⚜Capítulo XXIII⚜
Jungkook cayó al suelo cuando uno de los lobos lo golpeó de repente. Jeon, en cambio, lo miró arqueando una ceja mientras limpiaba sus puños ensangrentados con un pañuelo de tela. Esa era la primera vez que el pelinegro se entrometía en un escarmiento, por tal motivo se sorprendió cuando sujetó su muñeca con fuerza para frenarlo.
Observando todo desde el suelo, L luchó por contener sus lágrimas mientras veía como ahora golpeaban a su hermano. Quiso pedirles que pararan, pero el miedo a que continuaran con ella, fue todavía más grande.
—Es suficiente —habló Jeon y automáticamente los lobos pardos se detuvieron. L no dudó en arrastrarse hasta él y B también se acercó a ayudarlos a ambos.
—Ella no tuvo la culpa —gruñó J, escupiendo un poco de sangre mientras se ponía de pie —. Yo ordené la retirada.
—¿Y por qué? —exigió saber el líder.
—Porque no puedo seguir así, sin saber la verdad.
Jeon bufó, con una sonrisa irónica pintada en sus labios. Escaneó de arriba a abajo al joven pelinegro y terminó por caminar hacia el ventanal, sin darle mayor importancia.
—Te daré una segunda oportunidad por ser tú, J. Quiero muerto al rey de Shilla y a su familia.
—¡No me moveré de aquí hasta que me digas la verdad! ¡Dime la verdad! —gritó J, hiriendo de forma horrible a los dos lobos que trataron de retenerlo una vez más. Como si todo aquello le pareciera tan divertido, Jeon no hizo más que sonreír hacia el exterior, contemplando al desértico pueblo de la capital.
Jungkook cambió cuando más intentaron atacarlos y luchó contra los lobos que también entraron tras el alboroto. Nadie lo iba a sacar de allí sin tener sus respuestas antes.
—Dime... dime qué ese traidor miente...
El líder de los pardos al fin lo miró, sin una pizca de pena o remordimiento en sus facciones.
—Muchas veces te dije como fueron las cosas, J. Tú madre fue una ramera que huyó con ese lobo negro del Este. Ella fue entregada a mí como un símbolo de paz y no le importó romper el acuerdo de nuestros clanes.
—Pero ella no regreso... No huyó de los lobos negros, pidiéndote ayuda... ¿Eso fue lo que me dijiste?
—¿En serio fuiste tan iluso de creer que le permitiría tal cosa? —Jeon rio con sorna y se acercó al pelinegro, que jadeaba exhausto y ansioso —. Ambos recibieron lo que se merecían, J. Sobre todo, ese lobo... No te imaginas lo gratificante que fue oírlo suplicar por sus vidas —rio escandalosamente —. ¡Min Jihoon suplicó! Fue el precio que debieron pagar los traidores. Como esos que dicen ser tus hermanos. Después de todo ¿no te dejaron solo a ti también? No les importó correr lejos sin mirar atrás. Te abandonaron, no les importó lo que fuera de ti mientras ellos fueran libres. Eres como yo, J. Ambos fuimos dejados atrás y por eso te di la vida que te mereces, hijo —susurró eso último, jamás rindiéndose en jugar con la mente de aquel pobre lobo.
—Yo... no les importé...
—Así es, hijo —habló Jeon y palmeó el hombro del joven antes de atraerlo en un abrazo tan frío —. Nunca les importaste. Te consideraron una carga.
Jungkook apretó sus dientes con fuerza y dejó que su frente reposara en el hombre de aquel lobo.
Tan fácil de manipular que era a ojos de Jeon...
Cuanto más débil es el enemigo, más fácil es conservarlo fiel a ti.
—J.
El joven lobo descruzó sus brazos y observó a su hermana menor detrás de él. A su lado, B también lo observaba con las mismas emociones reflejadas en su mirada. Ambos lobos no tardaron en acercarse y tomar asiento sobre aquellas rocas en el risco. Siempre habían encontrado agradable observar el paisaje desde las alturas. Sobre todo, cuando tenían cosas en qué pensar.
