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⚜Capítulo XII⚜

—Líder —habló alguien a espaldas del hombre, y este se giró, dejando de contemplar el valle que se encontraba bajo su absoluto dominio. Una de sus cejas se elevó, despectivamente, cuando encontró a su hija menor allí y sin intenciones de prestarle mucha atención, regresó la vista hacia el paisaje cubierto de blanco y verde.

—Habla, L.

—J envió un mensaje —comenzó diciendo, a medida que desdoblaba la carta que le había enviado su hermano mayor —. Logró poner de su lado el rey de Baekje. Dice que el hombre está bastante desquiciado y por eso fue fácil manipularlo. Al parecer su odio hacia su hermano, el rey Park, es mucho mayor que la duda de pensar por qué de la nada aparece un lobo, ofreciendo la ayuda de los suyos en una guerra que no le concierne. Aunque también J aclaró en la carta que el rey de Shilla no confía del todo en él, pero tampoco es un problema porque quien parece dar las ordenes es el mayor se los Ki-

—Ve directo al grano —gruñó el hombre, cuando tanto parloteo comenzó a aturdirlo. No entendía por qué su hija tenía que ser tan insoportable.

La joven de liso y castaño cabello carraspeó y bajó la mirada, algo avergonzada. Siempre se dejaba llevar, pensando que, por ser su padre, el lobo querría escucharla. Que equivocada estaba. Al igual que el resto de la manada e incluso todo el clan, el líder la despreciaba. Todo por haber nacido mujer, siendo la hija del alfa.

—J dice que esperan nuestro apoyo para dentro de tres días. Atacarán la segunda capital de Goguryeo y quieren que los nuestros estén en el frente.

—Bien —sonrió el líder, poniéndose en marcha sin siquiera agradecerle por el informe a su hija. En lo único que podía pensar aquel hombre lobo, era en que, esta vez, no se le escaparía el heredero de Ciel.

—Por fin podré reunirte con otro de tus cachorros, querida mía —sonrió de forma perversa dispuesto a asesinar con sus propias garras a aquel lobo negro.

Sin más dilaciones, de un salto, cambió a su forma animal, convirtiéndose en una gran bestia de pelaje marrón, y gris en algunas partes. Un lobo con muchas batallas sobre el lomo, a ojos de todos. Cuanto antes debía bajar de esa ladera y reunirse con su manada. Al fin era momento de atacar a ese rey que protegía a su presa y acabar con la vida del último lobo que podía quitarle su posición. Una vez el lobo negro muerto, el sur sería su último objetivo y entonces, Los tres reinos estarían bajo su poder. Los lobos ya no tendrían que vivir nunca más bajo la sombra de los simples humanos.  

—¡Mi rey, nos atacan! —entró gritando uno de los centinelas, sin siquiera importarle no haber tenido la autorización del rey.

Jimin inmediatamente se puso de pie y todos los hombres, que se encontraban alrededor de la larga mesa, le siguieron. Ninguno esperaba que Kim actuara tan pronto, pero estaban dispuestos a dar pelea con tal de proteger al reino y a su rey. Solo necesitaban que el soberano diera las órdenes para actuar.

Kwak y Choi fueron los primeros en moverse, desplegando sus tropas por el pueblo, donde civiles estaban siendo atacados. Grande fue la sorpresa del general de las fuerzas cuando él y sus hombres se toparon con animales, en lugar de guerreros. Lobos pardos estaban atacando y enfrentando a sus hombres. Aunque no lobos comunes. Esas criaturas casi doblaban el tamaño de un cánido normal y, en sus lomos, portaban una especie de protección para cubrir sus puntos vitales. Automáticamente, el general pensó en el lobo del rey. Estas bestias eran iguales a Yoongi.

