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Capítulo 13

La maestra Yumisisleidis era lo más próximo al demonio en la Tierra, cuya misión personal debía ser la de recrear el Infierno en la escuela. Ra no acababa de acostumbrarse a esa sensación de furia e impotencia, que le tensaba la mandíbula y oprimía el corazón. Cada día tenía que aguantar las malas miradas, las burlas, las amonestaciones e incluso, llevar el peso de la limpieza del aula sobre los hombros. No importaba en lo absoluto el esfuerzo, a los ojos de Two Faces todo lo que hacía estaba mal. Por tal motivo, hubo de quedarse casi hasta la noche en el colegio.

Sabía que esforzarse no le valdría ni una pizca de reconocimiento, mas no tenía de otra. Al menos, estar tan tarde en el colegio le permitió explorar. Vivir disímiles experiencias que con facilidad eran terroríficas, helaría la sangre a muchos y emocionaría a los que fuesen tan valientes como ella. Enserio, cualquiera saldría corriendo tras ver por el rabillo del ojo a una sombra o escuchar susurros. No obstante, para Ra, la aventura primaba sobre el temor.

Poco a poco, Ra intentó acostumbrarse a cada situación pero Yumisisleidis resultó ser creativa para la maldad. Quizás esta notara que la chispa de furia decrecía y que era hora de buscar nuevas formas de fastidiarla. Desde llamarla zorra tras verla bailar en las *acampadas, hasta exagerar sus regaños para con ella. Olvidar traer una noticia para compartir en clase o cualquier otra cosa, eran solo perfectas escusas. Los límites no existían para su profesora, al tratar de ampliar la lista de víctimas de tal abuso de poder lo demostraba.

Aunque, un alumno en particular frustró los planes de la maestra y fue nada más ni menos, que su otro vecino llamado Leo. Este era un chico con el que jugaba en la calle, por lo que entre ellos había cierta amistad. Lo conoció unos días después de mudarse a su actual hogar, el cual se ubicaba una cuadra antes del de él.

Impulsivo por naturaleza, Leo no dudaba en responderle a la maestra si esta le trataba mal. Ra lo veía como un ídolo por ser capaz de hacerlo sin miedo a las consecuencias. Admiraba también a la madre de este, por tomar la misma actitud al ser llamada por Yumisisleidis. Incluso si esta última se valía de chantajes para tener controlados a todos los estudiantes del salón, cometió el peor error de su vida al pedir la presencia de la madre de Leo. Esta le formó un escándalo tal, que jamás volvió a llamarla.

El mayor miedo de muchos era que mandaran a buscar a los padres, pero tal cosa no habitaba el corazón de Leo y tampoco el suyo luego de un tiempo. Ra entendió que Yumisisleidis era como un perro que ladraba pero no mordía, pues se desvivía por quedar bien ante los padres en vez de cumplir con las amenazas.

Claro, Two Faces encontraba otras maneras de llevarlas a cabo y hacer infelices a los estudiantes. Ra recuerda, como si fuera ayer, que la única excursión que su grupo tuvo fue al *Cristo

—¡Samuel, ayuda a tu hermana! —Yumisisleidis llamaba la atención de este a cada paso del camino, la hermana menor de él trataba de seguirlo —¡Samuel, que malo eres con tu hermana! —la cara de enfado de la maestra era la única que tanto Ra, como este compañero de salón, conocían.

Aunque Samuel parecía tenerle odio, Ra sintió en aquel instante cierta simpatía. Siempre que ella se aproximaba a él o a su grupo de amigos, este le fulminaba con la mirada y actuaba como una madre mamífero que defendía a sus crías. Tal cosa le parecía irrelevante e inmaduro de su parte.

—¡Ra, estás comiendo mierda! —la profe clavó la vista sobre ella, esos ojos oscuros deseaban la obediencia ciega y cero reproches —¡Ra, sígueme! —cuando suspiró de fastidio, apretó los puños debido a la furia que sentía e iba en aumento —¡Ayy! ¡Que estúpida! ¡Dios mío!

En ese instante, Ra ansío con todas sus fuerzas tener algo a mano que le permitiera golpearla. Justo unos días después, deseó que se fuese de la escuela cuando esa tirana la humilló como en tantas ocasiones. Fue en una actividad, se le rompió por accidente el pantalón y lo único que necesitaba era irse con discreción. Yumisisleidis no respetó eso, le pareció más importante hacer alarde de su poder.

Todo aquel infierno escolar, gobernó su vida durante dos años hasta la caída de Yumisisleidis. La nieta de esta, hubo de tomar su lugar al derrumbarse el reino de terror que la abuela construyera. Ra jamás olvidaría la satisfacción de ese momento.

***
El camino al cine Yara, no le pareció tan largo como la cola de entrada. La cantidad de personas que estaban para ver la película, aumentó las expectativas que Karen tenía. Meñique, era un cuento que enseñaban durante la primaria y pertenecía al libro La edad de oro. Amy se lo sabía de memoria, era de esas alumnas en la escuela que devoraba los libros a estudiar en clases.

