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[2] Intervención

El ambiente se volvió tenso. No hicieron más que verse los unos a los otros, compartiendo el sentimiento de angustia y asombro entre sí.

—¿Qué dices? ¿cómo es posible? —le confrontó Peru, del Universo 2.

—¡¿Acaso se trata de un dios?! ¿¡son dioses esos sujetos tan peligrosos de quienes hablas?! —Ogma del Quinto Universo ya había entrado en pánico. 

Todos compartieron la misma sensación por unos segundos. En todos sus años de existencia, jamás habían liado con un asunto de dicha magnitud.

—Por favor, tranquilícense. Para responder a su pregunta: Son dos sujetos, una kaioshin y su creación, resultado de una mezcla de dos tipos de ADN, kaioshin y saiyajin.

La respuesta los dejó confundidos. Más de lo que podían haber estado desde el momento en que llegaron.

—¡Queremos detalles! 

—Déjenme explicarles. —Anato se adelantó a contar qué habían averiguado durante los últimos días, gracias a la vigilancia que realizaron— Verán, lo que sucedió fue que durante el tiempo que permanecimos observando el conjunto de universos, Kai y yo nos percatamos de un poder descomunal concentrado en un punto específico, proveniente del Universo 7. Similar al Ki divino que presentan los dioses; la misma presión que éste ejerce, pero muy distinto a la vez.

—Pero —interrumpió Ea—, si era una energía descomunal, ¿No es extraño que pasara desapercibida para el Supremo Kaiosama y el Dios Destructor del Séptimo Universo?

—No es extraño —explicó Kai—, de hecho sabemos que el Ki divino es energía pura, pero lo que la distingue de otros tipos de energía, es que este no desprende del individuo, de manera que no se puede sentir, sino que se concentra en su interior. Dando como resultado una fuerte sensación de presión al estar cerca. Eso explica porqué aún no lo han notado.

El análisis que Kai había realizado les dio a entender mejor el contexto, vaya que habían sido eficientes en su labor.

—Bueno dejando eso en claro, fue entonces cuando decidimos centrar nuestra atención en el punto del cual provenía ese poder. Emergía de una nave espacial que se encontraba en movimiento —continuó—, el poseedor de dicho poder es un mortal, quien aún se encuentra en desarrollo; para ser más preciso se trata de un híbrido de raza kaioshin y saiyajin, creado artificialmente por una ex colega nuestra, La ex kaioshin del Oeste, Lyra, quien se creía muerta desde hace miles de años.

—¿¡Entonces la amenaza son la ex kaioshin y su creación, quien aún no se encuentra en su total desarrollo?! —Gowasu no daba crédito a lo que había escuchado

—Así es. 

—¡Es impensable! ¿¡ese mortal sigue incompleto y ya expulsa una tremenda energía?! ¡ha creado un monstruo! —Kur del universo 4 finalmente había hablado, luego de permanecer callado durante toda la reunión.

—Si es así, lo mejor es que le pidamos a algún Dios Destructor que se encargue de ellos, ¡Mejor dicho, de él! ¡ya que la amenaza es ese mortal! —sugirió Fuwa con desesperación, esperando que al menos uno de los ahí presentes apoyase su opinión.

—De momento no hay necesidad, ya tengo la manera de solucionar esto y erradicar la amenaza sin intervención de un dios de rango superior y para eso necesito su ayuda. —Kai se dirigió a ellos con una inquietante tranquilidad, mientras los demás temblaban por el desconcierto.

—¡¿Y crees que nosotros podremos hacer algo?! ¡si estás diciéndonos que tiene la capacidad de acabar con todo!  —Ea había perdido la calma. Le sonaba estúpido que ellos enfrentasen la situación, cuando ya les dejaron en claro la inferioridad que representaban.

—Ya lo mencioné antes, la principal amenaza está en desarrollo, se encuentra en una cápsula de gestación y aún no está consciente. Lo único que hay que hacer es desconectar el equipo que lo mantiene con vida y destruir la cápsula.

—Comprendo. Tenemos una oportunidad antes de que pase a mayores —analizó Gowasu.

—Exactamente. Su creadora, la ex Kaioshin del Oeste, casi nunca merodea esa habitación, no parece haber cámaras ni tampoco vigilancia. Aparentemente es una parte secreta de la nave a la cual sólo ella tiene acceso, por lo que es muy poco probable que tengamos algún obstáculo para llevar a cabo nuestro plan.

—Me parece bien, pero ¿Qué nos garantiza que ella no volverá a crear uno nuevo? 

—Nuestra misión es acabar con la principal amenaza, en otras palabras con el mortal. Si se repite entonces pediremos el apoyo de algún Dios Destructor para que la elimine a ella y a su bastardo.

—Bueno y ¿Qué haremos ahora? —Rou ya se estaba impacientando, fue obvio por la tonalidad de su voz, la cual demostraba la frustración que sentía.

—Agradezco que fueras tú quien preguntara, Rou. Ya discutimos sobre quienes deberían ir personalmente a la nave y hemos elegido a 3 de ustedes, tú Rou eres uno de ellos.

—¿¡QUÉ?! —el mencionado gritó a todo pulmón, incrédulo, para inmediatamente oponerse— ¿¡Por qué debería ir yo!? 