L gimió de dolor cuando sus muslos descubiertos tocaron el frío de las rocas. A diferencia de J que solo había sido lastimado por los lobos que intentaban proteger a Jeon, L recibió el castigo a manos de su padre "por haber sido un estorbo en la misión". Los hematomas y cortadas de su cuerpo y rostro tardarían en borrarse, pero el dolor de las palabras de aquel hombre que se hacía llamar su padre, no se perderían jamás. B no tardó en abrazarla por los hombros cuando vio nuevas lágrimas caer.
«¡Debí haberte asesinado junto con tu estúpida madre, por haber parido a una inútil hembra!»
—Déjanos esa tarea a nosotros —murmuró el mayor de los tres, como si supiera lo que la mente de J maquinaba en ese momento. El pelinegro lo observó inexpresivo, totalmente distinto a su típica actitud burlona y carismática que solía tener. Los tres parecían no tener alma en ese momento. Solo eran frascos llenos de dolor, tratando de aliviar un poco pena con... difíciles elecciones.
—Déjanoslo a nosotros —habló esta vez L, secando sus lágrimas con desprecio —. Tú debes cumplir con la tarea que padre te encomendó.
J suspirrió con ironía, observando más allá de las casas cerradas, llenas de personas temerosas de los lobos. ¿Cuándo fue que él se permitió cambiar un abrazo a cambio de ser un monstruo para inocentes? ¿Esa siempre fue la naturaleza de un hombre lobo?
—No dudes ahora, J.
—No dudo —le respondió a su hermano mayor y chasqueó su lengua, molesto por seguir escuchando ese ridículo apodo —. Y no me llames J.
Lisa sonrió y lo abrazó a pesar del dolor que sentía.
—Él es Jungkook. Qué envidia, también quiero un nombre bonito.
—¿Qué tal Lalisa? Por L...
—La que es bendecida —susurró B y acarició los cabellos de la menor, que ocultaba su rostro sonrojado.
—Y tú... ¡Baekho! —sonrió ella.
—¿Tigre blanco? ¡Pero soy un lobo, mujer! —los tres rieron por ello. Aunque Jungkook vagamente entendía por qué Lalisa había elegido ese nombre para el mayor. Él siempre sería el más fuerte. El que soportaría todo desde las sombras y por los tres, esperando para dar el gran golpe.
—Baekho, Lalisa y Jungkook, suenan geniales —los otros dos asintieron y terminaron tomándose de las manos, firmes al camino que ya habían elegido como hermanos sin lazos de sangre. Quizás su primera... y última decisión.
—¡¿Cómo que lo encontraste y no nos lo dijiste?!
—Nam... —su compañera gruñó y lo tiró de nuevo en la camilla para que dejara a las lobas hacer su trabajo. Si seguía moviéndose así, no podrían terminar de curar sus heridas.
Después de eso, nadie más dijo nada. Un incómodo silencio reinó en la enfermería cuando Namjoon prefirió callar antes de que su enojo dominara sus palabras, Krystal también quería entenderlo, pero por primera vez, no estaba de acuerdo con la furia de su compañero.
Sí, no advertirle a la manada, que Jimin merodeaba muy cerca de ellos, fue imprudente de parte del líder, considerando el peligro que significaba el rey, estando en el estado en el que se encontraba. Pero a su vez, la loba entendía el miedo de Yoongi. Jimin seguía siendo su compañero, el humano al que amaba más que a nada.
Él solo... no quería perderlo.
