XIV - Martes
Eran las 04:31 am, se había despertado un poco antes, esta vez sin la ayuda de Jonathan, observó su habitación por un momento y estaba llena de recuerdos. Puso la cafetera como siempre, se estiró un poco e hizo lo de siempre en las mañanas.
Hoy era el día, era “ése día”, uso un traje poco habitual, uno en tono gris y una corbata azul que iba con sus ojos, estaba más que decidido a tomarse el día libre.
Tomó una caja y empezó a guardar cosas de Sara, miro una foto de ella con un vestido azul, se veía preciosa, ella era una luz brillante en medio de tanta obscuridad.
Tenía todo, incluidas sus cartas, sus obsequios, una chaqueta con su perfume, notas con su pintalabios, Michael conservaba cada detalle.
Era irreal, pero no podía recordar nada malo de ella, ni siquiera recordaba alguna discusión grave. Fue directo a su chat y solamente podía encontrar mensajes buenos; “te amo, bebé”, “quiero verte esta noche”, “amor, no tardes”, entre otros.
Hacía frío, le calaba en los huesos, encendió la chimenea y comenzó a arrojar las fotos que tenía con ella, una por una, con la última fue difícil, por qué no pudo evitar presionar sus labios sobre su imágen.
El reloj estaba a punto de marcar las 06:00 am, por lo que tomó la caja y la puso en el auto, en la parte de atrás, encendió el auto y espero a que el motor se calentará.
06:00 en punto, la llamada de Jonathan, le colgó y le marco por videollamada, después se puso el cinturón.
—¡Hey! ¿Qué ha pasado te caíste de la cama o algo por el estilo? Dime ¿Por qué siento qué no dormiste?
—Dormí muy bien, Jonathan, demasiado bien.
—¿Él masaje funcionó? Michael vamos, dime que sabes que es Martes y no Miércoles, por favor necesito escucharlo. Ah no ser que me este volviendo loco por verte.
—Sí, se que es Martes, no lo he olvidado, pero tú ¿Ya pensaste a dónde quieres ir mañana? Tengo que saber a qué sitio haré reservación, sobre todo la hora, vamos a vernos mañana y desconozco todo.
—Creí que tarde o temprano te refractarias, no sé, después de ayer, tú y yo... ya sabes. Igual ya es tarde para acobardarse, pedí salir temprano mañana, así que... ¿Uh...? ¿Te gusta la pasta?
Podríamos ir a Salerno, escuché de un buen restaurante, queda a 30 minutos en coche de aquí, podríamos aprovechar el tiempo y charlar.
A menos que te aterre estar conmigo en un auto durante mucho tiempo, lo entendería.
Dibujo en sus labios un «no» y dio en marcha el auto, se había olvidado de todo por un rato, aquello se estaba haciendo habitual, el hablar con Jonathan le provocaba esos sentimientos.
Y el verlo con la bicicleta estática le recordaba que hace tiempo el contador no subía fotos de él haciendo ciclismo, a veces se preguntaba sí era su culpa. Lo estaba atrapando en una rutina que él no pidió.
—Te llevaré a Salerno mañana ¿Te parece sí pasó por ti a las 05:30?
—Sí, me parece perfecto. Y Michael ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Adelante.
—Son las 06:28 am, ya vas para el trabajo, despertaste más temprano, y te vestiste demasiado bien. No sé, solamente siento curiosidad de saber el por qué.
—Voy a ser totalmente honesto contigo. Tuve una novia durante 4 años, terminamos hace 6 meses, e iba a proponerle matrimonio hace seis meses atrás, no es sencillo soltar algo como eso.
Sí cuento el tiempo total desde que la conozco, Dios, son 9 años —dijo con un suspiro y continúo—, es demasiado tiempo que soltar, fue una gran parte de mí vida, ella conoció a mi madre, tengo tantos recuerdos. Y hace seis meses se volvió una completa extraña para mí.
Dicen que cuando las personas empiezan a limpiar se deshacen de cosas que ni siquiera tenían contempladas, ayer empecé a organizar mis libros, hoy desperté y quise deshacerme de todo lo que aún conservo de ella.
Quiero llegar temprano al trabajo, avanzar los pendientes, salir antes de lo habitual e ir a dejar sus cosas a casa de sus padres.
Tengo todo en una caja, no soy tan mala persona para tirar sus pertenencias, hay cosas que tengo de ella que sé que son importantes, una taza, un suéter, sus discos favoritos e incluso me dejo una libreta con sus dibujos.
Sé que suenan como cosas insignificantes, pero para ella no lo son.
—Bueno, me avisas en la tarde sí aún quieres verme mañana. Es probable de que todo cambie cuando la veas.
—No la veré a ella, te lo aseguro. No vive con sus padres, compro un departamento al otro extremo de la ciudad con tal de no verlos.
—Igual llámame, te prometo que no me molestaré si cambias de opinión.
—No lo haré. Quería preguntarte si quieres ir a tomar algo en el lugar que nos topamos ayer, después te llevo a tus clases de box.
—Primero me cuentas como te va y dependiendo del resultado quedamos. Y repetimos lo de ayer.
Michael le dijo que sí, después de ello las cosas quedaron bastante tensas, solamente tenía de parte de Jonathan monosílabos o murmullos. Probablemente la había regado en contarle, pero quería comenzar a ser sincero del todo, al fin y al cabo no podía evitar el declive tarde o temprano. El camino lo termino en silencio, 07:10 am, se estacionó y vió al contador morderse los labios.
Le dolia su silencio y hubiera jurado que el rostro de su acompañante habitual de las mañanas era más gris de lo que recordaba, no le agradaba la sensación.
—Me tengo que ir.
—Escucha, te aseguro que no es nada. Solamente quiero que cuando vayas a visitarme encuentres un sitio limpio, sin cosas del pasado, es todo.
—Oh, vamos Michael, no tienes que darme explicaciones, el Miércoles hablaremos mucho mejor del tema.
Voy a hablarte cuándo me desocupe, tengo que hacer un par de cosas pendientes, después llegaré al trabajo y te hablaré.
Y colgó.
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