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[7] A partir de este momento

Todo lo que sus ojos podían vislumbrar era oscuridad.

Pronto aquel vacío se iluminó,pasó de la penumbra a ser un corredor.

"¿En dónde estoy?"

Escuchó algo a la distancia, un sonido que hacía eco entre las paredes de aquel lugar. Sólo un parpadeo y ahora se encontraba en una habitación blanca y reluciente, notaba algunos detalles a su alrededor. Una nave, le resultaba familiar.

Sollozos, leves quejidos emergían a sus espaldas, se giró, para encontrarse frente a una familia.

—¿¡PERO COMO ES POSIBLE QUE UN SAIYAJIN HAYA HECHO ESTO?! —el hombre, un demonio del frío de apariencia fornida e intimidante sonaba sorprendido mientras veía a quien aparentemente era su hijo, de piel blanca y coraza de tonos lilas, contenido en una cápsula de recuperación. El pobre joven se retorcía de dolor, con sólo la mitad superior de su cuerpo y sin un brazo.

—¿F-Freezer estará bien? —preguntó el que al parecer era el hijo mayor a su madre. 

Un momento... conocía a esa mujer.

Lyra, la antigua kaioshin del Séptimo Universo, aquella a la que había asesinado tiempo atrás ahora estaba ahí frente a él, junto a quienes alguna vez fueron su familia.

—A quién le importa este moribundo. Si mi hijo no es el número uno del universo, me es inservible.

"¿Qué es esto? ¿Acaso estoy divisando el pasado?".

Algo lo incitó a voltear a otra dirección, cambiando el escenario a un templo elegante y en una mesa un enorme banquete en donde la mujer y para su sorpresa, Son Goku, conversaban y comían entretenidos. De un momento a otro, vio como el saiyajin caía dormido, mientras Lyra se encargaba de hacerle una cortada en el cuello y extraer un poco de sangre en un pequeño tubo de ensayo.

—Mi querido Son Goku, tú serás la clave para mis planes. Gracias a ti, podré crear al guerrero perfecto.

Podía convencerse de que era como un fantasma, viendo frente a él sucesos pasados sin intervenir en ellos de ninguna forma. Sorprendiéndole de sobremanera, cuando aquella mujer se giró hacia él, viéndole a los ojos y con una sonrisa inquietante.

De un momento a otro, la oscuridad devoró todo a su alrededor, dejando un vacío inmensurable, oscuro, un vacío en donde sólo existían ellos dos. Se encontraba en soledad, acompañado de aquel monstruo con cuerpo de mujer.

—A veces estamos dispuestos a hacer lo que sea por un bien mayor, sin importar el riesgo ¿No es así, Zamasu?

.....

Abrió los ojos.

Se reincorporó rápidamente, ya había amanecido y se sentía más tranquilo sabiendo que sólo se había tratado de un sueño.

Se dejó caer nuevamente sobre su cama tratando de asimilar lo ocurrido. Mirando el techo en busca de respuestas. Soltó un bostezo y frotó su entrecejo para intentar relajarse un poco. Con pereza, se colocó su uniforme y se dirigió a la cocina, necesitaba un vaso de agua.

Kai caminaba de un lado a otro, se encontraba estresado desde hace ya varios días y nadie podía hacer nada para calmarlo.

¿La razón? simple. 

El mortal.

¡Y no sólo eso! Le preocupaba el hecho de que Zamasu fuera en encargado de cuidarle. Temía, temía como nunca lo había hecho y el nerviosismo carcomía su ser de forma brutal. 

"Ya ha pasado el tiempo debido, en estos momentos no debe faltar mucho para que despierte".

—¡Relájate Kai! Te estás tomando todo esto demasiado personal —le regañó con cierto desinterés el Dios Destructor del Décimo Primer Universo, quien estaba siendo mimado por su ángel Marcarita, dándole de comer en la boca—, te deslindaste de la responsabilidad desde el momento en que ese tal "Zamasu" decidió hacerse cargo, ¿Qué te preocupa? 

—Precisamente eso, señor Vermouth —aclaró—. Me preocupa que esté en manos de Zamasu.

—¿Se puede saber por qué? —realmente al dios no le importaba mucho ese asunto, creía que era simple exageración de parte del Supremo Kaiosama, y que el poder que asegura tiene el mortal no es gran cosa— ¿No deberías temerle al saiyajin, en lugar de al aprendiz?

Kai no respondió.

Meditó unos momentos lo que el hakaishin le decía. Estaba en lo cierto, era ilógico temerle a alguien que no representa nada, a lado de una amenaza de ese nivel como lo era el híbrido. No sabía cómo ni por qué, pero Zamasu le causaba mas terror que el mortal.

