DESCUBRIENDO LA VERDAD
Orfanato Pinkney
Dos semanas después
La vista de la litera encima de él llenó la visión de Dick. Sintió el sudor frío que resbalaba por su frente. Mientras recuperaba el aliento, el chico que estaba sentado en la cama junto a él miró a Dick con ligera preocupación.
-¿Otro sueño? – preguntó el chico. Dick se sentó y puso los pies en el suelo –
-Pesadilla...
-No te preocupes... – el chico intento alentarlo – Las pesadillas se irán con el tiempo.
-¿Tú no tienes? – pregunto Dick –
-Ya no... mi mamá murió cuando yo era muy pequeño. Tuvo un accidente. Y mi padre murió por peleas por drogas – parecía triste, sin embargo, estaba muy calmado –De todas formas, no era un buen hombre.
-Lo siento...
-No tengas problemas, Dick. De todas formas no estoy amargado. Afortunadamente siempre ha habido gente que me ha echado la mano... – el chico concluyo y volvió a cerrar los ojos – Mejor ya vuélvete a dormir.
Había estado en el orfanato Pinkney durante unas dos semanas. Dick pensó que había escuchado de pasada algo acerca de que "los trabajadores de servicios sociales estaban hasta el cuello de papeleo", por lo que no podían encontrarle aun un hogar sustituto.
No es que a Dick le importara. Realmente no le veía ningún sentido, no le importaba lo que le sucediera. Al menos había hecho un amigo en ese lugar.
¿Cuál era su nombre? Jason Todd, creía.
A la mañana siguiente, fue Jason quien apoyo a Dick en contra de unos abusivos que querían golpearlo.
-Quiere patearte el trasero – dijo Jason mientras trataba de parecer pequeño. Un niño bastante obeso se acercaba a Dick de forma agresiva –
-¿De nuevo? – respondió Dick mientras picaba su comida –
-Frank es un imbécil – dijo Jason en tono de burla – Pero yo te apoyo... – Antes de que la conversación pudiera continuar, la bandeja de Dick fue golpeada fuera de la mesa –
-Levántate – ordeno Frank, el niño obeso, que estaba detrás de Dick con su "pandilla". Dick obedeció, dándose la vuelta después de ponerse de pie. Vio una leve sonrisa en el rostro de su rival. Dick también puso una sonrisa burlona –
-Sabes, si esperas hasta después del desayuno, tendrías mucha más energía para golpearme – Tan pronto como las palabras salieron de su boca, Dick fue empujado –
-Te voy a joder, niño bonito – lo desafió Frank mientras sus compañeros lo animaban. La cafetería entera estaba mirando con la respiración contenida –
-Supongo que podremos darles un buen espectáculo – Dick abrió los brazos de manera grandiosa – Como soy un caballero, te permitiré dar el primer golpe – Tal como esperaba Dick, Frank no se divirtió en absoluto con su humor –
Dick esperó pacientemente mientras su oponente, muy lentamente (para Dick al menos), echaba el brazo hacia atrás y lanzaba un puño directo hacia su rostro. Frank se encontró de repente con el brazo atrapado con el agarre de Dick. Después sintió un dolor terrible cuando el chico acróbata torció su codo en una dirección que definitivamente no debía ir. Dick hizo una llave y estampo la cara de Frank directo a la mesa.
Antes de que Dick pudiera siquiera dar un paso atrás, la pandilla de Frank se le fue encima, aunque para él, no fue un problema. Dick lanzo los puños directo a la nariz de dos de sus atacantes, sacándolos de combate. Un restante había sacado un cuchillo pequeño, pero Jason Todd intervino, dándole una patada en la mano. Le retiro el arma y evito que se abalanzara en contra de su amigo.
Mientras Frank y su pandilla se retorcían en el suelo, Dick le dirigió a Jason una sonrisa ganadora. El chico más joven respondió de la misma manera con una sonrisa mucho más moderada y un pulgar hacia arriba. Desafortunadamente, la victoria de Dick duró poco debido a que los guardias de seguridad lo agarraron y procedieron a sacarlo de la cafetería.
-¡Maldita sea, Grayson! – Dick se sentó en silencio mientras el alcaide expresaba su disgusto por el comportamiento del chico. No tenía culpa alguna por lo que había hecho. Ese niño necesitaba que le dieran una lección, y Dick simplemente se la dio. Se sintió bien castigarlo por tratar de acosar a alguien al que consideraba más débil que él –
-Esto es completamente inaceptable. ¡Tres de esos niños necesitan ser llevados a la enfermería por sus heridas! – El alcaide se inclinó sobre su escritorio para dirigirse a Dick – No sé cómo diablos hacían las cosas en el carnaval...