Mientras Choi y sus hombres, evacuaban a los últimos civiles, Kwak realizaba una formación de defensa con sus guerreros, para impedir que los lobos continuaran avanzando hacia el palacio. Al frente de sus enemigos, quienes parecían dar las órdenes y liderar al resto, había dos lobos pardos, quizás un macho y una hembra, teniendo en cuenta la diferencia de tamaños. Perfectamente organizados, estos desplegaban a los suyos para rodear a los soldados. La ventaja de los guerreros eran sus espadas y flechas. Su desventaja era que no se consideraban rivales para la agresividad y velocidad de esos animales. Por eso mismo, Kwak no había dudado en enviar a uno de sus hombres con un mensaje para su rey. Si esos lobos lograban avanzar hasta el palacio, nadie podría proteger a su alteza.

En el palacio, la situación era igual de desesperante que en las fronteras del pueblo, porque los lobos no solo ingresaron por el sur, sino que también estaban llegando del norte y el oeste. Ciervos y doncellas corrían de aquí para allá para protegerse, mientras guardias y guerreros luchaban para contener a los enemigos. Tropas enteras fueron desplegadas en las grandes puertas del palacio para proteger a los ciudadanos que estaban siendo resguardados del peligro. En el interior e incluso en la recamara del rey, también se encontraban escoltas, protegiendo al hombre que se había negado a abandonar a su reino, para ponerse a salvo en el bunker secreto del palacio.

Park estaba igual de dispuesto a luchar.

Observando todo desde su balcón, siendo testigo de los gritos y súplicas de los caídos, el rey divisó a una gran manada de más de sesenta lobos, que se dispersaban por su reino. Era consiente de que no tardarían mucho en irrumpir en el palacio.

—Vienen por mí —susurró Yoongi a su lado, pero Park ni siquiera lo miró.

Después de lo que su cachorro le había contado, de la carta, la amenaza, del sueño... él sabía que no tardarían en venir por él. Lo peor de todo era que esos lobos no eran aliados, sino enemigos, y lo único que querían, era ver muerto al último alfa del clan del este.

Era una lástima que esos animales no supieran de lo que ese rey era capaz.

—Cachorro —Yoongi miró al rey y abrió sus ojos con sorpresa cuando éste se acercó peligrosamente a él. Sus centinelas los observaban y su corazón no dejaba de latir violentamente por la cercanía del soberano, a quien parecía no importarle que otros los vean unir sus frentes y susurrarse palabras de aliento.

Antes de que el lobo negro se diera cuenta, su nuevo bozal ya había sido removido. El rey lo hizo elevar su mentón para que lo mirara a los ojos y le sonrió, acariciando sus labios, tentadoramente, con uno de sus pulgares.

—Muerde, desgarra, y asesina a cualquiera que quiera hacerte daño. Es una orden.

Yoongi asintió casi hipnotizado por esos ojos chocolates y por un segundo se tentó a ronronear de gusto cuando el mayor acarició sus cabellos. Sus garras pronto se hicieron visibles cuando los gritos comenzaron a oírse en el palacio. Jimin miró a sus centinelas prepararse para defender y sonrió, aprovechando el momento para robarle un beso a su cachorro.

—Para la suerte —bromeó cuando Yoongi lo miró perplejo y, en cuanto las puertas de la antesala se abrieron con un fuerte embiste, Park desenfundó su espada. Él no iba a ser el tipo de soberano que se ocultaba mientras los suyos daban la vida.

Sin compasión ni pizca de piedad, Jimin gritó ordenando que asesinaran a todos. No importaba si tenían que cortarles la cabeza, quería a todos los lobos pardos muertos.

—A mi cachorro le encantará tener una manta con todos sus pelajes —soltó el rey con sorna y apuñaló a un lobo, abriéndolo al medio, para luego, en un rápido movimiento, desenterrar la espada del animal y girarse para apuñalar a otro que tenía la intensión de saltar sobre él.

No muy lejos del soberano, Yoongi, ya en su forma animal, atacaba sin compasión, protegiendo al rey y a los otros humanos, además de a sí mismo. Su lado salvaje gruñía enfurecido cada vez que un lobo intentaba atacar a su amo, pero a los pocos segundos rugía de gusto al ver que Jimin lograba protegerse. Su compañero sin duda era fuerte.

¿... compañero?

En ese segundo de distracción, todo pareció pasar en cámara lenta frente a los ojos del hombre lobo. Yoongi quedó totalmente petrificado viendo al hombre de castaños cabellos, luchar junto a los hombres que parecían estar dispuestos a dar sus vidas por él. Tan imponente, tan valiente, Jimin parecía danzar en medio de aquella batalla de espadas y garras, derribando a todos sus enemigos con una radiante sonrisa en sus labios. Tan perfecto como solo él podría serlo, su rey... su compañero.

Su lado animal resolvió aquello sin siquiera cuestionárselo, como si no hubiera dudas en su corazón.

Y ahora era cuando Yoongi al fin podía darle un nombre a aquella fuerte opresión en su pecho, cada que su amo le sonreía o cuando lo besaba, incluso cuando insinuaba quererlo. Todavía más entendía ese fuego que crecía en su interior, solo con el roce de sus manos sobre aquel cuerpo. Su lobo había elegido a Jimin como su compañero. Solo suyo...

—¡Yoongi-ssi! —gritó uno de los centinelas cuando un lobo pardo lo estampó contra el suelo. Los colmillos pronto apretaron alrededor del cuello del lobo negro, pero no perforaron la carne. Los ojos del animal, estaban fijos en el rey, quien giró su vista, horrorizado, cuando escuchó el grito. Era una clara advertencia. Si no bajaban las armas, lo mataría.

—Baje la espada, su alteza. No querrá que su mascota muera por su imprudencia ¿o sí? —habló alguien a espaldas de Park, de pie en la puerta de la antesala, sonando más risueño que amenazante. Jimin no dudó en hacerle frente y entonces recordó al hombre de aquella vez.

«El lobo que me atacó... es uno de mis hermanos»

Los mismos ojos azules que su cachorro. El mismo cabello negro y rizado. La misma sonrisa traviesa, que a ese sujeto solo lo hacía ver todavía más petulante. Los demás lobos que seguían vivos también comenzaron a cambiar a su alrededor, haciendo que el rey notara rápidamente las diferencias con el que parecía liderarlos. Sin duda ese joven era un lobo negro. Un lobo del Este como su cachorro.

Park dejó caer su espada sin pensarlo demasiado y, al mismo tiempo, el lobo pardo se apartó de Yoongi, dejándolo cambiar a su forma humana. La desnudez de aquellos hombres y mujeres era lo menos que importaba en una situación así. Park sabía que un diálogo solo traía engaños.

—Seré breve. Sé que no quiere que su pueblo muera bajo nuestras garras, rey Park. Y como buen rey sensato que es, nos dará lo que queremos para marcharnos pacíficamente —volvió a hablar el pelinegro, viendo de reojo y con una socarrona sonrisa, a Yoongi.

­—También puedo degollarlos a todos —amenazó Park, sin que siquiera le temblara la voz. No era ningún tonto. Sabía muy bien lo que sus enemigos pedirían a cambio de paz.

—¿Es tan inepto como para poner la vida de sus hombres en peligro? ¿Sacrificará a cientos, solo por un lobo?

Jimin miró a sus centinelas que seguían empuñando sus armas. Todos en guardia y firmes, esperando por sus órdenes, todos dispuestos a dar su vida por él. Sin protestas o dudas, todos le eran fiel a su rey y ninguno parecía querer retroceder.

Claro que Jimin también iba a luchar sin ceder.

—Tendré que cambiar mi estrategia entonces —bufó decepcionado el pelinegro y en un rápido movimiento, el brazo de otro hombre rodeó el cuello del rey, apretándolo contra su cuerpo mientras el resto de lobos volvía a cambiar a su forma animal.

—Ni un paso, o su rey morirá —amenazó B, haciendo sonreír a su hermano menor.

Los centinelas se tensaron cuando una de las garras del hombre lobo perforó la piel del rey, dejando que un fino hilo de sangre corriera por su cuello. Sin dejarse vencer por el miedo, lo único que preocupó a Jimin fue encontrar a su cachorro entre todas aquellas miradas. Solo quería que él estuviera bien. Quería que lo viera a los ojos para decirle que no cediera. Él era el rey de toda Goguryeo y no se dejaría asesinar por un simple lobo.

