⚜Capítulo XIX⚜
La noche se sentía tan silenciosa, viéndola desde lo alto de aquella torre. La tierra árida todavía se veía algo húmeda luego de la pequeña lluvia que había caído, y el cielo continuaba percibiéndose tormentoso. Y, aun así, esa parecía ser la vista más magnífica para aquel rey.
Jimin sonrió y acomodó mejor las telas sueltas que traía sobre sus hombros, disfrutando de la suave brisa helada. En el horizonte todo era sombras, misteriosamente, provocando que el hombre se sintiera más en paz.
Si tan solo pudiera contemplar esa vista eternamente, sin tener que preocuparse por sus deberes como rey.
—¿Vas a quedarte ahí sin decir nada, pulgosa? —habló Jimin al fin, mirando por sobre su hombro, ganándose un resoplido de la loba. Krystal ni siquiera se sorprendió por haber sido descubierta. Ese hombre desprendía astucia por cada poro de su cuerpo. No creía que fuera capaz de conservar el trono por tantos años, solo por ser el hijo legítimo del anterior rey. Y, sabiendo todo eso, la mujer todavía se preguntaba...
—¿Por qué?
—Porque lo amo —respondió Jimin con simpleza, sonriendo cuando la vio avanzar hasta él, recostando sus caderas contra el borde de los barandales.
Krystal lo miró a los ojos, que parecían brillar más que nunca. Enfocó en su sonrisa cargada de paz y felicidad, y continuó bajando hasta que sus ojos se detuvieron en la marca que llevaba en el cuello. La mordedura parecía haber cicatrizado muy rápido, gracias a la sangre que corre por sus venas, pero la misma maldición que él portaba, estaba ayudando a que el veneno se expandiera con mayor rapidez.
La loba apretó sus manos en puños y luego acercó una de estas hasta el hombro del rey.
—Su sangre parece estarse pudriendo —susurró, señalándole a Jimin lo mismo que ella estaba viendo.
Quizás el hombre no era capaz de verse la mordedura que Yoongi le había dejado en el cuello, pero sí podía apreciar las marcas negras que brotaban de ella, como si fueran raíces, extendiéndose por su hombro y brazo izquierdo.
—¿Duele?
—Como el infierno —rio Jimin, haciendo que la otra frunciera el ceño al verlo allí como si nada. El humano se veía tan estable que cualquiera podría dudar de sus palabras —. Pero, aun así, no me arrepiento de ser parte de este vínculo —murmuró de forma sincera.
Krystal todavía se seguía preguntando los motivos por los cuales un humano entregaría su vida por un lobo. Su madre, Namjoon, ella e incluso muchos otros lobos y lobas que escucharon la noticia sobre el primer alfa que eligió como compañero a un humano, ya se habían resignado a la idea de que Yoongi completara su ciclo de líder. Pero ahora estaba allí, parada frente al mismo hombre que le pedía proteger a su compañero porque no quería enterarse de que su sacrificio había sido en vano.
Sin duda el amor volvía tonto a los humanos.
—Él tiene que vengar a su familia y asesinar a ese lobo para frenar esta guerra eterna entre los de su especie —aseguró Jimin y Krystal entendió que le estaba confesando los motivos por los cuales le permitió a Yoongi marcarlo —. Me dijiste que el instinto protector no despertaría en él si su ciclo de alfa no se completaba. Tampoco su fuerza y capacidad de curación se incrementarían. Lo amo. Y por eso quiero que él viva para proteger a los suyos.
—¿Y qué pasará con usted?
Jimin sonrió, contemplando a Krystal como si se tratara de una niña. La loba no iba a negar que se sintió algo rara por esa mirada tan fraternal.
—Mi destino está viniendo por mí —alegó Park, señalando el horizonte lleno de luces.
En cuanto los ojos de la loba enfocaron las luces, su sangre se heló y retrocedió, tomando el catalejo del mástil para ver más allá. Hombres a caballo y a pie, portando antorchas, siendo guiados en su camino por los lobos pardos, y frente a ellos, liderándolos, se encontraban los Jeon y el rey de Baekje.
—Por la luna. ¡¿Sabía que ellos...?!
—Sabía que Seokjin no descansaría hasta tener mi cabeza —rio sin gracia y acomodó bien sus prendas, a pesar de que el dolor de su hombro era insoportable —. Iré al frente con mis hombres todo lo que pueda resistir, Krystal. Dile a tu pareja que no permita que nada le pase a Yoongi hasta que él termine de sanar por completo.
Jimin ni siquiera esperó respuesta cuando comenzó a bajar las escaleras, de nuevo al interior del refugio. Tenía que ir por Jackson y Aron para que prepararan al resto.
—¡¿Qué pasa si él quiere ir por usted?! —cuestionó la loba, casi pisándole los talones al rey para ir también por su escuadrón.
Jimin abrió su boca para decirle que no debía permitir eso y entonces la mordida ardió, obligándolo a apretar los ojos y tragarse un quejido.
—Si algo le pasa a mi cachorro... todos pagarán —sentenció sin mirarla, apresurando su camino, dejando a la loba atrás, enteramente confundida por sus palabras.
—Está comenzando... —susurró entonces la mujer, viendo la espalda de aquel hombre con aflicción. Krystal conocía bien el destino de aquel hombre. Ningún humano jamás será capaz de resistir a la maldición.
—¡Mi señor, Baekje está usando catapultas para enviar proyectiles al refugio! ¡A este paso enterrarán vivos a los lobos! —gritó Jackson, luchando espalda con espalda junto al rey.
Jimin bufó, quitándose a un lobo pardo de encima antes de que lo mordiera y cortó el cuello de dos soldados de Shilla cuando estos también se fueron contra él. Qué tan optimista se creyó minutos atrás, cuando pensó que Taehyung no se metería. Su tonto hermano jamás aprendería a decirle que no al bastardo de Seokjin.
—¡Guía a unos pocos y desháganse de las catapultas! ¡Debemos proteger el refugio! —ordenó el rey, cuando vio la tercera bola de fuego pasar sobre sus cabezas. A ese paso no quedaría nada de Gaya y Park no iba a permitir que más inocentes murieran en vano.
En cuanto Jackson se alejó, el comandante Aron tomó su lugar para cubrir al rey. Sus fuerzas poco a poco se iban reduciendo, pero el número de enemigos parecía continuar incrementando con cada suspiro. Ambos no tardaron en maldecir cuando comprobaron que estaban perdiendo a muchos de los suyos.
—Mi señor... —soltó Aron cuando de la nada se vieron rodeados por un grupo de soldados con el escudo de Shilla.
—Si hemos de morir aquí, lo haremos con honor, comandante —aseguró el rey, sin siquiera meterle a la muerte segura. Estaba dispuesto a lanzarse contra los hombres y llevarse al menos a unos con él, antes de que alguien le arrebatara la vida.
De repente, el filo de una espada zumbó contra su oreja y Park maldijo, dando un salto hacia atrás para apartarse de aquel hombre.
—Esta vez no te me vas a escapar —escupió con odio, Seokjin, y el castaño sonrió de lado cuando el mayor volvió a acometer contra él —. ¡Ya muérete de una vez!
—¿Y perderme la diversión? —se burló el rey de Goguryeo, chocando espadas con el otro soberano. Sabía que Seokjin no era rival para él, pero disfrutaría jugar con el mayor antes de arrancarle la cabeza.
Pero entonces... algo pasó.
—¡Su alteza! —escuchó a alguien gritar a su alrededor, pero Jimin no pudo hacer más que dejar caer su espada y sostener su cabeza con ambas manos. Su vista se convirtió en una manta de puntos negros y su cerebro comenzó a palpitar tan fuerte, presionando contra su cráneo como si quisiera reventar. Junto a todo eso, su cuerpo ardió, como si tuviera mil brasas sobre él.
Entre la bruma, sus ojos le permitieron contemplar sus manos, viendo como sus venas se marcaban y ennegrecían hasta llegar a sus dedos. Su sangre parecía estarse pudriendo. Todo de él parecía estar corrompiéndose a causa de la marca que llevaba en el cuello y entonces un fuerte tirón en su pecho lo hizo gritar hasta desgarras su garganta.
A su alrededor, sus hombres luchaban, dándolo todo de ellos para protegerlo, sin saber lo que le estaba ocurriendo a su rey. Aron blandió su espada en contra de Seokjin y los pocos que todavía quedaban con vida, formaron un círculo alrededor de Park para resguardarlo. Nadie entendía lo que le ocurría, aunque Jimin creyó saberlo. Quizás esta sería su forma de morir. La marca estaba consumiéndolo.
En ese instante sintió un llamado.
Casi como si se tratara de un tétrico susurro, Park elevó la mirada al cielo y su boca se abrió sin dejar salir nada a causa de la opresión en su pecho.
La luna estaba allí, abriéndose paso entre las nubes como si quisiera contemplar su fin. Y de la nada, sintió fuego subir como lava y un agónico aullido brotó de lo más recóndito de su pecho.
