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VIII - Rutina

Llevaba un rato escuchándolo, y él a pesar de estar visiblemente más cómodo, tenía la idea de que en cualquier momento Sara llegaría.
Sin embargo, a medida que convivía más con Jonathan, entendió un par de cosas, comprendía totalmente a Sara y del por qué su abandono.

Del por qué lo cambio.

Ése chico era increíble.

Ambos fueron a los juegos, Michael ganó un oso pequeño de color café, mientras que Jonathan pudo conseguir un cuadro.
Y terminaron con el evento comprando algodones de azúcar, después se dirigieron ambos al estacionamiento.
Fue en ése momento en que Michael Spencer por primera vez se replanteo los momentos que había dejado pasar, y en el cómo por milésimas de segundo las cosas pueden cambiar.

Tal vez sí Jonathan no lo hubiera seguido, no habría insistido más, simplemente hubiera optado por bloquearlo y desaparecer.

—Tú saxofón —le indico—, gracias por invitarme, la pasé bien.

—De nada, me alegra que hayas decidido venir, sé que es tú único día de descanso, así que significa mucho que asistieras.

—¿Te acompaño a tú auto?

—No tengo auto.

—Puedo llevarte, no tengo problema alguno, además todavía no es demasiado tarde. Sube.

Simplemente asintió, subió al auto y escucho el sonido en particular que escuchaba en las mañanas, Michael encendiendo su auto, el click del cinturón, todo.

Su rutina.

Despertar, preparar café, ducha, auto, desayuno, luego lo mismo se repetía al día siguiente.

Hablaron de todo y nada, era la primera vez que no hablaban por una bocina de por medio, y para el abogado la compañía fue agradable.
Desde Sara, nadie más se había subido a su coche, así que se sentía bien.

El momento de bajar del auto llegó, Jonathan tenía el oso y el cuadro juntos, luego al ver a la vista su casa, simplemente puso el oso en la esquina, arriba del maletero.

Después el auto se detuvo, puso las cosas en el tapete del auto, giro y le dió un abrazo.

—Realmente dudo que vuelva a verte eventualmente, fue agradable conocerte al fin.

—Así es mí trabajo, a veces en Domingo debo armar mis casos, y a veces los clientes tienden a mentir, entonces tiendo a empezar desde 0 cada determinado tiempo.
¿Y qué puedo decirte? Fue bueno verte también.
Descansa, Jonathan.

—Hasta mañana, Michael.

Luego cerró la puerta del auto, mientras que el abogado esta vez también salió del auto.

—Buscaré hacerte tiempo, hasta mañana.

Y sin más que decir... se fue.

***

Jonathan permaneció en la acera, observando el auto partir.
Posteriormente entro a su casa, saludo a su hija Cherry, junto a su madre.
Las miro un tanto avergonzado, entregó el cuadro a su mamá, y a Cherry, le obsequio los algodones de azúcar.

Dejo el saxofón, se quitó el saco, junto con el moño del smoking, remango sus mangas, y regreso a la sala.

Perdóname, Mamá. Yo sé que sonará extraño, pero olvidé mí coche.

—¿Bebiste?

—Sí, un poco, así que tomé un carro de alquiler.
Fue simplemente una copa, luego de que se me pasé el efecto, iré por el coche, o le diré adiós a las llantas.

—Te daré limón con sal, con ello pasarás desapercibido.
Aunque no te percibo aliento a alcohol, hueles a agua marina, Jonathan.

—La bebida tenía más soda que nada, supongo que puede ser por ello.
Pero dime ¿Y ustedes? ¿Qué tal su día? Espero que Cherry no te dierá problemas, gracias por cuidarla hasta tarde.

—Sabes que no me cuesta nada cuidar de mí nieta.

—Te lo agradezco.

Su madre, April Ross de Bettley, cuidaba de su hija Judy Cherry Bettley, era todo lo que tenía.
Llevó a su hija a dormir, le leyó un cuento, encendió la luz de estrellas y se quedó un rato ahí.
Después salió otra vez, era hora de ir por su coche.

Al final terminó regresando a la 01:00 de la mañana. No podía quedarse sin coche, lo necesitaba para llevar a Cherry a la escuela.

***

& Michael Spencer.

Al llegar a casa parecía que la mejor idea era beber un vaso de tequila, o un vaso de whisky, y después irse a dormir.

No quería seguirle mintiendo.

Escucho su celular, e inmediatamente pensó que era Jonathan, no creía que alguien más le escribiera a las 10:50 pm, posteriormente suspiro, después vió el mensaje.

“Buenas noches, mándame mensaje cuando llegues”.

Le respondió con un audio, se ducho y fue a dormir.
No sin antes poner el oso al lado de su reloj despertador.

Esta noche dormiría bien.

06:08 am.

«Un nuevo amanecer», esta vez había iniciado el día con una videollamada.

—Buenos días, lo lamento me quedé dormido.

—Descuida, creo que ayer llegamos a nuestras casas un poco tarde, mejor duerme un rato, hablamos después.

—¿Y perderme la mañana contigo? No, no lo creo.

—Siempre salgo a las 02:00 pm a comer, prometo marcarte a ésa hora.

—Va, mándame mensaje cuando llegues, estoy seguro de que solamente necesito una hora más.

Y colgó, después solamente cerro los ojos nuevamente.

Pasaron 56 minutos que se sintieron como un abrir y cerrar de ojos.
Fue en el momento que sintió un peso extra, Cherry había despertado.
La luz pareció irritarle, sin embargo, solamente le dió una sonrisa, luego tuvo que salir de la cama.

Era hora de alistarse, desayunar, llevar a la escuela a Cherry y él iría al trabajo.
A las 07:45 am recibió un mensaje de Michael, informando de su llegada a la oficina, junto con la promesa de llamar más tarde.

Jonathan estuvo esperando la llamada de Michael durante toda la mañana, observando el reloj.
Pensando sí es que acaso querría volver a hablar con él, o simplemente verlo de nuevo.
A las 12:00 del día le llegó una notificación, Michael subió las fotos de ayer.

“El último caso de éstos meses fue agotador, la vida emocionalmente desgastante, creo sin duda que estos días perdí mí espíritu.
Necesitaba de esto, un escape de la realidad diaria, gracias @jonathan_bettley8, manteniendo la fe intacta”.

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