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LXI - Sonidos

Michael salió del trabajo, paso primero a su propia casa para tomar algo de ropa, y de ahí fue rumbo a casa de Jonathan.
Él lo recibió con un beso, después fueron a la habitación del contador.

Jonathan cerró la puerta detrás de sí, llendo directamente hacía Michael para tumbarlo sobre la cama.
Comenzó por besarlo de forma lenta, saboreando el sabor de su boca, entrelazando sus lenguas, mordiendo suavemente sus labios.
Bajo hasta su cuello besándolo, pasando toda su lengua a través de su clavícula, mientras acariciaba su pecho y su abdomen.
No importaba que tanto pasará sus manos sobre su cuerpo, aún continuaba buscando sus labios.

Éso era lo que más le agradaba a Jonathan, el tomar a Michael de su barbilla mientras lo besaba, a la vez que entrometia sus manos dentro de la camisa del abogado.
No había nada que disfrutará más que estar con él tumbados los dos en la cama, besándose.
A veces solía dejarle los labios hinchados y el cuello rojo a su novio por qué no sabía cuándo dejarlo.
Y a medida que pasaba el tiempo no parecía querer dejar del todo ésas rutinas de besos y caricias.
Era algo que Michael le permitió desde el principio, ésas bonitas sesiones de besos largos.
Jon admitía que incluso de vez en cuando solía arrancarle los botones de la camisa a su pareja, por qué en ocasiones los besos ni el tacto a través de la tela le eran suficientes, a veces necesitaba sentir el tacto de su piel.

En ocasiones quería explorar más abajo, más allá de un par de besos.

Jon, cariño no te levantes, quédate un poco más. Quiero continuar.

—¿Necesitas un masaje, bebé? ¿Qué sucede? ¿Otro caso difícil? Es muy notable cuando estas estresado, ven aquí amor, haré que olvides el trabajo por un rato.

—Ahora no es sobre un caso, pero tal vez tenga que preparar una defensa para ti.
No quisiera tener que hablar de esto contigo —dijo con pesar—, pero supongo que debo hacerlo.
Bien, empezaré a hablar.
El día que vi a Sara me pidió investigar sobre ti, ella dijo que era para que me diera cuenta sobre la persona que eres. Le dije que no.
Y siguió insistiendo por mensajes, me dice que me usas sólo para tener sexo conmigo, que soy uno más, un experimento para tantear tu sexualidad, es básicamente la misma conversación de ése día.
E intuyó que la carpeta que nos mostró hoy a ti y a mí (esta tarde), contiene cosas tuyas, desconozco la índole, pero ya metió a Patrick en esto.
Él la quiere, siempre ha sido nuestro puente en común, Sara es la mejor amiga de Pat.
Me habló por teléfono y me comentó que la vió hoy, parece que tuvo acceso a la carpeta, por qué me comentó que Sara tiene cierta información delicada acerca de ti.
Patrick me sugirió decirte que desactives tus redes sociales e igual que yo desactive las mías, sólo por si decide hacer pública la información que tiene de ti.
Espero que esto no pase a mayores, pero en dado caso de que sí, debemos estar preparados para lidiar con el tema.
Al menos ten por seguro que no tendrás problemas con el tema legal.
Cariño yo te respaldare en todo, estoy a tú servicio, aunque no pueda llevar de forma directa el caso.

—Ojalá nos dejará en paz, y entiendo, lo haré, desactivare mis redes sociales.
Sara resultó ser toda una fichita, mi madre tenía razón acerca de ella.

Michael se acomodó en la cama, después saco su celular del pantalón y se lo paso a Jonathan con el chat de los mensajes de Sara.
El contador sacó sus lentes del buro para comenzar a leer.

Por fortuna su novio ya la había bloqueado.

En lo que su novio tenía la vista en el móvil, aprovecho para deshacerse de sus pantalones, quería estar más cómodo.

A medida que el contador leía los mensajes se le revolvía el estómago, no podía con tanto, cada línea escrita ahí le parecía peor que la anterior.
Lo único que lo calmaba es que su novio se había abrazado a él, mientras le repartía besos por el rostro y por su cuello, también de vez en cuando pasaba a besar sus labios.

Luego en un ataque de picardía el abogado subió arriba de sus piernas como había deseado hacerlo desde que llegó.

Extrañaba estar encima de su novio.

Michael se desajusto la corbata y la lanzo hacía Jonathan, después le sonrió, sabía lo mucho que a su pareja le gustaba conservar sus corbatas.
Observó como la cacho para percibir su olor, luego la enrredó en su mano.

El hombre de ojos color avellana se moría por pasar la corbata alrededor de todo el cuerpo de su pareja.

Dejó el móvil del abogado a un lado para atenderlo, lo atrajo hacía él abrazando su espalda, quería atenderlo como se merecía.
Pero antes debía hacer algo, en lo que Michael seguía llenándolo de besos.

Jonathan tomó con una de sus manos su propio móvil, con la otra libre se dedicó a acariciar la espalda de su novio.

Lo beso, mordió suavemente sus labios y le dijo algo.

—Mike, amor. No te levantes, quédate así un rato.

—Sí.

Continúo besando su cuello, repitiendo lo mismo que Jon le había hecho, estaba aprendiendo a hacerlo feliz también.
El contador le quitó a su novio la única prenda que le estorbaba, quería dejarlo libre, el abogado se acomodo mejor, ayudándole a él también.

Jonathan buscó un número en especial en archivados, esperaba que no haya borrado el número que buscaba, pero finalmente lo encontró.
Ahí estaba la persona a la que le enviaría el siguiente texto.

***

«Quiero que sepas que efectivamente me he estado follando a tu ex, justo ahora lo tengo encima, metiéndose mi ***, clamando por más.
Es tan jodidamente estrecho, se mueve de maravilla, le encanta estar encima de mí.
Michael Spencer Buttarelli ha sido mío durante estos meses, y seguirá siendo mío... hagas lo que hagas.

Él no dejará de montarseme encima, ni yo dejaré de cogermelo, no pierdas tu tiempo, él ahora es mío».

***

Y dió enviar para después bloquear a la persona que recibió el mensaje.

Michael se había empezado a mover encima, buscando sentirlo.
Jonathan dejo el móvil, ahora sí su chico tenía toda su atención.

—No dejes que arruine nuestros momentos a solas, sabes que tú eres el único al que amo. Ven y ámame.

—Contesté al chat grupal de la escuela de la niña, la profesora esta pidiendo fomi, no te preocupes.
Y a mí tu ex no podría importarme menos, estoy bastante seguro de tu amor por mí, de nuestra relación, de todo.
Sé que eres únicamente mío, en cuerpo y alma.
Amor, no sé, pero me encanta sentir tu peso encima, adoro la forma en la que encaja tu cuerpo con el mío.
Y claro que voy a amarte como te mereces.

—A mí igual, me gusta estar encima de ti.

Jonathan Bettley amaba la vista que tenía, su novio montado encima con dos de sus dedos dentro de su boca.

Indudablemente él era suyo.

—Quiero que empieces a llenar esta habitación de sonidos, para que cuando no estés pueda escuchar el eco de tu voz en cada rincón.

—No puedo.

—No hay nadie más que tú y yo, tenemos aproximadamente una hora libre, así que no perdamos más el tiempo.
Michael, mi vida, hoy siéntete libre de tocarme tanto como quieras, que haré lo mismo, haré lo posible por hacerte oír —suscitó con voz ronca a medida que le daba un beso de forma pausada—, te escucharé a ti, a tu cuerpo, y a tu voz.
Se tan insano, házme tenerte presente el resto de la semana, hoy no callaré tu voz aquí. Necesito escucharte.

—[...], Tú siempre me pones...

—Acostúmbrate.

Y volvió a besarlo, tomándolo del rostro, mientras sentía el calor irradiar en sus mejillas.

Lo amaba, a él y su vergüenza.

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