Los hombres saltaron lejos de él, aterrorizados, y Jimin se dejó caer sobre sus rodillas cuando el dolor y el ardor viajó por todo su cuerpo. Un grito en forma de súplica rompió el silencio de sus labios y se dobló sobre sí mismo cuando sintió sus huesos romperse. ¿Acaso la marca lo destrozaría hasta hacerlo pesados? ¿Iba a morir allí, hecho trizas por su propia agonía?
La bruma de sus ojos se intensificó hasta dejarlo completamente en penumbras. El iris de sus ojos ya no existía. Todo era negro al igual que su cuerpo, siendo consumido por el veneno. Fue entonces cuando los hombres, alrededor de él, lo vieron crecer. El cuerpo del rey parecía estar cambiando, haciéndose más grande en brazos y piernas, su pecho se infló cada vez más y su piel continuó oscureciéndose hasta el punto de quedar recubierta por una áspera capa de... pelo.
Un nuevo aullido rompió el cielo y Park se irguió de golpe, guiado por una sed imposible de controlar. Sus ojos, completamente negros, brillaron filosos hasta ponerse amarillos y de sus manos, garras comenzaron a brotar, al mismo tiempo que su mandíbula se alargó hasta alcanzar una forma aterradora. Era un monstruo. Su cuerpo había tomado la forma de una bestia que no había sido nombrada jamás; ni siquiera en los cuentos de niños para asustarlos.
Era el monstruo que todos temían enfrentar.
—¿Qué infiernos...? —masculló Seokjin, sintiendo el sudor frío bajarle por la espina dorsal. Aquella cosa que veía ya no era su maldito medio hermano.
El pulso de Jimin comenzó a acelerarse cuando la desesperación lo invadió. Los hombres se habían alejado de él, rehuyendo incluso de su mirada. A lo lejos, otros tantos le apuntaban con flechas, al igual que en el frente que él estaba protegiendo hasta hace minutos atrás.
Y alguien más también en la distancia.
Su perfecta visión, increíblemente más desarrollada, le permitió ver a aquel que lo observaba desde aquella torre, donde sus miradas se trabaron por eternos segundos antes de que alguien lo atacara por la espalda.
Con una fuerza descomunal, rugió y levantó al hombre que le había clavado una espada en su hombro y lo separó del suelo, sosteniéndolo solo por el cuello. Lo observó retorcerse en su mano, incluso lágrimas comenzaron a bañar el rostro del hombre cuando él lo acercó a sus fauces y bufó sobre su rostro. Y entonces gritó. Les gritó a sus camaradas que lo ayudaran para que su rey lo soltara. Gritó tan fuerte que el monstruo incluso sintió sus tímpanos zumbar y no encontró mejor forma para hacerlo callar, que apretar sus garras hasta romper el frágil cuello.
Cuando más gritos comenzaron a oírse a su alrededor, la bestia en la que se había transformado se tensó y el miedo lo invadió, apagando por completo su razón. Debía protegerse. Todos esos ojos que lo observaban querían lastimarlo, y por eso, él tenía que acabar con ellos antes de que alguno lograra ponerle un dedo encima. La bestia presentía que ya ninguno era su aliado.
—¡Yoongi no! —gritó Namjoon, cuando su hermano se precipitó a saltar de lo alto de aquella torre y cambió en el proceso para caer sobre sus cuatro patas.
Era él. Yoongi lo había reconocido y su lobo se lo confirmó cuando sus miradas se cruzaron. Ahora no podía hacer nada más que cuestionarse qué le había hecho al hombre que amaba, mientras se abría paso entre los lobos y humanos para llegar hasta él. Si no hacía algo, si no lo detenía... Jimin mataría a todos sin excepción.
Un mar de alaridos rodeó a la bestia que comenzó a atacar a todos. Ni importaba la procedencia o la lealtad de los hombres y lobos. En ese momento, todos eran sus enemigos y así lo sentenció cuando sus garras se enterraron en la garganta del comandante Aron, apartándolo de su camino como si se tratara de un muñeco de trapo.
Seokjin todavía temblaba a causa de la impresión, pero, aun así, no dudó en levantar su espada cuando esa... bestia, se fue contra él. Muchos de sus soldados trataron de protegerlo, pero con la misma rapidez que se defendía del filo de su espada, Park se quitaba a todos de encima, evidenciando la descomunal fuera que poseía.