Kai suspiró, harto de las quejas del otro, siempre era lo mismo con él.

—Irás, no pedí tu autorización. El señor Gowasu y Ea van a acompañarte, fueron seleccionados gracias a sus aptitudes, son los indicados para dicha responsabilidad.

Luego de discutirlo y dar instrucciones Anato les indicó las coordenadas para que pudiesen localizar el punto exacto que sería su destino mientras los demás observarían desde el Planeta Sagrado, cuidando que todo saliera bien, de no ser así, buscarían alternativas.

Los 3 supremos kaiosamas se teletransportaron en el interior de la nave, más precisamente en aquella habitación, un lugar aparentemente aislado del resto. 

—¡Ay mamita! —Ea se ocultó detrás de Gowasu como un niño asustado, acto que le pareció infantil y tonto al mayor pero bueno, no podía quejarse.

—¡Deja de comportarte como un mocoso! Hagamos esto y nos largamos, ¿Entendido? —sentenció Rou aún molesto por haber sido obligado a ir, ya que si no su puesto como Supremo Kaiosama estaría en riesgo. Si, lo habían amenazado.

Chasqueó la lengua y observó con detenimiento el lugar en el que se encontraban, era considerablemente amplio, más que una habitación o cabina tenía pinta de laboratorio. 

Las luces estaban apagadas, pero el resplandor de algunos botones y los paneles táctiles eran más que suficiente para poder ver lo que había en su interior.

Las paredes eran de un material especial que evitaba filtrar ruidos del exterior, reluciente y brillante que le daba un toque de limpieza, similar a los hospitales. La puerta sólo podía abrirse desde afuera y no había otra manera de salir o mirar al interior.

Ea tomó su mentón mientras se inclinaba un poco para verificar una serie de perillas en la pared. Algunas de ellas servían para regular la temperatura y otras eran algo confusas de comprender.

Gowasu se percató de una especie de cápsula al otro lado de la habitación, completamente cubierta con un material metálico muy resistente, podía saberse por su grosor. Seguramente para proteger lo que se encontrara ahí, además de que un ligero resplandor se filtraba desde dentro.

"Debe estar aquí". 

Se acercó al panel que se encontraba a los pies de la cápsula y lo contempló un momento: Había botones y palancas, el resto era una pantalla táctil que mostraba el estado del individuo que se encontraba en ella. Tipos de ADN, peso, estado de desarrollo, estabilidad, una gran cantidad de aspectos, giró una de las perillas y la cobertura metálica que la recubría descendió hasta dejar completamente al descubierto la cápsula. 

Los otros 2 kaioshin se acercaron en cuanto la luz emergente de la cápsula, iluminada desde el interior y que llenó el pequeño espacio, les hizo voltear.

Ahí estaba.

Conectado a todo un equipo sumergido en un líquido verdoso, una mascarilla le permitía respirar. Su cabello ligeramente erizado ondeaba bajo el agua; de un tono blanco, salvo por dos mechones negros contrastantes.

Sus rasgos físicos eran propios de la raza saiyajin, un cuerpo perfectamente estructurado con una musculatura que no lo hacía ver ni muy fornido ni muy delgado, poseía incluso una cola. Casi desnudo. 

El mayor de los tres no pudo evitar centrarse en su rostro, dos pequeñas prolongaciones puntiagudas sobresalían de los costados de su barbilla, una a cada lado, notó que también existían en cada uno de sus nudillos, haciendo contraste con su piel blanquecina.

Eran sus peculiares características lo que hacía que lo viesen con extrañeza y curiosidad, no sólo por parte de los dioses de la creación ahí presentes, sino también de aquellos que observaban desde el Planeta Sagrado.

Gowasu tenía la sensación de haberlo visto antes. Algo en él le resultaba familiar.

Sus ojos vieron con sorpresa en él la clara imagen de Son Goku.

Eran idénticos. Al menos como lo recordaba, el sujeto que tenía enfrente reunía las características del saiyajin del Séptimo Universo: Su rostro, sus facciones, su físico...

Como si fuesen la misma persona.

—Seguramente el tono de su cabello se deba a la mezcla de ADN kaioshin. —Ea lo observó más de cerca— Según la computadora aún no está consciente, eso hace las cosas más fáciles ¿No lo creen? Aunque no estoy seguro de que podamos acabar con él desconectándolo, habrá que destruir esta cápsula por completo junto con él.

—Por eso dije que éste plan era estúpido, ¿Crees que nuestros poderes sean suficientes para eliminar algo como eso? —escupió Rou de la manera más arrogante posible, mientras señalaba al híbrido frente a ellos.

Tenían miedo de proceder, era la paranoia quien les hacía temblar ante la idea de que en cualquier momento el sujeto fuese a despertar. Gowasu tomó valor, volteando a ver a sus compañeros.

—Ya llegamos hasta aquí, no retrocederemos ahora.

Se habían dispuesto a actuar cuando una luz detrás de ellos les alertó de haber sido descubiertos. Alterados y asustados, vieron como la puerta había sido abierta de par en par, iluminando por completo la habitación.

La antigua ex kaioshin del Oeste estaba parada en el marco con una mirada sombría para luego, sonreírles con cinismo, viéndolos como si no pasara nada.

—¡Muy buenas tardes caballeros! ¿a qué se debe su inesperada visita?





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