🎹 Uno 🎹
El joven rubio despierta
completamente acongojado, sudando cálidos pensamientos de unas fuertes manos que lo hacían tocar el cielo con las manos.
¿Cómo puede ser que se repita, día a día, la misma y condenada rutina?
Acostarse dando vueltas a los rememores de su frágil cabeza y dormirse cuando el cansancio, finalmente, lo toma por sorpresa.
Como si fuera cíclica y enfermiza la rueda de la vida, así se recitan sus días.
Ahogado en el anhelo de un ser que vela por su piel pero a la misma vez, sufriendo por el resquemor que le genera no saber quién es.
Sacude su cabeza de malos pensamientos cuando un extraño sonido logra captar su atención por completo.
Sonidos que nunca son iguales pero que se repiten en tiempos reales...
Provocando que la piel se erice de estremecimiento cuando tratas de no tener pavor y -finalmente- te consume el miedo.
Porque luego de estar en los brazos de morfeo y a los pies de su intérprete amante, siempre trae aparejado algún que otro extraño suceso.
Y este extraño ruido, no sería ajeno a todo eso.
Suavemente, se incorpora de su lecho dando pasos lentos, algo inseguros, pero constantes en cuestión de movimiento.
A pocos metros, el imperceptible sonido de una puerta que se abre -o se cierra- en su defecto.
Provocando que sus manos suden por la inquietud que percibe y notando cómo aumenta su frecuencia cardíaca ante lo que pueda acontecer en este momento.
Entonces, agudiza su visión entre penumbras por temor a iluminar sus ojos con la veracidad de los hechos.
Y de inmediato, percibe una especie de relieve que sinuoso se mueve entre las sombras.
Siente que lo observan de a ratos aunque nada pueda verse.
Nota como ciñe su garganta en respuesta al apercibimiento que recibe al darse cuenta del posible error que comete.
Pero aún así, y en un arrebato de incipiente valía, se acerca muy lentamente.
Un imperceptible tañido...
Sonido que, de inmediato, se transforma en gutural haciendo tus piernas temblar cuando salta encima suyo el peludo del vecino.
Un esponjoso y gatuno entrometido que casi logra que falle su ritmo cardíaco al esbozar un fuerte grito ante tremendo susto.
Entonces, sacudiendo su cabeza de impresiones sin fundamento, decide dar por bienvenida a la venidera mañana aunque resten, algunas horas de descanso.
Porque de nada sirve el reparo, si no es para divagar entre dormido y despierto.
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