⚜Capítulo XVII⚜
Luego de que Jimin terminara de ser cuestionado por su mejor amigo y de que Yoongi se librara de todos los lobos y lobas que querían conocer al "legítimo líder", el pelinegro logró escabullirse a la habitación de su amo, donde ya se encontraba solo. Cuando salió de su habitación sin duda no se esperó que las paredes y pasillos fueran piedra y barro. Namjoon, quien lo acompañó y lo ayudó a huir de los demás, le explicó que ese era el refugio de Gaya. Si bien no tenían la fuerza suficiente para acabar con Jeon, al menos sabían defenderse.
Jimin sonrió dulcemente cuando al fin vio a su cachorro entrar en la pequeña habitación. A diferencia de él, las heridas de Yoongi todavía continuaban sin sanar por completo, debido a la profundidad de los cortes y golpes. Aun así, su lobito sonrió al verlo. Aunque, para el gusto del rey, la presencia de su cachorro se sentía demasiado distante.
«Rey mimado, no me corresponde a mí decirle esto, pero... el lobo de Yoongi lo eligió como su compañero.»
—Ven aquí cachorro —pidió, acomodándose mejor en la cama para hacerle un espacio.
Contempló como el otro pareció dudar sobre sus actos. Sus manos se movían ansiosas, presionando por momentos la fina tela que cubría sus piernas y sus ojos miraban entre él y la distancia que los separaban, quizás pensando en si avanzar o huir de su vista. Era la primera vez en mucho tiempo que Yoongi dudaba. Sobre todo, cuando se trataba de complacerlo.
«—Chanyeol... su padre... jamás mencionó que Yoongi fuera un alfa líder.
—Porque no es algo que los humanos entiendan, se podría decir que es cosa de lobos.
—O quizás... papá solo se llevó el secreto consigo.»
—¿Debería llamarte líder ahora? —volvió a hablar Jimin, riendo de forma encantadora cuando llegó a contemplar las mejillas sonrojadas del lobo. Por todos los cielos, sin duda deseaba demasiado tenerlo entre sus brazos —. Cachorro... —lo llamó una vez más cuando Yoongi rehuyó de su mirada —, quiero abrazarte...
Solo con escuchar esas dos palabras, el pelinegro buscó una vez más su mirada, y acabó con los pasos que los separaban, hasta dejarse caer a su lado. Jimin no perdió un segundo en tirar sus brazos sobre los hombros de su cachorro, dejando que Yoongi lo sostuviera por la cintura. Ni siquiera lo notaron, pero cuando sus cuerpos sintieron el calor del otro, al fin se permitieron respirar sin contener el aliento. Ambos se convirtieron en algodón y nubes. Ambos se sostuvieron hasta sentirse satisfechos con la cercanía del otro, aspirando el aroma de su compañero.
—Hueles a almizcle y sudor —molestó Jimin, sintiendo como el lobo arrugaba su nariz contra su hombro. Solo teniéndolo a su lado, Park se podía permitir bromear así. Ahora más que nunca le quedaba claro que él no podría vivir sin su cachorro... sin su lobo. Sin Yoongi, él no era más que un rey. Irónicamente, cuando estuvo a punto de perderlo, supo que él sería capaz de entregarle su alma a la parca, a cambio de la de su lobo.
«—Yoongi es nuestro líder legítimo, pero jamás podrá detener a Hoo Ye mientras su lobo siga siendo... un cachorro.
—Un líder necesita un compañero y una manada...
—Sí. Y lamentablemente te eligió a ti como su compañero.»
—Así que... ¿tienes algo que compartir con tu compañero? —dijo el mayor y Yoongi se alejó contemplándolo entre apenado y avergonzado. Las palabras de su hermano apenas habían terminado de asentarse en su cabeza, y, aun así, la idea de ser un peligro para el rey, lo seguía torturando. ¿Alejarse? No solo Namjoon le había dicho que eso sería lo mejor para ambos, sino también la loba que tenía por compañera. ¿Pero lo haría? Solo con contemplar esos bellos faroles llenos de cariño, que lo miraban como si fuera el único ser sobre la tierra, Yoongi tuvo su respuesta.
Como si presintiera el difícil dilema de su lobo, Jimin tiró de él para fundirse una vez más en sus brazos. Dejarlo... como si pudiera... como si quisiera. Park no creía en cuentos de hadas y de princesas, en dónde el amor lo podía todo al final. Por el contrario, Jimin siempre creyó que el amor solo lleva a los mortales a su propia destrucción. Ahora más que nunca lo comprobaba mientras sonreía con una sola idea en su mente.
—¿Me amas, Yoongi?
—Jimin...