—Esto no puede ser real... —soltó Seokjin cuando, lo que alguna vez fue su medio hermano, comenzó a rodearlo como a su presa. Pensó que ese sería su fin cuando blandió su espada, pero, de un manotazo, el monstruo la mandó lejos. Ni siquiera reconocía en él algo de la esencia de Park. Esa cosa solo era una bestia sedienta de sangre... y él tenía que asesinarlo.
En un último esfuerzo, Seokjin sacó una daga de su cinturón y se la enterró en el pecho a la bestia, haciéndolo rugir de dolor. Por detrás del monstruo apareció su hermano, suplicándole que no lo lastimara, pero Seokjin no escuchó y desenterró su arma, para volver a apuñalar a Jimin.
Él tuvo la oportunidad de huir como el cobarde que era y por soberbia y heroísmo, halló su propio fin.
—¡No! —gritó Taehyung, cuando vio a su hermano mayor escupir sangre. Jimin le había enterrado sus garras en el vientre sin siquiera bacilar. Negra sangre caía a borbotones y poco a poco el rey de Baekje comenzaba a perder color. Taehyung corrió a sostenerlo cuando fue arrojado al suelo y lo sostuvo contra su pecho, suplicándole que resistiera.
Más hombres y lobos fueron asesinados cuando se interpusieron en el camino de la bestia, que también quiso asesinarlo. Taehyung no hacía más que ver todo desde el suelo, paralizado, sosteniendo el cuerpo sin vida de su hermano, contemplando la forma despiadada en la que Jimin les arrebataba la vida a muchos.
¿Qué había hecho su hermano para convertirse en eso?
Se preguntó si ese también sería su fin cuando cruzó miradas con Jimin y éste se volvió contra él, avanzando como un depredador hacia su presa. Pero entonces alguien más se interpuso para protegerlo.
—¿T-Tú? —murmuró el rey de Shilla, sin obtener respuesta.
El gran lobo negro frente a él le ladró a la bestia y Jimin frenó sobre sus pasos cuando ese animal le transmitió algo más que temor o desprecio. Todos lo vieron cambiar. El mundo pareció detenerse en el momento en que el lobo se paró frente al monstruo en su forma humana y le pidió que se detuviera.
—Este no eres tú —susurró Yoongi, queriendo acercarse, pero lo único que logró, fue que Jimin retrocediera dos pasos y gruñera. Él no iba a confiar. Ni siquiera reconocía al lobo, no pensaba confiar —. Jimin, este no eres tú —habló una vez más —, deja... deja que te ayude.
Park enseñó los dientes una vez más y aulló a la luna cuando su corazón comenzó a retumbar violentamente de nuevo. Tenía que huir. Si lo atrapaban sabía que iban a matarlo. Todos eran sus enemigos.
—¡Jimin escúchame! —espetó esta vez Yoongi, dejando que su potente voz de alfa surgiera. Pero nada pasó. La bestia continuó retrocediendo, y cuando Yoongi estuvo dispuesto a acercarse una vez más, Jimin lanzó un zarpazo contra él para que se alejara —. Soy yo... Yoongi. Tu compañero... —murmuró dolido cuando el otro volvió a retroceder. Lo vio tensarse cuando le regresó la mirada una vez más y algo pareció brillar en los ojos de la bestia antes de que se pusiera en sus cuatro patas para acometer contra él. Yoongi cambió solo para protegerse del imparto, pero en cuanto no sintió el golpe, supo que la carrera de Jimin no fue dirigida a él.
Miró detrás de sí y vio como su compañero se abría camino entre los enemigos, solo con el objetivo de llegar al bosque.
¿Él... iba a dejarlo ir?
«Yo... le arrebaté su humanidad» pensó el lobo, bajando su mirada para contemplar al humano que lloraba sobre el cuerpo de su hermano. Él convirtió en un monstruo al amor de su vida y, aun así, no fue tras él. No podía abandonar a su manada ahora que su propio compañero era un peligro para todos.
Yoongi levantó la mirada cuando a lo lejos sintió que alguien más lo observaba. Alguien que sonreía cínicamente, disfrutando cada segundo de ese momento, como si muchos de los suyos no hubieran muerto. El lobo negro no supo por qué, pero un mal presentimiento le advirtió que las cosas cambiarían a partir de ese momento...
Y no para bien.
Ahora sí se fue todo a la mierda :')
Dos actualizaciones en la misma semana, merezco un premio xD
Ahora sí, el siguiente lo subo cuando el capítulo tenga 500 votos, 250 comentarios y me envíen por correo Argentino el autógrafo de Stephen King, más un celular Samsung Galaxy S20 edición BTS. Sino se chingan :(
Nina Glastor 🖤
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