Comenzó a creer que eran simples supersticiones suyas, por boca de sus compañeros (el resto de dioses creadores) aseguraban que el aprendiz de Gowasu hacía un excelente trabajo. El Onceavo Universo era el único que aún no iba a verlo con sus propios ojos.

Haber aceptado que el joven aspirante a Supremo Kaiosama se quedara con el mortal era un arma de doble filo. Por más que jurara instruirlo para el bien, sabía que en el fondo no era así, pudo notarlo en la mirada de Zamasu aquel día, sus intenciones eran otras pero no tenía manera de comprobar nada. Le inquietaba pensar en todas las formas en que Zamasu podría sacarle provecho.

—Habías dicho que ya todos los destructores fueron a visitar al Décimo Universo para conocer al humano, ¿Cierto? —el dios hizo un ademán a la elegante mujer para que se detuviese, Marcarita le sonrió y decidió ocuparse en recoger la mesa.

—Así es, señor.

—Bien, parece que no estarás tranquilo hasta que te demuestre que todos son unos exagerados que de dejan impresionar muy fácilmente —sonrió con soberbia, mientras se levantaba de su silla.

—¿A qué se refiere, señor Vermouth? 

El destructor del Onceavo Universo se detuvo frente a su hermosa asistente, quien comprendiendo a lo que su amo deseaba, utilizó su báculo para proyectar las imágenes de un planeta.

—En este mundo existen guerreros inigualables. A pesar de que se trata de seres provenientes de distintos planetas, este lugar es donde deciden reunirse, son conocidos como "Las Tropas del Orgullo".

Pronto, Marcarita procedió a mostrarles más de cerca aquella instalación, así como algunos sujetos pertenecientes a dicho grupo.

—Se encargan de proteger este universo, unos justicieros cualquiera — agregó con gracia la chica—, aunque uno de ellos guarda un poder que sobrepasa incluso a los dioses. El señor Vermouth ya ha tratado con ellos varias veces en el pasado; de hecho, el líder de las Tropas del Orgullo aceptó ser candidato a Dios de la Destrucción.

—Precisamente. El hecho de solicitar al más fuerte de ellos no será un problema.

El kaioshin quedó boquiabierto ¿Había en su propio universo un mortal así de fuerte?

—¡¿Eso quiere decir que...?! 

—Quiere decir que si el saiyajin del Séptimo Universo es tan poderoso como dices, tenemos la oportunidad de derrotarlo con la ayuda de nuestro guerrero.

—Jiren, Jiren el Gris —la voz de Marcarita mostraba seguridad, algo contagioso para todos los presentes.

—Jiren... — ahora se sentía más aliviado. A diferencia del mortal que planeó matar junto con sus compañeros, aquel que sobrepasaba el poder de un dios y residía en su universo, era un justiciero; no tenía por qué temer. Si algo llegaba a pasar, tendría como contrarrestar al híbrido saiyajin y con él, a Zamasu.

—¿Ya te sientes mejor, Kai? —rió el hakaishin— Para que estés más tranquilo, iremos a ver al humano en cuanto despierte, no tiene caso conocerlo si no está desarrollado aún.

—¿C-cómo? ¿por qué desea esperar hasta entonces?

Vermouth sonrió.

— Jugaremos con nuestras mejores cartas. Vamos a demostrarle a todos que nosotros tenemos al mejor guerrero de todos los universos. 

Abrió el grifo, aún con el pensamiento de odiar sentirse cansado en las mañanas. Últimamente se debía a la falta de actividad, ya que no tenía mucho tiempo para entrenar por pasar la mayor parte del día atendiendo visitas o cuidando del mortal.

"No puede ser, me estoy oxidando".

Intentó liberar el cansancio, el estrés ya no era un problema, pues había aprendido a controlarse un poco. Apenas iba a dar el primer sorbo, sintió la pesadez del ambiente reducirse a nada. Al principio le pareció extraño, pero unos segundos después se alarmó.

La presión que se sentía por todo el lugar era causada por el poder de humano, pero ahora no podía sentir absolutamente nada.

Algo no estaba bien.

Rápidamente, dejó a un lado su bebida y corrió hacia la habitación donde se encontraba la cápsula. Avanzó por el pasillo en donde sus pasos hacían eco de una manera violenta. Tan sólo se detuvo frente a la puerta para abrirla, una explosión proveniente del interior hizo volar aquella pieza en su totalidad, causando que Zamasu saliera disparado bruscamente, hasta ser frenado por el impacto contra la pared de su habitación.

Su cuerpo cayó bruscamente sobre una pila de escombros. Apenas se recobró hizo a un lado aquello que le impedían levantarse y se adentró en lo poco que quedaba en pie de ese cuarto. Tosió por el polvo que se levantaba en el lugar y que a su vez no le permitía ver lo que ocurría ahí dentro. Solo podía ver la silueta del aparato entre la conmoción y se dirigió hacia este, solo para percatarse de que el cristal de la cápsula estaba completamente roto y líquido que contenía ahora estaba regado por todo el suelo.

