Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo X: Bajo un cielo sin estrellas

"Para que la luz brille tan intensamente, la oscuridad debe estar presente".

Francis Bacon.


El tiempo pareció detenerse al instante que nuestros labios entraron en contacto. Aunque no emanáramos calor, este gesto fue tan cálido, que opacó por completo el frío inhumano de nuestros cuerpos.

Ambos estábamos con los ojos cerrados, tratando de evitar la mirada del otro. Esperando que el acto no desatara una calamidad.

Cuando la realidad por fin se hizo presente, Chris se apartó bruscamente; llevándose consigo todas las sensaciones que sentí a través de ese beso.

—¡D-Dan... lo siento, y-yo...! —parecía totalmente alterado. Lo que se vio incrementado al ver mi expresión atónita—. N-no fue mi intención... s-solo, no lo pude evitar.

No sabía si lo que acababa de ocurrir había sido un sueño o pertenecía a la realidad. Al observarlo, avergonzado y confundido, decidí acercarme hasta él. Del mismo modo que me había tomado desprevenido, yo hice lo mismo al abrazarlo.

—Chris... no te disculpes. No tienes porque hacerlo —le aseguré, una vez que se quedó inmóvil con mi contacto.

—Dan... tengo que decirte algo... desde que te conocí, yo... —puse mi mano sobre su boca, silenciándolo.

—No tienes que decir nada. Sé cómo te sientes, porque yo me siento igual —le terminé confesando lo que me había estado callando durante días—. Me gustas, Chris. Nunca me había ocurrido antes y no sabía cómo decírtelo. Supongo que tenía miedo a que me rechazaras y te alejases de mí.

—Entonces... ¿tú también...? —preguntó atónito. Yo asentí—. ¿No te importa que sea un hombre?

—Eso mismo te iba a preguntar —aseguré—. Provienes de una época donde las relaciones entre chicos es considerado un pecado mortal. Por eso pensaba que rechazarías mis sentimientos.

—No... yo, no... quiero decir, si fui criado con esas costumbres, y por eso tenía el mismo temor que el tuyo. Parece que ambos ocultábamos nuestros sentimientos por los mismos motivos —sonrió por fin, una vez que aclarábamos la situación—. Es irónico.

—Me siento como un estúpido. Me preocupaba tanto lo que pensarías. Pero ahora que ha quedado claro...—le tomé la mano, era suave y fría—, me gustaría estar contigo, pero no como un compañero o amigo. Me gustas mucho y no creo estar confundiendo mis sentimientos de agradecimiento. Con ese beso que me diste, cualquier duda que tenía ha desaparecido.

Chris sonrío ampliamente. Yo por mi parte sentía mucha tensión. No podía sudar, pero sentía como si mis manos transpiraran por los nervios. Aunque hubiese hablado sin titubear, mis piernas temblorosas muchas veces estuvieron a punto de hacerme flaquear.

—Ahora entiendo porque intervine esa noche. Aunque no lo supe hasta ahora, me enamoré de ti desde el primer momento que cruzamos palabra. Esa fue la razón por la que no podía permitir que murieses —con mucha delicadeza acarició con sus dedos mi pálida mejilla. Era fría, pero cálida a la vez. Al igual que ese beso desprevenido—. Me encantaría pasar el resto de mi existencia contigo.

Todo parecía pertenecer a un sueño irreal. Ambos ocultos bajo un cielo sin estrellas, confesando amor mutuo y deseando pasar el resto de la eternidad con el otro. En este mundo pintado por alguien, por fin alcanzaba a ver algo hermoso que me motivara a vivir. No había vampiros, sangre, muerte; solo dos seres que se querían y nada más.

No necesitaba otra prueba que me demostrase la verdad. Su mirada con ojos carmín y la suave caricia bastaban para demostrarme cuan reales eran sus palabras. De lo único que me preocupaba era de despertar violentamente de este sueño. Aunque con Chris, podría ser capaz de continuar durmiendo plácidamente, ya que era seguro que él estaría allí para cuidarme.