—¡Que calor! Creo que no vamos a poder entrar y estamos haciendo la cola por gusto —Oliver la sorprendió al quejarse antes que Amy, esta última cambió el peso de una pierna a otra.

—¡Que vapor más insoportable! y además, ¡tremenda *cola! —su mejor amiga resopló —La película tiene que ser lo último que trajo el barco.

—¡Mija no! Esto es por toda la publicidad que le han dado en la televisión —Franchis miró hacia atrás y todos siguieron su mirada.

Karen notó que ellos estaban justo a la mitad de la fila, agrupados de tal forma que se vieran los rostros.

—Yo creo que Oli va a tener razón, es más probable que se acaben las entradas antes y no alcancemos a comprar.

Amy se cruzó de brazos mientras soltó su típico “uyy”.

—¿Se imaginan que las entradas se acaben ya? Espero que no, porque eso significa que me levanté temprano por gusto.

Se miraron por unos segundos, el comentario de su mejor amiga era la fusión entre la negatividad y la vagancia. Karen no pudo evitar sonreírle porque ella siempre decía cosas así.

—Me imagino no, ya lo estoy viendo —Ra arqueó una ceja —Al final vamo' a tener que irnos como dice Oliver.

Karen rodó los ojos, a la vez que Amy decía que se quedaran un poco más. Llevaban una hora allí y según su mejor amiga, otra no hacía la diferencia.

—¿Mija, pero a ti no te duelen los pies? Luego eres la primera que hay que recoger con pala.

—Franchis tiene razón, vámonos y la vemos otro día.

—Eso fue lo que yo dije hace rato, está cola no va a avan...

Oliver no pudo acabar la frase, ya que en ese momento la gente delante de ellos se empezó a mover. Lo hacían con cierta rapidez, quizás se hallaban cansados de la espera y del vapor en el ambiente.

—¡Vamo' a movernos! —Ra fue la primera en seguir a la persona que tenían delante y Franchis el segundo.

La cola se movilizó lo suficiente como para que pudieran estar casi dentro del cine. El espíritu de Amy se renovó y sonrió.

—¡Menos mal! les dije que era bueno esperar un poco.

—Que bien que no te levantaste por gusto, ¿eh? —Ra se cruzó de brazos —Vamos a ver si esto no se demora mucho.

Amy asintió en respuesta.

—Sí, tengo ganas de ver la película.

—Yo también —confesó Karen y Oliver negó con la cabeza.

—Yo no tanto, va y está aburrida. Prefiero que regresemos a ver los nuevos capítulos de Fairy Tail.

Amy contestaría que sí y como resultado, se meterían de lleno en una conversación sobre la serie. Sin embargo, la fila terminó de avanzar y les tocó el turno de comprar las entradas. Karen se sintió aliviada por ello, no conocía lo suficiente la serie porque no la había visto y no quería quedar excluida en la plática. No le gustaba nada no lograr participar en ella.

Tras comprar las entradas, accedieron al cine y el aire acondicionado les recibió. Karen lo sintió como un alivio después de soportar todo el calor de fuera. Le tomó unos segundos acostumbrarse a la poca luz de la sala y unos minutos sentarse al lado de Amy cuando eligieron asientos. Pasaron trabajo para llegar a los que querían, su mejor amiga incluso sufrió un traspié. Pese a todos esos contratiempos se hallaban en el cine y verían la película desde el inicio.

Una hora después, salían del cine Yara muertos de risa. Los comentarios en susurros de Franchis y Oliver no faltaron mientas veían la peli, según ellos la bruja mala de esta era una cínica. Karen estaba de acuerdo con esto, aunque también la peli resultó ser súper cómica.

Ese día, por la noche, se reunieron todos en el parqueo tras la casa de Oliver. Solo una reja separaba al sitio del pequeño patio de su amigo.

—¿Qué harían si se fuera acabar el mundo? Yo supongo que trato de cargar con mis diarios —Amy tenía el dedo índice sobre la barbilla y parecía pensarlo a profundidad.

—Yo intento buscar a mi familia para que nos vayamos juntos. Me encargo también de hacer que Amy suelte todo lo que se va a querer llevar —Ra se rió tras responder y se acomodó en el *bici taxi en el que estaba sentada con Franchis.

—Lo máximo que yo me llevo es el tablet —Franchis miró a Oliver —Y seguro que Oliver se llevará la plancha.

Este último se sacudió el cabello, como hacía siempre, con la mano.

—Es súper importante, muerto oscuro, y el teléfono también.

De pronto todos fijaron sus ojos en ella, era la única que no había respondido.

—Yo cojo a Kero, a Cosita, me pongo el celular entre las tetas y salgo corriendo.

Tras decir eso, sus amigos comenzaron a reír a carcajadas y Karen les acompañó. La respuesta terminó por causar risa debido a la absurdez.