—Te dije que vendría por ti, lobito —habló J, cuando Yoongi se abrió paso entre los guardias del rey —. No le haremos daño a tu rey si te calmas —amenazó, en cuanto los ojos amarillos del otro resplandecieron en su rostro.

Yoongi apretó sus puños, clavando sus propias garras en sus palmas y sus ojos buscaron, una vez más, los de su rey. Lo único que necesitaba era ver terror en esos ojos para no dejar a nadie con vida. Todos pagarían... Pero Jimin no temía por su vida. Podía sentir como el mayor temía por él más que cualquier otra cosa. Parecía no querer perderlo y eso solo lo hizo sentirse todavía más orgulloso de aquel hombre.

—Ven con nosotros y nadie más morirá —habló el lobo pardo esta vez. Aquel que sostenía a su amo. Sus hombros eran anchos y su cabello era una mezcla entre gris y castaño. Una pequeña cicatriz partía una de sus cejas, haciéndolo ver más intimidante.

—Tu rey no tiene que pagar el precio de tu existencia —susurró detrás del pelinegro una suave y femenina voz. Poco a poco la joven fue avanzando hasta detenerse frente a Yoongi —. Ven con nosotros y el vivirá —prometió, tendiéndole una mano.

—¡Yoongi ni se te ocurra escucharlos! —gritó Jimin, perdiendo por primera vez los estribos, y las garras del lobo que lo sostenía, no tardaron en volver a presionar contra su cuello. Solo con oler su sangre, la bestia de Yoongi rugió en su pecho y sus ojos brillaron todavía más —. Cachorro... no.

—Podrías matarnos a todos si quisieras —aseguró el risueño pelinegro que lo observaba a la distancia —, pero no llegarás a mi hermano antes de que él se lleve la vida de tu rey —sentenció, totalmente convencido —. Ven con nosotros si quieres que viva.

Jimin negó y los ojos de Yoongi no tardaron en ablandarse cuando procesó esas palabras. El lobo tenía razón. Resistirse no era una opción para él, si era la vida de su compañero la que se encontraba en peligro. Su vista no tardó en perderse en la mano extendida que todavía le ofrecía la castaña frente a él.

—Yoongi, no lo hagas.

—Lo siento... amo.

—¡No!

Antes de que Jimin pudiera decir más, el lobo pardo lo arrojó lejos en un gran impulso y los tres hermanos cambiaron junto con su prisionero que aceptaba irse por voluntad propia. Los centinelas lucharon con algunos pocos, tratando de impedir que se llevaran a Yoongi, pero poco lograron cuando los lobos huyeron fuera de su alcance.

Chen, uno de los más fieles hombres, se acercó rápidamente al rey para ayudarlo a ponerse de pie, y lo revisó superficialmente para asegurarse de que no tuviera heridas graves. Aunque poca respuesta tuvo el guardia cuando le preguntó al soberano si se encontraba bien. Claro que no se encontraba bien. La mente de Jimin parecía haberse perdido en un limbo turbulento, al mismo tiempo que todo su cuerpo comenzó a temblar.

Yoongi... ¿Él de verdad se había ido con esos lobos? ¿Él...realmente, lo había desobedecido?  


Para los que tienen curiosidad 👀

L es la bella Lisa (de BP)


B es Baekho (de Nu'est)


Y la mami de Yoongi era CL, ex líder de 2ne1. Solo que preferí escribir las letras en lugar de dejarlo así xD


En serio, muchas gracias por ser comprensivos y por sus lindos mensajitos y comentarios de apoyo ;-; No sé si podría decir que ya estoy bien, bien, pero al menos tengo momentos en los que vuelven mis ganas de escribir y sale algo medianamente decente. Así que espero que este capítulo haya sido de su agrado~ (no sé para qué meto batallas de por medio si soy un queso narrándolas c: pero bueno). 

En el título de la historia escribí PAUSADA, pero sí habrán actualizaciones. Solo que no sé cuándo volverá a ser la siguiente. 


Todo mi love para ustedes🥰

Nina Glastor🖤

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