Lentamente acerqué mi rostro hacia el suyo. En esta ocasión no había sorpresa en el acto. Solo las ganas de besarnos en un acto que sellaría nuestra decisión.

Aunque fuese solo un contacto, transmitía la paz que necesitaba y un motivo real por que vivir. Sentí como revoloteaban animadas aquellas famosas mariposas en mi estomago. Una intensa corriente eléctrica recorrió mi cuerpo, causando en mí un temblor nervioso en mis piernas. Tras nuestra separación, todo eso se desvaneció, dejando una sensación de calma absoluta y el anhelo de probar de nuevo esos labios.

—T-tus ojos... —susurró tímidamente—. Están rojos.

—Los tuyos también —le dije. Estaba claro que la emoción se estaba expresando mucho en nuestros cuerpos—. Pero son hermosos, sin importar si son negros o rojos.

—Tú también eres hermoso. Los tuyos me gustan más cuando son azules. Es como mirar el fondo de un mar profundo. Pero rojos así como están ahora, me recuerdan al amanecer de aquel día —aseguró. Nunca me había sentido más feliz por un halago.

Era extraño, pero me gustaba. Al haber sido objeto de críticas durante muchos años, me terminé acostumbrando a ellas. Salvo los buenos comentarios que recibía por mis pinturas, nunca me habían elogiado como persona. No con la sinceridad como la de Chris.

—Si continuas diciendo cosas como esas, tendrás que soportarme por mucho tiempo —le aseguré en broma.

—No me importaría. Así que prepárate porque no te dejaré ir nunca.

Le sonreí, a lo que respondió con el mismo acto. Aun sin luna ni estrellas, solo una profunda oscuridad que lo abarcaba, era capaz de verlo con claridad. No había necesidad de luces o adornos, era simplemente perfecto.

Una fuerte ventisca alborotó mi cabello, luego el cielo mostró indicios de tormenta. Hubo varios destellos violáceos, seguidos del rugido amenazante característico. Ambos nos adentramos a la casa y pasamos directo a la sala, donde normalmente pasábamos el tiempo. Escondidos de todo y todos. Chris se sentó cerca de la ventana obstruida. El lugar era alumbrado por la luz tenue de una vieja vela cerca a extinguirse.

A pesar de la oscuridad, saqué mi cuaderno y decidí retratarlo en ese mismo instante. Me sentía inspirado, tal como aquella vez que lo vi por primera vez. Era tan hermoso, que sería una blasfemia no hacerlo.

Él se percató de mi acto, pero solamente sonrió y permaneció en el mismo lugar. Entendía lo que sentía en ese momento. La luz naranja y la negrura de la noche iban perfectas con el aura ominosa de Chris. Le di unos toques propios que se me ocurrían a medida que mi dibujo adquiría forma.

No era difícil pintar con creyones y lápiz. A diferencia de la pintura, de esta forma era mucho más rápido y fácil retratarlo. Con más negro que nada, gasté mucho grafito, pero valió totalmente la pena.

—Espero estar quedando bien —dijo él.

—Quedará perfecto, porque tú eres perfecto —en el instante que lo dije, no lo pensé. No fue hasta que escuché la risita nerviosa de Chris que me di cuenta de mis palabras. La vergüenza se apoderó por completo de mí—. E-eh... q-quiero decir...

—Tranquilo, tranquilo. Continua, por favor —su tono irrisorio no aligeraba mi vergüenza, solo la incrementaba.

Necesitaba controlarme. Apenas había pasado media hora de nuestra mutua confesión. Por lo que no quería parecer desesperado o algo así. Me sentía un poco ridículo ser tan cursi con tan poco tiempo.

Era mucho mejor continuar con mi retrato en vez de concentrarme en tonterías como esas. Aun faltaban muchas cosas por hablar y seguramente lo haríamos en la medida del tiempo. Mientras tanto, la mejor manera de un nuevo inicio era con ese dibujo.

Poco a poco comenzó a iniciar la tormenta. En un principio eran solo unas cuantas gotas, luego inició la tempestad. El olor tierra húmeda invadía mis fosas nasales hasta el punto de incomodarme. De repente empezó a caer gotas desde el techo y en menos de veinte minutos, no había mucha diferencia entre la lluvia del exterior y la que había dentro de la casa.

Estaba desesperado por poner a salvo mis implementos de dibujos. Chris se aproximó a ayudarme y en un momento de confusión chocamos nuestras cabezas.

—¡Ah! —me quejé, luego reímos como par de tontos—. Oye, cuando me besaste... ¿te preguntaste que hubiera pasado si hubiera reaccionado diferente?

—La verdad me puse muy nervioso. Me imaginé que te irías y más nunca te volvería a ver —aseguró, seriamente—. Hubiera regresado a como estaba antes, solo.

—¿Por qué no buscaste adaptarte a la vida humana o te uniste a un clan? —me atreví a preguntar.

—No me consideré digno a estar entre humanos, yo teniendo que alimentarme de ellos. Es como un zorro intentando vivir en un gallinero —expuso—. Pero tampoco me sentía cómodo estando entre vampiros. No sé la razón, pero siento que soy ajeno al mundo.

—Yo me sentí igual durante mucho tiempo —le dije—. Como viste aquel día, mi familia no acepta mi vocación de artista. Durante mi infancia nunca escuché una palabra bonita o un elogio. Así que llegué a un punto en el que dejé de sentir y solamente me enfocaba en mí. Creé una burbuja que dejaba fuera todos los insultos de aquellos cercanos a mí. Luego descubrí que solo había silencio. Nunca llegué a escuchar un consejo amable de mi padre, ni un «te quiero» de mi madre. Nada. Así que empecé a pensar que el mundo no merecía mi atención. No fue hasta que entré en la universidad cuando me encontré con gente que me elogiaba y decía cosas buenas. Así que creo que en tu caso, solo necesitas encontrar un propósito que te motive a sobrellevar tu condición —culminé.

El únicamente me miraba con atención, sin hacer ningún ruido. Cuando terminé de contar mi historia, se mantuvo pensativo durante un tiempo.

La tormenta empezaba a mermar en intensidad. Ya las goteras del techo se detuvieron y mis dibujos reposaban en un lugar seco y seguro.

Miré por una minúscula rendija entre la madera que cubría la ventana. Aun entre las nubes oscuras de tormenta, alcanzaba a ver una minúscula claridad que aumentaba poco a poco. Lo que anunciaba la llegada y el inicio de un nuevo día.

Caminé hasta la puerta y la abrí para que la claridad entrara a la casa. Aunque pudiera ver perfecto en la penumbra, no significaba que me encantara estar siempre a oscuras. Me quedé allí un rato, respirando el aire frío y húmedo del ambiente. De repente sentí una mano posarse sobre mi hombro.

—¿Crees que puedas ser mi propósito para vivir? —preguntó, serio y con esperanza. Aunque también temeroso por mi respuesta.

—¿Y tu serías el mío? —le respondí con la misma pregunta.

Ambos, aunque con diferentes perspectivas, compartíamos las mismas carencias. Yo necesitaba la calma de sus palabras para sobrellevar mi nueva vida. Él por su parte, anhelaba llenar el vacío que creció poco a poco en su pecho, durante su larga vida. Tal vez por esa necesidad de compañía me permitió vivir aquella noche fútil.

Sin embargo, yo estaba dispuesto a ser su motivo, impulso, propósito o lo que fuese para llenar el vacío que aquejaba su alma. Juntos encontraríamos el camino entre el bosque de espinas y, aunque acabáramos cortados en mil pedazos, estaríamos el uno para el otro. Así y solo así, alcanzaríamos la felicidad en un mar de penurias.




Hola a todos, disculpen que no actualizara más. Tuve una perdida familiar a causa de esa funesta enfermedad que azota a este mundo. Aprovecho para decirles que se cuiden mucho, el coronavirus no es un juego y puede matar.

Bueno, sin más que decir espero que estén bien, cuídense y disfruten de la vida en el encierro por ahora.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro