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XXIX - Otro Día

Jonathan durmió con la manta de Michael, paso su noche soñando con él, llenando su habitación y sus sueños poco a poco de su presencia.
Lo primero que vió al despertar fue la hora del teléfono, 05:40 am, era hora de empezar un nuevo día. Había comenzado a odiar el paso de los minutos desde que se levantaba hasta las 06:00 am, por la esperaba tortuosa de llamarle al abogado.

Sin embargo ése tiempo le ayuda a despabilarse, echarse agua en la cara y lavarse los dientes.

No podía quejarse.

Le marco justo a las 06:00, le gustaba oír su voz adormilada, el escucharlo así le hacía sentir cosas.
Quería tanto volver a dormir con él.

—Buenos días, Michael.

—[...] Sí, te he oído, cariño. Buenos días.

—Mi amor, ¿Es cierto qué puedes modificar tus horarios por mí?

—Puedo hacerlo por qué soy socio de la firma de abogados en la que trabajo, me dan los casos de los clientes principales de la firma.
Por ello, puedo ajustar mejor mis horarios, la primera cita que tengo hoy es a las 10:00, mi secretaria ajusta el horario y las asesorías con los clientes.
No tengo un horario fijo, pero me gusta salir temprano.

—No sé si pedirte que vengas por mí o ir por ti, quiero verte.

—Tú me dices cómo me necesitas y yo hablo con mi secretaria para que ajuste el horario. Y sepa en que lapsos de tiempo generar las citas.

—¿Te he dicho qué me encantas?

—No aún no, pero me alegra saberlo. Te llamo cuando esté encendiendo el coche.

—De acuerdo.

Colgó, hizo su rutina de siempre, después hablo con Jonathan durante el trayecto como siempre, amaba su rutina con él.

Le hacía feliz verlo todos los días aunque fuera por videollamada.
Al llegar a su trabajo detuvo el coche, bebio su café y miró a Jonathan morderse los labios.
Era su forma particular de callar algo que quería decir.

¿Qué pasa cariño?

—Quiero ir por ti a la hora de comida e invitarte algo ¿Te molesta que vaya por ti?

—En lo absoluto, te lo he dicho antes, siempre serás bienvenido a mi oficina.
Es en el edificio #215B, Calle Fénix, entre Vía de Montelia.
Tiene un logo que dice L&B Associati, es justo ahí, llegas y encontrarás a un portero, le dices que tienes una cita con Michael Spencer Buttarelli, ficha 53.
Corroboran la información y te dejarán pasar en unos minutos.

—Bien, entonces pasaré por ti a las 02:00, ten un buen día, amor.

Y colgó, debía ir a despertar a Cherry.

Hoy era el día en el que quería empezar a hablarle sobre Michael, el hombre con el que estaba saliendo.

Michael entró a su lugar de trabajo, paso de Andrés y de todo el mundo, lo único que quería era llegar a su secretaria.
Llegó a su escritorio y se quedó mirándola por unos segundos.
Ella se puso nerviosa, por qué no era común que él le hablará, no pasaba de los buenos días o pedirle cosas por teléfono, tenía una cercanía más con Patrick que con Michael.

Aclaro su voz y le hablo.

—Buenos días, Licenciado.

—Buenos días, señorita Frigerio, hoy vendrá a verme alguien importante, se llama Jonathan Bettley, déjelo pasar.
No me importa que no tenga una cita previa, lo recibiré, no solamente hoy, así será siempre que él venga.
Le marcarán de recepción, usted sólo autoriza, se lo encargo por favor.
Un trato igual que con nuestros clientes más especiales ¿Comprende?

—Sí.

—Bien, también es muy posible que no pueda recibir más clientes en la mañana, programelos a partir de las 10:30 am en adelante.
Si en llegado caso surge un caso urgente o un cliente importante en específico, deberá consultarlo conmigo antes de programar la cita.

—Entendido.

Le agradeció y se marchó directo a la oficina.

Mientras tanto Jonathan tenía una conversación con Cherry, su madre le estaba ayudando a tratar el tema con su hija.
Acerca de tener nuevos vínculos con otras personas a parte de ellos, toda esta situación se planteaba mientras desayunaban.

