Habían pasado 21 días exactos desde que hablaba con Jonathan. Oficialmente, se había convertido en una rutina hablar con él, también le servía de desahogo. Se había acostumbrado totalmente a recibir esos videos de él todas las mañanas, dónde siempre estaba con una sonrisa.

Él era lo primero que veía al despertar.

Eran las 06:04 a.m.

Michael, realmente necesitaba hablar con Jonathan, por lo que le hizo una llamada repentina y simplemente le pidió una extraña petición.
Tenía un cosquilleo en la espalda, junto con un aparente vuelco en su corazón.

—Buenos días, lamento llamar antes de lo previsto, es solo que quería pedirte algo.

—Lo que sea.

—Hoy tengo el cierre de un caso de divorcio. Mi cliente ha descubierto que su mujer no solo lo engañó con su primo, si no también con otros más. Mi cliente, ha estado algo alterado —dijo en un susurró—, tengo terror de que se ponga violento. Una palabra o agresión del tipo y el caso se viene abajo.
No debería contarte esto, pero por primera vez en 5 años de carrera, temo lo peor. La mujer no es cualquiera, es alguien de fama mediática. Es seguro que llega con el móvil. Si él hace un movimiento en falso, no solamente él pierde, mi credibilidad se va al carajo.
Es patético, pero dos hombres nerviosos no es buena combinación. Necesito calmarme, quiero creer que podré mantener el caso en pie.

—Michael...

—Espera, por favor. Sé que probablemente me arrepienta de esto mañana. Y no importa. Soy un maldito neurótico desde que rompí con mi ex. He estado nervioso y ansioso la mayor parte del tiempo. Ella era mi cable a tierra.
Hoy no tengo nada de eso, absolutamente nada.
Es estúpido, pero lo único que me ha mantenido cuerdo es el contacto contigo. Quisiera escucharte más tiempo, solo por hoy. Después aceptaré lo que sea, aunque eso signifique no hablar más contigo.

—Sin problema, aunque que no sé cómo pueda ayudarte, desconozco absolutamente sobre temas legales.

—Me basta con escuchar tu voz más tiempo. Perdona si no te digo nada durante ciertos lapsos, pero estaré enfocado o probablemente perdido en mis pensamientos.
No tienes que hablar todo el tiempo, únicamente necesito sentir que no soy solo yo con mi alma frente a esos buitres.

—Hecho.

Simplemente se mantuvo en línea.
Del otro lado, Jonathan escuchaba a Michael suspirar, el sonido de la cafetera, el agua caer. Más tarde, el particular sonido del auto.
El camino hacia el trabajo fue silencioso, al menos para él.

Spencer a duras penas respondía a lo que le decía a Jonathan, estaba más pendiente del retrovisor.
Llegó con antelación y solo se dedicó a ordenar los documentos para el caso. Estaba perdido en sus pensamientos cuando Jon le hizo una pregunta de forma directa.

—¿Hoy no piensas desayunar?

—Había olvidado que estamos en videollamada. Parece ser que hago las cosas de forma automática.
Lamento que tengas que verme así. No estaba tan nervioso desde la ruptura con mi ex. Además, el estómago me está matando.
Creo que al menos compraré una galleta de avena.
Luego, entrarás conmigo a la oficina, no de forma literal, pero sí virtual. Te pongo en mi auricular y salgo del auto.

Salió del auto, llevó los documentos necesarios, un par de notas y, por supuesto, el café, junto con la galleta de avena. Realmente estaba haciendo malabares, pero al menos intentó hacer una mañana agradable para el hombre del teléfono.
Mientras tanto, para Jonathan fue un momento de descubrimiento. El lugar al que había entrado Michael parecía sacado de las películas sobre abogados o empresarios.

Para Michael, la idea de tener a Jonathan escuchando fue un gran apoyo. Siempre el día del cierre de un caso, más de uno de sus compañeros trataba de bajarle el ánimo.

Y no, no era el único al que le hacían algo así.

—Spencer, ¿Vas 30 minutos antes? ¿Te caíste de la cama o el caso que escogiste es difícil? El adulterio hace tiempo que dejó de ser un delito en algunos estados, cambia de sector.

—No manejo únicamente el tema del adulterio. Soy intermediario de divorcios exprés, facilito el proceso y el choque de emociones en los clientes. Un proceso fácil, rápido, evitando el menor daño colateral. Nadie quiere llegar a juicio, es más desgaste, e incluso algunos hombres prefieren perder grandes sumas de dinero, si eso les ayuda a obtener su libertad.

—Siempre tienes una respuesta para todo.

—Buen día, Andrés.

Y siguió su camino directo a su propio espacio en la oficina.

Al llegar, cerró la puerta detrás de sí, luego levantó su teléfono.

—Lamento que hayas tenido que escuchar eso.

—Descuida, parece ser un mundo duro, sin embargo la estructura de las oficinas es fascinante.

—¿Quieres echar un vistazo? Este es mi escritorio. Aquí hay una placa con mi nombre, plumas, papeles, legajos, archiveros, todo lo que esperarías ver en un despacho. Y, por supuesto, los diplomas en la pared, eso te da credibilidad.

—Algún día espero ver la oficina por mi cuenta.

—Seguro, siempre serás bienvenido aquí. Además, si en algún momento necesitas asesoría legal, puedes contar conmigo. E igual, puedo recomendarte a alguno de mis colegas. No todos son un montón de patanes como Andrés.

Lo escuchó reír, posteriormente solamente lo vió desayunando fruta, algo esperado de Jonathan.

Le agradaba tener su compañía.

Posteriormente escuchó la perilla girar, debía tratarse de su cliente.

—Te llamo más tarde, gracias por todo. Siempre es bueno verte.

—De nada.

Y colgó.

Gracias a Jonathan, se encontraba un poco más relajado.
Ahora quedaba controlar a su cliente y evitar toda aquella ira contenida. Sabía que sería difícil, así que le contó los anteriores casos que había visto. Una palabra, un paso en falso y el juez podía basarse en eso para todo el caso. Y le mencionó la custodia de sus hijos, tenía que ser pertinente.
Debía demostrar ser un hombre tranquilo, capaz de razonar con la cabeza fría.

Ella no valía la pena, se lo repitió varias veces.

En este punto, parecía que Michael debía comenzar a tomar sus propios consejos.