La mujer de cabellos blanquecinos golpeó en el hombro a su compañero cuando quiso erguirse de nuevo y terminó por tomar su mano, buscando tranquilizarlo. Algo que Krystal solo hacía cuando sabía que Namjoon necesitaba encontrar su calma. A ojos de todos, ellos siempre habían sido un perfecto equilibrio desde que se conocieron. Ella ruda y con mal genio, Namjoon paciente y pacífico. Cuando el otro adoptaba las emociones inestables de su compañera, era el turno de Krystal de ser paciente. Solo por eso ahora besara su mano y trataba de trasmitirle calma al mayor, por medio del tono de su voz.
—Déjalo que hable, por favor. Es tu líder ahora y debes escucharlo.
—También en mi hermano —bufó el pelinegro de la gran cicatriz en el rostro, haciendo sonreír a las lobas por su tono berrinchudo. Su compañera sonrió, sin poder resistirse a besar sus labios estirados en un leve mohín.
—Tu hermano mayor —corrigió Krystal.
Namjoon volvió a quejarse, ahora ya más calmado, permitiéndole a las lobas que terminaran su trabajo. No era muchas las heridas que tenía, pero siempre que fueran provocadas por otro lobo, debían ser desinfectadas si no quería que dejaran marcas. Si tan solo fuera menos quisquilloso, ya estaría con el resto de la manada, esperando por el líder para el anuncio que éste debía darles.
Aunque no se sintiera preparado.
Mientras ellos continuaban en su burbuja, Yoongi en ningún momento apartó la vista de esos dos. Ver a su hermano así, pudiendo interactuar libremente como su pareja, le provocó cierta pizca de celos. Él lo perdió todo, la misma noche que le dijo que lo amaba.
—Lo encontré hace días —habló el pelinegro, llamando la atención del resto. Su mirada se cruzó unos segundos con la de su hermano, y terminó sentándose en la única silla del lugar para hablar con calma —. Fue ese día que quise ir solo antes de la visita de Kim. Desde entonces regresé por las tardes cuando les pedía espacio... yo... me costaba encontrarlo y fue cuando supe que se mantenía deambulando por el bosque y las montañas. Entonces le busqué una cueva cerca de la ladera que separa los riscos nevados con el bosque, pegado al lago congelado. Él... —Yoongi suspiró y tiró sus cabellos hacia atrás, antes de volver a sostenerle la mirada a aquellos que lo observaban atentos —, es como si fuera un animal. Al menos la mayor parte del tiempo.
—¿Qué quiere decir con eso? —se atrevió a preguntar Krystal cuando Yoongi desvió la mirada a la flama de la vela, que se encontraba sobre la mesa donde las lobas tenían sus ungüentos y cauterizantes.
—Sus ojos... son amarillos, como los de nuestros lobos. Los de la criatura, me refiero —reveló el líder —. Pero... hubo algunas veces en las que vi que estos cambiaron a los de Jimin. Aunque ocurría por pocos segundos, se volvían humanos. Chocolates, como los de él.
—Como si estuviera luchando —susurró Namjoon, pronunciando en voz alta aquello que su hermano temía decir. Sabía que no quería ilusionarse, pero era lo que aquello significaba.
—Hoy —continuó Yoongi, bajando la mirada a sus manos unidas, cuando sintió sus ojos picar —, por primera vez, eso ocurrió por más tiempo. Lo sentí ahí conmigo. Dioses, pude saber al fin que él sigue allí, esperando a que encuentre la forma de traerlo de vuelta.
—Pero no sabemos como hacerlo —aseguró Krystal, mirando con pena al lobo que trataba de ocultar su dolor de ellos.
En ese momento, Jackson, quien había permanecido con los lobos porque no abandonaría ese territorio sin su soberano, ingresó a la enfermería buscando al líder. Ya toda la manada lo esperaba para escuchar la decisión que habían tomado respecto a los lobos del Oeste.
—Seguiremos esta charla después —aseguró Yoongi, y sin más, volvió a arreglar su levemente largo cabello negro, antes de seguir a Wang.
