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[3] Te he encontrado

Los tres dioses de la creación se encontraban temerosos de lo que fuese a pasar a continuación,¿Qué seguiría? Estaban en la boca del lobo y al parecer cierta mujer disfrutaba el momento de intriga por el que estaban pasando.

Lyra se apoyó en la puerta, cruzada de brazos y con una sonrisa burlona en su rostro.

—¿Se puede saber a qué han venido? 

Ninguno se atrevió a responder, Ea retrocedió un par de pasos tratando de alejarse lo más posible de ella.

Rou por otro lado, simplemente esperaba que alguien desde el Planeta Sagrado estuviese viendo la forma de sacarlos de ahí lo más rápido posible. Sentía el sudor frío bajar por su frente.

—¿No van a responder? —rió— Bueno no hace falta, de hecho ya me había extrañado de que nadie viniera a ver más de cerca a mi hijo.

Todos quedaron asombrados con la manera en que se dirigía a aquel sujeto. El resto de los kaioshins observaban todo.

—¿Su hijo? —Anato no comprendía muy bien la situación— ¿No lo considera acaso una simple creación suya? 

—Kai ¿¡Qué esperas?! ¡diles que regresen! Ea sabe hacer la teletransportación, ¡Usa la telepatía y hazlos regresar!  ¡deben abandonar la misión ahora o esto terminará en tragedia! —Kur observó con desesperanza a Kai en espera de una respuesta, la cual no llegó.

Fuwa entró en desesperación y replicó que si nadie hacía nada, él sería quien los traería de vuelta.

—No, nadie se moverá de aquí. Ya hemos llegado muy lejos, si ya los vio será muy difícil volver a infiltrarnos en la nave. 

—¡¿Entonces los dejarás a su suerte?!

—¡Por supuesto que no! —alzó la voz— Ya había previsto una situación como esta.

Llamen a Zamasu.

El joven aprendiz se encontraba ordenando las habitaciones cuando escuchó un llamado desde la bola de cristal que se encontraba en la sala, inmediatamente dejó a un lado lo que traía entre las manos y se apresuró a responder.

Se acercó al objeto con extrañeza, no era común otro llamado el mismo día.

—Universo 10, Zamasu. ¿Qué sucede?

—Zamasu lamentamos la interrupción, sin embargo necesitamos que vengas de inmediato al Planeta Sagrado, ahora.

—¿Disculpe? —no comprendió la necesidad de llamarlo precisamente a él, ¿Con qué finalidad?— Tengo entendido que sólo los supremos kaiosamas pueden acudir a ese lugar sagrado.

—Así es, pero requerimos de tus habilidades como prodigio. Tenemos entendido que tus técnicas de pelea van más allá de las de un kaioshin promedio.

—Es verdad pero, ¿Por qué? ¿sucedió algo?

Pudo ver la seriedad en el rostro de Anato.

—Tu maestro está en peligro.

—...¿Qué?

Gowasu sabía que no podían retirarse, habían recibido instrucciones estrictas de que sólo podrían regresar cuando Kai se los permitiese.

 "¿Qué está pasando? ¿Acaso no ven que si no hacen algo, nosotros...?"

Lyra cerró sus ojos, mientras caminaba lentamente hacia ellos. Se prepararon para enfrentarla, sin embargo ella simplemente pasó de largo para después detenerse frente a la cápsula.

—¿Les gusta? —volteó divertida y risueña hacia ellos— Mi arduo trabajo finalmente dio sus frutos. Fue complicado, sin embargo mi sueño de crear al guerrero perfecto se hizo realidad.

Se abrazó de aquel artefacto, como una madre se aferra a su pequeño hijo.

—Sabía que en cualquier momento vendrían a verlo, aunque debo admitir que esperaba que un dios de la destrucción viniese con ustedes; claro, si es que planeaban eliminarnos.

Rou gruñó, tenía razón, resultaba ilógico pensar que ellos podían eliminar a ambos sin ayuda de un hakaishin

—¿Acaso no ves el peligro que esto significa? —interrumpió Ea— ¿Qué pretendes lograr? ¿cuál es tu intención?

—... Quiero poder.

—¿Cómo? 

La ex kaioshin dio un suspiro profundo, observó a aquel que hacía llamar "su hijo". Respondió:

—Nosotros los supremos kaiosamas somos uno de los pilares del universo junto con los ángeles y los destructores, pero después de todo no somos los más fuertes, existen mortales que nos superan en fuerza y poder, díganme ¿Qué sentido tiene eso? —abrió los brazos, con grandeza, alzando la mirada— Quiero poder. Gracias a él me apoderaré de todo y entonces seré el centro del universo, seré quien se encuentre en la cima de la creación, yo y sólo yo ¡Él será la herramienta para lograr mi objetivo!

Se giró aún alzando sus brazos, con una expresión insana en su rostro, la cuál fue correspondida por el temor de los ahí presentes. 

—Estás enferma.

Zamasu llegó en un abrir y cerrar de ojos al Planeta Sagrado gracias a Fuwa, quien se ofreció en traerlo con ayuda de su teletrasportación. Rápidamente se acercó a Kai, quién lo veía con una ligera indiferencia.

—¿Dónde está? —trató de sonar convincente, ya que si bien su maestro no le importaba, debía aparentar que se encontraba muy preocupado con su situación aunque por dentro deseara ver al anciano muerto.

Demonios, ya le había emocionado la idea de no tener que tratar con él nunca más. Qué pena.

—Tu maestro está bien de momento. —Anato le mostró lo que estaba sucediendo en el Séptimo Universo, para pasar a explicarle superficialmente los acontecimientos—. Elegimos a 3 para que se infiltraran en la nave y exterminaran a una potente amenaza, sin embargo las cosas se han complicado, necesitamos que vayas ahí y les ayudes a enfrentar a Lyra, la causante de todo esto. Ella es muy fuerte, puede que te resulte complicado pero estamos seguros de que no representará un problema para ti.

—Márchate. No tenemos mucho tiempo.

Los supremos se prepararon para luchar a pesar de que sabían perfectamente que no podrían hacer mucho, mientras que Lyra elevaba ligeramente su ki.

—Será rápido.

Comenzó a juntar energía en ambas manos y en un movimiento rápido lanzó un ataque directo hacia los tres dioses de la creación, provocando un destello y el revoloteo de varios objetos.

Sonrió victoriosa, no pudo haber manera de que ellos evadieran esa técnica. Estaba a punto de soltarse a carcajadas cuando una silueta se hizo notar entre la conmoción, haciéndola cambiar su expresión a una cara de asombro, atragantándose con su propia risa.

Los tres kaioshins estaban en el suelo y frente a ellos, una figura delgada les daba la espalda, imponente. Gowasu se apoyó sobre sus codos, reconociéndolo al instante.

—¡Z-Zamasu..! 

El más joven se encontraba ahí creando un campo protector, el cual evitó que el ataque recibido fuese mortal. No habían sufrido ningún daño.

Volvió a reservar sus energías y permaneció firme ante su rival. Su maestro veía la eficacia con la que había actuado.

Zamasu por su parte, frunció el ceño ligeramente ante aquella mujer. Era bastante hermosa por supuesto, cabellera blanca y piel beige con una mirada seductora hasta cierto punto; eso no era de importancia, no le llamaba la atención de ninguna forma. 

Él estaba ahí para luchar.

—Vaya ¿Pero qué tenemos aquí? No eres como los demás, ¿O me equivoco? 

No respondió, aún se encontraba disgustado por verse forzado a ayudar. 

Relajó su cuerpo un momento, para luego tomar su posición de pelea, alerta a cualquier movimiento por parte de la tirana.

Parpadeó un segundo y vio como ya se acercaba rápidamente a él lanzando un puñetazo, el cual detuvo a sólo unos centímetros de su rostro. Ella aprovechó que el aprendiz estaba distraído y con la mano que le quedaba libre lanzó una ráfaga que el menor esquivó al tirarse al suelo de espaldas apoyándose en sus manos, dando una fuerte patada en el estómago de la mujer, sacándola disparada por el impulso.

Zamasu se reincorporó de inmediato, podía ver la ira en los ojos de la kaioshin, el espacio era reducido, pero no tanto como para limitarlos a un combate cuerpo a cuerpo. Pronto se encontraban intercambiando golpes, patadas que el más joven no tenía problemas en bloquear y terminaba por aprovechar esa apertura para acertar. 

Lyra intentó tirarlo barriendo sus pies, pero el de tez verde había saltado en el momento para patearla en el rostro y dejarse caer a unos pasos lejos. Todo iba tan rapido que los presentes apenas distinguieron como ella se puso de pie y  juntó gran parte de su energía para lanzar un poderoso ataque, al cual él respondió de igual forma.

Los 3 supremos kaiosamas buscaron un lugar en dónde cubrirse, algunos objetos salían volando por el choque de ambos poderes que incluso hacían temblar la nave, las paredes ya habían resistido algunos impactos y las abolladuras parecían tan frágiles como si todo se fuese a hacer pedazos en cualquier momento.

—¡Veo con asombro que tienen la misma fuerza...! —Ea cubría su cabeza son sus manos mientras veía expectante aquella batalla.

—No —le corrigió Gowasu—, Zamasu es mucho más fuerte que eso.

El joven aprendiz sonrió al ver como su contrincante comenzaba a retroceder, el poder de Zamasu era demasiado para ella y su resistencia había comenzado a bajar considerablemente. Algunas laminaciones ya se desprendían y apenas dejaban ver el espacio vacío en el que la nave viajaba.

Aún luchando por mantenerse en pie, Lyra buscaba ganar aquel choque de energía a como diese lugar.

—¡NO!...¡No me vencerás...!

Concentró mayor poder en su ataque y por un momento parecía llevar la ventaja, hasta que Zamasu incrementó es suyo, haciéndola ceder. 

La diferencia era tal que salió disparada, chocando con la cápsula y rompiendo una parte de esta. El cristal se había agrietado y el líquido que contenía comenzó a salir.

—¡No! ¡No, no, no, no...!

Despavorida se percató de lo que había hecho. Buscó una forma de sellar la fuga pero fue inútil. Observó al joven que se encontraba dentro y para su alivio no lo había despertado.

Apenas se dio la vuelta, el terror se hizo presente al ver a Zamasu frente a ella.

Sintió como una espada de ki cortaba profundamente en diagonal su cavidad torácica, matándola al instante.

La sangre caliente brotó de la herida, salpicando incluso el rostro de Zamasu mientras el cuerpo sin vida de la kaioshin se desplomaba en el suelo.

Sin embargo Zamasu parecía encontrarse perdido nuevamente al subir la mirada. Ignoró por completo el hecho de estar manchado de sangre, el peso muerto que cayó frente a sus pies, los alaridos de su maestro, todo.

Su total atención estaba en el sujeto que se encontraba frente a él.

Contempló con curiosidad al humano dentro de la cápsula. Su cuerpo reaccionó al sentir una presión bastante peculiar chocando contra él. Era la misma sensación que causaba estar frente a un Dios de la Destrucción.

Por unos cuantos segundos, sintió como el tiempo se había detenido.

"¿Qué significa esto? ¿un mortal con el poder de un dios? No, es imposible".

Se perdió en la voz de su conciencia, manteniendo sus ojos fijos en el rostro de aquel mortal. Observó todas y cada una de sus características, sus facciones. 

Entonces notó algo. 

No pudo evitar hacer una rápida comparación con Son Goku.

"Acaso podría ser él?... ¡No!... pero se parecen, ¿Quién es este sujeto?".

Pensó en el poder que sentía. A pesar de estar aun inconsciente, ese humano podía desprender una energía inmensa. Comprendió la preocupación de los supremos kaiosamas por una amenaza de ese nivel, considerando que aún no estaba en su mayor desarrollo, las posibilidades apuntaban que en un futuro fácilmente podría acabar con un Destructor. Incluso tal vez superar la fuerza de un ángel.

Su mente se puso en blanco por un momento.

"¿Podrá ser...?"

¿Era acaso lo que había deseado todo este tiempo?

Analizó las cosas con detenimiento, fue cuando pudo ver frente a él la oportunidad que tanto había anhelado. 

"¡Si, si!" 

La solución de todos sus problemas. La pieza faltante del rompecabezas.

"Te he encontrado".

Sus pupilas se dilataron por el éxtasis y la emoción. La suerte y el destino le sonrieron a su vez pues habían escuchado su llamado. Sintió sus manos temblar ligeramente.

Ya tenía lo que quería.

Poco a poco, una voz que lo llamaba por su nombre parecía hacer eco en su cabeza, distante. Pudo salir de su trance al sentir una mano posarse sobre su hombro. 

—Zamasu ¡ZAMASU! —escuchó con claridad la voz de su maestro llamarle. 

Había vuelto a la realidad.

Zamasu volteó a ver el rostro de su maestro, aún desconcertado por salir de sus pensamientos tan bruscamente.

—Zamasu, ¿Qué ha sido eso?

Se vio confundido ante aquella pregunta. Hasta que echó un vistazo a sus pies. El cuerpo de Lyra se encontraba ahí, sobre un enorme charco de sangre.

—¡Ah! Maestro, yo... 

—Mírate nada mas...

En ese momento, el joven sintió como una gota descendía lentamente por su rostro, tocó su mejilla, para luego percatarse de que era sangre. 

Veía el líquido deslizarse entre sus dedos, ¿Cuándo se había manchado? Miró de reojo al anciano frente a él. Seguramente le reclamaría por su acción. Quizás el haber matado a la mujer de esa forma resultaba un tanto sádica, sin mencionar que tanto su rostro como su ropa estaban manchados de la sangre de su víctima.

—Su Excelencia... 

—No tienes que darme explicaciones —le interrumpió—. Yo comprendo que debió ser difícil, soy consciente de que era la única manera de terminar con esto. 

—¡Eres grandioso Zamasu! —Rou dio una palmada en la espalda del nombrado— Nunca había visto a alguien pelear tan brutalmente.

—Gracias, supongo.

—¡Deberías enseñarnos a luchar así, muchacho! —Ea mostró agradecimiento al hacer una pequeña reverencia frente al aprendiz que les había salvado la vida.

De pronto, todos los supremos kaiosamas que se encontraban en el templo llegaron al lugar para agradecer de igual forma a Zamasu, ya que sin él no habrían podido lograr su objetivo.

Rieron, estaban súmamente agradecidos, y para su alivio, Anato había traído consigo un cambio de ropa. Se limpió cada rastro que la mujer dejó e incluso algunos abrazaron al aprendiz una vez terminó, notándose algo avergonzado.

Luego de unos minutos, Kai retomó el tema, era el único que no se notaba alegre y al parecer tenía que compartir su negatividad con todos o no estaría tranquilo.

—No deberían estar tan felices, la principal amenaza aún sigue con vida.

Todos voltearon a ver la cápsula tras de ellos. Tenía razón, habían acabado con Lyra más no con el mortal, quien representaba el verdadero peligro.

Zamasu sintió un hueco en el estómago, lo había olvidado.

Todo lo que habían hecho tenía como finalidad acabar con el humano. Apretó los dientes, preocupado, ¿Qué haría ahora? No había manera de detenerlos y evitar que lo mataran o peor aún, le pedirían a él que lo hiciera.

No dejaría ir una oportunidad así. Después de mucho tiempo encontró al sujeto perfecto para sus planes. Nadie iba a quitárselo.

Entonces tuvo una idea.

Pasó entre la multitud hasta estar frente a Kai, quien lo veía con extrañeza.

Se posó firme, con las manos a sus costados, para luego, hacer una reverencia. Todos lo vieron con confusión, sin comprender el porqué de su comportamiento. Aún sin alzar la mirada sus palabras dejaron helados a los presentes:

—Señores. Les pido que perdonen la vida de este mortal. Permítanme hacerme cargo de él.



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