—¿Qué tal la escuela cariño? ¿Has hecho ya nuevas amistades?

—Elena y Susan, a las tres nos gustan los unicornios, ¡Susan tiene un unicornio con cuerno dorado!

—Me alegra escuchar sobre ello, y aquí en casa ¿Te gustaría tener una nueva presencia? Es decir, alguien más que yo y tú abuela.

—No.

Jonathan se rindió, mientras que April retomó el punto a su manera.

—Tu papá hizo un nuevo amigo, le ha dicho que le gustaría conocerte y llevarte al parque para que pasen un día juntos.
Trabaja con niños, es buen muchacho y aquí entre nos escuche que tiene un unicornio arcoíris.

—¡Wow! ¡Me gustaría conocerlo también!

—Muy bien nena, anda ve a lavarte los dientes, tienes que ir a clases.
Tú también Jon, deja de soñar despierto, el tiempo es oro.

Jonathan asintió, aunque seguía un tanto nervioso.
Todavía le costaba digerir el tema, nunca antes le había presentado a alguien más a Cherry.
Nunca creyó que alguien lo aceptará con una hija de por medio, más que tenía terror por las historias de madrastras.

El hombre de los ojos color avellana pasó el día mirando el reloj, esperando pacientemente que fuera la hora de irse para buscar al abogado.
Quería hacer algo especial por él, hacer un pequeño gesto después de tanto que le había entregado Michael estos últimos meses.
El edificio dónde trabajaba su chico era imponente, al principio creyó que no lo dejarían entrar, no se sentía digno de entrar ahí.

Traía pantalón de mezclilla junto con un suéter café, pensó en dar la media vuelta e ir a casa por un atuendo mejor.
Sin embargo antes de hacerlo, alguien le llamó por su nombre.

—¿Jonathan? ¿Tú eres Jonathan Bettley, cierto? Yo soy Patrick Riley, al que viste detrás del cristal con Michael.
Él habla mucho de ti, el verte aquí parece ser buena señal.
Veo que les fue bien anoche, estaba preocupado por él.

—Sí, te recuerdo.

—La oficina de Michael esta en el último piso, toma el ascensor, ahí estará Sofía, la secretaria de él, estoy seguro de que te recibirá.

—Ya me iba.

—¿Por qué?

—Nunca he usado un ascensor, tiene demasiados botones, prefiero usar escaleras.
Y acabo de notar que estoy pésimamente vestido, no subiré.

—Conociendo a Spencer, dudo que le importe como vas vestido, le hará feliz verte y dudo que le dejes de gustar por un atuendo de ropa.
Además en el ascensor hay alguien que oprima los botones por ti, no te preocupes.
Sólo ve, y más vale que ahora, por qué tengo la mala suerte de atraer a Andrés, no querrás que sepa de ti, te lo aseguro.

—Gracias.

Patrick lo tomo del brazo, lo guío hasta el ascensor y se despidió.

—Buena suerte, no te preocupes por lucir bien, ya le gustas. Lo tienes.

Luego se cerraron las puertas del ascensor, en definitiva no quería volver a este lugar.
Patrick escribió un mensaje a Michael dónde decía; «Tú hombre esta aquí, va en camino, suerte.
PD: Te odio por no responderme jamás».

En el último piso las puertas se abrieron y Michael estaba esperándolo.

—Tú...

—Patrick, ya sabes.
Vamos pasa, cariño, me alegra que estés aquí.

—Esta claro qué no es hora de acobardarse ¿Cierto?

—No, no lo permitiré.

Lo abrazó y recibió con un beso, después lo guío hasta Sofía.
Michael, él... lo había besado en frente de todo el mundo, estaba jodidamente nervioso.
Mientras que Spencer actuaba totalmente de forma natural, parecía que no le importaba lo que pensarán de él.

—Ella es mi secretaria, Sofía Frigerio De Santis.
Sofía, él es Jonathan Bettley Ross, mi pareja. Vendrá seguido, tratalo bien.

—Lo haré.

—Gracias.

Jonathan se quedó helado, no supo ni siquiera como llego hasta el despacho de Michael, lo único que recordaba era un apretón de manos con la secretaria.
Se había perdido en la palabra “pareja”.
Michael Spencer tenía el don de ponerlo nervioso.

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