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01 ⟢

JiMin había dejado la mitad de su comida en el plato cuando escuchó a su madre decir que ya había "comido demasiado" y retirarle el plato aún cuando sus palillos ni siquiera habían abandonado el tazón. Su hermano lo miro con atención esperando alguna reacción de su parte pero el menor simplemente trago lo poco que tenía en la boca y aguantó sus lágrimas fingiendo limpiarse el rostro.

NamJoon suspiro y se levantó para tomar el tazón de la isla de la cocina para regresarlo con su hermano, su madre no tardó en darse cuenta y sintió su mano alrededor de su muñeca mientras su expresión horrorizada lo apuñalaba con fuerza.

—¿Qué crees que haces, NamJoon? —La mujer se veía realmente molesta por sus acciones pero en ese punto no podía tolerar ver a su hermano pasar hambre y bajar con él a la cocina por las noches para prepararle algo de cenar porque su estómago nunca se sentía lleno.

—Alimento a JiMin, algo que parece ser tú no puedes hacer —la relación entre NamJoon y su madrastra nunca había sido del todo buena desde un inicio cuando ella hizo comentarios despectivos acerca de su difunta madre y se auto proclamó la mujer de la casa.

—Está gordo, NamJoon. Deja eso y termina de desayunar para que vayas a la escuela —el plato fue forcejeado entre las manos de ambos hasta que sin querer cayó al piso y la mujer explotó contra ellos dos, JiMin por ser "un gordo que nunca tenía suficiente comida" y NamJoon por ser un cómplice en sus malos hábitos.

¡Tiene diez años, no puedes hacerle eso!

—¡Sé lo que hago con mi hijo, sino quieres que hable con tu padre más vale irte, NamJoon!

JiMin lloro en su habitación escuchando a su hermanastro pelear con su madre en la planta baja y metió su rostro entre su almohada queriendo dormir un rato más para no sentir hambre. Ni siquiera había comido más de tres bocados cuando ya había sido suficiente para su madre.

Escucho la puerta de su habitación abrirse y no necesito separarse de su almohada cuando supo que era NamJoon por su aroma y el sonido de sus zapatos contra el piso.

—Nada de lo que ella diga es cierto, ¿lo entiendes?

El alfa era cinco años mayor que él, lo había tratado como un hermano desde el momento que sus padres se casaron y jamás se mostró celoso de las interacciones que JiMin tenía con el padre de NamJoon. El alfa siempre había deseado otro hermano y la llegada de JiMin a su vida había sido como un regalo del cielo para él, ese gran amor era lo que lo hacía defenderlo de su madre, regalarle caramelos en la escuela y traerle su jugo favorito después de sus clases extras.

—Ven, déjame abrazarte —JiMin sollozo dejándose cargar para estar en el regazo de NamJoon y sentir que lo calmaba con su aroma y las caricias que le dio en los brazos al oír su llanto.

—Eres como un algodón de azúcar, JiMin. Tan dulce y lindo como un algodón de azúcar —le dio una mirada llena de amor y volvió a acercarlo a su pecho al verlo llorar otra vez.

NamJoon lo amaba como si hubieran crecido juntos y JiMin sentía que él era su único amigo de verdad, el alfa le había prometido cuidarlo y ser su mejor amigo por toda la vida así que era tan apegado a él que incluso para las reuniones familiares de la escuela siempre le daba antes a él la nota de aviso antes que a sus padres.

—Cuando llegué a casa más tarde, ¿quieres comer un helado conmigo? Nadie tiene por qué saber que nos escapamos un rato —JiMin se rió pero asintió cerrando sus ojos, sintiendo que NamJoon era su único lugar seguro y el único que jamás juzgaría su físico a pesar de estar en el peso ideal para su edad según los médicos.

—JiMin... ¡Park JiMin! —abrió los ojos asustado cuando se dio cuenta que se había quedado dormido a mitad de la clase y nuevamente había soñado con su hermano a quien no veía hace unos meses por su universidad.

Ya no tenía diez años, ahora era un adolescente de diecisiete que afrontaba la escuela solo y en casa se escondía de su madre.

—Seguro la comida le cayo de más —se burló alguna de sus compañeras y quienes más resaltaban su peso cada que había una oportunidad. Como siempre la maestra Yang no hizo nada al oír los comentarios burlones e hirientes ya que muy en el fondo llegaba a compartir un pensamiento similar al de las adolescentes que molestaban a JiMin.

El omega escondió su rostro tanto como pudo entre su libro y buscó con su mirada la línea donde sus compañeros estaban leyendo en grupo y que pronto sería su turno. Era cansado vivir escuchando día a día las mismas cosas de siempre y ver a su madre revisar siempre la cantidad de calorías que llevaba su comida, fue traumatizante comer frente a ella sin sentir que lo juzgaba como nadie más lo hacía, pero ya no estaba NamJoon para defenderlo ni para llevarle un poco de la cena a su habitación cuando SunHeon se negaba a darle de comer pues según ella "ya había comido demasiado" cuando NamJoon veía que su hermano apenas y había tomado algunos bocados con temor.

Casi suspira de alivio cuando el timbre del receso hizo estruendo y no tuvo que leer para sus compañeros que fingirían dormirse del aburrimiento e incluso algunos harían gestos exagerados de ellos comiendo como si imitaran a JiMin.

Casi salió corriendo del salón para no ser detenido por los chicos de unos grados mayores que él para hostigarlo, se apresuró a llegar al almacén detrás de las gradas donde podía esconderse hasta el final del receso, nadie parecía saber de ese lugar y JiMin agradecía haberlo encontrado cuando se escondía de JuYeon y el resto de chicos que lo molestaban.

Suspiro con su mochila sobre su pecho, recargándose sobre la pared y deslizando su espalda hasta quedar sentado respirando tanto aire como podía. Sus manos abrieron la mochila sacando de ella su almuerzo y comenzó a comer con calma, tomando pequeños bocados y masticando todo muy bien antes de tragar y beber de su botella de agua.

Desde la otra esquina el chico que tenía varios minutos observándolo soltó una risita porque el chico ni siquiera había notado su presencia, seguramente muy acostumbrado a la soledad de ese lugar como para notar a alguien a unos metros de él.

—¿Disfrutas tu almuerzo? —Soltó una gran carcajada cuando JiMin abrió tanto sus ojos y la comida de su boca termino atorándose en su garganta mientras se daba suaves golpes en el pecho y bebía agua poco después.

El otro chico no había podido parar su risa mientras lo veía y apretaba su estómago por el dolor que le había causado reírse por varios minutos.

—Lo lamento, pensé que me habías visto al entrar.

JiMin fijo sus ojos cafés en el chico, parecía ser de su edad y tenía su almuerzo a un lado al igual que él, seguramente comiendo oculto de otros.

—No quería molestarte —YoonGi frunció el ceño cuando el menor se levantó e hizo ademán de guardar su comida. Se apresuró a llegar a su lado con una sonrisa amable y negó mientras se aseguraba que JiMin no haría otro intento por irse de ahí.

—En realidad creo que yo fui quien te molesto, parece que tienes algún tiempo viniendo a este lugar —JiMin asintió sin querer verlo más, se sentía tímido y no era muy bueno con las palabras con personas que apenas conocía.

De reojo vio que YoonGi tomaba su almuerzo y se sentaba delante de él manteniendo una distancia prudente, decidiendo por cuenta propia que lo acompañaría a comer su almuerzo. El menor detalló su rostro rápidamente, era lindo y sus ojos eran más rasgados que los suyos, tenía pestañas largas e igual de negras que su cabello el cual tenía algunos mechones de color azul mezclados entre su melena, además de ser tan pálido que el uniforme negro lo hizo verse aún más blanquecino. Por su aspecto y el ligero aroma que desprendía supuso que era un alfa ya que se notaba incluso en su porte.

—Soy YoonGi, olvide presentarme —inclinó ligeramente su cabeza y JiMin hizo lo mismo tomando sus cubiertos para comer de nuevo.

—Mi nombre es JiMin.

El pelinegro se dio cuenta que su nuevo acompañante era alguien de pocas palabras, un omega tímido y que se avergonzaba de que lo miraran comer, así que hizo todo por no verlo aunque a veces le parecía difícil porque el chico le pareció muy lindo, tal vez incluso se vio tierno a sus ojos. Porque ese cabello castaño tenía tonos más oscuros que sus ojos, además de que su piel blanca le dejaba ver que ese sonrojó de sus mejillas era algo casi permanente en su piel.

—¿Cuántos años tienes? —Se atrevió a preguntarle cuando el pelinegro estaba concentrado en su comida.

—Cumpliré dieciocho en dos meses, ¿y tú?

—Diecisiete, fue en octubre.

Guardaron silencio hasta que sus platos quedaron vacíos y afuera escucharon la campana del receso al igual que los pasos y gritos de todos los que regresaban a las clases con prisa.

—¿Te importa si almuerzo aquí contigo? No me llevo muy bien con los demás —YoonGi parecía apenado de decirlo porque rasco detrás de su oreja con suavidad evitando encontrar su mirada.

—Está bien, solo no le digas a nadie que estoy aquí.

Al mayor le pareció extraña esa respuesta pero no quiso indagar más, JiMin debía tener sus razones para estar oculto ahí al igual que él. Dejó que saliera primero y cuando pasaron unos segundos abrió la puerta viendo a JiMin trotar subiendo las escaleras hasta desaparecer de su vista.

Sonrió ligeramente tomando el camino contrario cruzando frente a las gradas para entrar al edificio donde estaba su salón saludando a su maestro cuando lo encontró en los pasillos.

Nueva historia con una trama más tierna y ligera.
Espero que les guste.

Los amo. 💜

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