epílogo
Y lo prometido es deuda, aquí les dejo el final de nuestra historia
¡Disfrutenlo!
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México, 2025
Eran principios de Diciembre y Checo Pérez estaba yendo a la escuela de sus hijos a la hora del almuerzo. Había pedido un permiso especial para sacarlos antes de clases, todo esto sin que su novia se enterara.
—¡Papá! —Chequito sonrió al verlo y corrió al ver a su padre abrir sus brazos.
Los tres pequeños iban en la misma primaria, Chequito en quinto, Marilú en tercero y Noel acababa de entrar a primero, así que fue fácil para él localizarlos.
—¿Qué haces aquí?
—Necesito ayuda con algo super importante, pero es una misión secreta —El padre de familia sonrió tomando la mochila de su hijo y llevándolos con los otros.
Los dos hermanitos menores estaban esperando a su papá en la entrada en la escuela mientras el guardia los cuidaba.
—Gracias —Checo le dijo al hombre y salió de ahí con sus tres hijos.
—No creo que a Lara le guste que faltemos a clases —Marilú habló al ver que su padre los había sacado temprano.
—Pero no le diremos a Lara ¿vale? —Checo solo esperaba que sus hijos cumplieran.
Los 4 fueron hasta la camioneta y una vez que el piloto se asegurara que sus hijos estaban listos, encendió el auto y comenzó a manejar.
—¿A dónde vamos papá? —Noel preguntó viendo como se alejaban de la escuela y comenzaban a recorrer la ciudad.
—Ustedes me van a ayudar a encontrar el regalo de Navidad de Lara.
Los niños gritaron emocionados y Checo solo pudo verlos por el retrovisor.
Ahora, eso había sucedido hace unos días y desde que habían comprado su regalo, había sido un desastre para que ninguno le dijera a Lara, afortunadamente la maestra había estado tan ocupada con el cierre de clases antes de que terminara el año que no se dio cuenta de los tropiezos de sus hijos.
Lara había entrado a trabajar a una escuela como maestra de secundaria, a ella le hubiera gustado trabajar con niños más pequeños, pero no estaba mal para regresar, eso sí, era todo un reto.
Los jóvenes eran impredecibles, rebeldes y la mayoría del tiempo apestaban, pero aún así Lara les daba toda su atención y buscaba ser buena con ellos, además, se había ganado un poco su admiración cuando se dieron cuenta con quien salía y cómo el piloto mexicano básicamente hacía todo lo que ella decía.
Aún así, las vacaciones comenzaron y Lara pudo pasar todos sus días con sus niños y su novio. Ella en verdad había extrañado estar con ellos, pero lo bueno de ser maestra es que tenía los mismos horarios que ellos, así que cuando salía de clase regresaba a casa y los ayudaba con lo que necesitaran.
Claro, habían contratado ayuda y Lara se había encargado de que su reemplazo supiera exactamente cómo tratarlos.
Ahora, estaban arreglándose para pasar el 24 en casa de la familia de Lara y el 25 en casa de los padres de Checo. El piloto no tenía problema y los padres de la joven estaban encantados de tenerlos.
—Lara, ¿me puedes peinar como la otra vez? —Marilú le pidió a su madrastra mientras las dos se veían a través del espejo.
—Claro, ¿con los moñitos rojos? —La pequeña asintió sonriendo al ver que Lara le había entendido.
Después de estar un rato, Lara terminó de peinar a la Marilú, le colocó un poco del mismo labial que ella, lo suficiente para darle un poco de color y salieron para encontrarse a los chicos.
Sergio había intentado de todas las formas ponerle sus suéteres, pero los dos estaban muy inquietos y no se habían dejado, ahora estaban jugando luchitas en la alfombra de la sala junto con los cojines del sillón y un padre en la cocina completamente estresado.
—¡Chicos! Creí haberles dicho que los quería guapos para nuestra primera Navidad como familia —Lara les habló con autoridad haciendo que los dos chicos se detuvieran y voltearan a verla.
—Perdón, Lara, pero estamos emocionados —Chequito soltó poniéndose de pie y acomodándose su camisa al igual que Noel.
—Vengan aquí.
Lara soltó la mano de Marilú una vez que se percató que había bajado todos los escalones y fue hasta donde estaban sus chicos para ayudarles a poner su suéter.
—¿Y dónde está su padre? Que él debía de arreglarlos.
Checo supo que esa era su señal para salir y enfrentar las consecuencias.
—En mi defensa, ya no me hacen caso —El hombre se acercó hasta su novia estirando sus labios esperando un beso, el cual fue dado con gusto.
—Ay, Sergio —Lara negó tratando de contener una sonrisa para luego pasar su pulgar por sus labios y limpiarle el labial que se había quedado en él —Ahora vámonos, no queremos llegar tarde.
—Espera —El padre de familia la detuvo y sonrió cómplice a sus chicos, pues ellos ya sabían qué hacer —Antes de irnos, todos abriremos un regalo, es tradición. Y al ser esta, tu primera Navidad oficial con nosotros, creo que debes de abrir el primer regalo.
Chequito supo que esa era su señal y mientras Marilú y Noel llevaban a Lara hasta el árbol de Navidad, él había tomado la caja que contenía el regalo de la joven.
—Siéntate aquí, Lara —Marilú le dijo acomodando su vestido.
Luego, Chequito le pasó el regalo a su padre y Checo a ella.
—Espero te guste.
Lara sonrió un tanto nerviosa porque todos estaban muy concentrados en ella y en cómo reaccionaría. La caja era una caja roja de unos 20 cm amarrada con un moño dorado, poco a poco fue desamarrando el moño y la abrió solo para encontrar otra caja, ahora más pequeña igualmente adornada.
—Muy graciosos, ¿eh?
Los cuatro se comenzaron a reír por su frustración, pero no dijeron nada.
Lara repitió el proceso otras dos veces hasta que una caja de unos 8 cm quedó y al desatar el moño, esperaba otra caja aún más pequeña para continuar la broma, pero al abrirla, la castaña se detuvo de golpe, porque sí había una caja adentro, pero ella sabía que era diferente a cualquiera.
Ahora era una caja negra diminuta, Lara volteó a ver a todos para ver si uno de ellos podía darle una respuesta y lo único que vio fue a Checo, frente a ella, arrodillándose y tomando la caja negra de sus manos para hacer los honores y abriéndola, mostrando el anillo.
—Lara, sé que comenzamos a salir apenas hace un año, pero no se necesita más para saber que quiero pasar el resto de mi vida contigo.
—Sergio —La joven solo pudo verlo y regalarle una pequeña mirada a los chicos que se veían tan emocionados como su padre.
—Me gustaría poder decir más cosas, pero creo que me he quedado sin palabras que demuestren lo mucho que te amo. Así que enfrente de mis hijos, te pregunto ¿quieres casarte conmigo y hacerme el hombre más feliz en esta Navidad?
Por primera vez, Lara no era quien estaba llorando, en cambio, al piloto se le acababa de romper la voz.
¿Alguna vez Lara llegó a pensar que esta sería su vida? La respuesta era no, pero si tuviera que volver a tomar todas las decisiones que tomó para llegar a ese lugar, las volvería a tomar sin problema alguno.
—Sí, sí quiero casarme contigo.
Checo tomó la joya y la colocó en la mano de su ahora prometida, para luego escuchar a sus hijos vitorear y lanzarse a ellos.
—¡Lara! Ahora vas a ser nuestra madrastra —Chequito comentó feliz sabiendo que ellos habían escogido el anillo para ella.
Había sido toda una odisea, ninguno de los 4 llegaba a ningún resultado, Marilú quería que fuera gigante, Chequito quería que fuera de colores y Noel quería que fuera en forma de cisne, literalmente un cisne.
Después de horas, Checo logró convencerlos de escoger uno que a Lara le gustara y terminaron comprando una joya ovalada con dos bandas entrelazadas entre ellas. Algo hermoso y discreto que pudiera usar en su trabajo, pero sin que pasara desapercibido.
La familia celebró y todos se encaminaron a casa de Lara listos para dar el anuncio, durante el camino, los tres niños hablaban de todo lo que harían con sus primos, porque ya los consideraban familia y contaban cómo romperían las piñatas.
Lara y Checo simplemente compartieron una sonrisa cómplice al escucharlos.
Al llegar, debido a la propuesta de matrimonio, fueron de los últimos, dándoles la oportunidad perfecta para hacer su anuncio.
Decir que los gritos que se escucharon fueron pocos, era mentir. Todo mundo estaba completamente extasiado por la noticia y por la futura pareja. Los abrazaban y comenzaban a hacer planes y ambos supieron que organizar esa boda sería todo un caos, pero ya sería para después.
La cena continuó tal y como siempre, y pronto los adultos anunciaron que partirían las piñatas.
Todos los niños gritaron emocionados y se amontonaron para obtener un buen lugar, pero Noel fue hasta donde estaba Lara viendo como su zapato se había desabrochado.
—¡Mamá! ¡Mamá! ¿Me ayudas? —Noel gritó sin percatarse la seriedad del nombre que le estaba dando a Lara, sin embargo ella no lo hizo raro y la ayudó a abrocharse su zapato.
Aún así, cuando el pequeño se fue, Lara se limpió unas cuantas lágrimas de completa felicidad.
Su madre estaba al pendiente de ella y aprovechando que estaba sola se acercó.
—Tus niños son hermosos.
—Gracias, son los mejores —Lara sonrió sabiendo que finalmente su madre se sentía tranquila por ella —Pero eso significa que te acabo de hacer abuela, 3 por 1.
Las dos mujeres compartieron una risa y Mireya se tuvo que ir porque necesitaban su ayuda.
Marilú llegó unos segundos después y tímida preguntó: ¿Yo también puedo llamarte mamá?
—¡Claro que sí, mi vida! —Y con esa respuesta y una sonrisa en su rostro se fue con los demás niños.
Lara ya había localizado a dos de sus tres hijos, sólo faltaba el mayor. Quien estaba jugando fútbol con los niños más grandes, porque esta piñata era para los pequeños.
Una vez que comenzaron, todos observaban la diversión desde sus lugares.
Chequito estaba a lo lejos viendo a sus hermanitos jugar con su padre y esperar su turno para pegarle mientras hablaban de todos los dulces que agarrarían. Él fue hasta donde estaba Lara y viéndolos de la misma forma, completamente llena de amor.
—Lara.
—¿Sí?
Chequito se había dado cuenta de que sus hermanos habían comenzado a llamar a Lara "mamá" como si fuera lo más natural en ellos, pero él, todavía no se sentía seguro.
—¿Está bien si todavía no te llamo mamá? —El niño no quería que Lara se enojara con él, solamente no sabía que existía la opción de tener más de una mamá.
Y Lara entendía que los dos pequeños casi no recordaban a su madre y ella había pasado más tiempo con ellos, y ahora que se casaría con su padre, parecía ser algo normal en ellos.
—Claro. Tú no tienes que llamarme así si no quieres. No quiero que te sientas obligado de ninguna forma —Lara abrazó al mayor de los Pérez y sonrió al ver que tenía lágrimas en sus ojos.
—¿Pero aún así vas a amarme como a ellos? —Chequito no quería que de alguna forma sus hermanos fueran tratados diferente a él, sólo quería asegurarse.
—Oh, mi vida. Yo siempre te amaré de igual forma que ellos, después de todo, seremos familia.
—Serás nuestra madrastra.
—Sí, así es —La verdad es que la palabra madrastra podría llegar a tener alguna connotación algo malvada, pero para ella era todo un honor, porque sabía que adoraba a los hijos de Sergio y de ninguna forma le molestaba su nuevo título.
—Lara, te amo.
—Yo también te amo —Lara lo abrazó sabiendo que él mayor de los Pérez necesitaba algo de seguridad de que era cierto lo que decía y que no estaba enojada.
Chequito correspondió el abrazó y luego el mayor se fue a jugar con los niños de su edad.
La noche parecía continuar, pero Lara y Sergio comenzaron a despedirse porque querían ir a dormir a los niños para esperar a Santa.
Los 5 se comenzaron a despedir de todos y cuando ya estaban por retirarse, una de las tías de Lara habló.
—Espero que Santa les traiga todo lo que pidieron.
—¡Yo también! —Marilú agitó sus brazos en el aire.
—¿Qué pidieron? —Salvador, el primo de Lara pregunto imaginándose lo mucho que los niños hicieron sufrir a la pareja este año buscando sus regalos.
—Un hermanito —Noel alzó sus brazos.
Todos se quedaron completamente en silencio mientras que Lara y Checo compartían una mirada de sorpresa sin saber qué responder.
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Ahora sí, esto ha terminado.
En el siguiente apartado dejé unas palabras de despedida.
Las amo
Fer <3
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