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01•

— Esperamos sus órdenes, capitán.

La voz de Yoongi, el primer oficial en cubierta, sonó a través de la puerta de madera. Las cejas de Namjoon se cruzaron antes de posar sus ojos en Jungkook y apuntar con el dedo el pedazo de tela sobre la mesa.

— ¿Estás seguro de eso, Jungkook? — la voz del alto sonaba un poco desconfiada, y por supuesto que Jungkook lo entendía, lo que le acababa de decir sonaba igual de descabellado y loco para él, pero de cierta forma tenía más que sentido.

— Namjoon, lo que te digo es cierto, tengo ésta corazonada de que es lo correcto.

Y el pelinegro realmente entendía a su alto y flacucho amigo, si a él mismo le hubieran dicho hace dos días que estaría parloteando sobre ésta clase de cosas, se hubiera reído muchísimo y luego hubiera murmurado que era una tremenda estupidez.

Pero aquí estaba, totalmente en sus cinco sentidos y con la mirada más brillante que Namjoon hubiera visto jamás.

— No puedo creer que ahora quieras buscar El Perla Negra, tú mismo me has dicho que eso es sólo un cuento entre piratas, ¿Estás loco?

— No, Nam, tienes que confiar en mí, ¿Cuándo te he decepcionado? ¡Jamás!, estoy seguro que al Este encontraremos eso que necesitamos, la llave que nos guiará hacia El Perla Negra.

El fuerte resoplido de Namjoon resonó por toda la habitación. El muchacho se frotó una grande mano contra el rostro y frunció el ceño.

— Así que, básicamente el plan es ir, navegar sin rumbo hacia el Este hasta encontrar una condenada sirena, la cual nos llevará hacia la isla mágica, si no es que no nos come a todos antes.

Pues vale, dicho de esa forma sonaba aún más descabellado de lo que Jungkook lo había hecho sonar, pero sí, básicamente era eso y el pelinegro asintió fervientemente ante la mirada ceñuda de su alto acompañante y mejor amigo.

— Está bien, Jungkook, siempre he pensado que eres más capitán tú que yo, y si tienes una corazonada sobre esto, entonces te creo, hagámoslo.

Ambos hombres se sonrieron antes de darse un fuerte apretón de manos. Jungkook se levantó de la silla de madera y caminó hasta la habitación del pequeño cuarto que habían rentado. Salió para encontrarse con el resto de su tripulación esperando pacientemente alguna noticia.

— Muchachos, salgan ésta noche; diviértanse, bailen y beban, porque a partir de mañana, estaremos ocupados reuniendo un par de cosas para zarpar dentro de 4 días, rumbo al Este.

Los vítores y chiflidos por parte de su tripulación fueron fuertes y ensordecedores, hasta que se fueron apagando y así, lentamente cada persona comenzó a abandonar el hostal en el que estaban hospedados, buscando alguna cantina en la cual festejar por la nueva aventura que sus capitanes preparaban.

~ * ~

Más tarde, en alguna cantina cercana al hostal, la mayoría de su tripulación se encontraba bebiendo y compartiendo con otros piratas que habían arribado esa misma tarde en la ciudad principal del país.

Había música y alguna que otra mujer con el corsé tan apretado que mantenían un tono rojizo en el rostro que variaba al azul. Los hombres de su barco no eran como los demás piratas, mientras los otros hombres eran mezquinos y violentos, Jungkook y Namjoon habían enseñado a sus tripulantes que para ser piratas no era necesario eso.

— Jungkook, sigo pensando que es una idea muy descabellada, creo que no estás a mal tiempo de arrepentirte y decir que fue sólo una broma — pero Namjoon no era estúpido, quizá algunos dijeran que sí, pero sólo la cara tiene, según las palabras de Hoseok. Namjoon sabía que ahora que Jungkook tenía esa idea, no habría nada (más que la desilusión de no encontrar nada) que pudiera sacársela de la cabeza.

— Mira, te lo he dicho, ese hombre hablaba con la verdad, estoy seguro que él tuvo ese encuentro con esa sirena de la que estaba hablando. Tú mismo oíste y lo viste, Namjoon, el hombre estaba totalmente cuerdo.

Era la vez número mil que Namjoon suspiraba en lo que había transcurrido desde que desembarcaron y Jungkook le contó su nueva búsqueda del tesoro. Simplemente atinó a asentir, porque una parte de él reconocía que Siwon, el hombre que se habían topado en aquel otro bar, estaba contando realmente lo que sus ojos habían visto.

Ambos bebieron de su whiskey y comenzaron a charlar en voz baja sobre los planes que Jungkook ya había hecho. La noche transcurrió lenta, Namjoon se había levantado para bailar al son de una extraña canción que tocaban en la cantina, junto a la tripulación del Exodus y unas cuantas mujeres que trabajaban ahí como meseras o de manera externa.

Bailaban y reían sin parar, festejando el hecho de volver al mar ahora con un nuevo y claro objetivo. JunMyeon estaba sentado a su lado, el segundo oficial en cubierta, bebiendo y mirando la escena junto a Jungkook, riendo de vez en cuando ante los movimientos descoordinados de su otro capitán.

La puerta se abrió y cerró con un chirrido que fue casi imperceptible, pero Namjoon, en una de esas vueltas sin eje que daba, observó a un hombre entrar. Pantalones estrechos y una camisa de tela brillante que lucía realmente suave y fina. Le observó mirar a su alrededor y sentarse en una de las mesas cercanas a donde estaba Jungkook con JunMyeon.

Era un sujeto hermoso, rasgos finamente marcados y cincelados, su piel pálida y lisa, su nariz estaba ligeramente respingada y su cabello enmarañado en pequeños rizos desechos. Sus labios eran finos y rojos, brillando bajo la luz de las velas que alumbraban el lugar.

Tuvo que dejar de bailar e ir inmediatamente a sentarse junto a JunMyeon, quién miraba desinteresadamente cómo Hong reía y bailaba junto a una mesera.

— Hey, creo que he encontrado a mí sirena — señaló Namjoon al pelinegro, moviendo entonces sus cejas hacia el muchacho que ahora bebía un tarro de cerveza espumosa.

— Su camisa luce costosa — musitó JunMyeon.

— Él luce costoso, como un muñequito de porcelana muy valioso — recalcó el alto.

Jungkook rio ligeramente, girando el rostro para observar a la persona de la que hablaban, estando totalmente de acuerdo con su amigo, el joven lucía como alguien delicado y fino. Cuando menos lo pensó, Namjoon ya había pasado a su lado y se dirigía a la mesa del muchacho.

Era una sorpresa, no era común ver a una persona de tal porte como el muchacho que Namjoon tenía en frente. Le sonrió al estar lo suficientemente cerca, parecía que el otro ya había notado que se aproximaba y le devolvió la sonrisa segundos después.

— ¿Puedo?

Namjoon se sentía nervioso, extrañamente sentía la necesidad de ser aún más correcto y precavido con ésta persona sentada con la espalda bien derecha y codos a ambos lados de su cuerpo. El chico asintió y señaló una silla a su lado, él no dudó ni un segundo en tomar asiento.

— Perdona que sea tan directo, pero no eres de aquí, ¿Verdad? — Ser directo siempre ha sido una cualidad en Namjoon, pero quiso pedir una disculpa anticipadamente por ello.

— Sí y no — le escuchó decir. El muchacho le dedicó una sonrisa rectangular al observar su rostro de confusión antes de volver a hablar. — Soy de aquí, pero no de éstos rumbos.

Namjoon asintió comprendiendo lo que el otro decía. Podía notar que alguien como el ajeno no pertenecía a un ambiente más... bajo, como lo era aquel lugar. Ese hecho sólo le hizo sentir más curiosidad por el opuesto.

— Soy Kim Namjoon, un placer.

— Seokjin... sólo Seokjin.

El alto no supo si Seokjin no quería decirle su apellido, o no tenía uno, pero decidió dejarlo pasar cuando éste le extendió una fina y delicada mano que tomó con gusto.

La grande mano de Namjoon sujetó la suya con fuerza y, lejos de incomodarse, le hizo sentir extrañamente cómodo. Había estado a punto de cometer la estupidez de decirle su apellido a aquel apuesto y alto caballero, pero reaccionó justo a tiempo para mencionar solamente su nombre.

No podía permitir, por nada del mundo, que alguien aquí supiera quién era él, y mucho menos que se corriera el chisme de su visita, pues sus padres se enterarían de su escape esa noche y entonces estaría condenado de por vida.

Estaba harto del encierro al que lo habían condenado, era sumamente ridícula la manera de actuar de su padre. Esa noche había corrido tan lejos como pudo en cuanto logró despistar a la guardia asignada únicamente para vigilarlo.

Se sorprendió al no encontrar ningún bar o cantina abierta, pero estuvo rondando un buen rato hasta que comenzó a seguir el sonido de la música y risas, que lo guiaron a estar ahora aquí. No sabía si contestar con la verdad o no al hombre sonriente frente suyo, quien acababa de preguntar qué hacía en un lugar como ese. Era obvio que Namjoon había notado que él no pertenecía a esa cantina.

— ¿Qué haces tú aquí? — preguntó, sin mucho ánimo de querer darse aires de difícil y misterioso, pero necesitaba evadir cualquier hecho que pudiera revelar su identidad.

Namjoon surcó sus cejas y las alzó, sonriendo luego de lado porque la pregunta había sido devuelta en un tono que, para él, sonó bastante coqueto.

