LIII - Fantasías
Michael despertó en la madrugada por que escuchó ruido, además quería tomar un vaso con agua por lo qué iría a ver qué era lo que sucedía.
El abogado tenía el sueño bastante ligero, cualquier sonido lo despertaba, se quitó de encima los brazos de su novio y se levantó.
Aunque una parte de él no quería separarse de su cuerpo, Jonathan había dormido sin camisa, entonces la calidez de su piel era mayor.
De todas formas no tardaría en regresar, solamente iría por agua.
Michael salió hacía el pasillo y
encontró a April en la cocina con una taza de té entre sus manos.
—Eres igual que yo ¿Verdad? Lamento haberte despertado.
—No sé preocupe, vine sólo por agua.
—Quería agradecerte por ayudar a mi hijo con los padres de Lucía.
Él tardó tiempo en aprender a soltar a Lucía, no sé atrevía a ofender a los padres de su difunta esposa, por más que lo ofendieran.
Mi marido, ni yo, necesitamos levantarle la voz a Jon a medida que crecía, así que ni él ni yo íbamos a permitir que alguien viniera a querer a hacerlo ahora.
Así que nos tocaba a mí y a él discutir en lo que Jon superaba la muerte de Lucía, pero cuando mi marido murió me tocó lidiar con ello sola.
Tuve que tragarme el dolor, a Jonathan le tocó vivir de cerca ver morir a Lucía, luego a su padre, no le fue sencillo mantenerse.
Pero a medida que Cherry crecía y tomaba más consciencia, ya no podíamos ocultarle lo que sucedia, escucha todo. Le pone mal relativamente oírlos.
Así que alguien debe quedarse cerca mientras ocurren las discusiones, acordamos no dejarla sola, subir el volumen de la t.v, entretenerla, en lo que Jonathan lidiaba con sus suegros.
Hace relativamente dos años que decidió hacerse cargo él, no quería que yo continuará discutiendo con ellos, pero cómo pudiste notar la problemática sigue.
Y mi nieta cada vez sigue más aterrada al oírlos llegar, no puede, ni quiere verlos, les tiene pavor, pero ellos se lo han ganado.
—Ella no esta obligada a verlos, ni él tiene por qué soportarlos.
Mucho menos si solamente vienen a agredirlo, no tiene necesidad de soportarlos.
Podría ir a juicio, y pedir visitas supervisadas a la niña cada que vengan sus suegros, es seguro que el juez ordené alguna terapia familiar de por medio, aunque si la niña se reusa... ninguno podrá obligarla.
—¿Los amenazaste con éso?
—No lo creo así, yo no puedo hacer nada al respecto si Jonathan no actua, solamente les advertí a ellos que en dado caso de que él requierá proceder legalmente, tiene un abogado de cabecera que lo representará en caso de requerirlo.
Un abogado de cabecera es aquél que soluciona problemas antes de que aparezcan, su hijo esta dentro de mis clientes principales, lo protegeré desde la legalidad.
—Ya veo.
Después regreso a la cama, trato de ser silencioso, entro bajo las sabanas y volvió a abrazar a Jonathan de la cintura, recostandose sobre su pecho, escuchando los latidos tranquilos de su corazón.
Aún le quedaban dos horas más de sueño, las aprovecharía al máximo.
El despertar para Jonathan fue sumamente satisfactorio, tenía entre sus brazos al hombre que amaba, y podía tenerlo tanto como quisiera.
Lo primero que hizo fue darle un casto beso en los labios, luego descendió hasta su cuello, dónde lo lleno de besos.
Mientras metía sus manos abajo de sus prendas, buscando sentir el contacto de su piel.
Anoche por precaución había puesto algo de soporte para la cama, con tal de evitar el sonido.
Michael despertó ante las caricias de Jonathan, ya presentía que su novio querría hacer realidad las fantasías que había tenido dentro de esta habitación.
Abrió un poco sus piernas y lo atrajo hacía él, buscando tener un poco más de fricción, después se aferró a su espalda en lo que él lo preparaba.
Después de estar listo, su novio empezó a ir paulatinamente lento, luego fue aumentando el ritmo, ambos sabían que no podían entretenerse demasiado por mucho que quisieran.
