X - Cálido
Para alguien como Jonathan era sorprendente que Michael mantuviera la calma en ésas situaciones, hablaba de forma tan natural.
Así que supuso que como abogado era necesario tener cierto grado de frialdad, pero Michael no era del todo frío, era cálido.
Una de las cosas que le estaba gustando de él era su forma de expresarse, su voz transmitía una especie de seguridad cada que hablaba, especialmente cuando el tema se trataba de su carrera.
No comprendía ni la mitad de las cosas que le decía, sin embargo le agradaba escucharlo.
Tenía tanto que contarle, varias cosas que confesar, solamente que no sabía por dónde comenzar.
Una de las cosas que tenía que decir era que tenía una hija, Cherry.
La mayoría de las personas solían alejarse cada que la mencionaba, no importaba sí era para tener una amistad o algo más allá.
Esperaba que él fuera diferente.
Deseaba ser su amigo.
Su mente divago, buscando el momento de decirle el estatus de su vida actual, presionó sus labios, Spencer lo noto y trato de dejar de hablar de su mundo.
No todos tenían madera para escuchar temas legales y ciertamente solía dar demasiadas explicaciones.
Michael se maldijo internamente.
—Lamento lo que has tenido que pasar.
Creo que se necesita bastante valor y compromiso para cuidar del bienestar familiar de forma legal, aunque éso signifique que el mundo crea que no tiene valor.
—Descuida, aún estoy a tiempo de cambiar a abogado penalista, soy especialista en teoría, sólo que no he tenido un caso en práctica, no es mí área.
Y sí te soy sincero, estoy bien en este sector, cobro por consulta.
No todos los clientes quieren llegar a juicio, a veces solamente desean que alguien los escuche.
Otros solamente quieren que llegues a un acuerdo, sin el choque confrontativo.
Pero olvídate de mí, háblame de ti ¿Qué tal dormiste ayer?
—Tuve un sueño y una noche increíble.
Volví a tocar el saxofón en mis sueños, se sintió como sí estuviera dentro del clip The Sound of Musik de Falco, ahora que lo pienso fue extraño.
Después de estar sumido en tonterías, se me hizo que dormí demasiado y luego te llamé.
Quedó en silencio por unos segundos, lanzo un gran suspiro, y miró a Michael de vuelta, aún tratando de limpiar su camisa.
—Michael, creo que te extrañe esta mañana, no había notado que hablamos todos los días al menos 2 horas.
—También te extrañe, y por éso estamos hablando ahora.
—De todas formas me deberás una hora.
—Te lo compensaré.
—Me encantaría escuchar como lo harás.
—Haré lo que sea, dime algo que tengas en mente.
Puedo cumplirte cualquier cosa, excepto eliminar manchas en la ropa —rio—, como observarás no es mí fuerte.
—Verte, es lo único que quiero, hay cosas que debemos hablar ¿No crees?
Al menos yo tengo cosas que contarte, algunas partes de mí vida que son importantes.
Y también quiero escucharte a ti, verte de cerca, no sé, tal vez sólo hablar.
—¿Te queda bien el Miércoles? Nada más dime en dónde paso por ti.
También quiero verte, hay cosas que no pueden decirse por teléfono.
—Sí. Quiero que vengas por mí.
—Entonces, quedo al pendiente, buen día, Jonathan.
—No soy uno de tus clientes, no tienes que ser formal conmigo, Michael.
Llevamos dos meses hablando, así que vamos, hombre.
—Tienes razón —le dijo con una sonrisa—, solamente avísame a que lugar quieres ir. Te quiero, nos vemos.
Y colgó.
Lo último que observó fueron los ojos expresivos del novio de Sara.
Fue en ése momento que cayó en cuenta de su realidad, Jonathan, él... imposible tener un vínculo.
Michael no pudo evitar reflexionar, se preguntaba si tendría el valor de ver a su ex otra vez, de verlos a los dos en un mismo sitio.
Jonathan & Sara, la entendía a ella, hoy mejor que nunca.
El insulso novio de su ex era una buena persona, él era mejor.
Cerró los ojos y volvió a renumerar los hechos, recordando ése beso y las rosas en el piso.
Habían pasado 6 meses, seis meses desde la última vez que vió a Sara.
Poco a poco su recuerdo dejaba de tornarse con amargura, recordaba más que cosas buenas de ella, la mujer de sus sueños.
Ahora quedaba confesarse, decirle la verdad a Jonathan, dejar todo, no podía seguir acostumbrándose a él.
No era justo para nadie. Y no viviría en una mentira por siempre.
Necesitaba un consejo, y solamente conocía a alguien que probablemente querría hablar con él.
—Hey, hola Patrick.
—¿Michael? ¿Tú? ¡Vaya! Dime ¿Para qué soy bueno?
Lo rodeo con uno de sus brazos, él era la única persona que conocía de Sara, Patrick era su amigo en común.
Recordaba que a su ex le daba una tranquilidad que los dos trabajarán juntos.
—¿Qué te parece sí vamos a tomar algo? Por los viejos tiempos.
—Tendrás que pellizcarme, no te creo.
—Entonces olvídalo, Patrick.
—Acepto, sirve que te pido un par de consejos, estoy llevando un caso medio difícil y necesito a alguien igual de imparcial como tú.
—Soy tú chico. Más te vale que estés listo más tardar diez para las 04:00, no esperaré más tiempo por ti.
Michael le guiñó el ojo y se fue.
Patrick Riley Abineri, era un buen hombre, solamente que a veces podía resultar irritante. Sin embargo era al único que podía llamar “amigo” del bufete de abogados.
Era agradable salir con alguien sin presión, sin tener ninguna cosa en mente, con Patrick no tenía que ser “algo” en lo absoluto.
Con él no era necesario llevar una máscara.
El bar más cercano quedaba a sólo dos cuadras, ambos fueron caminando, hablando de los últimos casos que tenían en su «haber».
—Me toco un caso de mierda, es sobre la impugnación de paternidad.
Un hombre tenía dudas sobre si el niño era suyo, así que se hizo la prueba de ADN, y pues nada 2 años tirados a la basura.
Él tipo se quiere morir, se tomó media botella de whisky del despacho, esta jodido.
Le he dicho que no sea tan optimista, es probable que perdamos el caso.
—La tiene libre sí buscas al padre biológico, tiene que haber captado una señal antes del embarazo de la esposa. Ésos casos se ganan investigando, sugierele hacer memoria.
Consigue al donante, es su salida.
Patrick negó, era buscar una aguja en un pajar.
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