— He arribado aquí hoy, y estamos festejando que pronto zarparemos de nuevo en busca de... ehh, un tesoro.

Fue el turno de Seokjin de alzar las cejas con sorpresa. Lo había escuchado miles de veces de la boca de su padre, la existencia de los piratas era un grano en el culo para toda su familia y amigos de la misma, pero jamás había tenido la oportunidad de estar tan cerca de uno.

— ¿Así que eres un pirata? — soltó, demasiado emocionado y sintiendo la adrenalina empezar a correr por sus venas, porque aquello era algo desconocido y totalmente prohibido para él, su padre se moriría si lo viera aquí, charlando con un pirata y rodeado de muchos más de ellos.

Namjoon rio por el rostro que el otro había puesto y asintió, preguntándose de dónde provenía Seokjin realmente.

— Así es, pero el barco en el que viajo no es como cualquier otro... ¿Se podría decir que nosotros somos decentes?, no robamos, sólo nos dedicamos a buscar los tesoros de los difuntos piratas.

Seokjin rio, ¿No era eso lo mismo?, esos tesoros fueron robados en su tiempo alguna vez. Como sea, se acercó más a Namjoon cuando éste le preguntó entonces qué era lo que estaba haciendo él ahí.

— Yo... hui — musitó sin más. Namjoon sonrió y se inclinó un poco más, preguntando de dónde o de qué — ¿Prometes no decir nada, pirata decente?

— Lo prometo — rio el alto, elevando una mano para ponerla sobre su corazón.

— De mí casa, estoy huyendo de mi padre y los estrictos y gordos guardias que puso fuera de mi puerta.

Namjoon frunció las cejas, ¿Guardias?, pensaba que Seokjin sería algo así como de clase media, pero, ¿Qué tanto dinero debe tener, para que su padre le ponga guardias fuera de su puerta?.

— ¿Qué has hecho para que tu padre te asigne guardias, Seokjin?

— Nada, sólo confesarle que las mujeres no son exactamente lo mío y que, por ende, no podré darle herederos al trono.

Ambos hombres se quedaron en silencio. Namjoon por el shock y Seokjin en espera de una respuesta a su confesión.

— ¿Cuál es tu apellido, Seokjin?

— ... Kim, soy Kim Seokjin, hijo y heredero del rey Kim JimSung.

Namjoon siempre metía la pata al momento de fijarse en hombres. Esto era prohibido, estaba seguro de que el padre de Seokjin, el rey, quería todas las cabezas de los piratas, y ahora mismo él estaba hablando con su hijo que se había fugado de casa y de su castigo porque no le gustaban las mujeres. Estaba jodido.

— Tranquilo Namjoon, me parece fascinante que seas un pirata. Jamás había hablado con uno antes, no creí que fueran así.

Debía tranquilizarse, si Seokjin quisiera su cabeza ya la habría entregado, llevaban alrededor de una hora conversando.

— No todos son tan amables y apuestos como yo, no te fíes — le respondió, sonriendo mientras recordaba cómo respirar.

— Debe ser increíble, viajar por el mar libremente, poder hacer lo que deseas sin que nadie esté al pendiente de cualquier movimiento que hagas.

Seokjin le envidiaba en cierta forma, y mientras más le contaba Namjoon sus viajes y aventuras a bordo de su Exodus, él más deseaba tener la misma libertad.

— ¿Por qué no lo pruebas tú mismo? — le preguntó.

— ¿Estás loco?, papá jamás me dejaría subir a un barco.

— ¿Y por qué no te escapas, justo como ahora?.

Seokjin odió que la idea no sonara del todo mal.

— ¿Con quién? — se atrevió a murmurar, mirando dentro de los profundos ojos de Namjoon con una sonrisa. Mentiría si dijera que al entrar a la cantina no lo vio bailar y caminar a su mesa, mentiría si dijera que no se imaginó a él mismo en un barco junto a Namjoon, navegando juntos. Le había llamado tanto la atención como ningún hombre antes, pero no lo confesaría en voz alta.

— Ahora conoces a un pirata decente con el que te puedes fugar.

La respuesta era tan esperada como inesperada. Le hizo hervir la sangre, en los ojos contrarios podía ver que aquello no era sólo un "y si...", Namjoon realmente le estaba dando la opción de irse con él.

— Vamos a zarpar en 4 días, puedes pensarlo, tenemos espacio para uno más.

— ¿Qué dices, Namjoon?, soy el único hijo del rey, a los cinco minutos de mi ausencia ya tendrías todo un ejército buscándome.

Namjoon pareció pensarlo un poco, antes de sonreír.

— El que no arriesga no gana. ¿Realmente quieres vivir encerrado el resto de tu vida, Seokjin?

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