El principio del cambio
Eran pasadas las 12 de la noche y el bar en el que me encontraba empezaba a abarrotarse. El ruido constante de la gente parloteando y la música, cada vez más alta, era insoportable.
Apenas llevaba medio año en Seattle y ya no aguantaba más, añoraba la Push, pasear por la playa y saltar de los acantilados, extrañaba a mi madre y al pequeño Seth, incluso echaba de menos transformarme, llevaba 7 meses y 16 días sin haber cambiado de forma y mi cuerpo empezaba a quejarse, sobre todo estos últimos días, era como si estuviera más alerta.
Estoy apunto de levantarme y volver a mi apartamento cuando escucho a alguien pronunciar mi nombre, la voz me es vagamente conocida, por lo que dirijo mi atención a la dueña de la misma.
- ¿Leah?, ¿Leah Clearwater?- Una chica bajita y morena me dedica una sonrisa, su cara me resulta muy conocida pero no logro situarla.- No sabes quien soy, ¿verdad?.- Dejo que mi cara de confusión responda esa pregunta por mi.- Soy Ángela Weber, la amiga de Bella, del instituto, hemos coincidido alguna vez, ¿me recuerdas?
Mi cerebro hace click en cuanto dice su nombre, la amiga de la chupasangre, claro. Era una chica simpática, habíamos coincidido alguna vez, sobre todo cuando ella iba de visita a la Push, no habíamos intercambiado más de dos o tres palabras, así que no sabia por que se encontraba tan emocionada por verme allí.
- Sí, sé quién eres, ¿qué haces por aquí?- Intento sonreír, pero lo cierto es que no soy una persona muy sociable, al menos no desde hace mucho tiempo.
-Acabo de mudarme con mi prometido, ¿no es genial?, Seattle es tan diferente de Forks, más llena de vida y alegría. ¿Y tú qué, también vives aquí?
- Sí.- Mis ganas de hablar son mínimas, solo quiero irme a mi casa y dormir.
-Genial, podemos quedar algún día a tomar algo, es bueno tener gente conocida en un nuevo lugar.
-Claro, algún día, tengo que irme, ya es tarde, pero ha estado bien verte Ángela, me alegro de que este bien.
Ella me da una gran sonrisa y se despide, no sin antes cerciorarse de que tengo su número bien guardado, y ella el mio. Dudo que lo vaya a utilizar nunca, pero si eso hace que me la quite de encima, genial.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro