Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 1

Y otra vez sucedió. Su cuerpo caliente comenzaba a enfriarse de repente cada vez que terminaba el acto. Después de hacerlo, se sentía tan sucio, tan vacío y... tan enojado... Muchos pensarían que consigo mismo, pero él sabía bien que no era así.

Ya habían pasado años desde la última vez que lo vio... Que lo vio a él, al Rey Elfo, al mismísimo rey élfico, con sus perfectos ojos, tan fríos y calculadores, y aunque había pasado largo tiempo, Thorin no podía hacerle a la imagen de olvidarlo.

Se sentía estúpido, un completo idiota, se sentía como adolescente, aunque su edad ya estimaba que había pasado esa racha de su vida hacía largo rato... Todo era su culpa, sí. Debía serlo. Culpa de Thranduil... ¿Por ser tan perfecto? No, por ser tan sensual y tan pecaminoso ante los ojos del enano.

Es decir, piénsenlo. Esa última noche en que sus ojos se encontraron, Thorin pudo sentir con cada fibra de su ser que el Rey intentaba decirle algo. Y ese algo debió involucrar algo impúdico, de seguro, porque después de eso, el príncipe enano sólo recibió lujuria en sus venas, deseo ardiente de tenerlo para sí mismo, para poseerlo violentamente y jamás dejarlo ir.

El Rey debía ser suyo... Eso era lo único de lo que estaba seguro... El problema radicaba en que las cosas no habían terminado muy bien entre las dos razas... Seguían en el mismo embrollo con el que habían empezado, y la batalla de los cinco ejércitos no mejoró la situación... Bueno, tampoco la empeoró, eso era lo único bueno...

Mientras se hacía a la idea, un magnífico plan, seguido de una maquiavélica sonrisa iluminó el rostro de Thorin, y cuando la noche iba muriendo, se dispuso a redactar una carta.

***

Pasaron meses desde el escrito. La voz sonora de sus súbitos indicándole que se acercaba el mismísimo Rey del Bosque Negro hacia su morada, custodiado con tan sólo dos guardias reales, hizo divertir a Thorin más de lo que esperaba.

Les ordenó que lo hicieran esperar en la sala del trono, mientras él se ponía presentable, pero no era más que una excusa. Lo único que quería era tiempo para planear, para concretar que todo estuviera en orden.

Efectivamente, luego de que preparó todo lo necesario, se dispuso a partir al encuentro del objeto de su deseo... Y mientras lo hacía, murmuró:

- Esta vez...- Su voz sonaba pesadamente entrecortada por la excitación previa. – Esta vez no escaparás... Serás completamente mío-

***

Sus pesados pasos llamaron la atención de los elfos aún antes de que estuviera dentro de la gran sala real. Thorin se mostraba seguro y majestuoso, con su porte de príncipe entrando en el lugar como si un extenso público lo estuviera esperando y viendo, expectantes. Pero aunque la atención esperada era la misma (aunque mucho menos amistosa, cabe decir), allí sólo se encontraba el Rey con sus dos guardias, un sirviente enano, y Thorin. Eso era todo, ni un alma más.

El rubio esperó a que su anfitrión estuviera lo suficientemente cerca como para no tener que elevar su voz, pues no se sentía en necesidad de hacerlo, para hablar:

- Veo que te agrada hacer esperar a tus invitados, Thorin Escudo de Roble- Sus ojos se estrecharon con desprecio mientras perfilaba su rostro hacia otro lado. – Aún cuando la carta que me enviaste explicaba claramente que deseabas y precisabas verme cuanto antes... Pero ahora que estoy aquí, que finalmente hice un espacio en mi ocupada tarea para venir y certificar cuál era esa urgencia con la que te expresabas en el escrito, me haces esperar inauditamente-

Todas y cada una de sus palabras hicieron un crepitante eco en las murallas que los rodeaban. El salón era tan grande que mareaba el sólo ver hacia arriba. Thranduil estaba enojado, eso podía verse en cada pequeño rasgo de su expresión, pero sólo por si hacía falta corroborarlo, sus palabras lo dejaron bien claro. No estaba de humor para juegos... "Una verdadera lástima", pensó maliciosamente Thorin.

- Lamento mucho este altercado- Dijo el príncipe, indicándole a su sirviente que les sirviera vino en las copas. – No fue adrede, puedes estar seguro, oh, su majestad- Y terminada la frase, una sonrisa traicionera se escabulló de entre sus labios.

Al Rey élfico no se le escapó este detalle, pero antes de que pudiera pensar en lo que ocurría allí exactamente, Thorin prosiguió:

- Veo que te enfurecen y molestan cada uno de los minutos que pasas aquí. Lo entiendo, mi reino debe resultarte molesto: Tan lleno de piedras preciosas y otros lujos que obviamente tú no puedes permitirte, ¿verdad?-

Ante la provocación, Thranduil sólo reaccionó con una mirada fulminante. Incluso sus guardias estaban ofendidos, y también temerosos de lo que ese comentario pudiera traer... Lo último que querían era presenciar una nueva treta entre las razas, estaban cansados por el viaje, y el estado anímico de su Rey siempre fue malo... No querían que empeorara, puesto que luego ellos serían los que sufrirían las consecuencias...

- Así que para eso me has llamado... Para bufarte de mi desdichado y frágil reino, presumiendo de que has recuperado tu fortuna-

Ahora lo miraba de frente, al fin. Sus ojos claros se entornaron en un gesto de furia que al enano no hizo más que excitarlo aún más... Sí, pues eso era lo que más le gustaba de aquel elfo. Esa malicia que dejaba entrever cuando realmente estaba enojado, ese hermoso rostro, enfurecido, y viéndolo a él... Tuvo que desviar la vista para asegurarse de que nadie pudiera ver la lujuria que sus ojos desprendía por el más alto. Estaba siendo demasiado descuidado, un paso en falso y todo se echaría a perder.

- Típico de los enanos, no me extraña para nada. Esas falacias que me escribiste en la carta, diciendo que precisabas mi presencia para iniciar una nueva etapa entre nuestros reinos... Y lo único que hago es venir hasta aquí ingenuamente para servirte de bufón- Thorin, al volver la visión hacia su invitado, dejó escapar un leve suspiro. Sus ojos ahora se centraban en esos perfectos labios que se cerraban y abrían, parloteando quién sabe qué... Oh, cuánto más se perfeccionarían aquellos suaves labios y él los estuviera poseyendo en ese mismo instante... Quería devorarlo, y ya lo estaba haciendo con la mirada. Pero de nuevo, tuvo que recordar su plan. "Concéntrate, maldita sea", se dijo a sí mismo. – Pero no me tomarás por tonto de nuevo, Thorin Escudo de Roble. Soy un rey, y no consiento ser tratado de esta forma ni ahora ni nunca. Me marcho-

- ¡No, espera!- Vociferó el enano, desde la otra punta de la sala. Se había desesperado de sólo escuchar que el elfo se iría... Y el otro percibió eso; eso no era nada bueno... - No es para esto que te he llamado. Ya no quiero más peleas... Lo siento si te he ofendido, no fue la intención-

- ¿Ah, no? Pues no me lo pareció así- Respondió Thranduil, con su cuerpo ligeramente inclinado hacia la salida. – Tienes dos minutos para explicarte, y dependiendo de lo interesante que sea tu discurso, me quedaré o me iré para nunca más regresar a este antro de ambición, espero-

Las palabras del rey élfico molestaron al enano sirviente que venía con la bandeja de plata, ofreciendo copas de vino a los invitados. La ira y el desprecio aumentaron en su mirada cuando Thranduil lo observó divertido y extendió su delicada mano para tomar una de esas copas.

Acto seguido, mojó apenas sus labios con el vino ofrecido, y su mueca dejó claro que no era de su agrado.

- Una alianza-

La voz de Thorin lo distrajo de su inspección de aquel líquido rojo que se sentía amargo a su lengua. Jamás había aceptado beber de otro vino que no fuera el que provenía del intercambio que hacía con La ciudad del Lago, pero por no ser descortés y no mostrarse a la altura de la insolencia con que fue tratado por el príncipe enano, quiso aceptar.

- ¿Cómo dices?- Tuvo que pedir, pues se había encontrado distraído.

- Ofrezco una alianza entre ambos reinos. Quiero enmendar el error que mi abuelo cometió contra ti en aquella desagradable situación del pasado-

Una ceja desconfiada se encarnó en la cara del invitado. Thorin aprovechó este desconcierto para proseguir:

- Estoy seguro de que una alianza le convendría a tu reino más de lo que ambos podemos imaginar. Han llegado noticias lejanas de que te encuentras desprotegido y casi sin recursos a causa de las constantes guerras... Mi pueblo ha sufrido mucho también, pero queremos ayudarles. Quiero ayudarte-

- Suena conveniente...- Susurró Thranduil, mirando a sus guardias. Estos estaban igual de desconcertados que él, por lo que divisó. Pero a diferencia de ellos, él no demostraba su estado, seguía mostrándose orgullosamente en pie, sin ningún problema. – Demasiado conveniente, diría yo-

- No desconfíes, no tienes motivos esta vez-

- ¿Y cuál sería el trato, si se me permite preguntar?- Esto comenzaba a sonarle muy raro, y cada vez que se sentía así, estaba seguro de que algo podría salir mal. Por algo tenía tantos años. - ¿Qué es lo que pides tú a cambio, Thorin Escudo de Roble?-

- Nada que no puedas pagar u ofrecer- Dijo el enano, con completa seguridad. – Pero me gustaría que discutamos el asunto en otro lugar. Solos tú y yo, sin sirvientes, sin guardias. Mostrándonos sinceramente el uno al otro-

La sonrisa del rey élfico le dio una puntada en el estómago a Thorin. Era casi seguro que no aceptaría eso, pues ya se encontraba desconfiando. Pero claro que todo lo que el Rey del Bosque Negro pudiera llegar a sospechar de él ni siquiera estaba cerca de la realidad... Jamás podría imaginarse algo tan oscuro, algo tan... perverso.

Con un chasquido de sus dedos, Thorin ordenó al sirviente que fuera a buscar la ofrenda que había preparado para aquel rey. Éste fue rápidamente, y desde el fondo del pasillo hasta introducirse de nuevo en el salón, vino caminando rápidamente con un gran cofre de madera tallada, con líneas doradas que adornaban encantadoramente la caja.

Luego, se paró frente a Thranduil y se lo ofreció. El elfo miró divertido aquel gesto; estaba casi seguro de que deseaban bufarse nuevamente de él. Pero antes de que pudiera hacer o decir nada, Thorin caminó hasta él y con un veloz movimiento abrió el cofre, y el resplandor que emanó del interior dejó boquiabierto a su invitado por un leve momento.

- Puedo ofrecerle a tu reino la fuerza que necesita para reestablecerse. Lo único que pido a cambio es que hables conmigo, hay ciertas cosas que necesito descubrir y sólo tú puedes aclarar mi mente-

- ¿Cosas? ¿A qué te refieres? ¿Quieres que me siente a charlar contigo como un abuelo a su nieto y te diga las experiencias de la historia que he acontecido?- Su voz intentaba ser graciosa, pero estaba tan concentrado en la luminosidad de aquella joya enfrente a él que apenas si podía pensar.

- Las historias del mundo, Rey del Bosque Negro... Sólo tú las conoces tan bien, y necesito de esas historias para armar el rompecabezas de mis antepasados-

Thorin se perdió un momento observando esos ojos azules, compenetrados en el tesoro tan firmemente. Se veían encantadores, mágicos y temerarios... Pero de repente fue sorprendido al voltearse Thranduil hacia él, encarándolo de frente con esas orbes de diamante que era su mirada, y Thorin tuvo que fingir una sonrisa desinteresada de inmediato para no levantar sospechas en el otro.

- ¿Y eso sería todo?-

"Incrédulo", pensó Thorin, pero mantuvo su gesto inocente hasta el final. Asintió cerrando el cofre y ofreciéndoselo a esas manos pálidas y delgadas que el rey élfico poseía. Ya sólo un poco más, y podía comenzar a jugar en su tablero...

- Pero antes de cerrar algún trato, deseo conversar contigo acerca de Tauriel y mi sobrino-

- Oh...- Fue lo único que el rey dijo. Estaba completamente desinteresado en lo que acontecía sobre aquellos dos.

La elfa lo había desobedecido impunemente y huyó con el enano luego de que la guerra finalizó. Sonrió para sus adentros de sólo imaginar que un trato tan ventajoso para él y su gente podía depender de su consentimiento para que Tauriel pudiera estar con el pequeño enano sin necesidad de esconderse... De hecho, era el mejor trato que pudo haberse presentado; él recibiría todo lo que deseaba en ese momento, mientras que de su parte sólo debía dejar que algo que jamás le importó sucediera.

Pero no quería que sus guardias reales presenciaran cómo negociaba esto con completa libertad. Descubrirían el poco apego que sentía hacia la elfa, o hacia cualquiera que desobedeciera siquiera una mísera orden suya, por más que lo hubiera servido fielmente durante muchos años. No, ellos no necesitaban observar aquello.

- Está bien. Hablémoslo en privado si así lo deseas-

- Estupendo. Ven- Respondió Thorin.

Caminaron por inmensos pasillos, tan largos que Thranduil empezaba a sentirse nuevamente molesto. No le agradaba nada de lo que veía... Tanto lujo desperdiciado, estos enanos ni siquiera entendían del arte del decoro a la hora de presentar su morada a alguien más.

Siguió sin reproches a Thorin hasta donde quisiera llevarlo, siempre mostrándose calmado y cada vez que su anfitrión se daba la vuelta para ver si lo seguía, él le sonreía amable y falsamente.

Entraron finalmente en un cuarto, tan grande como lo supuso el elfo, con grandes murallas encerrando el poco aire puro que entraba por la diminuta ventana. Allí, una mesita algo humilde, pero bien decorada, se mostraba. Más cerca de la ventana, una cama con sábanas de seda, bien armada y sin arrugas, se exhibía. Thranduil comenzó a mirar cada detalle del cuarto, y descubrió que quizás se trataba de una habitación para los huéspedes. Cuando imaginó esto, se relamió los labios impulsivamente y dijo:

- No pienso quedarme a pasar la noche aquí, Rey debajo de la Montaña. Sólo quiero cerrar el trato e irme... No quiero ser descortés pero mi reino necesita de mí urgentemente, si me entiendes-

- No te preocupes por eso. No planeo quitarte demasiado tiempo- Le respondió Thorin, quien se había acercado a la mesita y servía de espaldas al rey élfico un poco de vino en los vasos. - Es que éste es el único lugar donde podemos hablar sin que nadie nos interrumpa con preguntas tontas-

- ¿Tu gente no sabe lo del trato que me propusiste?- Inquirió el elfo, algo dudoso.

- No. Por ahora lo mantuve así, ya que se supone que es una sorpresa para mi sobrino... Ya sabes, por lo de Tauriel... Él ha estado con ella todo este tiempo, pero ella asegura que se siente encadenada mientras no obtenga tu perdón y ya no quiero que su felicidad se estropee por algo tan banal-

- Comprendo- Fue lo único que el rubio dijo.

Thorin caminó hacia él de nuevo, trayendo consigo dos vasos con vino. Thranduil lo aceptó pero se encontraba dubitativo de si deseaba volver a probar aquel asqueroso líquido que se hacía llamar "vino"...

- No es del que te ofrecí antes. Éste viene de La ciudad del Lago- Le dijo Thorin al ver su duda, y los ojos de Thranduil lo miraron al escuchar esto. - Ya te dije, quiero enmendar el error del pasado. Quiero que nuestra alianza sea un símbolo de paz y armonía entre las razas. Esto es una forma de comenzar con eso...-

- Vaya, ciertamente lo estás haciendo bien- Respondió el elfo, bebiéndose de sopetón todo el vino que se encontraba en su copa. Relamió involuntariamente sus labios, disfrutando de la dulzura de aquel vino que tanto le agradaba, y Thorin sintió que su cuerpo le estallaría en cualquier momento de tanta excitación...

- La hospitalidad de los enanos es algo a lo que deberás acostumbrarte de ahora en adelante, Rey Thranduil. Aún no has visto nada, verás que lo disfrutarás-

Ante esto, el rubio se sonreía sin escuchar demasiado bien ni prestar atención a la mirada lujuriosa que el enano le lanzaba desde su lugar. Estaba tan metido en su sensación de victoria que no se percató de cuándo fue que su cabeza se sentía tan pesada. Su visión comenzó a picarle un poco, por lo que pestañeó varias veces, sólo para certificar que no mejoraba, al contrario, veía todo cada vez un poco más borroso.

Sacudió su rostro de un lado al otro un par de veces, pero nada ayudó, y cuando intentó caminar hacia la ventana para respirar algo de aire, se encontró con que sus piernas estaban entumecidas, fuertemente arraigadas al suelo parecían.

Esto sí era extraño... ¿Desde cuándo se sentía tan cansado? Y tan de repente... En un momento de claridad, sus ideas confusas apuntaron a una sola idea, y sus ojos, confundidos, señalaron a Thorin. Sus sospechas se aclararon cuando éste le mostró una sonrisa traviesa como respuesta, y Thranduil, antes de caer inconciente, reunió sus fuerzas, o lo que quedaba de ellas, para lanzarle una fulminante mirada de odio y desprecio.

El cuerpo largo, alto y delgado del elfo perdió compostura y se tambaleó bruscamente. Thorin, en un veloz movimiento, lo sostuvo entre sus grandes brazos, haciendo que el cuerpo del rey élfico se arqueara hacia atrás, pues era demasiado largo para el enano. Por la flacidez de sus extremidades, Thorin supo que ya había caído profundamente en el sueño de la droga que puso en su bebida, y llevándolo a la cama, vio completa la primera fase de su plan.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro