Prólogo
México, 2021
"SE BUSCA NIÑERA DE TIEMPO COMPLETO"
Era lo que Lara Monter leía en un anuncio por internet, a este punto cualquier trabajo era mejor al que tenía.
Lara se había graduado como maestra hace unos años, había comenzado a trabajar como maestra de kinder y aunque su último empleo había sido como profesora suplente de primaria, ahora llevaba más de seis meses sin ejercer algo relacionado a lo que había estudiado. Todo porque alguien se había empeñado a hacerle la vida imposible, ¿y lo malo para ella? Ese alguien era alguien con poder.
Trabajaba en una cafetería como barista, tenía 26 años y no era así como quería pasar sus 20 's, no con un título universitario en la bolsa.
—¡Lara, toca cubrir mesas! —Su manager le había gritado desde la cocina, eso significaba que le tocaba hacer de mesera.
—¡Voy! —La castaña bloqueó su celular, agarró unos menús, su libreta y pluma para ir a atender.
Odiaba tratar con adultos estúpidos que le preguntaban si el pay de limón sabía mucho a limón o si el café era muy dulce, a pesar de que ellos lo habían pedido con extra de crema batida.
Sin pensarlo más, puso una sonrisa en su cara y continuó con su jornada laboral.
Sergio Pérez había ido a esa cafetería a esperar a su hermana porque quedaron de verse para "platicar" ¿De qué quería platicar su hermana? Ni él sabía, pero había hecho énfasis en que era importante. Paola no se tardó en llegar con una sonrisa en el rostro.
—Llegas tarde —El piloto se quejó, porque por primera vez en su vida, él había llegado temprano.
—No seas aguafiestas, pasé a dejar a mamá a casa de una de sus amigas —Ambos hermanos se saludaron de beso en la mejilla y tomaron asiento en los sillones disponibles para los clientes.
—Como sea —Sergio rodó los ojos —¿Para qué me citaste?
En ese momento, Paola fue interrumpida por la trabajadora del lugar, Lara.
—Buenos días, bienvenidos, soy Lara y seré su mesera —Les colocó los menús frente a ellos —Les dejo para que puedan revisar lo que tenemos, regreso en un momento.
Y después de que ambos Pérez asintieron con la cabeza ella se fue.
—Solo quería decirte que he arreglado todo para que en los siguientes días busquemos a la niñera para tus hijos —Paola le pasó unos papeles a su hermano para que él fuera el último en dar el visto bueno.
Claro, su hermana había estado insistiendo en esto desde hace meses, claro que al mexicano no le parecía que una extraña cuidara a sus hijos.
Sergio comenzó a verlos y supo que su hermana había hecho un excelente trabajo, asintió y se los regresó.
—¿Te encargarás de eso?
—Claro, ya tengo a quien me ayudará y ella hará todos los filtros solo para que a ti te lleguen las mejores candidatas —Los dos se estiraron para tomar el menú y poder desayunar algo.
Paola sabía que su hermano no estaba pasando una buena temporada, hace un poco más de un año había perdido a su esposa y aunque toda la familia había hecho lo imposible para poder cuidar a sus hijos mientras él se iba a su temporada en Fórmula 1 supieron que debían de tener ayuda extra, pues todos tenían otros trabajos y familias a las cuales atender.
En ese momento, Lara regresó con su libreta en las manos y su sonrisa de atención a clientes, falsa y estática.
—¿Ya saben que van a ordenar? —Fue en ese momento que Sergio le dio una mirada, era una mujer muy bella, demasiado, se arrepintió del pensamiento y dejó de mirarla, no podía hacerle eso a su esposa.
Salió de su trance al escuchar la voz de su hermana —Yo voy a querer un capuccino de vainilla y un panini Italiano —Lara asintió y volteó a verlo.
Estaba tan concentrada en no equivocarse que no había notado quién era, pues todo mundo de Guadalajara sabía quién era Sergio Pérez.
—¿Usted?
—Yo voy a querer un americano y un panini de jamón serrano —Lara tomó nota asegurándose de no olvidar nada.
—En un momento se los traigo.
Checo iba a pasarle los menús pero por un descuido, a la hora de entregárselos, no se fijó que Lara no los había tomado y las tarjetas cayeron al suelo.
—Lo siento.
—No se preocupe, yo los recojo —Típico, ella tenía que tomar toda la responsabilidad en ese lugar.
La mujer se agachó, al mismo tiempo que él haciendo que ambos tomaran los menús y sus miradas se encontraran.
Fue ahí que Lara se percató de a quien estaba atendiendo, era el héroe nacional, había ganado algunos cuantos podios, y desgraciadamente, recientemente había quedado viudo, pero ese pensamiento no llegó hasta ella hasta después.
En ese momento estaba embelesada en sus ojos cafés, eran tan oscuros como la bebida que pasaba oliendo todo el día, tenía unas cejas despeinadas y sonrió al ver que, al igual que ella, su cara estaba repleta de pecas.
—Lo siento —Sergio respondió sonriendo y ella le devolvió la sonrisa, está vez no era falsa, era completamente genuina.
Sergio en ese momento sintió como su estómago dio un brinco, la sonrisa de aquella joven era hermosa, iluminaba toda su cara, sus ojos se achicaron por el acto aunque pudo notar el bello color almendra y sus grandes pestañas. Sus facciones eran delicadas, casi como las de una muñeca de porcelana, verla lo había desestabilizado.
—No se preocupe, pasa todo el tiempo —Lara se puso de pie tomando los menús y se fue ocultando el sonrojo de sus mejillas.
Paola, quien se sintió como una intrusa, trataba de no reírse, pero Sergio la conocía demasiado.
—¿Qué? —El tono golpeado había sido totalmente diferente al que había utilizado con Lara.
—Nada. Es linda.
—Supongo —Claro que sabía que era linda, pero era tan pronto.
—Podrías pedirle su número, ya sabes, salir a cenar o algo.
—No tengo tiempo —Sergio sacó su celular para no tener que ver a su hermana a la cara.
—Vamos, no te vas a casar con ella, pero hermano, ¿cuándo fue la última vez que saliste con alguien? Necesitas una vida, no puedes dejar que la vida pase.
—Paola, no te permito que hables sobre mi vida privada, no es momento ¿ok? —Y con eso el tema fue zanjado.
Por otro lado, Lara estaba llevando la orden de otra mesa hasta ellos, mientras buscaba la forma de calmarse. Por alguna razón, verlo le había hecho sentir cosas que no sabía que podía experimentar con un extraño.
—¡Lara! ¿Qué haces? Es un viudo, no quieres meterte en ese terreno —Se decía así misma en un susurró para después dejar los alimentos a sus otros clientes —Disfruten.
Después de ese raro encuentro, ninguno de los dos pudo verse a la cara, resultaba completamente penoso para ambos, Lara continuó su día y pudo volver a respirar en cuanto Sergio salió de la cafetería, esperaba no volver a verlo en su vida.
En cuanto llegó a su casa, podía sentir sus pies hincharse con cada paso que daba, se tumbó en el primer sillón al que pudo llegar.
—Quítate los zapatos, Lara —Su madre la obligó a bajar los pies de sus sillones mientras ella rodaba los ojos y obedecía.
—Odio ese trabajo.
—Lo sé, pero es lo que hay. Ahora, cambiate que vamos a cenar.
Nuevamente, la joven se puso de pie y fue hasta su habitación para cambiarse, cuando perdió su trabajo tuvo que regresar a casa de sus padres para reducir gastos y no lo disfrutaba en absoluto.
Porque era como volver a ser una niña, sus padres la juzgaban si salía o si llegaba muy tarde, meter hombres estaba estrictamente prohibido y mucho menos hacer fiestas.
Estaba ya en su habitación cuando por un segundo pensó en el piloto que había decidido aparecer, en como su sonrisa era amable y sus ojos que brillaron en cuanto sonrió, ¿por qué seguía pensando en ese hombre?
En lugar de perder el tiempo en eso, se puso a revisar nuevamente el anuncio de lo de ser niñera, ¿qué era tiempo completo? ¿Literalmente 24 hrs del día? Como sea, cualquier cosa era mejor que ser barista a sus 26 años.
Mandó su currículum y apagó su laptop.
—¡Lara ya baja! No quiero tener que subir por ti —Escuchó los gritos de su madre desde la sala.
—¡No me pinches jodas! —Soltó exasperada para ella misma en un tono silencioso. ¡No era una niña! —¡Ya voy ma!
Y sin decir nada más, bajó a cenar.
A la mañana siguiente le respondieron el correo, tenía que presentarse a la entrevista de trabajo a la misma hora de su turno en la cafetería la siguiente semana, supo que tenía que encontrar una forma de que alguien más la cubriera.
Normalmente no faltaba y cuando sus compañeros de trabajo, muchachitos de 17-18 años pedían los viernes para irse de fiesta ella era quien aceptaba el turno, era hora de cobrar algunos favores.
No le costó mucho encontrar su reemplazo para la siguiente semana y cuando llegó a su casa se puso a buscar un atuendo que indicara que sería una buena niñera. Lara de verdad tenía toque con los niños y le gustaban, no estaba muy segura sobre ser madre, pero sí sabía que podía soportarlos y trabajar con ellos.
Además, ¿cuántos hijos podría tener esta familia? Ella había manejado salones enteros de mocosos sucios y gritones, por más hijos que tuviera esta familia, ella podría con ellos.
La semana pasó sin inconvenientes y Lara se preparó para su entrevista.
—¿A dónde vas? —Su madre le preguntó al verla bajar las escaleras arreglada y no con su característico uniforme de la cafetería.
—Entrevista de trabajo —Fue ahí que los ojos de la mujer brillaron.
—¿De maestra? —Preguntó emocionada, pues ella más que nadie quería que su hija ejerciera el título que tanto le había costado conseguir.
—Mmm algo así —No quería darle ilusiones a su madre —Pero primero tengo que conseguirlo.
—Lo conseguirás, mi niña —Su madre se puso de pie y le ayudó a acomodarse su cabello y luego le dio la bendición.
La mujer solo quería que la vida mejorara para su hija. Ambas se despidieron y Lara fue a la dirección que le habían dado.
Al llegar se percató que la gente que estaba solicitando el trabajo eran gente de dinero, porque había llegado a un vecindario donde las casas eran enormes y hermosas, caminó buscando el número.
Una vez que lo hizo, tocó el timbre y esperó.
La puerta se abrió, era una mujer joven con un ipad en sus manos.
—¿Nombre?
—Lara Monter, vengo a la entrevista de trabajo, me citaron a las 9:30 —Lara revisó su reloj de mano y efectivamente había llegado 5 minutos antes. Si había algo que odiaba Lara era la impuntualidad.
La joven asintió y la dejó pasar.
—Seré yo quien te haga la entrevista, no conocerás a mis clientes por el momento, solo hasta que pases este primer filtro y luego, si mi cliente está satisfecho contigo conocerás a los niños.
La mujer caminaba sin voltear a ver si Lara iba detrás de ella, Lara por otro lado, trataba de caminar lo más rápido posible y no terminar atrás mientras pensaba que la gente de ahí debía de tener dinero y ser importante para que hubiera tanta seguridad a la hora de contratar una niñera.
—Entendido.
—En ese caso —La mujer la invitó a pasar a la casa —Comencemos.
Las dos se sentaron en la sala, le ofreció a Lara algo de tomar y la entrevista comenzó, las típicas preguntas comenzaron, de dónde se había graduado, su antigua experiencia, por qué quería el trabajo, etc.
Si había algo que Lara sabía era ser eficiente y decirle a la gente lo que quería escuchar, además de que trabajar los últimos meses en servicio al cliente le había hecho la piel fuerte, de verdad que tratar con gente era todo un caso y afortunadamente para ella, había aprendido a tratar cualquier problema.
—Eso será todo, señorita Monter. Muchas gracias por venir.
—Gracias a ustedes.
La mujer se puso de pie y Lara la imitó, se dieron la mano y salió de la casa.
A los dos días recibió un mensaje de que ahora se reuniría con el padre de familia.
Lara no podía estar más feliz por eso, porque era un paso más para poder cambiar de trabajo.
Hizo el mismo recorrido, está vez la cita se había concretado en su día libre así que no tuvo que buscar un reemplazo para su turno.
Al llegar, la señorita que la había entrevistado hace unos días la recibió y la escoltó de nuevo a la casa.
—Antes de ver a mi cliente deberá firmar un acuerdo de confidencialidad el cual dice que no puede comentar nada de lo que se hable en la cita.
La mujer se espantó por un segundo ¿por qué tanto secreto? ¿Quién era su cliente? Lara no quería arruinarlo así que solo asintió.
—Y deberá dejar su celular aquí y cualquier otro dispositivo que pueda traer una grabadora —La mujer le sonrió esperando calmarla, podía ver que la reacción de la Lara era de preocupación —Solo es precaución.
Lara estaba esperando que su corazón no se saliera de su pecho ¿Acaso había cometido un error al mandar su currículum? ¿Y si su cliente era una persona peligrosa? Después de todo se notaba que tenía dinero. Carajo, esta no era la forma en la que quería salir de esa cafetería, pero ya estaba aquí.
—Está bien —Lara sacó su celular temblorosa y lo dejó en la mesa junto a las hojas que acababa de firmar.
—Pasa, te está esperando —Aquella mujer le señaló una de las puertas y Lara asintió apretando la correa de su bolsa más fuerte de lo que ella quisiera.
Si tan solo le hubiera dicho a alguien a dónde iba.
Al llegar a la puerta, tocó y escuchó una voz varonil decirle que pasara, abrió la puerta sintiendo sus manos sudar y fue entonces cuando lo vio.
Este hombre no era una persona peligrosa, era Sergio Pérez, el piloto y quien la había hecho sonrojar con solo una sonrisa.
¡Y el hombre al que buscaba evitar a toda costa!
Estaba sentado en un escritorio revisando unas hojas que dejó de inmediato cuando la cara de aquella mujer apareció.
Sergio quiso desfallecer, en el currículum no había foto o lo hubiera descartado, porque lo que ella había provocado en él lo había asustado.
La cara de ambos denotaba sorpresa, ninguno sabía cómo actuar o qué decir.
—¿Tú?
—¿Tú?
Y ese fue el inicio de todo.
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Espero les guste esta mini fic. Será corta y es mi regalo para ustedes por Navidad.
Los capítulos comenzarán a publicarse la siguiente semana y será día a día
Las amo.
Fer <3
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