XLI - Experiencias
Hoy era otro día de rutina, Michael llendo a buscar a Jonathan al trabajo para llevarlo a comer.
Estos días habían sido complicados para el contador, cada vez más se le hacía difícil el contenerse teniendo a su novio tan cerca.
Últimamente no podía dormir sin una prenda de él, necesitaba de su aroma en su habitación.
Lo necesitaba a él y sus besos.
—Hola cariño, ¿Dónde quieres ir hoy a comer?
—No quiero nada, no quiero comer, sólo deseo pasar el rato contigo, te quiero a ti, Michael.
Seguido de ello lo besó, sin darle oportunidad alguna de hablar, atrayendolo hacía él.
Michael no le replicó, solamente lo sostenía entre sus brazos, escuchando sus suaves suspiros y los sonidos involuntarios que lanzaba cada que lo besaba, solamente era Jonathan queriéndolo a él.
—No tengo noches tranquilas desde que te conocí, paso las noches extrañando tus besos, a ti encima de mis piernas tal como ahora, esta es la imágen en la que no paro de pensar.
Vivo deseándote mi amor, todos los días sueño contigo, te deseo.
Te quiero a ti en mi cama, te necesito todos los días, quiero que estés en mi habitación, quiero buscarte con mis manos y que estés ahí.
Mi vida, necesito tanto el contacto con tu piel.
—Jon, cariño. Ya tienes días así.
Quédate tranquilo, que no me iré a ningún lado, pasaremos más tiempo juntos, te lo prometo.
Shh, tranquilo amor, relájate, aquí estoy, me tienes hoy, me tendrás mañana y las veces que sean necesarias.
Lo escucho suspirar, después lo abrazo más y se mantuvo aferrado a su cuello, manteniendo oculto su rostro ahí.
—Jon, vamos querido, respira hondo, relájate, te quiero.
No me iré de tú lado, quita ése peso de tus hombros, ten fe en que resultará.
Seré el hombre ideal, aprenderé contigo, preguntaré, lo haremos bien.
—¿Lo prometes?
—Sí, no tienes nada de que temer.
Escucho su respiración volviéndose a normalizar, beso su frente y entrelazó sus dedos en su cabello castaño.
Le gustaban los matices, era una mezcla de castaño y gris, le atraía tanto Jonathan.
Sujeto su barbilla para besarlo, noto su sonrisa en medio del beso, aquello le hizo suspirar.
Estaba totalmente enamorado de él.
—¿Mejor?
—Mejor, gracias por no salir huyendo con mis paranoias.
—Ninguna paranoia, me alagas, amo sentirme deseado por ti.
Yo también te deseo, también sueño con estar contigo y me es difícil a veces lidiar con la tensión sexual que siento hacía ti.
—¿Quieres...?
—Sí, claro que quiero.
He soñado contigo y te he deseado igual, a veces sólo quiero que me hagas tuyo.
No eres él único con ésos sentimientos.
—Amor —le llamó suavemente—, dime qué esperamos.
—Saber cómo hacerlo, no he estado con ningún hombre y dudo que tú igual, no creo que sea algo tan simple.
Primero quisiera informarme al respecto, después de que ambos sepamos cómo proceder, lo intentamos.
—¿Proceder? Cielo, no es un asunto legal —dijo con media sonrisa—, recuerda que no soy uno de tus clientes, soy tu novio.
—Y estoy más que feliz de que lo seas. Tú cariño ¿Sabes cómo hacerlo?
—No. Y tampoco quiero lastimarte.
—Averigüemos, entonces.
Michael se bajo de encima de él y se pasó al asiento delantero, después ayudo a Jonathan a pasar también adelante.
Encendió el coche devuelta, ya tenía en mente a qué sitio irían.
—¿A dónde vamos amor?
—A mí casa, sólo estaremos ahí un rato y te llevo devuelta al trabajo.
No quiero una infracción aquí, no vendría bien en mi expediente.
Le dió un beso, después mantuvo su vista solamente en el camino.
Luego de un rato, ambos llegaron a la casa del abogado, seguido de ello volvieron a unir sus labios, esta vez en un ambiente más libre.
Michael se reclinó en el sofá e invito a Jonathan a poner su cuerpo encima de él.
—Dejate llevar, aquí no tienes por qué contenerte, es tú sitio seguro.
—Amor, sabes que no debo.
—Te deseo.
Jonathan quiso decir algo más, pero Michael lo calló con un beso, fue abriendo más sus piernas en lo que lo atraía más hacía él, seguido de ello lo abrazo por completo.
Volvió a susarrarle lo mismo, aquí su novio no debía aparentar nada, ni guardar silencio, estaba seguro en ésas cuatro paredes.
Nadie los escucharía, nadie tenía por qué saber lo que ellos dos hacían a solas, simple se amaban.
El hombre de ojos color avellana finalmente cedió y se dejo llevar, metiendo sus manos debajo de la camisa del abogado, sintiendo el contacto de su piel, permitiéndose sentir, y a la vez experimentar.
En cuanto a Michael no tenía miedo de hasta donde podía llegar Jonathan, al contrario lo animaba a seguir.
Conocía a la perfección cuando él hombre estaba a su límite, por qué mordia sus labios, gruñía y escondía su rostro entre su cuello.
Jonathan hizo lo que él previó, quiso levantarse, sólo que Spencer no lo permitió, volvió a regresarlo, entretenidolo con besos y caricias, era lo mejor que podía darle.
Después en medio de tanto sintió aquello que estaba esperando, el sentir su despertar, Jon trato de ocultarlo e ir al baño.
Sólo que el abogado lo detuvo, simplemente lo besó devuelta, acariciándolo por debajo, tomando aquello que quería entre sus manos.
El contador lo vio ansioso, no sabía que esperar y ninguno queria hablar, Michael nuevamente atacó sus labios y continuaba moviéndo su mano de forma sútil, siendo cuidadoso y gentil con ésa parte de su cuerpo.
Sintió como su novio llevaba su mano hasta abajo, buscando más velocidad, estaba a punto de llegar, no tardaría en soltar toda su esencia.
Por lo que bajo, usaría su boca en lugar de sus manos, le ayudaría a alcanzar el nivel de plenitud que había estado deseando.
Michael lo que quería era hacerle dispersar todos esos miedos, demostrarle que lo quería y que irían explorando juntos.
Esto solamente era una muestra de su amor por él.
Escucho un «mi vida, es suficiente», a la vez que su novio trataba de levantarlo, sólo que irremediablemente iba haciendo movimientos involuntarios hacía más al fondo de su boca.
Su voz era ronca, dulce, repetía su nombre entre sonidos involuntarios, pidiéndole que no parará.
Continúo acelerando el ritmo, probando mucho más del límite, teniendo todo de él adentro de su boca, sintiendo el calor, el líquido, los espasmos, visualizandolo la hermosa vista de su pareja desde abajo.
Mientras Jon le correspondía acariciando su cabello, concentrándose en disfrutar del momento.
Quería amarlo, acostumbrarse a él, dejarse llevar de vez en cuando, conocer su desnudez, estaba más que dispuesto a entregarse en cuerpo y alma.
No podía más de amor.
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