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Capitulo 13

Anteriormente:

—Soy un Hashira, Makomo. Es la única respuesta lógica de por qué sabe mi nombre si no nos conocemos— explicó Sabito, sus palabras cargadas de una mezcla de indignación y alarma.

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Los pasos resonaban en lo profundo del bosque, el suelo estaba cubierto de hojas secas que crujían con cada paso mientras que los dos pilares se movían rápidamente entre los árboles con sus katanas listas. La luz de la luna apenas llegaba a través del denso follaje.

Sabito se preguntaba como pudo dejar escapa un demonio, estaba frente suyo y no lo supo. No obstante también se preguntaba por que el demonio no lo mato cuando tuvo oportunidad.
Ni siquiera la idea de que lo asustó por ser un pilar le cuadraba.

—Sabito— llamo su atención la pelinegra.

—¿Ah? ¿Que sucede Makomo?— Pregunto volviendo a la realidad

—Estas distraído, casi te caes con una rama— Recriminó apuntando a un pedazo de rama algo grande frente a su pie. —¿Es por el demonio que nos encontramos?— Pregunto dudosa.

—Si.—Confeso con alto de vergüenza —Ya estamos llegando a donde se supone que nos encontramos con... Eso, pero no siento su presencia.— Dijo ignorando el regaño anterior.

Al llegar al punto de encuentro noto que no había rastro del demonio, detuvo sus pasos abruptamente buscando de reojo a su presa, sin encontrar nada.
Su sorpresa fue notoria de verdad no entendía que paso, sin embargo antes de que su compañera le dijera algo sobre esto, volvió a hablar.

—Tiene que está por acá. Separémonos. Yo voy a cubrir el sur y tú el este.— Ordenó a su amiga antes de salir corriendo a una velocidad mayor a la que venían.

Sabito no miró hacia atrás cuando dejó a Makomo. Lo único que quería era encontrar al bastardo que había logrado engañarlo. No podía creerlo, era tan extraño. Sin embargo, continuó corriendo, con una mano en su katana, listo para desenvainarla en cualquier momento.

Sentía las ramas y hojas crujir bajo sus pies, y la luz de la luna le ayudaba a ver mejor en la oscuridad de la noche. Hasta que lo vio.

Vio a ese demonio.

Pero, había algo raro.

¿Por qué lo acompañaban niños?

—Tercera postura: Danza de las Corrientes—  murmuró Sabito mientras se acercaba al demonio con rapidez. Su objetivo no era matarlo al instante, sino alejar a los niños.

Al desenvainar su katana, se movió rápidamente hacia adelante, concentrándose en balancear su espada para simular ráfagas de agua. El demonio de pelo azabache con puntas azules apenas tuvo tiempo de girar cuando Sabito atacó. Pero en lugar de enfrentar el golpe, hizo algo inesperado a los ojos del peli durazno. El retrocedió, protegiendo a los niños detrás de él.

Sabito se detuvo, su respiración aún serena mientras se preparaba para el siguiente ataque. Pero, justo cuando estaba a punto de moverse, su mirada se enfocó en el demonio frente a él.

Algo en su apariencia lo hizo vacilar.

El demonio tenía el cabello azabache, oscuro como la noche, que caía en suaves mechones alrededor de su rostro, su piel blanquecina con sub tonos fríos. Y luego estaban sus ojos, un negro profundo con toques azules, que parecía reflejar la misma calma del océano en una tormenta. Sabito sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Esos rasgos... esos ojos... eran extrañamente familiares.

De repente, como un rayo que atraviesa el cielo, un recuerdo lo golpeó. Esos mismos ojos azules, llenos de determinación y tristeza, pertenecían a alguien que él había conocido muy bien. Alguien a quien había amado en silencio, con una devoción que jamás se había atrevido a expresar. Sabito tragó saliva con dificultad, su mente negándose a aceptar lo que su corazón ya empezaba a comprender.

"¿Podría ser... él?" pensó, el shock paralizando sus músculos. La imagen de Giyuu, comenzó a mezclarse con la figura del demonio ante él. Las veces que habían entrenado juntos, los momentos compartidos bajo el cielo estrellado, todo aquello que Sabito había atesorado en su corazón... Ahora esos recuerdos se veían distorsionados por la cruel realidad frente a él.

Sabito retrocedió un paso, sin bajar la guardia, pero con la mente agitada. Sus manos temblaban ligeramente, todavía aferradas a su katana, mientras luchaba por mantener la compostura. ¿Cómo podría ser posible que el demonio frente a él y Giyuu fueran la misma persona?

El demonio dio un paso adelante, y Sabito pudo ver claramente la expresión en su rostro. No era la expresión de un monstruo hambriento, sino una mezcla de tristeza y desesperación. Aquellos ojos azules le suplicaban, sin palabras, que lo entendiera.

—No... —murmuró Sabito, más para sí mismo que para el demonio. Se negaba a creerlo, pero la evidencia estaba justo delante de él. El dolor de la realidad lo golpeó con fuerza. Aquel demonio, que estaba protegiendo a los niños, no era un enemigo cualquiera. Era Giyuu, el mismo Giyuu al que había amado, al que aún amaba.

—Niños, necesito que se vayan un rato a dar una vuelta.— Dijo en un leve susurro, el cual escucho el peli durazno. La voz, incluso la voz era idéntica a la de el.

—Pero... Ese señor le quiere hacer daño— Trato de decir uno de los pequeños, algo asustado por el repentino ataque de unos segundos.

Sabito aún no podía hablar, sabía que tenía que alejar a esos niños de ahí, sabía que tenía que matar a su mejor amigo ahora que era un demonio.

Mierda, sabía tantas cosas.

Pero no podía hacer nada.

—Nakime, llévatelos— Dijo ahora más fuerte.

Al segundo una puerta se abrió bajo los pies de los tres niños antes de que ellos cayeran desapareciendo.

—¿Giyuu...? ¿Que haz hecho?— Fueron las únicas palabras que le lograron salir. —¿¡Donde llevaste a esos niños!?— Pregunto más desesperado pero sin moverse de su lugar.

—Tranquilo, están bien.— Le respondió, su cara de póker seguía tal cual como el peli durazno la recordaba. Aún que lo que él no sabía eran las inmensas ganas en lo profundo del corazón de Tomioka por volver con su mejor amigo a la cofradía.

Sabito apenas pudo contener el temblor en su voz cuando susurró, —No lo puedo creer...— Aunque era un murmullo, en el silencio del bosque, su voz resonó más fuerte de lo que esperaba. Sus ojos permanecieron fijos en el demonio que tenía delante, y cada segundo que pasaba parecía confirmar lo que su corazón se negaba a aceptar.

—Por favor... por favor, dime que este no eres tú— dijo con desesperación, las palabras saliendo de su boca como un ruego. Sus manos empezaron a temblar aún más, apenas capaces de sostener su katana —Giyuu, dime que tú no te hiciste un demonio.—

Tomioka dio un paso adelante, extendiendo una mano hacia él con suavidad, como si intentara reconectar con el Sabito que conocía.

—Sabito...— Susurró Giyuu, su voz llena de tristeza mientras trataba de acercarse a él, su antigua humanidad luchando por abrirse camino a través de la oscuridad que lo había consumido.

Pero Sabito retrocedió bruscamente, su confusión y dolor transformándose en una furia desesperada.

—¡No! ¡Tú no eres mi Giyuu!— gritó, su voz llena de rabia y angustia. Tomó nuevamente su postura de combate, preparando su katana para otro ataque —¿Dónde está él? ¿Dónde está el verdadero Giyuu?—

Giyuu se detuvo en seco, mirándolo con sus ojos -casi completamente- negros llenos de incredulidad. ¿Cómo podía Sabito -la persona que mejor lo conocía-  no creerle?

—¿De qué hablas, Sabito? Soy yo— Dijo Giyuu, la frustración evidente en su voz. La reacción de Sabito le dolía profundamente, como un puñal atravesando su corazón. No podía soportar la idea de que su viejo amigo no lo reconociera.

&No, no eres él— replicó Sabito, su voz ahora más firme, teñida de una furia que nacía del dolor —Giyuu jamás haría algo tan tonto como convertirse en un demonio, traicionando nuestros principios. ¡Eso no es algo que haría el Giyuu que conocí!—

Las palabras de Sabito fueron como un golpe para Giyuu. Sintió el peso de su acusación aplastando su espíritu. El motivo por el cual había resistido a la influencia total de Muzan, lo que lo mantenía aferrado a su humanidad, era Sabito. Y ahora, ese mismo Sabito lo estaba rechazando, negando la verdad de quién era.

Giyuu bajó la mirada, intentando esconder el dolor que sus palabras le habían causado. Cada una de ellas era una herida que se sumaba al tormento interno que ya sufría. Nunca había imaginado que el precio de su supervivencia sería ser rechazado por la única persona que alguna vez había significado algo para él.

—Sabito...— murmuró Giyuu, su voz apenas audible, como si estuviera a punto de romperse —Lo hice para salvarlos. A todos ustedes... Lo hice acosta de mi libertad.— dijo con su voz quebrándose a lo último.

Pero Sabito no podía escucharlo. Su mente estaba consumida por la idea de que su amigo había caído tan bajo, que había traicionado todo por lo que habían luchado juntos. La ira, la tristeza, la decepción, todo se mezclaba en su pecho, y sólo podía expresarlo de una manera: con su katana.

Sabito lanzó su ataque, sus movimientos precisos y llenos de una determinación feroz, como si intentara cortar no sólo al demonio frente a él, sino también el dolor que lo desgarraba por dentro. Giyuu.

Sin embargo, su ataque fue interrumpido por otra katana. Una que nunca había visto.


Shinobu se encontraba en su laboratorio dentro de la finca, la pequeña habitación iluminada por la luz tenue de una lámpara de aceite. Sus dedos delicados, pero firmes, sostenían la flor azul con cuidado. Aunque la flor estaba algo chamuscada por el fuego, aún mantenía un color vibrante, algo que la intrigaba profundamente. La había pasado examinando durante horas, intentando descifrar sus secretos. Aunque nunca antes había visto esa flor, algo en ella despertaba un instinto en su interior, un impulso de descubrir más.

"Es raro", pensó para sí misma, "nunca había visto esta flor en mi vida. Lo único bueno es que, a pesar de estar algo rostizada por el fuego, logré reconocerla."

Había perdido la noción del tiempo; creía que ya era el segundo o tercer día que pasaba investigando sin descanso. Al principio, no le había dado mucha importancia. Sin embargo, todo cambió cuando Uzui le contó que había encontrado otras tres flores similares mientras peleaba contra la Luna Superior Seis. Fue un momento clave para ella, un indicio de que había más en esa flor de lo que parecía a simple vista.

Lamentablemente, Uzui no pudo traerle las otras tres flores, pero no le importó demasiado. Con una sola había logrado extraer suficiente información para seguir adelante con su investigación.

Mientras observaba la flor, sintió cómo su cuerpo finalmente cedía al cansancio acumulado. Decidió tomar un breve descanso, pero justo cuando se disponía a hacerlo, unos suaves toques en la puerta la sacaron de su trance.

—¿Quién es y qué necesita?— preguntó, algo molesta por la interrupción.

—Shinobu-sama, soy yo, Kamado Tanjiro— respondió una voz familiar desde el otro lado de la puerta.

Shinobu suspiró, suavizando un poco su tono al reconocer al joven cazador.

"Oh, es el niño con la hermana demonio", pensó con una mezcla de curiosidad y cansancio.

—Claro, pero que sea rápido— respondió, no sin cierta impaciencia.

Tanjiro entró en la habitación con paso firme pero respetuoso, deteniéndose frente a la mesa donde Shinobu tenía la flor azul. Sus ojos amables y siempre atentos se fijaron de inmediato en la flor. Se quedó en silencio un momento, como si tratara de procesar lo que veía.

—¿Qué estás investigando, Shinobu-sama?— preguntó con curiosidad, inclinándose un poco hacia la flor para observarla más de cerca.

Shinobu tomó la flor con delicadeza y la acercó un poco más a Tanjiro para que pudiera verla mejor.

—Esta flor...— dijo, su tono volviéndose más serio —Venía junto a la carta que trajo Uzui del distrito rojo.—

Tanjiro frunció ligeramente el ceño, concentrándose en la flor. La reconocía, pero no sabía cómo. Algo en su mente intentaba hacer la conexión.

—Es curioso— dijo Tanjiro finalmente, su voz llena de una mezcla de desconcierto y fascinación —Nunca había visto esta flor en mi vida, pero siento que la conozco de algún lugar. Como si la hubiera visto en mis sueños... o tal vez en algún recuerdo muy antiguo.— Trato de rebuscar en sus recuerdos alguna pista.

Shinobu levantó una ceja, intrigada por su respuesta.

—¿La reconoces?— preguntó, su tono ahora más suave y lleno de interés  —Esto podría ser muy importante, Tanjiro. Si tienes algún recuerdo, por más pequeño que sea, podría ayudarnos a entender qué es esta flor y por qué es tan significativa.—

Tanjiro cerró los ojos por un momento, intentando concentrarse en ese vago recuerdo que le asaltaba. Algo en su interior le decía que esta flor estaba conectada con algo mucho más grande, algo que no podía ignorar. Al abrir los ojos, miró a Shinobu con determinación.

—Esa flor, me la enseño una vez mi madre cuando era más pequeño. Es muy especial porque solo crece una vez al año y en condiciones muy especificas— Dijo al recordar las palabras dichas por su propia madre a el. —Solo logré verla una vez, pero es extremadamente escasa y rara.— Culmino.

Shinobu asintió, sus ojos brillando con una mezcla de admiración y preocupación. Si esa flor es tan rara y escasa significa que es muy importante para el rey de los demonios, pero ¿por qué la carta que iba a ellos contenía esa flor? ¿De verdad había un demonio dispuesto a traicionar a Muzan?

—Entonces, no perderemos tiempo— dijo Shinobu, decidida —Seguiremos investigando, pero ahora con más urgencia. Si esta flor es la clave para algo más grande, debemos descubrir qué es antes.—

—Me alegra haber sido de ayuda shinobu-sama— Dijo con alegría el pelirrojo. —Si necesita ayuda no dude en buscarme, ah y por favor tome un descanso. Huele a cansancio.—

—Claro Tanjiro. Ahora prepárate la ida a la villa de los herreros.— Dijo con su sonrisa dejando sorprendido al de aretes.

—Oh ¿Cómo sabe que voy a ir?— Pregunto muy intrigado.

—También tengo mis secretos Tanjiro-kun.— Río ligeramente para aliviar el ambiente.

Volviendo con los demonios y el cazador. Realmente el ambiente era tan tenso que se podía cortar con el filo de una hoja

—Aléjate, cazador.— La orden del demonio era clara. Sin embargo Sabito no dio su brazo a torcer. Ni siquiera se digno a mirarlo.

Los dos seguían chocando espadas, pero nadie decida nada. La cabeza del peli melocotón daba vueltas como una montaña rusa, tratando de generar respuestas a sus dudas. Pero nada le calzaba.

Rápidamente trato de volver a si mismo, tomando con mucha más fuerza el mango de su katana, logrando que las venas se remarquen en sus manos. En cambio, su respiración era algo irregular pero no lo detenía a seguir con su postura tensa.

—¡Tomioka!— Llamo la atención del azabache.

"Acaso ¿Lo acaba de llamar por su apellido?" Se preguntó Tomioka, sintiendo su corazón detenerse -no literalmente- y darse un vuelco gracias al trato recibido.

— ¿¡Por qué te escondes!? ¡Ven y pelea conmigo como hombre!— Le grito ignorando al demonio frente suyo.

Ay, si Sabito supiera que el demonio que se encuentra bloqueando su ataque es la luna más poderosa hasta ahora.

Kokushibo no atacaba, estaban cara a cara pero su oponente no lo veía y el tampoco iba a presionar.

Las órdenes de Muzan eran claras, solo tenía que cuidarlo y eso estaba haciendo. Mientras que el cazador no se acerque al azabache, estaba cumpliendo con su palabra.

Algo dentro de él le decía que era mejor dejar que ellos dos hablarán, solo para que Tomioka se diera cuenta de la realidad de la cofradía y sus peones.

—No voy a pelear contigo. No puedo— las palabras salían con dolor de su garganta, casi como si le quemaran.

Odiaba esto, odiaba a todos. Tomioka solo quería que su Sabito lo hubiera aceptado y si era posible...

Ayudado a salir de esto.

Ay, si Sabito supiera que las cosas hubieran sido diferentes si no fuera tan terco.

—¡¿De qué estás hablando!?— Grito exasperado sin paciencia. —¡Por Dios muévete bastardo!— Exigió al demonio que estaba frente de el. Logrando hacer contacto visual.

De verdad estaba jodido.

Los seis ojos tan brillantes como la noche marcaban el kanji "Uno" en los ojos principales.

—Oh mierda— susurro para si mismo antes de alejarse mientras saltaba para atrás.

Sin embargo el pelirrojo no lo volvió a atacar, simplemente se quedó frente al azabache en forma de escudo. Lo cual no paso desapercibido por el peli melocotón

—Sabito... Por favor conversemos. No quiero que esto acabe mal— Básicamente le rogó, rogó que sus palabras fueran escuchadas. Tomioka estaba claro, si Sabito le pedía incluso se pondría de rodillas a suplicar su perdón. Después de todo el siempre tiene la culpa de las cosas malas.

—Tomioka, todos pensaban que moriste— Le confesó ignorando las palabras del contrario. —Pero yo nunca perdí la esperanza.  A pesar de todo, siempre creí en ti y que estabas con vida. Incluso me peleé con nuestros compañeros por eso

Aunque

Si hubiera sabido que todo esté tiempo fuiste un demonio, hubiera preferido creer en ellos. Después de todo, nos traicionaste.— Realmente Sabito no sabía si lo que decía era lo que realmente sentía en su corazón.
Estaba cegado por la rabia, la rabia de encontrarse a su antiguo amor convertido en las cosas que más detesta en todo el mundo.

Si Sabito supiera...

Si Sabito supiera que gracias a sus palabras acaba de romper a su "Amigo".

El silencio reino en el extraño bosque, un silencio incómodo que nadie se atrevía a quebrar, a excepción de los pequeños jadeos e hipidos provenientes de un corazón dolido.

Tomioka, la reina de los demonios se encontraba llorando, con el corazón roto y la realidad alterada.

Al parecer después de todo, Muzan no era realmente malo

Si Sabito supiera lo que hizo...

—Tomioka-Sama, yo puedo acabar con el, solo dígamelo y lo haré.— Pidió Kokushibo luego de no haber hablado en lo que parecían horas.

—¿¡A caso ahora me vas a matar, después de haber sacrificado mi vida por ti y todo lo que pasamos!?— Sabito estaba fuera de si, su corazón latía rápidamente tratando de bombear sangre a todas las partes de su cuerpo donde generaba más presión.

—Tomioka-Sama haré lo que usted diga.—

—¡Tomioka, abre los ojos! Te están lavando el cerebro—

—Giyuu-Sama decida.—

—Giyuu, vuelve con nosotros.—

Y esa fue la gota que derramó el vaso.

"Ja, después de todo lo que le dijo ¿de verdad piensa que Giyuu-sama va a volver con ellos? Es un pensamiento egoísta. Es egoísta. Como todos los cazadores, solo piensan en su bienestar incluso dañando a otros...

O me equivoco ¿Muzan-sama?" Pensó kokushibo sabiendo perfectamente que su rey escuchaba y veía todo a través de ellos.

—¿Volver con ustedes?— Pregunto, tratando de convencerse de lo que había escuchado.

—Si, puedes volver con nosotros, volver a nuestras vidas. — Le dijo dando faldas esperanzas ya que sabía que si Giyuu volvía, lo más probable es que lo mataran por traición, aún que algo dentro de él le decía que no lo dejara.

—Giyuu-san, el chico le acaba de desear su muerte. No crea en el.— Le recordó mientras le dirigía esa mirada fría y oscura.

Sabito iba a argumentar de vuelta pero se quedó callado, sabiendo que lo que decía el demonio no estaba muy alejado de la realidad. Solo que no estaba consciente de lo que había dicho.

Tomioka en cambio sentía las miradas de los dos sobre el, sintiendo la presión de su decisión y apunto de caer en un ataque de pánico.

—Déjeme hacerlo. —Le pidió nuevamente el pelirojo.

—No le hagas daño y mucho menos lo mates.— Le rogó con sus ojos aguados. —Me voy a ir.— Suspiro derrotado.

—¡Giyuu, espera!— Exclamó el cazador.

—Nakime, llévame por favor — Dijo casi en un susurro.

Las plegarias fueron escuchadas y la tierra bajo sus pies se convirtió en una puerta que lo dejó caer antes de desaparecer.

Sabito respiraba con dificultad, intentando mantener la compostura.

Giyuu se fue sin mirar atrás, y Sabito sintió un peso aplastante en su pecho. Quería gritar, quería correr tras él a pesar de todo lo que le dijo anteriormente, pero no tuvo tiempo. Kokushibo ya estaba frente a él, desenvainando su espada en un movimiento tan rápido que apenas pudo seguirlo con la vista.

—Prepárate, cazador —murmuró Kokushibo, su voz grave—. No morirás hoy, pero me aseguraré de que no te levantes fácilmente.—

Sabito levantó su katana en un acto reflejo, bloqueando el primer golpe. El impacto fue brutal, enviando una onda de choque por su brazo. El poder de Kokushibo era abrumador. A pesar de que el demonio no estaba luchando con toda su fuerza, Sabito sentía que cada ataque tenía la capacidad de acabar con él en cualquier momento.

—¡Respiración del Agua, Primera Postura: Tajo de la Superficie! —gritó Sabito, lanzándose hacia Kokushibo con un corte preciso.

Kokushibo bloqueó el ataque con facilidad, deslizándose hacia un lado y contraatacando con un golpe al costado de Sabito. El cazador apenas pudo esquivar el impacto, pero su equilibrio se vio afectado, y Kokushibo aprovechó la apertura. Con un rápido movimiento, le lanzó un puño directo al estómago.

Sabito no tuvo tiempo de reaccionar. El golpe lo hizo volar hacia atrás, estrellándose contra un árbol con tanta fuerza que sintió cómo el aire escapaba de sus pulmones. Intentó levantarse, pero su cuerpo no respondía. Su visión comenzó a nublarse, y la voz de Kokushibo resonó en la distancia.

—Has resistido más de lo que esperaba, pero es hora de que descanses.

Antes de perder el conocimiento, Sabito vio cómo Kokushibo se acercaba lentamente, sin prisa, como si disfrutara el dominio que tenía sobre él. Sabito trató de aferrarse a la realidad, a mantenerse consciente, pero su cuerpo no pudo soportar más. Su cabeza cayó hacia un lado, y la oscuridad lo envolvió por completo.

Kokushibo simplemente lo miro unos segundos antes de irse. Ordenando a la chica que lo llevará a la fortaleza para darle todas las noticias a su rey.

Parece que por fin lograron crear lo que andaban buscando.

Una reina.

¿Cuánto había pasado desde que se encontró con Sabito?
La chica no lo sabía, pero algo le decía que tenía que encontrarlo. Ya que al no verlo en el punto donde  habían quedado en verse se comenzó a preocupar.

Pasaron segundos, minutos, incluso una hora y su amigo no volvía. Por lo que la chica algo -muy- preocupada fue en dirección en la que había ido el peli durazno anteriormente.

El camino estaba siendo levemente iluminador por los tenues rayos de sol que aparecían en el cruel bosque. Posiblemente ya era las seis treinta am.  Pero no importa ese detalle.

Lo que realmente importaba era su amigo, el cual se encontraba pegado a un árbol con algo de sangre en su cabeza.

—¡Dios! no, no, no— Exclamó asustada la chica esperando lo peor.

La muerte de su amigo.

Sin embargo la leve respiración simétrica de el, hizo que ella volviera a la realidad. Agarrando al chico de forma nupcial para llevarlo a la casa de glicinas más cercana.

Realmente se preguntaba que había pasado con el. Olvidándose completamente del otro demonio, al cual nunca volvió a ver.

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————続ける————
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Datos de la era taisho:

» Anteriormente se la había informado a Shinobu sobre qué tanjiro iba a ir a la villa de los herreros para que estuviera preparada si el regresara con algunas heridas o cortes.

»Sabito está sufriendo el shock por revelación, por eso sus cambios de opinión y propuestas repentinas. Después de todo, su mejor amigo se había convertido en uno de los seres que más odian en su vida. ¿Cómo hubieran reaccionado ustedes a esto?

» ¿Como creen ustedes que Giyuu sabe y conoce sobre la flor? Ya que no fue por Tanjiro.

»Shinobu ve a Tanjiro como un simple niño que es cazador, nada más.
Al igual que Makomo, su relación con Sabito es una de amistad. Nada de amor.

Datos:

Hola, jiji.

Pasaron muchas cosas en este capítulo aunque principalmente mi idea era otra, esta se fue desarrollando de manera distinta y no me quejo. Me gusto el resultado.

No odien a Sabito, está tontito digo, está triste y asustado, por eso su primera reacción es ponerse a la defensiva.

Y repito, por favor no emparejar a Shinobu con Tanjiro o Makomo con Sabito, debido a que las interacciones que se realizaron solo fueron débiles o de amistad NADA MÁS ;)

Anyways, eso esto todo por ahora.

No se olviden dejar su estrellita ★ y dejar muchos comentarios por que me encanta leerlos!

Los amo muchooooooo!

Se despide: konavx

Palabras: 4144

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