Como era de esperarse, más de uno actuó de la misma forma que Namjoon cuando les confesó que había encontrado a Jimin y lo mantenía en una cueva de las montañas. Algunas lobas exigieron inmediatamente que la bestia fuera sacrificada. Los sobrevivientes de otras manadas defendieron al rey diciendo que merecía piedad, pero no permanecer libre, poniendo en peligro sus vidas. En menos de un minuto, Min ya estaba lidiando con un debate, como si fuera que él había pedido opinión sobre qué hacer con su compañero.
Fue Krystal quien golpeó la mesa, donde solo el líder estaba sentado, para pedir orden a la manada cuando supo que eso podría terminar mal. Había una situación que priorizar en ese momento y no podían darse el lujo de pelear y dividirse.
Yoongi le agradeció con la mirada a la loba y miró al resto, sentados en el suelo.
—Ahora nos encontramos ante una situación más grave que temerle a mi compañero. Jeon atacó Shilla y seguramente lo volverá a hacer pronto. Su objetivo siempre fue acabar con los tres reyes para quedarse con el territorio. No solo quiere dominar los bosques, sino todo aquello que encuentre a su paso. Se que los lobos pardos son más, al tener el apoyo de los esclavos de otros clanes, como el del Norte. Pero nosotros tenemos el apoyo de los humanos.
—Los lobos le ganamos en fuerza a los humanos —gritó uno entre los tantos —hacerlos luchar contra nuestros iguales es enviarlos a una muerte segura.
—Pero los humanos tenemos armas —aseguró Jackson, tomando la palabra —. Esta también es nuestra lucha. No solo lo hacemos por nuestro rey, sino también por nuestro hogar y familias.
Yoongi asintió en acuerdo y se levantó de su silla, caminando más cerca de la manada.
—Esto ya fue decidido y aquel que quiera negarse es libre de hacerlo. Partiremos al alba hacia Shilla y junto con el ejército del rey Kim, invadiremos la capital de Goguryeo.
Apenas el alfa terminó de pronunciar esas palabras, un gran murmullo creció entre los que se reusaban a ir, los que temían por sus vidas, los que ansiaban acabar con los lobos pardos y los que irían por honor. Muchos puntos de vista chocaban, pero Yoongi solo esperaba que la mayoría los acompañara. Esto no lo hacía solo por el reino de su compañero, esto lo hacía por su manada y por la memoria de sus padres.
—Líder Min —habló la dirigente de las lobas, anunciándose repentinamente al ingresar al salón de juntas, escoltando a tres hombres de Goguryeo. Uno lo recordaba como un fiel escolta de Jimin, mientras que los otros dos...
—Hoseok... —murmuró el pelinegro, ante la sorpresa de volver a ver al monje después de tanto tiempo. Junto a él, se encontraba un anciano de baja estatura. Lo recordaba como el chamán de las montañas que, una vez al año, bendecía al reino en el solsticio de primavera.
—Hola, hijo de puta —saludó Hoseok y tiró hacia arriba todos los pergaminos que llevaba entre brazos, para que ninguno se le escapara. Más de uno se tragó una risa por la osadía del monje. Se notaba a kilómetros de distancia que todavía seguía rencoroso con el lobo que había convertido en "eso" a su mejor amigo, pero ningún lobo o humano se atrevió a decirle que interrumpía una reunión importante. Menos sabiendo que había entrado allí con el permiso de la anciana que lo acompañaba.
Hoseok paseó su mirada por el pequeño salón que tenían bajo tierra y luego la volvió a enfocar en el lobo de ojos azules que se encontraba frente a todos.
—Necesito mostrarte lo que encontré y tiene que ser ya. El chamán Giong solo puede hacer las lecturas bajo luna. Y sí, es una orden, maldito perro.
¿Qué creen que tiene que mostrarle Hobi a nuestro lobito?👀
¿Ya les dije que a esto le quedan dos capítulos? 👀 ¿No? 👀 (se va lentamente).
Nina Glastor 🖤
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