Su novio no tenía remedio alguno, pero le gustaba sentirlo encima, sólo que a veces le era inevitable no cubrir su rostro, por qué creía que fácilmente se dejaría llevar.
Aún no podía aceptar del todo el verse sometido, y de tener que perder el sentido, por qué a veces moría por tocarlo.
Todavía le costaba aceptar que Jonathan lo atrajera sexualmente desde el principio.
Le atraía totalmente, le gustaba su cuerpo, era inevitable no mirarlo, sus grandes brazos, el pecho tonificado, su espalda, aquellos ojos tan hipnotizantes, y ésa sonrisa deslumbrante.
Más de una vez no entendía ni la mitad de las cosas que decía, por qué a veces se perdía mirándolo, especialmente cuando transmitía sus prácticas de box.
Y ahora el tenerlo arriba, teniendo una parte suya dentro, era surreal y difícil de aceptar.
Nunca pudo odiarlo, al contrario terminó gustandole, era demasiado en todos los sentidos existentes.
Perfecto, lindo, insulso ex de su ex, lo amaba en lugar de odiarlo.
De pronto sintió como su novio le habló en el oído, con un tono de voz relativamente bajo.
Luego sujeto ambas de sus manos, quería verlo.
—No sabes lo que daría por tenerte en mi cama todos los días.
—Ambos sabemos que no me dejarías salir de la cama.
—Ésa es la idea mi amor.
Quiero verte, necesito ver tu rostro, déjame mirarte mientras te lo hago.
Tengo que saber que es lo que te gusta, permíteme conocer dónde debo tocarte más, yo quiero complacerte de la mejor forma.
Michael, querido, dime ¿Cómo puedo hacer para qué confíes en mí?
—Te escucharán —susurró—, sólo sigue, acaba.
Jonathan acepto, después trataría de averiguar sobre la marcha los gustos de Michael.
Sólo que ahora que ambos estaban en su habitación, no sé le ocurrió mejor idea al contador que revivir la acción que hizo un día ahí con la corbata, sólo que esta vez usando las manos de su novio.
Aprovecho para llevar las manos de su pareja hasta su cuerpo, haciendo que lo tocará e iniciará el recorrido que él tuvo en el pasado.
Éso ocasionó que Michael se perdiera totalmente, no podía, aquello había hecho que se relamiera los labios y que su boca se abriera un poco más tratando de conseguir aire.
Debía de recobrar la cordura.
—Jon...
—¿A qué le temes?
—Es un no retorno.
—El no retorno esta desde que entraste a mi casa por primera vez, esta desde que te hice mío.
Ve aceptadolo de una vez, Michael.
—Por qué no sé que haré el día que decidas dejarme, no puedo volverme adicto a ti, no podré suplirte jamás.
Además creo que nunca seré capaz de darte un buen sexo, como tal vez... ¿Otras? Estoy seguro que puedes conseguir algo mejor.
—No quiero que me suplas, tampoco quiero dejarte.
Sin siquiera haber tenido sexo directamente contigo... me has dado los mejores orgasmos en estos últimos meses que los que he tenido en cinco años.
Sólo necesito pensar en ti para poder tener una erección, lo único que necesito es usar tus prendas para poder tener una buena paja, todo lo que ocupó es imaginar que tengo tu cuerpo aquí en mi cama para poder correrme.
Hace cinco años que no cogía enamorado, y éso cambio cuando lo hice contigo, volví a sentir lo que es el hacer el amor con alguien.
Te aseguro mi vida que no podré tener un sexo mejor con otra persona, únicamente quiero cogerte a ti.
—Tú... tienes el don de...
«El don de ponerlo nervioso», el calor invadió las mejillas del abogado.
No le permitió seguir hablando, únicamente volvió a la acción, volviendo a moverse.
Esta vez dándole con más impulso, haciendo que él le mordiera el hombro para evitar lanzar un gemido.
Jonathan sintió como por fin Michael se había animado a tocarlo del todo, explorando nuevas zonas no conocidas, no debió animarlo.
Gran error.
En mala hora esto se había salido de control, ninguno iba a poder suprimirse por mucho tiempo.
A como pudo lo levantó de la cama y se lo llevó a la ducha, abriendo la regadera, esperaba que él agua les ayudará a los dos a bajar ésos impulsos, además de callar el sonido.
¿Era algo rápido no?
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