Analizó más de cerca la abertura en el dispositivo.

La explosión vino desde adentro.

"¡Imposible! ¿¡En qué momento...?!"

No tuvo siquiera el tiempo de reaccionar cuando sintió la presencia de alguien tras de él, volteó rápidamente e intentó ponerse en defensa, pero se detuvo en seco al ver como ya había sido acorralado por su adversario.

Una mano estaba dirigida hacia él, apuntándole al rostro en señal de ataque.

El kaioshin retrocedió viéndose amenazado. La nube de polvo que se levantaba entre ellos era tan densa, que lo único que podía distinguir eran esas orbes de un color rojo tan intenso, que incluso parecían brillar, clavadas en él.

Su penetrante mirada era capaz de intimidar con el simple hecho de observarle. No tenía duda. Sabía de quién se trataba.

—Zaiko... —dijo en apenas un susurro, en donde su voz expresaba el asombro que sintió al verle ahí... frente a él.

No era como cualquier humano que hubiese visto antes.  

El nombrado mostró una ligera mueca como respuesta, sin cambiar su posición. De su piel aún goteaba el líquido en el cual estuvo contenido tanto tiempo. Aquellos mechones que cubrían su rostro le impedían a Zamasu apreciar con detalle cada facción suya.

Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

Ciertamente el primer encuentro no era como lo había imaginado ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Después de un considerable tiempo de espera finalmente lo tenía en frente, despierto, consciente, amenazante y con la intención de atacarlo. No era lo que esperaba, pero podía conformarse con eso.

El saiyajin del cual había cuidado era peligroso, lo sabía muy bien. La diferencia de poder era abismal, por lo que atacarle no era una opción. A lo largo de su entrenamiento con su Excelencia, había aprendido a como tratar a ciertas especies extremadamente violentas con las cuales había que proceder con mucha cautela.

Jamás imaginó que lo llegaría a poner en práctica.

Levantó ambas manos, dejando en claro que no tenía intención de defenderse y poco a poco buscó levantarse ante la mirada atenta del híbrido quien acababa de despertar, sin dejar de amenazar con lanzar una ráfaga de Ki directo al kaioshin al más mínimo movimiento.

—Cálmate, por favor —la voz le temblaba ligeramente, pero buscó mantenerse firme si quería dar una impresión favorable—, está bien.

Ni siquiera tenía la certeza de que pudiese entender sus palabras, ¿Qué tal si era un ser completamente irracional? ¿El hecho que acabase de despertar no significaba que siquiera pudiera hablar un lenguaje? es decir, prácticamente había nacido hace menos de 5 minutos.

—De acuerdo, voy a pedirte que dejes de apuntarme —habló, ahora de pie frente al saiyajin. Por un momento pensó que era inútil intentar comunicarse con él pues no respondía ni mostraba ningún gesto que le diese a conocer que lo estaba escuchando— ¿Puedes entenderme?

El humano simplemente soltó una risilla ahogada ¿Se estaba burlando de él?

El terror le invadió cuando Zaiko comenzó a acumular energía en la palma de su mano, sabía que ese ataque estaba dirigido hacia él.

Apretó los ojos con fuerza, esperando ser golpeado por aquel poder, cuando una voz le llamó.

—¡Zamasu! — Gowasu llegó para ver lo que había ocurrido en el peor momento posible, haciendo al humano percatarse de la presencia del anciano.

Le observó de reojo y se volvió hacia Zamasu con una sonrisa. Dejó de apuntar al aprendiz, para dirigir su ataque hacia su maestro.

—¡NO! —en un movimiento rápido, Zamasu se lanzó a atacar directamente al mortal, haciendo que el ataque saliera disparado en otra dirección. 

Lanzó un puñetazo al rostro, pero fue esquivado con facilidad por su adversario, incluso sus patadas eran detenidas en el aire. Detuvo sus golpes cuando el mortal le golpeó en la parte superior del estómago. Doblegó su cuerpo por el dolor, escupiendo sangre. Tambaleándose frente a la mirada aterrada de su maestro, quien temía por la vida de su aprendiz.

Sólo un golpe, y sentía que no podría mantenerse de pie un segundo más.

Sin previo aviso, una patada lo impulsó contra el dispositivo, para luego ser restregado contra el cristal ya roto de la cápsula. Al ver que éste no tenía posibilidad de defenderse lo tomó por el cuello, apretando con fuerza, clavando sus uñas en la piel.

Podía sentir como sus pies eran levantados del suelo, sus extremidades hormigueaban y un ardor en su garganta le hacían entrar en exasperación mientras forcejeaba por soltarse. Pateó múltiples veces el torso del saiyajin, golpeó, pero nada resultaba, aún con ambas manos libres, lanzó ráfagas de ki, y a fin de cuentas, no logró hacerle ningún daño. Su adversario se mantenía firme, ni siquiera inmutado y divertido con el sufrimiento ajeno que presenciaba.

Ya sintiendo quedarse sin aire, recurrió a su última opción. Entre golpes y ráfagas aprovechó la baja guardia que el enemigo tenía para juntar parte de su ki en forma de espada y sin pensarlo 2 veces hizo lo primero que pudo rasgando el rostro del saiyajin en un acto impulsivo.

El chico dejó salir un fuerte quejido, soltando a Zamasu al instante mientras retrocedía, apretó con fuerza la zona herida de donde la sangre brotaba y comenzaba a deslizarse por su mejilla, dejando ver un corte profundo que pasó incluso por su ojo. 

Zaiko observó como la sangre se deslizaba entre sus dedos, maldiciendo su descuido.

Zamasu tomaba bocanadas de aire, recuperando el aliento, e inmediatamente vio lo que había hecho. No esperaba que fuese a resultar, pero lo logró. Se reincorporó y apuntó con la espada de ki hacia el mortal, haciéndolo mantenerse a distancia.

—No intentes nada — sentenció—. Estás bajo mi cuidado, pero usaré cualquier medida necesaria para controlarte si hace falta.  

El Supremo Kaiosama del Décimo Universo veía con asombro como su aprendiz había logrado apaciguar al monstruo que había intentado matarlos hace unos segundos. Estaban ahí, uno frente al otro, con la diferencia de que la energía que desprendía el mortal ya no era agresiva, sino que se había moderado gracias al acto del aspirante a dios.

Se quedaron completamente quietos, el kaioshin se encontraba en posición de ataque, intentando regular su respiración mientras que el mortal le veía con cierto asombro. Independientemente de la abismal diferencia de poder entre ambos, había algo en Zamasu que Zaiko detectó al verlo en ese momento.

Imponía autoridad.

Ni siquiera se trataba de apariencia, era el semblante lo que lo hacía ver con mayor facultad. Fue como un leve tirón en su cabeza, esa sensación de obediencia y respeto hacia un cierto individuo. No comprendía el por qué, pero supo que debía detenerse. Algo en el fondo le indicaba que así debía ser.

La sorpresa se hizo presente en el rostro del kaioshin cuando lo vio sometido a él; quizás no en el sentido más extenso, pero como este relajaba su expresión de molestia a una más neutral supo que ya no iba a atacarlo. Era extraño...

Pero fascinante.

Recordó las palabras del Gran Zuno:

"Puede que ese guerrero haya sido creado especialmente para seguir órdenes, pero eso no significa que vaya a obedecerle".

¿Acaso se refería a eso?

Zaiko había reaccionado violentamente casi al instante de haber despertado, pero por alguna razón ahora se notaba más sereno, incluso podía concluir que el haber intentado atacarlo a él y su maestro había sido por mero instinto.

Quizás se sintió amenazado.

Y estuvo a punto de morir asfixiado por su causa.

Miró con desconfianza al mortal frente a él, la herida que le causó en el rostro había sido profunda. No quería llegar a esos extremos, pero al menos logró calmar su salvajismo.

Comenzó a cuestionarse si todos eran así. Por la poca información que obtuvo respecto a esa raza sabía que eran guerreros excepcionales y las sed por las batallas era algo característico de ellos, aunque no imaginó que lo viviría en carne propia, fue bastante peligroso no pensar en cómo contrarrestar un ataque así.

"Impresionante".

Dejó de apuntar hacia el mortal sin moverse de su posición, volviendo a reservar su Ki. Había terminado. Zaiko le veía con confusión, algo severo.

—¿Quién eres? —cuestionó, sorprendiendo a Zamasu con el simple hecho de escuchar su voz, un timbre similar al de su progenitor y a la vez un tono completamente distinto, con un toque grave pero sutil. 

Ciertamente debía aceptar que la kaioshin del Séptimo Universo había echo un excelente trabajo. El chico parecía ser capaz de articular oraciones y hablar perfectamente un idioma sin habérselo enseñado con anterioridad, darle una capacidad tan avanzada debió ser una labor llena de complicaciones.

Era algo de lo que estaba agradecido, facilitaría mucho su objetivo de instruirlo como se debe.

Sonrió con satisfacción.

—Mi nombre es Zamasu... y a partir de este momento, yo seré tu maestro.  

La ilustración de la multimedia es original. Realizada por mi para esta historia.

¡Gracias por leer!


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