Una mañana laboral como tantas otras. La misma rutina repetitiva que consume sus menesteres a medida que tristemente le transcurren las horas.

Abatido, desolado y desorientado, así se encuentra el joven rubio. Medio dormido luego de decidir que un tedioso susto no podría dictaminar como amargado el comienzo de su jornal.

Pero a medida que intenta mantener su concentración en las amarillentas hojas, sus ojos le pesan. Falta nada para la hora del almuerzo y solo ahí podrá bajar la guardia si no quiere tener que rendir cuentas a un superior que no sabe de entendimiento o de razón.

Un largo bostezo lo toma por sorpresa y sacude su cabeza ante la impresión de las posibles consecuencias si Morfeo lo tomara en cuenta.

No quiere dejarse llevar por la pesadez de sus ojos pero el renegrido abismo del retorcido silencio lo seduce como miel a la abeja.

Las piernas le pesan al compás de su débil cabeza, y de repente, fluctúa entre caminos de algodones.

Siente su cuerpo libre como el viento pero sin ser su propio movimiento. Es como si la brisa lo estuviera dirigiendo a medida que cientos de flores acarician su cuerpo.

De repente, un familiar tañido retumba en los confines de su mente... Sonidos que vastas noches lo arrullaron entre sueños desde niño...

De ese modo, dirige su cabeza hacia el sonido pero solo lo atrapa un manto renegrido que adopta cierta forma entre las sombras.

Observa, sin poder ver nada, como resuenan un conjunto de voces extrañas que quizás, tengan origen en lo más profundo de su mente.

Porque a esta altura, no sabe si está soñando despierto o inmerso en algún extraño tipo de sueño.

"No tengas miedo..." Se escucha a lo lejos seguido de varias risillas extrañas.

Y de inmediato, siente como se erizan los vellos de su nuca sobre que una tétrica voz le sopla sobre uno de sus pabellones auditivos.

La sangre se hiela... Su cuerpo entumece ante el indeseado frío que lo apresa.

Quiere gritar y no puede, porque cuanto más lo intenta algo en si mismo lo frena.

Y se congela cuando todo intento de socorro muere al darse cuenta del porqué no puede mover sus labios... Él, ya no los tiene...

Velozmente levanta su cabeza, sudando y con el corazón galopando como enérgico caballo, mientras efímero revisa los contornos de sus labios.