—Al fin dices algo —rio el rey, aspirando una última vez el masculino aroma del pelinegro, antes de alejarse de su pecho y unir sus frentes. Ni siquiera recordaba cuándo fue la primera vez que esos ojos azules comenzaron a crear estragos en su interior, o cuándo los dedos del lobo comenzaron a despertar todas sus terminaciones nerviosas con cada toque. O esos labios...
Yoongi se tensó, sintiendo a su animal gruñir cuando vio a Jimin fruncir el ceño, tragándose su dolor antes de besarlo. Obligándose a ahogar su propio sufrimiento, Yoongi correspondió al beso, tan suave y lento como si ambos desearan grabarlo en su memoria por toda la eternidad. Como si supieran que ese sería el último.
¿Despedirse? Cómo podrían. Quién sería capaz de dejar atrás al amor de sus vidas sin siquiera luchar... aunque la batalla estuviera perdida.
Yoongi tomó aquel perfecto rostro entre sus grandes manos y presionó sus labios con más fuerza cuando un horrible nudo también comenzó a crecer en su garganta. Él no estaba dispuesto a dejarlo ir. No ahora que su lobo al fin le decía lo que significaba Jimin para él.
—Te amo, Yoongi... —confesó el rey cuando ya no pudo más con el peso de sus sentimientos —. Te amo tanto que duele mil infiernos. Tanto que...
—Jimin...
—No, déjame —lo calló, poniendo sus temblorosos dedos sobre los labios partidos del lobo. Y aunque por primera vez quiso desobedecer, Yoongi lo dejó continuar, mientras secaba las lágrimas de sus mejillas.
Park lo miró directo a los ojos y otra lágrima cayó cuando los vio a ambos el primer día en que se conocieron. Un niño más feliz que el otro por tener su primer amigo. Un cachorro asustadizo que no hacía más que ocultarse tras las piernas de su padre y correr lejos de sus brazos cuando intentaba atraparlo. Si tan solo alguien le hubiera dicho que desde ese momento tendría los días contados... Si tan solo alguien le hubiera advertido que no tenía que enamorarse de aquel que lo llevaría a su propia muerte...
No. Para Park no existían los "si tan solo...", porque él más que nadie, sabía que elegiría una y mil veces contradecir y desafiar al destino, solo para amar a ese lobo una vez más.
—Mira lo que me hiciste. Un rey mostrándose débil, quien lo creería —bromeó cuando ya no pudo contener su dolor. Simplemente dejó que las lágrimas cayeran, bañando su rostro, deseando que al menos así su corazón dejara de sentir tanto pesar —. Tú, Park Yoongi... te convertiste en mi mayor debilidad —confesó, sonriendo con los ojos cerrados —. ¿También lo sientes?
Al igual que el otro, Yoongi apretó sus ojos, rozando apenas sus labios al momento de asentir.
—También te amo, Jimin. Tanto que...
—Moriría por ti —completó el mayor como si fueran uno solo, sonriendo todavía sin regresarse la mirada. Ambos se negaban a abrir los ojos y aceptar ese cruel destino que no los quería juntos. Una vez más, ambos tenían que perder su hogar para vivir.
—Hagas lo que hagas, jamás sacrifiques tu corazón. No por mí, Jimin—suplicó el lobo como si esas cortas palabras cargaran más que una prueba de amor. Jimin sonrió, abriendo sus ojos al fin, dejando que estos grabasen aquellos suaves labios en su memoria como si no fuera a sentirlos nunca más.
—Tú eres mi corazón, Yoongi —confesó sobre sus labios —. Tú eres todo lo que soy y lo que tengo.
«—Jimin tenemos que regresar a Goguryeo. Los soldados del norte te darán el apoyo para contener a Seokjin y a esos lobos hasta conseguir más aliados.
—No dejaré a Yoongi aquí.
—¡Pero está con los suyos ahora! ¡Tú tienes un deber y él el suyo!»
—Una última vez... por favor, ámame como solo tú sabes hacerlo —pidió el rey, sintiendo al lobo gruñir antes de que sus labios fueran devorados de nuevo. Ninguno querría que aquello sonara como una despedida, pero ahora sus mundos reclamaban por ellos y debían cumplir con el deber que se les fue impuesto. Si ambos sobrevivieron tantos años, fue porque tenían que encontrarse en un momento de sus vidas y aprender del otro todo lo que valía la pena proteger.
Todo por lo que valía la pena luchar.
Park apretó sus ojos una vez más cuando sus orbes se convirtieron en lagunas de agonía. Cada palabra de Yoongi, cada te amo que le profesaba al tiempo que sus labios tallaban su amor sobre su piel, era un disparo sobre su pecho, donde las flechas dejaban ir un veneno todavía más letal que el de una serpiente. El veneno de un adiós.
