha a medio explotar. - ¿Desde cuándo tengo que pedir permiso para hacer lo que deseo aquí, dentro de mi propio reino?-

- Pero esto ya está fuera de todo lo racional, tío...- El más joven hacía un esfuerzo enorme por no ofender a tu rey con lo que se proponía decir, porque bien sabía él que si algo llegaba a insultarlo, jamás lograrían llegar a un acuerdo. Pero su temperamento le pudo más, y finalmente dijo: - ¡No puedes tener secuestrados al rey y al príncipe del Bosque Negro, tío!-

- ¡Silencio! ¡¿Qué sabes tú?!-

El estallido repentino de Thorin mantuvo a raya el enojo de su sobrino, quien se quedó asombrado mirándolo. Con todas sus fuerzas, quería que su tío tuviera motivos realmente valederos para hacer todo lo que estaba haciendo... Realmente quería pensar que él tenía razón, pero...

- Entonces explícame- Comenzó a decir Kili, al ver que el rey no hacía ningún ademán por hablarle. – Explícame qué hace ese elfo aquí y por qué motivo también ahora tienes a su hijo encerrado-

- Ya te dije que eso no es de tu incumbencia. No deberías meterte en los asuntos de tu rey, esa es la cuestión-

Los ojos azules de Thorin brillaron con tanta malicia en ese instante que Kili realmente creyó haber visto a un monstruo ante él. No había ni una pizca del enano noble al que había llamado rey desde que tuvo conciencia de quién era Thorin. No, ahora sólo quedaba una mera huella de todo eso que el otro representaba para él, o para cualquiera del reino... Ahora sólo parecía haber maldad en su interior...

- Dime que esto no es una venganza-

- Por supuesto que no es una venganza... ¿Qué clase de estúpido crees que soy?- Respondió Thorin, ante la provocación.

- ¿Entonces por qué? ¿Por qué arriesgarse a una guerra entre razas, entre reinos?- Las palabras de Kili salían tan rápidamente que apenas si tenía tiempo de respirar y el efecto que lograba era un choque consonántico desesperado, lo cual describía perfectamente su estado actual. - ¿O acaso crees que los elfos se quedarán sentados esperando a que los liberes y no harán nada para recuperar a su rey?-

- Si desean comenzar una guerra por esto, te aseguro que se la daremos. No me interesa ni me intimida qué clase de medidas deba tomar de ahora en más- La seguridad en la voz de Thorin era escalofriante. Ni siquiera dudaba en lo que decía, era como si su mente misma ya estuviera en una fase irrecuperable, pensó Kili. – Tenemos buenos guerreros entre nosotros, no debes preocuparte por eso-

- ¿Qué? ¿Y los muertos? ¿Qué no piensas que todos ellos se arriesgarán por tu capricho? ¿Que morirán porque tú quieres demostrarle a ese señor elfo que eres mejor que él?-

En ese momento, un golpe en la pared hizo retumbar el pequeño lugar. Thorin ya no estaba de humor para seguir discutiendo algo que no entraba en discusión por nada de lo que se dijera. Ya no había vuelta atrás, ya no se podía retractar... No ahora...

- Este es mi reino, Kili...- Habló de nuevo el mayor, con los ojos levemente entrecerrados. – Aquí te di un espacio para que comenzaras tu vida con aquella elfa de la que dices estar enamorado sin siquiera oponerme o preguntarte qué harías después... Aquí sienten la seguridad de un hogar, se reconfortan sin saber qué clase de inconveniente les depare el mundo mañana...- La mirada se intensificó en ese instante, abriendo los párpados por completo y observando fijamente a su sobrino. - ¿Acaso no merezco yo también algo de comprensión? ¿Acaso no merezco hacer lo que siento sin necesidad de andar explicándole a todo el mundo por qué lo hago?-

