EL ACTO DE DOS CARAS
En otra parte de la ciudad, un hombre desfigurado de la mitad del rostro, planeaba su entrada triunfal al mundo del crimen. Alguna vez había sido un fiscal del distrito, honesto y trabajador que había dado todo para atrapar a los delincuentes y derribar a la familia criminal Falcone. Pero todo se había ido al carajo cuando Carmine Falcone, el líder de la mafia, había ordenado (aun desde la cárcel) la captura del fiscal y de su esposa Gilda.
Los metieron en un auto y le prendieron fuego, con la intensión de que se quemaran dentro de él. El fiscal salió, pero Gilda no pudo hacerlo. Murió calcinada dentro de él, y su esposo quedo con medio rostro quemado.
Así era, la suerte no había estado de su lado. Creía que sus compañeros, Batman y el comisionado Gordon lo habían dejado solo, que lo habían abandonado. Así que decidió que tomaría venganza por su propia cuenta, sin ley y sin moralidad. Sofía y Mario Falcone, los hijos de Carmine, lo pagarían caro. Y para mostrar que no se andaba con rodeos, decidió que haría su demostración de fuerza cometiendo un acto tan sádico y cruel como el que le habían hecho a él.
Harvey Dent había decidió ir al Haley Circus. Le arruinaría a Gotham su fiesta de aniversario.
Llego el día de la celebración. Bruce Wayne navegó entre la multitud junto a su tutor y viejo amigo, Alfred Pennyworth. Miró alrededor de la carpa al entrar, recordando por un momento su conversación con Dick Grayson. Buen niño. Parecía mayor de lo que era. Muy relajado. A Bruce le hubiera gustado decir que esperaba verlo actuar, pero realmente preferiría estar buscando a Harvey Dent, que había escapado del hospital. Desde hacía días, hubo rumores de un asesino que estaba ajusticiando a los matones que quedaban de la Familia Falcone.
Salió de sus pensamientos cuando Alfred lo empujó hacia sus asientos en la primera fila. Bruce se acomodó en su asiento justo cuando las luces comenzaban a brillar. Un reflector cobró vida, con el Sr. Haley como centro. Bruce escuchó su entusiasta presentación (que se tomó un tiempo para agradecer a Wayne Industries, por supuesto) con un oído divertido a regañadientes. El espectáculo comenzó con el truco de montar a caballo. Un payaso habría venido a continuación, si no fuera por el hecho de que en Gotham se habían prohibido todas las representaciones de payasos.
A medida que avanzaba el espectáculo, los Grayson Voladores se preparaban para el gran final. Dick nunca se había acostumbrado del todo, todavía estaba nervioso después de los seis años que había estado actuando. Su madre siempre lograba calmarlo justo antes de que continuaran. Actualmente estaba masajeando sus hombros.
-Está bien, Dick, estarás bien – decía Mary Grayson – Tu siempre salvas el acto... mi Robín.
-No es por eso... me preocupan ustedes – Dick tenía buenas razones para estar preocupado. Estaban haciendo el show sin red esta noche. El señor Haley se opuso, pero el padre de Dick había insistido. Fue entonces cuando su madre le dio una palmada en el hombro. De alguna manera, Mary siempre lograba tranquilizar a su hijo –
-Muy bien, Dickie, es hora del espectáculo – dijo su padre, alentándolo –
-Papá, sabes que odio cuando me llamas así – menciono Dick entre risas –
-Trata de sufrir, hijo.
Con eso, los Grayson salieron al centro de atención, saludando a la multitud. Bruce salió de sus preocupaciones por un momento cuando se anunciaron los Grayson Voladores. Se unió a los aplausos por primera vez en todo el espectáculo. Dick se subió al trapecio cuando el Sr. Haley anunció su falta de red esta noche. Miró a su madre y a su padre en la torre opuesta. Le dieron un pulgar hacia arriba mientras respiraba profundamente. Agarró la barra suspendida con cuerdas y sus padres hicieron lo mismo. Dick cerró los ojos... y saltó.
Todo estaba yendo bien. Genial de hecho. Volaron por el aire sin problemas, con atrevidos saltos aéreos y de fortaleza acrobática. Dick nunca olvidaría cuando estaba agarrando los brazos de su madre, y cómo la sonrisa que lucía en su rostro se convirtió en una de horror. Dick no sabía lo que estaba pasando. De repente, su madre le soltó los brazos cuando llegaron a la plataforma.
Dick tropezó al aterrizar y se dio la vuelta para ver qué estaba pasando. Sus ojos se encontraron con las cuerdas que sostenían en alto a su madre mientras se rompían, pero nunca vio romperse la cuerda de su padre. Él ya estaba cayendo en picado hacia el suelo. Observó cómo Mary Grayson se unía a su rápido descenso.
Dick siempre se preguntó si debería haber cerrado los ojos antes de que cayeran al suelo.
Y mientras Dick estaba en estado de shock, el antiguo fiscal del distrito salió de entre las tarimas y empezó a disparar al aire. Todo el público salió corriendo de la carpa, y en la estampida, Bruce y Alfred quedaron atascados entre tanta gente, por lo que no podían moverse.
-¡El azar escoge a sus víctimas, y esta noche escogió a estos trapecistas! – grito Harvey Dent antes de desaparecer entre el público –
Para cuando Bruce y Alfred llegaron a la salida, Harvey Dent había desaparecido. Bruce quiso ver como estaba el chico, por lo que decidió regresar.
Dick había bajado de la plataforma, ahora se encontraba sobre los cuerpos de John y Mary Grayson... de sus padres. En solo un momento, un criminal había matado a su mundo. Sus padres eran lo único que el tenia, y él los había perdido. Simplemente estaba en shock, arrodillado frente a sus cuerpos.
Él no sabía qué hacer.
Bruce se acercó a él, y en un gesto compasivo, puso su mano en su hombro, aunque el chico no respondió.
Por un momento, el alma y la mente de Bruce Wayne se trasladó al frio callejón donde Joe Chill les había disparado a sus padres.
Y a través de Dick Grayson, sintió toda la ira, la rabia, la impotencia y el dolor que había sentido esa noche cuando un criminal le había arrebatado a sus padres.
Sintió que él se reflejaba en el chico.
Pero el no sentía lo mismo.
Dick Grayson se sentía solo.
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