«—Pulgosa... ¿Tú tienes compañero?
—Sí.
—¿Y lo amas?
—... tanto como para hacer lo mismo que estás pensando.»
—Te amo tanto, mi cachorro —sonrió, acariciando dulcemente los cabellos negros del lobo cuando este sollozó sobre su pecho. Era la primera vez que sus cuerpos se amaban entre lágrimas y dolor y, aun así, Jimin no le permitió al otro rehuir de su toque. Antes de perderlo, lo abrazó por los hombros y enterró sus dedos en la espesa mata oscura negándose a dejarlo ir. Ese lobo era suyo y nadie iba a quitárselo.
—No quiero lastimarte.
—Calla. No lo harás —le susurró con seguridad, mordiendo sus labios, cuando sus caderas chocaron tan duramente —. Sé que nunca me lastimarás...
Yoongi negó sin decir palabras. A diferencia de Jimin, él sentía lo que su lobo pedía al tener al mayor entre sus brazos. Su pecho retumbaba con cada caricia, sus colmillos picaban para salir y marcar esa tersa piel, todo en él le pedía hacerle el amor a ese hombre como tantas veces se lo había hecho, grabando su esencia tanto en sus huesos como en su piel, hasta el punto de sentir que al fin lo aceptaba como su compañero.
—Hazme el amor —repitió Jimin, cuando el pelinegro solo permaneció inmóvil, perdido en su cálida mirada —. No me hagas rogarte, lobo tonto —pronunció, acariciando sus mejillas con tanto amor, que al pelinegro no le quedó más que ceder a lo inevitable.
Aunque el miedo no abandonó sus pensamientos, ambos se amaron entre besos y caricias. Sus manos, desesperadas, buscaron rozar más de la piel del otro y sus labios lucharon por reinar en la boca de su compañero al paso de cada chasquido. Sus cuerpos parecían el de dos simples amantes desesperados cuando el calor y el deseo comenzó a gobernar sus razones. No eran un lobo y un rey, solo Yoongi y Jimin.
Aun así, lucharon con sus ansias para hacer eterno el momento. Cada caricia la convertían en una tortura, como si quisieran burlarse de su amado.
Así era como ellos sabían amar, llevando al límite al otro hasta que solo su nombre fuera pronunciado por sus labios. Hasta que solo fueran ellos y nadie más.
Dicen que uno solo conoce el amor una vez en la vida. Algunos mientras ríen con sus padres, otros mientras abrazan a una mascota; por qué no, con la compañía de un querido amigo, incluso también en uno mismo. Pero aquellos que conocen el amor en los brazos de otro... aquellos que amándose en cuerpo y alma sienten por primera vez lo que es ser querido, sin duda son los más afortunados. Porque solo esa persona, ese ser, los amará como ni siquiera a veces uno mismo logra amarse. Y aunque no sea eterno, es verdadero.
Jimin jadeó, tirando su cabeza hacia atrás cuando Yoongi comenzó a empujar en su interior y sonrió, acariciando la mata de cabellos que cosquilleaba en su barbilla. Cada roce, cada empuje en él, parecía traer consigo todos aquellos momentos que vivieron juntos. Todas aquellas veces que incluso sin saberlo, Jimin fue amado. Y ahora, aunque las lágrimas no pararan de caer, Jimin sonreía. Incluso si al día siguiente él ya no fuera lo que es, no dejaría de sonreír.
Porque entre esos brazos era feliz.
Ya esperándolas, una pequeña risa brotó entre sus jadeos cuando filosas garras cuidaban de no enterrarse en su piel, cosquilleando en el proceso. Podía sentir a Yoongi luchando con su propio lobo para no dejarse dominar. Pero justo ahora, era eso lo que Jimin necesitaba si pretendía que Yoongi tomara todo de él.
—Muérdeme, Yoongi —pidió, provocando que el menor se detuviera. Y aunque Park no le permitió alejarse de su cuerpo, Yoongi rehuyó de su boca cuando Jimin buscó besarlo —. Soy tu compañero. ¿Vas a rechazarme? —preguntó, sabiendo bien donde atacar.
—No —espetó el lobo, dejando que por unos segundos sus ojos refulgieran en oro.
—Entonces muérdeme.
—No voy a lastimarte. No voy a perderte.
—Y no lo harás —prometió el mayor, acariciando sus mejillas con amor cuando contempló sus orbes brillar de nuevo —. Porque me amas... porque soy tuyo... porque te amo...
—Jimin...
