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capítulo 4

Y otro más es publicado.

¿No se les hace raro que actualice tanto? A mí si

Espero les guste

¡Disfruten!

- - - - -

Sergio, de nuevo, estaba parado frente a la puerta de la casa de Lara. 

Le parecía una casa muy hogareña, tenía un árbol de bugambilias por dentro, pero era tan frondoso que salía y le daba un toque a la pared amarilla de la casa. Se veía habitada y llena de vida y por lo que Lara le había comentado, toda su vida había vivido ahí.

Esta vez se estaba tardando más en tocar, porque podía sentir sus manos sudar. Después de su interrupción del beso, Lara no mencionó nada, es más, se volvió todavía más callada y eso le hizo saber al piloto que ella estaba confundida.

Porque por una parte ella se había acercado, pero supuso que lo pensó de nuevo y decidió que no valía la pena, tal y cómo él lo había dicho. Él, su empleo y tres niños era demasiado, más cuando Lara le había hablado de lo mucho que quería volver a ser maestra. 

El piloto respiró profundamente, tocó el timbre y está vez, quien abrió la puerta fue alguien que no era Lara, pero bien podría ser idéntica, pero a la vez completamente diferente. Los rasgos estaban ahí, podía verlo.

—Hola, soy-

—Sé quien eres —Vale, al parecer, Checo tampoco le agradaba a esta mujer, quien estaba seguro, era la hermana mayor de Lara, Sarah —Ahorita viene.

Y sin esperar su respuesta, se alejó dejando la puerta entreabierta dándole la oportunidad de entrar, pero él no iba a hacerlo hasta que Lara lo invitara a pasar.

El piloto no entendía por qué la familia de Lara lo odiaba, él nunca había sido grosero con ella, simplemente trabajaba para él y Lara era lo suficiente mayor para saber lo que era solicitado de ella en el empleo.

Justo cuando se preguntaba eso, fue que unos pasos se escucharon y llegaron hasta ella.

—¡Lo siento! Mi hermana es una huraña —Ahí estaba Lara, está vez la joven traía unos shorts bastante cortos que nunca había visto y que se avergonzó por no poder apartar su vista de sus piernas torneadas, se dijo que era porque Lara no usaba ese tipo de ropa frente a los niños, una playera amarilla pegada al cuerpo, que tampoco usaba con los niños y unos tenis azules, su cabello estaba en dos trenzas pequeñas y su característica sonrisa de oreja a oreja.

¿Cómo era posible que ella estuviera tan tranquila? Se veía feliz, como siempre.

Y luego, otra pregunta inundó su mente.

¿Cómo era posible que ella fuera parte de esa familia? Porque todo mundo parecía ser un amargado menos ella, Lara era como un solecito en un cielo de nubes. 

—No te preocupes, comienzo a acostumbrarme —La verdad es que el odio comenzaba a ser mutuo, pero jamás se lo diría a Lara porque sabía que le molestaría —¿Nos vamos?

Checo señaló su auto con un movimiento de cabeza comenzando a caminar, pero regresó hasta ella al ver que su niñera no se movía.

Lara se mordió el labio inferior desviando su mirada y Checo lo notó de inmediato, pues ya sabía que cuando ella hacía eso era porque le costaba hablar, estaba sumamente apenada y no sabía cómo decirle lo siguiente.

—Hoy no puedo ir contigo —Sabía que ayer, ella había accedido a salir con él a buscar el último regalo, pero hoy su madre había pegado el grito al cielo y se lo prohibió.

También sabía que tenía 29 años y que su madre no debía de mandarla teniendo casi 30, pero era su madre y era Navidad.

—¿Por qué? —El piloto nuevamente sintió como si la castaña fuera arrebatada de sus manos. Ayer se la habían pasado excelente y ahora no quería que Lara se arrepintiera.

—Mi madre-

Y antes de que pudiera hacer algo, fue como si el solo mencionarla la hubiera invocado.

—Señor Pérez —Lara desvió su mirada por la vergüenza —Mi hija me informa que le está ayudando a buscar un juguete para sus hijos y por mucho que me gustaría que ella fuera con usted, me temo que hoy no se puede. Hoy es día de cocinar en familia y Lara se atrasó con sus tareas desde ayer.

Lara podía ver que su madre estaba siendo lo más amable y formal posible, pero también sabía que si su jefe decía algo que le hiciera enojar, se pondría como loca y lo correría a gritos.

—Señora —La mano de la madre de Lara se alzó haciendo que el piloto se quedara callado al instante.

—Señor Pérez, mi hija está de vacaciones y no importa cuanto le pague, ella no está a su disposición 24/7, que es algo que al parecer usted y Lara no entienden —Al decir esto último, su madre la vio de mala forma.

Lara quería que la tierra se abriera en ese preciso momento y la tragara. Esto era lo equivalente cuando tus padres te avergüenzan frente a tu crush pero mil veces peor.

Checo, por otro lado, no se sentía intimidado por la mujer, pero por alguna razón quería que ella dejara de odiarlo, quería agradarle. Que viera la madre de Lara que era buena persona y no un jefe abusivo que se aprovechaba de su hija y tal vez, que eran amigos. 

Sin decir nada, sacó su celular, revisó el reloj y vio que era muy temprano, casi las 9 am. Lo cierto era que había pasado tan temprano por la joven porque pensaba en que podían desayunar y hablar algo para ver cómo estaban las aguas entre ellos antes de continuar con su búsqueda, pero ahora sus planes habían cambiado.

La madre de Lara volteó a verla y le dijo: —Despídete y vienes a ayudarme.

Estaba por meterse de nuevo a la casa cuando la voz del mexicano la detuvo de golpe.

—¿Y si le ayudo?

Lara frunció el ceño sin saber qué responder.

—¿Qué estás haciendo, Sergio? —Lara susurró de tal forma que él solamente escuchara, el piloto sonrió y le guiñó mientras se aseguraba de conservar la atención de la madre de Lara.

—¿De qué hablas? —La señora regresó hasta donde él estaba.

—Usted dice que Lara ya se atrasó con sus tareas por estar todo el día conmigo. ¿Y si yo le ayudo para que me deje salir con su hija a buscar el regalo de mis pequeños?

Checo sabía como se escuchaba eso, literalmente estaba haciendo todo lo posible para que le dieran permiso para salir con Lara, por un segundo se sintió como un muchachito de preparatoria.

—¿Sabes pelar papas? —Checo asintió —¿Picar manzanas? ¿Limpiar bacalao?

A cada pregunta el hombre asentía con una sonrisa.

—No encontrará mejor ayuda que la mía. Si terminamos a tiempo, ¿cree que Lara pueda salir?

Mireya volteó a ver a su hija con una mirada inquisidora y no podía decifrarla, la pobre joven no sabía ni que pensar. ¿Acaso estaba soñando? ¿Su madre y su jefe cocinarían juntos en Navidad? ¿Se había caído en la pista de hielo y se había golpeado la cabeza tan fuerte que esto era consecuencia a pesar de que ni había patinado? ¿Qué es lo que estaba pasando?

—Sí y sólo si terminan y hacen las cosas bien, Lara puede salir hoy —La madre de Lara los señaló a ambos y luego regresó toda su atención a Checo —Pero mañana es de familia únicamente, y el 25 también.

—Suena bien para mí —Y sin decir nada más, Checo entró a la casa de Lara dejando a la pobre sosteniendo la puerta de la entrada y con la mirada perdida esperando a que no fuera su madre la primera en lanzarle una papa a su jefe, porque ella jamás había visto a Checo tocar un cuchillo en su vida.

El mexicano entró sin problemas, manejaba monoplazas a más de 300 km/h y vivía bajo el escrutinio de la prensa europea todos los días del año, ¿qué tan difícil sería pasar unas horas pelando papas y con la familia de Lara?

Lara caminó lo más rápido posible y sin importarle que fuera su jefe, lo jaló del brazo y lo atrajó hasta ella para que nadie más pudiera escucharlos

—¿Qué te sucede? ¿Estás loco? —La joven estaba enfadada que el hombre se hubiera invitado a su casa.

No solo eso, todavía estaba confundida por todo lo que había pasado ayer, el hecho de que su madre no la hubiera dejado salir era la excusa perfecta para no ver a su jefe, pero él había sabido cómo derrotarla.

—Te voy a ayudar para que puedas salir.

—No sabes ni partir piña para los niños, ¿qué mierda vas a hacer con 8 kilos de papa?

—Pues tú tampoco eres experta en la cocina, te he visto quemar la comida de mis hijos ¡la cual solo tenías que calentarla! —Checo alzó su voz ante esto último.

—Sí, pero esta es mi familia, ellos saben que soy un desastre.

—¡Lara! —El grito de su madre desde la cocina la distrajo y tuvo que dejar de lado su molestia para continuar.

Checo iba detrás de ella y cuando los dos entraron a la cocina pudo ver que no solo estaba la hermana de Lara y su madre, también otras mujeres, cada quien concentrada en una tarea, pero en cuanto el piloto estuvo en su campo de visión dejaron de trabajar para observarlo.

Vale, tal vez prefería a la prensa Europea por sobre las miradas juzgonas de las tías y primas de su niñera.

—Hola, buenos días —Checo saludó alzando su mano y tratando de poner su mejor sonrisa esperando que no notaran que estaba comenzando a sudar.

—Hola —Una de las señoras mayores sonrió coqueta viendo a la pareja entrar y acercarse a la Isla —Eres el piloto para el que Larita trabaja, ¿verdad?

Checo asintió y todas sonrieron divertidas mientras compartían miradas cómplices. Lara quiso lanzarles todas las papas a ellas.

—Sergio, te presento. Ella es mi tía Mina —Señaló a la mujer que fue la primera en hablarle —Mi tía Male está por allá, mi tía Laura, mi tía Lulú y mis primas Alma, Angélica, Adriana, Marlene y la amargada que te abrió la puerta es mi hermana mayor Sarah. Familia, él es Sergio Pérez. Mi padre, tíos y primos están afuera acomodando todo y limpiando el jardín.

—Un placer —Checo sonrió nuevamente y en ese momento, vio entrar a un hombre bastante alto y con camisa a cuadros, estaba lleno de polvo y sudor, y era el epítome de hombre mexicano.

Era básicamente el estereotipo que todos pensaban, con su piel morena, brazos llenos de vello, cejas pobladas y bigote en la cara. Sergio no se parecía en nada a este sujeto. De nuevo se sintió como un niño pequeño. 

—¿Este es? —La pregunta fue dirigida a la madre de Lara mientras ella asentía sin verlo moviendo algo en la estufa —¿Tú eres el jefe de Larita?

Vale, por lo que estaba pasando, Sergio supuso que este sería su padre.

—Así es señor, Sergio Pérez —El piloto estiró su mano sudada esperando que no la dejara extendida mientras el señor le correspondía.

—Soy el padre de Lara, Jorge, y tú deberías de conseguirte otra niñera si la necesitas más tiempo del necesario. Ella no es una mula de carga —Jorge le comentaba con severidad cuando estrechó su mano.

Checo no supo ni dónde meterse de pena.

—Yo, yo-

—Papá, no vino a hablar de mi horario laboral —Lara se metió en la plática logrando quitar la atención del hombre de él.

—No, ya me dijeron a qué vino —El hombre habló con un poco de incredulidad y desaprobación —Pues más vale que te ayude, después de todo, estás criando a sus hijos.

Lara estaba a punto de tomar su suéter y salirse a la mierda dejando a Checo con las hienas, no le importaba, odiaba esto.

—Papaaaaá.

Lara fue hasta su padre y se puso frente a él para mirarlo con una cara que decía: basta, él me importa.

—Lo siento mi vida, pero ya sabes lo que opinamos tu madre y yo de tu horario laboral y puesto que es la primera vez que podemos hablar con el susodicho jefe, no me podía quedar callado —El hombre cambió completamente su tono, a Lara le habló con ternura mientras apretaba ambas de sus mejillas con sus manos y movía su cara como si no tuviera 30 años.

—Sergio es buena persona —Lara habló lo suficientemente bajo para que solamente su padre escuchara —Trátalo bien.

El hombre enorme se vio doblegado ante su hija menor y soltando un suspiro cansado volvió a ver a Checo.

—Sergio, estás en su casa. Con permiso, señoras.

Y sin decir nada más, salió de la casa.

Lara volvió hasta donde estaba su jefe regalándole una de sus mejores sonrisas, con la cara sonrojada por la vergüenza.

—Lo siento, mi padre era maestro y fue sindicalista en sus años. Es muy apasionado porque se respete al trabajador y sus derechos —Sabía que no era una buena excusa, pero Checo debía saber que su familia no lo odiaba.

—Ya se jubiló, ¿verdad?

—Sí, ahora tiene un taller mecánico, los autos siempre fueron su verdadero amor, después de mi madre, claro. O al menos eso es lo que él dice.

Checo volteó a ver a la mamá de Lara y la mujer estaba preparando una jarra de agua de limón con varios vasos de plástico apilados. Luego, los tomó y salió de ahí para irse a lo que él creía era el jardín.

El piloto volteó a ver a Lara y pudo ver que era una copia exacta de su madre, con su cabello castaño claro y sus pecas, mientras que su hermana Sarah tenía todos los rasgos de su padre, con sus facciones serias y su cabello negro azabache.

Antes de que pudiera decir otra cosa, Mireya regresó con dos hombres detrás de ella y dos costales de papa.

—Aquí está su primera tarea, las necesito bien peladas y picadas en cuadros —Los dos se voltearon a ver con miedo en sus ojos. ¡Eran demasiadas!

—Mamá, ¿pues quién más vendrá a cenar? —Lara preguntó nerviosa.

—Toda la familia, ya sabes, mis hermanas —Señaló a las mujeres de la cocina —Sus hijos, los sobrinos de tu papá, sus hermanos. Todos.

Y entonces, Lara entendió la razón por la que su madre quería que ella estuviera presente, estaba planeando una fiesta a lo grande y normalmente era así, pero había unos años donde la familia de su padre no venía o a veces sus hermanas eran las que no asistían. Está vez, literalmente todos estarían.

Después de un rato, Checo y Lara estaban sentados en el comedor junto con algunas de sus primas pelando papas. Lara ahora tenía dos tareas, terminar los costales y asegurarse que las papas que Checo tocaba no terminaran todas en la basura.

—Sergio, no —Lara detuvo a su jefe y se aseguró de que él le prestara atención —Estás agarrando mal el pelador.

Luego sin esperar respuesta, tomó ambas manos del piloto y le acomodó la papa y el utensilio para que el hombre pudiera hacerlo mejor.

—Gracias —Él respondió agradecido, porque si, la verdad es que no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo.

Eso hizo que ambos se ganaran unas miradas divertidas por parte de sus primas haciendo que Lara y Sergio se sonrojaran, después de lo que había sucedido ayer, bueno, las cosas entre ellos estaban algo tensas por mucho que ambos estaban evitándolo. 

—Y Checo —Una de las primas de Lara comenzó a hablar —¿Sales con alguien?

Lara de nuevo quiso lanzarle una papa, pero Checo soltó una risita divertida.

—No.

—Lara tampoco ¿verdad? —La otra prima respondió burlona —Checo, deberías presentarle a uno de esos pilotos solteros que hay en la Fórmula 1.

—¡Sí! —Sus primas estaban vueltas locas y Lara solo quería brincar sobre la mesa y ahorcarlas, pero ella no era así —Serías como esas novias de los pilotos elegantes y hermosas en el paddock. Tu cara se vería hermosa en las fotos.

—¡Basta! Sergio es mi jefe. Respétenlo, no pueden hablar así frente a él —Lara solo podía rogar que usaran sus cerebros, pero las dos chicas eran jóvenes, con 16 y 17 años cumplidos no podía pedir mucho.

Checo por otro lado comenzó a pensar en los pilotos que estaban solteros. Lance... Lando... Lewis ¡No! Ninguno de ellos sería presentado a Lara. El solo pensarlo le traía escalofríos al cuerpo. No quería imaginarse a Lara paseando por el paddock del brazo de uno de ellos, llegando de la mano o apoyándolo desde su garaje.

El solo imaginarla usando merch naranja, verde o de cualquier otro color le dio un jalón al estómago.

Lo peor de todo esto, es que Lara ya los había conocido durante los últimos tres años ¡Y Lewis había coqueteado con ella! Así que la posibilidad existía.

—Le presentaré a alguien, solo si Lara quiere —El hombre mintió con una sonrisa en el rostro.

La niñera sabía que la respuesta de Sergio había sido amable y diplomática, pero obviamente no lo haría, aún así, sus primas soltaron un chillido como una rata y continuaron en lo suyo, imginándose a ellas mismas en la posición de ser una de las novias.

—No tienes que seguir su juego —Lara se acercó hasta Checo para susurrarle y regalarle una sonrisa de lástima.

—No me molesta, me han hecho peticiones más raras.

Ella se sintió mejor en cuanto el piloto le devolvió la sonrisa.

Ambos estuvieron un rato pelando papas escuchando el relajo, Checo cada vez que volteaba a un lado veía a gente nueva y nunca terminaban de llegar. La cocina era un desastre por lo que sabía y el jardín otro más.

Niños pasaban corriendo cubiertos en tierra y gritando, adultos salían y entraban con cubetas y escobas, etc.

La señora Mireya salió de la cocina para encontrarse a los dos encargados de papas hablando y riendo de oreja a oreja envueltos en una burbuja donde solo ellos podían estar.

—Supongo que no has desayunado —La madre de Lara se dirigió hasta él, severa y directa como solo ella sabía serlo.

—Estoy bien, señora.

—Te traeré algo —Mireya ignoró la negativa del hombre y volteó a ver a su hija —¿Lara? ¿Ponche o café?

—Ponche.

Y sin decir nada más, regresó a la cocina.

—Mi mamá es una excelente cocinera, por eso las Navidades las pasamos en mi casa, lo malo es este desastre que ves a tu alrededor.

Checo sonrió al escuchar a Lara hablar de su madre de esa forma, le gustaba saber que Lara apreciaba su familia y era igual de parte de ellos o no lo tratarían de la forma en la que lo habían hecho si su hija no les importara.

La joven estaba picando unas papas cuando Checo sintió a una criatura ponerse a su lado, pronto llegaron otras dos. Eran niños pequeños y por lo que veía en sus manos, eran fans.

—¡Eres Checo Pérez! Mi mamá me dijo que no te molestara, pero no me creían que estabas aquí.

Al parecer, uno de los sobrinos de Lara se acercó junto con otros dos niños.

—Así es, soy yo —Checo no quería verse muy engreído, así que saludó a los niños y señaló la réplica de su monoplaza en sus manos —Y parece que tienes mi auto.

Los tres pequeños rieron.

—No. ¡Este es mío! El tuyo es más grande —Otro de los niños respondió entre risas mientras movía su juguete.

Checo soltó una risa por el comentario tan ocurrente, le recordaban a sus hijos.

—Es cierto, el mío es más grande.

—Mi mamá dice —La niña del grupo comenzó a hablar —Que Lara y tú se besan en la boca y por eso Lara ya no vive aquí en su casa.

El piloto mexicano sintió toda su cara ponerse roja, los niños se cubrieron su boca, porque sabían que no podían mencionarlo y las primas del otro lado de la mesa también soltaron una risita nerviosa. Toda la familia decía eso, pero nadie a la cara de Lara.

Lara, por otro lado, estaba teniendo problemas más grandes.

—¡Lara! —Checo gritó su nombre sumamente espantado al voltear a verla.

Por el comentario, la joven se espantó haciendo que el cuchillo sumamente filoso se le fuera de lado y la pobre se había cortado la mano haciendo que comenzara a chorrear sangre por todos lados.

—Perdón, fue un accidente.

Las primas de Lara corrieron a la cocina para avisarle a sus mamás y a su tía Mireya. Los niños salieron corriendo gritando al jardín para avisarle a sus padres y Checo lo único que pudo pensar fue en tomar a Lara en brazos y llevarla al baño para que dejara de manchar todo con su sangre y pudiera detener la hemorragia.

—No te disculpes. Te tengo.

Checo habló preocupado subiendo las escaleras.


- - - - -

Chan, chan, chan.

¿Las he dejado todos los capítulos en suspenso? Sí ¿Me arrepiento de hacerlo? Para nada. ¿Hemos llegado a otro final del capítulo? Así es ¿Actualizaré mañana en nochebuena? Efectivamente.

¿Las amo? Sí lo hago.

Espero les haya gustado y nos vemos mañanita a las 8:00 o cuando puedan leer el capítulo.

Fer <3

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