- Pero tío... Lo mío con Tauriel es amor, es distinto...- Intentó explicarle Kili. – Sí, hubo momentos difíciles en que pensamos en dejar todo a un lado y volver a nuestras vidas anteriores por temor a lo que se dijera de nosotros, y sí, tú nos ofreciste un hogar donde recomenzar nuestras vidas juntos... Pero... Pero esto es monstruoso...- Por mucha voluntad que pusiera en no mostrar su indignación, no hubo resultado más que dirigirse directamente al asunto que le erizaba la piel de consternación. – Lo engañaste para que viniera aquí para luego tenerlo cautivo en una habitación y lo ocultaste de todos nosotros; ni siquiera lo pusiste en una celda para interrogarlo, como se hace comúnmente con los prisioneros-

- ¿Y qué hay con eso?- Inquirió Thorin. Claramente, no alcanzaba a percibir lo horrendo de la situación. – Cómo yo mantengo a mis prisioneros no es algo que debiera preocuparles-

Una mirada de lo más incómoda fue el disparador que Kili le dio a su tío antes de prepararse para decir lo que prefería no decir, puesto que se había procurado no pensar mal de eso, ni cuestionar las acciones de su rey... Pero dada la mala predisposición de Thorin para comunicarse con él, no le quedó más remedio que decirlo.

- Vi las marcas en su cuello, tío...-

La vergüenza se escurrió por su cara al decir aquello, sin saber cómo decirlo o qué cara poner cuando lo decía. Simplemente soltó la frase, y al ver que ni siquiera una pizca de sorpresa invadió los gestos del otro, tuvo que continuar.

- Sé cómo fueron hechas... Y no creo que eso se haya dado con su consentimiento...-

Las miradas de ambos chocaron en ese momento, donde las circunstancias les obligaron a enfrentarse mutuamente. Los dos creían tener puntos que defender en el asunto, por lo que sus posturas no cedían terreno por más que su "rival" se mostrara fuertemente arraigado a su creencia.

Kili estaba hostigándolo con su visión oscura cada vez más, intentando que se le dijera la verdad de una vez por todas, que se acabara con el falso autor de buenas acciones que Thorin quería mostrarle a los demás... No, su sobrino lo había descubierto, y antes de seguir soportando el acoso visual, su ira prefirió salir aflorada por la forma en que era tratada su autoridad.

- ¡Está bien, sí! ¡¿Quieres saber qué hice?!- Sus rasgos deformados completamente de enojo hicieron retractarse de su posición a Kili, quien sintió recorrer un estremecimiento terrible en todo su cuerpo. - ¡Sí, lo traje aquí engañado! ¿Luego sabes qué? ¡Lo drogué, lo arrojé a una cama y lo hice mío una y otra vez! ¡Y sí, lo hice sin su consentimiento, lo obligué, lo forcé con violencia, y lo haría cuantas veces fuera necesario! ¡¿Contento?!-

Había tanto horror en lo que escuchaba que realmente deseaba quedarse sordo en aquel mismo momento. Dentro de su mente no había cabida para tanto pavor, para tanta crueldad a la vista... Sus pensamientos vagaban en los momentos en que su tío había comenzado a actuar extraño, en que decía que estaba ocupado y se iba sin dar explicaciones en medio de la noche, o a plena tarde... Todo tenía explicación ahora, y cuando finalmente la tenía, ya no quería saberlo. Prefería no saberlo, la verdad...

- Lo quiero en una forma en que tú jamás comprenderías, Kili- Comenzó a decir Thorin, sin dejarlo recuperarse de su evidente asombro. – Lo deseo de tal forma que haría lo que fuera para tenerlo a mi lado. Haría hasta lo imposible por no dejarlo ir, y haré lo que esté a mi alcance para no desistir de él, ¿entiendes?- Las últimas palabras le sonaron más a amenaza que a cualquier otra cosa, pero sólo para aclarar sus dudas, el mayor sentenció: - No me importa quién sea, si enano, elfo, humano o el mismísimo Señor Oscuro. Su destino es estar a mi lado y el mío, estar cerca suyo... Jamás me separaré de él, antes prefiero verlo muerto-

Y al cabo de decir aquello, se dio la vuelta y, abriendo la puerta, se camufló entre la hostilidad de la roca sólida que todo lo abarca para desaparecer, paso tras paso, en el largo pasillo real.

***

El agua fría estaba dando resultados, todo su cuerpo comenzaba a calmarse, hasta el punto en que "cada cosa volvió a su lugar". Dando un suspiro extenso, se sumergió aún más dentro de la bañera, hasta que casi le rozaba el mentón.