—Sí... ese soy yo —sonrió el mayor —. Y tú eres Yoongi... mi cachorro.
Yoongi apretó sus labios hasta llegar a lastimarse a sí mismo cuando Jimin pronunció las mismas palabras que hace mucho tiempo marcaron el inicio de aquello que tenían sin siquiera darle un nombre. Su boca no perdió otro segundo en buscar la de su amante y su conciencia poco a poco comenzó a perderse en una bruma de deseo y desesperación, hipnotizado con el eterno juramento de su compañero. Lo amaba. Jodidamente lo amaba como jamás supo hacerlo. Incluso su lobo se lo gritaba, ambos jurando por sus vidas que jamás lo lastimarían.
Ambos se sostuvieron con miedo y amor cuando los dientes de Yoongi rozaron la piel del cuello del rey. Una mordida podía ser entregada donde quisieran y el lobo, quien decidía ahora, sabía que no existía mejor lugar para presumir su unión.
—Muerde...
—Mío.
—Siempre tuyo —susurró Jimin y ahogó un duro gemido en su mano, cuando Yoongi lo mordió al mismo tiempo en el que sus cuerpos alcanzaron la liberación.
«Kystral... no permitas que nadie más que él me mate si me transformo en...
—Rey...
—Promételo.
—No sea un bastardo egoísta. Eso lo destrozaría.
—Pero ver a alguien más hacerlo, también. Así que debe ser él.
—Está bien... lo prometo.
Yoongi desenterró sus dientes de su cuello y jadeó con horror cuando su lobo le regresó el control sobre sus actos. Sus ojos no tardaron en llenarse de lágrimas y sus manos temblaron entre cada «no» cuando las deslizó hasta los hombros de su compañero.
Su compañero... Lo había mordido... Por todos los infiernos, lo había mordido y aun así... Jimin seguía allí, con él, sonriéndole hermosamente.
—Nada pasó —susurró Yoongi, terriblemente agotado, al tiempo que sus parpados dejaron ir la humedad de sus ojos. El mayor tampoco podía creérselo y aunque su cuello todavía palpitaba de dolor, su corazón al fin comenzó a sentirse tranquilo, latiendo en una bella sincronía con el de su lobo.
—Nada pasó —repitió Jimin, riendo cuando Yoongi dejó caer todo su peso sobre él para abrazarlo con fuerza. Una vez más, no pudo resistirse a buscar sus labios para susurrarle miles de «te amo» antes de que la noche cayera sobre ellos. Si el destino parecía estar dándole una oportunidad para amar, Park quería asegurarse de no perderse ningún segundo.
—Te amo tanto —juró Yoongi sobre sus labios, todavía temblando de miedo. Cuando se apartaron, Jimin contempló en esos bellos orbes azules, una chispa dorada que centellaba en el centro, como si su lobo también estuviera presente; confesándose al mismo tiempo que su parte humana.
Jimin sonrió feliz, dejando que el menor los hiciera rodar sobre sus costados para acunarlo entre sus brazos como si buscara protegerlo. Solo con escuchar esas cortas palabras, su corazón volvía a retumbar con fuerza, sintiéndose inmensamente feliz.
«Te amo tanto»
—Es bueno saberlo... compañero —pronunció, contemplando sus manos entrelazadas. Sonrió más cuando una idea cruzó su mente. Entonces Yoongi lo miró sobre su hombro cuando sintió que el mayor dejaba algo en su dedo anular.
—La sortija de tu padre... —susurró, mirando a los ojos de su compañero entre cohibido y sorprendido. Aquella joya de jade y oro que Jimin cuidó por tantos años como el único recuerdo de su padre, ahora descansaba en su dedo.
—A partir de hoy, esta será tu nueva correa, lobo tonto.
—Me gustaba más cuando me decías cachorro —renegó Yoongi, sin siquiera poder sentirse molesto. La felicidad y la dicha que sentía en esos momentos, se lo impedían.
—Pero ya no lo eres... —confesó Jimin, viéndolo a los ojos —... alfa líder.
Lloré sangre y brillitos escribiendo este capítulo :') Espero lo hayan disfrutado.
Acá les dejo el anillo que le dio Jimin a Yoongi ;-; ❤️
Ahora sí, gente HAGAN SUS APUESTAS
\(*^*)/
📍Jimin resiste a la marca y todos estuvieron haciendo drama por nada 👀
📍Jimin se transforma en un lobito como Yoongi 🐺❤️
📍Jimin se transforma en un monstruo 😱
📍Jimin se muere y Yoongi enloquece, y termina matando a todos, lo que nos daría un final en el siguiente capítulo 😔🙏🏻
Nina Glastor🖤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro