[6] Una visita indeseada
—Es un honor recibirlos en este día. —Gowasu se inclinó ante la inesperada visita.
—El placer es nuestro —respondió alegremente el más alto de ellos, con tono agraciado y servicial.
Zamasu se apegó más al borde del pasillo para escuchar con discreción la plática que su maestro mantenía con las visitas. Evitó asomarse para no ser descubierto, tenía la sensación de haberlos visto antes pero no podía recordar.
—Lamentamos venir sin previo aviso, pero recién nos enteramos de que aquí resguardan al mortal que tanto ha dado de qué hablar entre los dioses.
—Así es, mi aprendiz Zamasu es quien se encarga de cuidar al humano.
Estaba golpeando ligeramente la pared con sus dedos concentrándose en hacer memoria. No, no los había tratado antes, de ser así los recordaría, ¿En dónde? ¿cuándo? ¿en qué momento había visto a aquellas personas, que ahora le resultaban conocidas de cierto modo?
Necesitaba un indicio, algo que le revelara aunque sea una pista.
Recorrió cada pasillo de su mente, visualizando los hechos pasados como si realmente se tratase de un asunto de vida o muerte. Al menos, lo estaba haciendo hasta que una voz bastante energética y llena de emoción se escuchó en la sala.
—¡Estoy sumamente ansioso por conocerlo!
Y ya tenía su respuesta.
—¡¿SON GOKU?! ¡Imposible! —asomó la cabeza por el borde del pasillo, sin pensarlo dos veces y sin importarle dejar expuesta su indiscreción, mientras los otros, siendo interrumpidos por aquel acto, le observaran con sorpresa. Todos guardaron silencio al ver al joven kaioshin espiando su conversación y quien, ahora con expresión horrorizada y a la vez sorprendida, observaba al saiyajin.
"No... no, no, no, no, no..."
Ahora tenía la certeza de que aquellos individuos eran las deidades pertenecientes al universo 7. Los reconocía gracias a la transmisión del torneo entre los universos 6 y 7 que se realizó tiempo atrás y que había visto por la televisión. Son Goku y otro sujeto aparentemente de la misma raza también venía con ellos.
"¿Qué voy a hacer ahora?" se repetía "¿Y si se dan cuenta? ¿¡y si Son Goku se da cuenta?!"
El pánico le invadió al pensar en todas las posibilidades, quizás aquellos hombres ya sabían que Zaiko pertenecía al Séptimo Universo y estaban ahí para reclamarlo. Tal vez Son Goku ya se había enterado de la existencia de su hijo, o quizás simplemente estaba exagerando y se trataba de una simple visita más ese día.
Y a pesar de todo estaba aterrado ante la idea de que le arrebatasen al mortal.
Inmediatamente, sacudió su cabeza para deshacerse de aquellos pensamientos negativos. Percatándose de lo que había hecho. Su impresión al ver al saiyajin de ropas anaranjadas fue tal que le hizo olvidarse por un momento de que estaba escuchando a escondidas una conversación que no le incumbía en lo absoluto.
—...Maldición.
Se arrepintió de haberse dejado ver tan abruptamente durante su pequeño ataque de nervios hace un momento, al recibir una mirada de molestia por parte de su maestro y quien, aparentemente, era el dios destructor y fue porque, el hecho de espiar conversaciones ajenas no es de muy buena educación que digamos.
—Zamasu, ¿Cuánto tiempo llevabas ahí? —le reprochó el anciano, mientras su aprendiz buscaba una manera de excusarse.
—Yo...
—Por favor, no sea tan estricto con el muchacho —le defendió el ángel—, entendemos que quizás se sintió un poco nervioso y prefirió observar desde el pasillo. Mi nombre es Whis, soy el asistente del Dios Destructor del Séptimo Universo —se acercó un poco al joven kaioshin y se presentó formalmente, con una sonrisa impecable.
—Es...un gusto. —Zamasu aun se sentía ligeramente avergonzado por lo sucedido, sin embargo agradecía inmensamente a aquel hombre por haber roto la tensión que yacía en la habitación hace apenas unos segundos.
—Quiero pedirle una disculpa si somos inoportunos, pero nos preguntábamos si tal vez usted, joven Zamasu, nos permitía conocer al mortal que está bajo su cargo.
—Sí, por supuesto.
—¡WOW! ¡Es asombroso!
El saiyajin más hiperactivo veía maravillado al híbrido contenido en aquella cápsula. Lo analizó de pies a cabeza, asombrado a su vez por el gran poder que éste emanaba.
—Kakarotto... —el príncipe se acercó a él, mientras le veía con seriedad. Estaba estupefacto ante el hecho de que su compañero de entrenamientos no se percatase de un importante detalle— ¿Qué no ves algo extraño?
—¿Hm? ¿Qué sucede, Vegeta?
—Se parece mucho a ti — sentenció el destructor.
Era verdad, la similitud entre el mortal custodiado por los kaioshins del Décimo Universo y Son Goku eran tan obvias, que se tenía que ser un idiota para no darse cuenta.
—Este sujeto es impresionante —Bills apoyó la palma de su mano en el vidrio del dispositivo, sintiendo la presión de aquel poder descomunal, conocía muy bien esa sensación, se trataba del ki divino—, es inquietante. El potencial que alberga en su interior es monstruoso.
—Y muy peligroso —Agregó su asistente—. Me pregunto cómo un mortal en su condición puede llegar incluso al punto de asemejarse a un dios.
—¿¡Acaso este sujeto está al nivel del señor Bills?! —los ojos de Goku brillaban de emoción.
—No tengo la certeza de que así sea, pero si no es más fuerte que él, al menos podría rivalizar sin ningún problema.
—¡INCREÍBLE! ¡No puedo creer que exista un ser así!
—Lo que yo no entiendo es ¿A qué se deberá el parecido entre Kakarotto y él? — el príncipe conocía muy bien a los de su raza, y era bastante común ver a algunos de estos que fuesen parecidos, generalmente entre guerreros de clase baja. Sin embargo, de los pocos saiyajins que aún existían, no había uno sólo parecido a Goku como para explicar esa similitud, no había otra respuesta lógica, la cola del individuo era suficiente para saber que se trataba de uno—. No me parece mera coincidencia, debe haber algún tipo de conexión entre estas dos sabandijas.
—Bueno, ahora que lo mencionas... —el de dogi observó un momento el reflejo de su rostro en el cristal, percatándose de que efectivamente, ciertos rasgos faciales y físicos eran idénticos.
—Estoy seguro de que pertenece a la raza saiyajin, sin embargo por el color del cabello y esas marcas tan extrañas en sus nudillos y barbilla, me hace pensar que no se trata de uno de sangre pura.
Bills no sabía que pensar, todo ese asunto le resultaba extraño pero la sensación chocante en su cuerpo, producto del poder que el humano deprendía desde el interior de aquel aparato le impedía pensar con claridad.
—¿Tú que piensas al respecto, Whis? —preguntó a su asistente sin girarse hacia él, observándole sobre su hombro.
El nombrado miró de reojo a su señor, para luego devolver la mirada al frente.
—No lo sé, señor Bills. Considerando ciertas características, no puedo evitar asemejarlo con la raza de los kaioshin, es como si fuese una mezcla de ambas razas.
—Eso pensé.
Vegeta, al igual que Goku, veían atentos al sujeto frente a ellos, la expresión de éste era serena, eso le hacía al mayor de ambos preguntarse si su carácter sería igual de tranquilo.
Zamasu se encontraba un poco aislado de los visitantes, intentando mantenerse firme, pues su cuerpo temblaba ligeramente tras haber escuchado la conversación que se estaba llevando acabo entre los pertenecientes al Universo 7. No podía evitar que notaran el parecido entre Zaiko y Son Goku, eso era obvio, de hecho ya se había hecho a la idea de que le interrogarían por ello y no estaba preparado para responder ninguna pregunta que pudiesen hacerle en ese momento.
—¡Oye tú! —volteó ante el llamado del dios de la destrucción—. Respecto a este sujeto que resguardan ¿Cuál es su origen?
El kaioshin estaba dispuesto a ocultar la mayor parte de la información al respecto del resto de dioses si era necesario, mientras menos fueran las personas que conocieran detalles sobre Zaiko era mejor para él, debía cuidar muy bien sus palabras para no revelar más de lo debido. Buscó una forma sutil de decirlo:
—Lo lamento, pero no puedo revelarle esa información.
La negativa generó que Bills se enfureciera.
—¿Te atreves a no responderme? —su tono era frío y lleno de ira, totalmente serio, pero Zamasu no se inmutó en absoluto ante el destructor, quien al ver que no causaba ningún tipo de reacción en él apretó los dientes con fuerza. Estaba a punto de romperle la cara al aprendiz por tener siquiera la valentía de desafiarle de ese modo, justo cuando iba a lanzarse para golpearlo, Vegeta decidió hablar:
—¿A qué raza pertenece? —preguntó, rompiendo aquel pesado ambiente.
Zamasu no sabía qué decir, iba a negarles una respuesta nuevamente, sin embargo tras pensarlo unos segundos, concluyó que no afectaría en nada darles a conocer ese detalle.
—Él es un saiyajin.
—Perfecto, entonces no necesitamos que respondas a la primera pregunta que te hizo el señor Bills.
—¿Qué quiere decir? —Zamasu no terminaba de comprender. Lo único que recibió como respuesta fue una sonrisa burlesca por parte de aquel hombre, con los brazos cruzados y la mirada fija en la cápsula.
—Si es un saiyajin, significa que pertenece al sexto o séptimo universo, ya que sólo ahí existe nuestra raza. Independientemente de que haya sido creado de manera artificial o no, su genética debe proceder de algún saiyajin de alguno de estos dos universos —Vegeta le observó triunfante—, ¿O me equivoco?
Todos quedaron asombrados por la eficacia con la que Vegeta había analizado las cosas.
—De nada te sirvió ocultarnos ese dato, si al final íbamos a saberlo de todas formas.
Zamasu ardía en cólera, y a su vez el nerviosismo en su cuerpo le impedía tomar una postura firme. Aunque trató de ocultarlo perfectamente, el destructor no era despistado, al ser una deidad sus instintos eran mayormente sensibles a su entorno por lo que no le resultó difícil sentir la ansiedad en el kaioshin ahí presente.
—Increíble Vegeta! ¡Eres muy listo! —le aplaudió Goku, mientras que Shin y Whis se miraban el uno al otro.
—Disculpe, joven Zamasu ¿Lo que dice el señor Vegeta es cierto? —Shin trató de buscar una explicación más concisa, pues no le quedaba muy claro— ¿Al menos podemos saber si ustedes crearon al mortal o si fue engendrado como cualquier otro ser vivo?
Viéndose acorralado por la situación, Zamasu se bloqueó totalmente, las cosas se le habían salido de control y no sabía que hacer, si respondía corría el riesgo de que conocieran que Zaiko y Son Goku compartían lazos sanguíneos directos, pero si se quedaba callado, podría resultar aún más sospechoso.
Cuando sentía el estrés tomar control sobre su cuerpo, Whis carraspeó su garganta para llamar la atención de los presentes.
—Señoritos, es hora de retirarnos.
—¿¡QUÉ!? —soltaron todos al unisono, a excepción del joven aprendiz, quien se notaba asombrado por la acción tan repentina del ángel.
—¡Pero Whis! ¡estamos a punto de resolver este asunto tan importante! —Reprochó el de apariencia felina.
—Lo siento amo, pero nuestra visita ya se ha extendido más de lo debido, el muchacho debe tener cosas qué hacer en este día, será mejor irnos ahora.
—Whis, no hablas enserio... —Vegeta no daba crédito a lo que escuchaba ¿Realmente se irían en el mejor momento?
—¡Whis, porfavor! —Goku suplicaba por quedarse más tiempo, si se iban ahora sería muy difícil que volviera a ver a su semejante.
—Ya lo he dicho, y no lo repetiré.
Comenzó a dirigirse a paso lento hacia la puerta, ante la mirada atónita de todos, quienes finalmente (y de mala gana) lo siguieron hasta fuera del templo, todos a excepción de cierto saiyajin que, aún algo triste por irse tan pronto, se quedó atrás, observando al mortal conectado a la maquinaria.
—Estaré ansioso por conocerte cuando estés listo —habló, esbozando su sonrisa tan característica, dando unas leves palmadas al cristal como despedida.
Estaba por retirarse, cuando vio nuevamente el panel de la cápsula, esta vez poniendo más atención a los botones y funciones que contenía en él. Le resultó peculiar un texto escrito sobre una placa de metal.
—¿Zaiko? — leyó— ¿Ese es tu nombre?
Son Goku dirigió su mano hacia el panel para tocar aquella superficie, pero un fuerte agarre le detuvo frenéticamente. Era Zamasu, quien detenía con fuerza el brazo del saiyajin, evitando que llegase a tocar algo de su dispositivo.
—¡NI SE TE OCURRA PONERLE TUS SUCIAS MANOS ENCIMA, HUMANO! —la rabia le invadía al ver al sujeto que más odiaba intentando meterse en lo que no le incumbía, más que nada en cosas ajenas. El tono que utilizó reflejaba el rencor y asco que sentía por aquel hombre.
—¡Está bien! ¡está bien! !lo siento! — se disculpó inocentemente, como un niño recién regañado por haber cometido una travesura.
Luego de un leve forcejeo, logró soltarse y retrocedió un par de pasos, sobando el área un poco adolorida, pues el kaioshin lo había sujetado con mucha fuerza, más de la necesaria a su parecer.
—¡No olvides cual es tu lugar! ¡este templo es sagrado! Un ser tan repugnante como tú no tiene cabida en este sitio.
Zamasu comenzó a regañar al saiyajin, quien no parecía poner atención a sus palabras, ya que había comenzado a hablar tan rápido, que el pobre Goku no comprendía siquiera lo que decía.
El azabache sonreía nerviosamente, tratando de calmar un poco al kaioshin.
—D-de verdad..lo lamento...
—¡NO! ¡ESTABAS A PUNTO DE TOCAR EL DISPOSITIVO! ¡ES PELIGROSO! ¡SI LLEGAS A MOVER ALGO Y DAÑAS AL HUMANO ESTÁS MUERTO!, ¡¿ME OÍSTE!?
Apenas iba a disculparse nuevamente, cuando por el rabillo del ojo logró notar un leve movimiento dentro de la cápsula, que en ese momento estaba frente a él y a espaldas de Zamasu. Inmediatamente, posó su mirada en el aparato, mirando con asombro lo que acontecía ahí dentro.
El aprendiz, notando como el saiyajin se había quedado paralizado y con una mueca de sorpresa y confusión, decidió callar y volteó para mirar lo que el otro estaba viendo.
Su sangre heló, tras una expresión asustada, con los ojos abiertos de par en par.
El mortal había comenzó a reaccionar.
Ya había movimiento en él, aunque muy leve, estaba comenzando a tomar conciencia como si intentase despertar de un sueño profundo. La mascarilla que cubría su boca y nariz ahora dejaba salir pequeñas burbujas de su interior, a la vez de que su expresión había pasado de ser calmada, a fruncirse ligeramente, apretando de manera tenue sus ojos.
" No, por favor... ¡ No ahora, no es buen momento...!".
Estaba pasmado, ¿¡Cómo se le ocurría despertar en una situación como esa?!
—Zaiko...
El ki que se sentía se disparó repentinamente, volviéndose aún más inmenso, hasta el punto de llegar a ser insoportable permanecer en la habitación. La presión parecía capaz de sacar disparado a todo aquel que se encontrase cerca. Cosa que por supuesto no pasó desapercibida por los demás.
—Por favor, retírate —le ordenó de una forma más sutil aunque desesperada a Goku, pero al notar que éste no se iba, alzó la voz— ¡Maldición! ¡sólo vete!, ¡AHORA!
Aún sin procesar lo que ocurría, el de Gi anaranjado se limitó a correr hacia donde supuso que se encontraban sus compañeros listos para irse, dejando al kaioshin solo en aquel sitio, observando con preocupación a Zaiko.
Tan rápido como ocurrió, se calmó.
De un momento a otro, todo volvió a la normalidad. El ki que desprendía volvió a ser el mismo, al parecer, fue una falsa alarma. Zamasu no pudo evitar soltar un suspiro de alivio.
—¿¡QUÉ SUCEDIÓ!? —su maestro Gowasu corrió hacia la habitación en cuando sintió el caos que estaba llevándose a cabo ahí dentro— ¿¡Estás bien, Zamasu?! ¿qué ocurrió?
—Descuide su Excelencia, sólo fue una falsa alarma —le respondió para intentar calmarle, mientras buscaba con la mirada a las visitas, esperando que llegasen tras él para ver lo que había pasado—, ¿Dónde están los demás?
—El señor Whis y el resto se retiraron apenas sintieron la conmoción, el señor Bills dijo que no querían ser una molestia en estos momentos y que lo mejor era irse inmediatamente.
—Vaya, pues agradezco que lo hayan hecho. Por un momento creí que...
—Que despertaría —sentenció el anciano—. Fue abrumador, yo también lo presentí, pero veo que no ocurrió.
—Si, me siento más tranquilo. Con lo que acaba de ocurrir significa que no tardará mucho en salir, me sorprende ya que según mis cálculos faltaban al menos 3 meses para eso —el más joven quedó pensativo un instante.
—Entonces sabes lo que debes hacer, hay que estar alertas para recibirlo como se debe. Yo aconsejaría que comiences a organizarte para que el día en que tome conciencia ya estés listo para instruirlo, además de que ordenes una de las habitaciones del templo, para que pueda tener su espacio.
—Así será, su excelencia Gowasu.
En otro sitio, Vegeta sujetaba con fuerza a Goku, quien forcejeaba intentando soltarse dando patadas, ya que sus brazos estaban inmovilizados por el agarre del príncipe, mientras que Whis utilizaba su báculo para viajar de regreso al Séptimo Universo, Bills observaba el comportamiento infantil del saiyajin, le parecía ridículo.
—¡No puedo creerlo! —le regañó el dios— ¡Es asombroso que Vegeta tuviese que sujetarte a la fuerza para poder traerte!
—¡Pero señor Bills! —se quejó— ¡No podía irme aún! ¡Zaiko está por despertar! ¡Yo debo estar ahí!
—Señor Goku, por favor, basta —Habló Shin—, ¿De dónde sacó ese nombre?
—Así se llama, lo vi en una placa que llevaba su nombre. —Son Goku finalmente dejó de luchar, resignándose a ser llevado de vuelta a su universo— ¡Ay! ¡No es justo!
—Ya madura, Kakarotto —Le reprochó—. Menos mal que dejaste de moverte tanto, sabes que si nos soltamos de Whis nos volveremos polvo estelar, no me gustaría morir así a lado de un cabeza hueca como tú.
—¿Es que por qué? ¿¡qué tal si el Supremo Kaiosama Gowasu y su aprendiz nos necesitaban en ese momento?!
—Todo estará bien, señor Goku, no pasa nada malo con ellos.
—Así es —Le apoyó Bills—, ellos saben qué hacer, sólo estorbábamos ahí. Lo que me molesta es que Whis decidiera volver en el momento más inoportuno.
—¡Exacto! Apenas íbamos a hacer hablar a esa sabandija de Zamasu —Vegeta rió un poco al recordar el rostro asustado del mencionado—. Era obvio que ahí había gato encerrado, algo oculta sobre el saiyajin ese, que no quiere que sepamos.
—Por favor, dejen de quejarse, tengo buenos motivos para haberlo hecho —se defendió el ángel, sin dejar de dirigirse hacia su destino—. Entiendo que estén enojados, pero si seguíamos así era seguro de que no obtendríamos toda la información que necesitamos saber sobre ese saiyajin llamado Zaiko.
Tenía una mejor manera de conocer todo el trasfondo de este asunto.
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