-Circo – interrumpió Dick con firmeza – Yo vengo de un circo.
-¡Lo que sea! – el alcaide le escupió – ¡El punto es que no se hospitaliza a la gente solo porque te empujan! – Dick saltó de su silla y se acercó a la cara del alcaide –
-¡Puedo garantizarle que todos se lo merecían!
-¡Será mejor que aprendas algunos malditos modales muy rápido, Richard!
-¿Alcaide Martín? – Ambas cabezas voltearon hacia la puerta. Y ambos estaban igualmente sorprendidos de quién estaba allí –
-¿Bruce Wayne? – el alcaide se enderezó instantáneamente. Dick se acomodó con una mirada confusa dirigida hacia Wayne. Bruce se acercó al alcaide y sacó una carpeta con algunos documentos –
-Vengo por el niño – dijo Bruce mientras le tendía la carpeta – En la carpeta están todos los documentos legales que necesitan para comprobar que lo estoy adoptando legítimamente.
-Uh... sí, señor. Los revisare a detalle afuera – después de que el alcaide salió, Bruce cerró la puerta detrás de él, dejándolos solos en la oficina. Dick todavía no estaba seguro de cómo reaccionar, y se notaba –
-¿Qué... qué estás haciendo aquí, Bruce? – Bruce volteo para mirar a Dick –
-Estoy aquí porque me niego a ver como tu potencial es desaprovechado – El rostro de Dick ahora tenía una expresión de sorpresa –
-Mire, señor Wayne, aprecio su profunda preocupación por mi bienestar, pero realmente no necesito su compasión.
-No es lástima, Dick – respondió Bruce con seguridad – Eres un niño demasiado bueno como para desperdiciar aquí tu vida.
-No lo hagas – Dick se mostraba agresivo – No intentes contarme toda esa mierda.
-No lo hago. Dick, necesito sacarte de aquí.
-¡¿Y a ti qué diablos te importa?! – Dick volteo hacia Bruce, su ira finalmente se desbordó –
-Porque sé lo que se siente cuando las dos únicas personas que has amado son arrebatadas frente a tus ojos – Esto hizo que Dick se detuviera y su rostro comenzó a suavizarse – Yo estuve ahí, contigo... y vi tu mirada. La misma que yo tuve cuando mis padres fueron asesinados – A Dick lo tomo por sorpresa esta revelación. Sintió que Bruce era un igual, sus palabras ahora las sentía genuinas – Todos esos sentimientos de impotencia, de culpa... de injusticia – Dick volteo y se apoyó en el escritorio. Sintió una mano en su hombro – Sé cómo te sientes, Dick – El chico no se dio la vuelta –
-¿Y bien? ¿Qué vas a hacer? – Dick trato de mantener la voz firma. Bruce retiró su mano –
-A partir de mañana, soy tu tutor legal – Esto hizo que Dick volteara, volviendo a su mirada de confusión – El papeleo está completo. Si es lo que quieres, puedes venir a vivir conmigo...
Justo en ese momento, Bruce saco de su gabardina una especie de estrella ninja, pero con la forma de murciélago. Era un batarang, una de las armas que el justiciero de Gotham usaba comúnmente. Bruce se la dio al chico, y este identifico al momento de quien se trataba. Ahora sabía quién era Batman.
-Tú eres Batman... – dijo Dick, pensado inmediatamente en el hombre que estaba enfrente de el – Siempre fuiste tú – Dick agarro el batarang y lo sostuvo con fuerza, quedándose viendo sin rumbo fijo hacia la ventana. Hubo un silencio prolongado, que después rompió el chico – ¿Porque nosotros? – Dick volteo hacia Bruce sin moverse de su posición –
-Durante años me hice la misma pregunta todos los días – respondió Bruce –
-¿Que paso?
-Encontré un propósito – Bruce se acomodó la gabardina y estuvo dispuesto a salir del lugar – Es tu decisión. Si quieres venir conmigo, eres bienvenido, si no, no te obligare.
-No sé qué es lo que quiero – Dick reflexiono un poco, pensando en su futuro. Sin embargo, sabía lo que iba a responder – Pero si se lo que no quiero. No quiero que a más gente le pase lo que a nosotros. Quiero detener a los malditos que se la pasan cometiendo injusticias y pasando sobre los demás. Quiero que esos asesinos sepan que los días de hacer de las suyas se fueron al diablo.
Bruce se quedó callado ante la respuesta de Richard Grayson.
Sabía que tenía un gran futuro por delante.
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