Habían pasado la noche juntos, tal como querían.
Eran las 06:22 am según el reloj del contador, se movió un poco soñoliento y sintió como el abogado seguía abrazado a él.
Se quedó unos momentos en ésa posición, lo abrazo también, después pasó una de sus manos entre su cabello y le hablo suavemente.

—Michael es hora, me quedé dormido, se te hará tarde.

—Sí, te he oído.

Luego solamente se aferró más hacía él, tratando de esconderse en su pecho, volviéndose a cubrir con las mantas.

—Amor, se me hará tarde también, vamos es hora.
No olvides que nos veremos en un rato.

—Llévate la manta contigo, siempre hace más frío en las mañanas.
Te hablaré cuando llegue al trabajo, ten un buen día cariño.

No le dió oportunidad de responder, solamente le ayudo a bajar de la camioneta y le dió un pico en los labios.

—Te quiero, pasaré al rato por ti.

—Y yo a ti, ve con cuidado, espero que no sé te haga tan tarde.

—No te preocupes, entra.

Un último abrazo, un último pico en los labios y entro a casa.
Siempre despertaba de forma puntual, como sí existiera un reloj interno dentro de él, sin embargo esta vez había dormido demás.
Hoy no tenía ni ganas de tocar la caminadora, solamente fue directo al sofá a recostarse.

Y escucho la voz dulce de su madre.

—¿Quieres café? ¿Qué tal dormiste, cielo?

—Por favor, y bien, dormí bien. Solamente creo que me faltó un poco más de tiempo.
Pero debo de iniciar el día cuanto antes, no quiero que se le haga tarde también a Cherry.

La niña también desperto, fue rumbo a su padre a recostarse junto a él.
Jonathan le dijo un «hola cariño», después la abrazo y la envolvió en la manta.
No quería soltarla, no quería tampoco dejarla ir a clases, prefería pasarse el día con ella viendo programas infantiles.

—Ven nena, dejemos a tú papá descansar y desayunemos algo.

Jonathan se quedó ido, la abrazo de vuelta y depósito un beso en su frente, no quería estar sólo, al menos no hoy.
Cherry era lo que evitaba que se derrumbará, si estaba cerca estaría bien.
Su madre se la llevó a la cocina, después volvió con su hijo, hablándole en voz baja para que su nieta no escuchará.

Y le entrego una taza de café.

—La niña nota cuando estás triste, no decaigas, todo saldrá bien.
Si él vino anoche tan tarde es por que te quiere, nadie conduce a la mitad de la noche por cualquiera, ni se asegura de mitigar el frío.

—No pensé que te fueras a dar cuenta.
Pero sí, es cierto que vino anoche, no hizo nada, solamente se recostó un rato, no dijo gran cosa, lo único que quería era verme. Y después irse.
Solo que no lo deje marchar, no replicó, se quedó a dormir.
Es así, no ha intentado nada conmigo, le gusta escuchar, él dice que le basta con sentirse acompañado, aunque no hablemos.
Él no pide gran cosa, no me ha pedido nada en realidad, parece que no espera recibir algo a cambio.
Tiene un sentido de protección, es caballeroso, atento, hasta ahora no ha permitido que le pagué algo.
Y no tiene problema en traerme a casa o a la oficina, se queda hasta verme entrar, todo lo que hace es algo nuevo para mí.
Cuando salgo con alguien siempre pago todo en las citas, me han pedido varias veces dinero, luego es sexo casual, después rara vez volvemos a hablar.
Michael es diferente, Dios, nunca creí recibir rosas, esperaba tenerlas sólo el día de mí muerte. & estas últimas semanas creo que lo he tenido todo.

—¿Pero...?

—Tengo miedo de perder éso, quedarme de nuevo en “el casi algo”, no quiero ser su casi algo, quiero formar parte de su vida.
Necesito más, quiero conocer más, lo quiero todo, lo quiero a él.

—Ten fe, seguramente te irá bien.
Nadie deja de querer a alguien de la noche a la mañana y él te quiere.
También estoy segura de que Cherry lo querrá, ella es una niña encantadora.

—Decepcionaré a los padres de Lucía.

—Escucha, a ver mírame, si tú madre y tú hija lo aceptan, los demás no importan.
Y aunque no lo hubiera aprobado yo, se que seguirías defendiendo lo que amas, siempre te aferraste a tus sueños.
Has sido valiente —le dijo con firmeza mientras sujetaba sus manos—, lo eres también ahora, te fuiste a Estados Unidos por qué querías, te quedaste allá sabiendo que era probable que nos rompieras el corazón.
Te enamoraste de Lucía, luchaste por ella, no le tuviste miedo a sus padres en ése entonces, menos lo tendrás ahora.
Jonathan, tú padre te lo dijo, que no te arrepentieras de tus decisiones, por qué eran pensadas en tú vida, la que nadie más viviría por ti.
Él se sentía orgulloso de ello y yo también lo estoy.
La vida es efímera cielo, no sé detendrá por ti, ni por nadie, vive el ahora, que el mundo no te esperará.

Lo soltó de las manos y lo dejo pensar, hoy ella se encargaría de Cherry.

Jonathan le agradeció, pero necesitaba espacio, quería prepararse mental y espiritualmente.

En cuanto a Michael, no supo cómo pero ya estaba en el trabajo, llegó a las 08:24, de nuevo volvía a los atrasos.
Suspiro con pesadez, estaba por llegar a la oficina cuando observó a Patrick deteniendo la puerta de su oficina.
Conocía esa sonrisa, no era señal de algo bueno, por que incluso se había tomado la molestia de traerle café.

—Entra, date prisa. Te traje algo de café, quiero consultar algunas cosas contigo, ya sabes códigos legales.

—Ve al grano.

—Siéntate por que te vas a caer.

Lo acomodo en la silla, después él también tomó asiento, le pasó el café a Michael y lo volvió a mirar con una sonrisa amplia.

—Adivina, quién me llamó ayer.

—No lo sé, Patrick, no me hagas perder el tiempo, he llegado tarde y tengo que hacer un par de llamadas.

—Me llamó Sara, tú ex, “la mujer de tus sueños”, tú casi prometida, el amor de tú vida ¿Quieres más pistas? ¿O quieres escuchar lo qué tengo qué decirte?

—Patrick...

—Es información buena, de primera fuente. Y ofrezco mis servicios para ayudarte, seré tú chaperón.

Michael suspiró, escuchó el timbre del teléfono, pero en lugar de mirar la pantalla fijó su vista en Patrick.