Dirigió su mirada perdida hacia el techo, donde todo parecía ser una pantalla en blanco en la cual se repasaba todo lo que había vivido en estos últimos días. Sobre todo lo que había hablado con su hijo... Esa mirada de espanto que parecía juzgarlo detrás de los barrotes fue como una puñalada directa al corazón para él, y las preguntas salidas de su boca, aquellas a las que no podía contestar, golpeaban en su pecho violentamente con asco y rabia.

No quería que esto pasara, no quería que su hijo dudara de él; detestaba la idea de tener que ocultarle lo que le sucedía, pero, ¿qué no siempre había sido así? Ocultándole lo que acontecía por su mente para que éste no se preocupara, para que pudiera desarrollar su vida en paz, sin tener que ocuparse de un padre acosado por su propia memoria...

No, éste era un punto en el que ya no podía más. Ya no quería poder más, ya no más... Se puso en pie en ese momento, y un nudo inaguantable se le trabó en la garganta, presionando sus sentimientos con mayor fervor que antes. Se llevó una mano a la boca, adelantándose al grito desgarrador que quería soltar para liberar su frustración. Mas no, tenía que contenerse, tenía que ser más fuerte. Encontrar más fuerza, de donde fuera, escarbar dentro de él para ver de dónde la conseguía, y liberar a su hijo de aquella celda húmeda y hostil.

Sin importar cuánto esfuerzo pusiera en controlarse, el nudo en su garganta sólo aumentaba con el pasar de cada pequeño segundo, y estrujándose la boca con la mano, sintió una calidez invadir su rostro, recorrer sus mejillas lentamente y caer por las ranuras de sus dedos, uno por uno, hasta despedirse de su rostro y sumergirse en la extensa bañera. Las lágrimas que soltaba le eran tan poco conocidas, ¿hacía cuánto tiempo que no se permitía llorar? ¿Por qué no podía parar de hacerlo, aún cuando sabía que quizás estaba mal?

Un leve y único gemido se escapó de su boca, raspando en su garganta, como señal de todo su dolor retenido; y aunque las lágrimas no dejaban de salir, sintió la pesadez del momento ir disminuyendo progresivamente, con cada gota salada que sus ojos soltaban.

De repente, un sonido detrás de él lo sobresaltó repentinamente. Queriendo saber de dónde provenía, se dio la vuelta de inmediato, sólo para encontrarse con Thorin viéndolo desde la entrada de la sala de baño. La concentración en su propio sufrimiento había sido tan potente que ni siquiera había oído entrar al enano.

Los ojos de Thranduil se extendieron enormes ante la visión del otro y lo que éste observaba en él. Esas lágrimas dolidas, toda su debilidad expuesta en una sola imagen...

Rápidamente, se lavó las pocas que le quedaban en la cara con una mano, mientras intentaba recuperarse del duro momento que afrontó anteriormente.

- Así que... ¿Finalmente nos mostramos como somos en realidad?- Se bufó Thorin, dando unos cuantos pasos dentro de la habitación.

La sonrisa pérfida que le mostraba era tan monstruosa como todas las anteriores, pero esta vez golpeaba de lleno en el orgullo del rey elfo, quien intentaba no desesperar ni explotar de furia.

- Es tan incoherente que intentes ocultar tu fragilidad de mí, aún cuando te he dicho que ya lo he visto todo de ti... Ya conozco cada milímetro de tu cuerpo, y también he socavado dentro de tu mente. No hay nada que puedas proteger de mí, Señor del Bosque Negro-

- Sí lo hay-

La sentencia de Thranduil tomó de improvisto al enano, quien levantó las cejas en muestra de asombro ante lo que escuchó.

- Deja en libertad a mi hijo. Él no te es de ninguna utilidad aquí- Dijo el rubio, comenzando a salir del agua. – Ya me tienes a mí, y mi reino ha quedado sin nadie que los pueda guiar...- Al decir esto, miró profundamente a Thorin, y ante la visión divertida de éste, hizo el mayor de sus esfuerzos para culminar: -Por favor-

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