***
La nueva directora implementó ciertas reglas, que más bien eran anormalidades. Para los juegos del hambre, corrección, por un buen espectáculo de competitividad sana, esta decidió que todos los grados dieran lo mejor de sí y demostraran quién era el mejor. En el grado ganador los maestros recibían alguna clase de trofeo, Ra descartaba que fuese una subida de salario.

No obstante, las ganas de competir de Yumisisleidis se sumaron a la rivalidad que tenía con Karina, una profesora igual o más tirana que ella. Mostraban la mentalidad maligna en las pláticas que tenían a diario en el tercer piso. Ra las veía al llegar al colegio en la mañana y asistir al matutino, el cual se realizaba en una plazoleta que allí había.

Lo primero que ambas hacían era fulminarse con la mirada.

—¡Ah, mira! en mi aula llegaron nada más dos estudiantes tarde y en la tuya llegaron tres —Karina le sonreía con cinismo —Como en la tuya llegaron tres, mi aula sigue siendo la destacada.

Two Faces le sonreía con falsedad.

—Por el momento, todavía queda curso escolar por delante.

La maestra Karina se reía de igual manera, las malas miradas que se dedicaban no flaqueaban en intensidad.

—Pero ahora mismo, mi aula es la cumplidora. Mis alumnos van a ir a *palacios de pioneros, por lo bien que se portan.

Tal como en los animes, los ojos de ambas transmitían rayos y puñales mientras se sonreían. Ra las consideraba unas niñas que peleaban por tonterías, hipócritas que usaban a sus estudiantes para desahogar las frustraciones.

Tiempo después, Two Faces fue obligada pedir la baja. ¿El desencadenante? la traición de las alumnas que puso en un pedestal, debido a que se le ocurrió tratarlas mal. En realidad, todos los estudiantes del salón se rebelaron.

Como ella, muchos fueron obligados a asistir a las acampadas y quedarse en la escuela a dormir. Sufrieron los abusos de Two Faces, dejaron que el rencor los envenenara junto a un odio profundo. Ra se contaba entre ellas y estaba cansada de todo. No importa cuánto se negó a ser jefa, ya fuese de limpieza o de destacamento, en el diccionario de Yumisisleidis no se hallaba la palabra no. Exigir derechos y libertad de expresión, tampoco.

Soportó que le tirara las libretas a la cara, discutió con ella porque un ejercicio de matemáticas estaba mal y esta le gritaba mientras borraba con la intención de romper la hoja. ¡Dios! ¡Cuanto aguantó mientras resistía las ganas de ser igual de violenta, o peor!

La gota que colmo el vaso vino con el hecho de que su madre le quemó la mano por accidente, mientras esta echaba el agua caliente para que se bañara en los cubos. A la vez, se enfermó de dengue y ambas cosas le impedían asistir a la escuela. Así no podría copiar clases o concentrarse, pero eso solo molestó a Two Faces.

La demoníaca maestra prepararía una especie de plan, que llevaría a cabo cuando ella retornarse a la escuela. Primero, le obligaría a copiar las clases pese a su mano quemada o reciente enfermedad. Luego, mandaría un trabajo práctico en clase y la juntaría con la niña más insoportable de la escuela, con la que casi se fajó en varias ocasiones.

Supo, gracias a que Leo le traía las libretas, que se ensañaba con otros niños durante su ausencia. A Ra le dió la impresión de que solo eran meros juguetes para esa profesora, que ella manejaba los hilos a su antojo en base a caprichos. Sin embargo cuando una de sus alumnas preferidas, de esas que le traían merienda, se quejó con la madre del trato que le daba, todo empezó a complicarse para Yumisisleidis.

Todo llegó a su fin el día en que los alumnos la desobedecieron, esto marcó un antes y un después. Mientras impartía su clase dos chicos le comenzaron a tirar tizas, ella se giró en busca del culpable y lo volvió hacer al no hallarlo. Estos dos chicos no detuvieron sus malas acciones y hubo otros, que no le hicieron caso pese a que ella les mandó a callar. Zarandeó a los parlanchines más próximos pero esto no sirvió de nada. Two Faces escribió de nuevo en la pizarra y se detuvo luego de unos minutos:

—Voy a dictar —nadie le hizo caso, tales palabras cayeron de igual manera que las libretas de todos, tras ser lanzadas al aire y luego a ella.

Yumisisleidis se fue del aula tras empezar a llorar, detrás suya lo hizo una de sus alumnas predilectas para consolarla.

—Caballeros ¿vieron? Se pasaron esta vez.

A pesar de todo, algunos estudiantes la despidieron con lágrimas en los ojos. En su último año de primaria Yumisisleidis exigió que gastaran dinero para que se tiraran fotos con ella. Ni que fuese una famosa pero esa profesora se lo creía de verdad.

Bueno, al menos le diría hasta nunca a esa tirana y a la primaria.

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