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QUINZE.

Luego de haber terminado el desayuno que transcurrió con algunas miradas desaprobatorias de los hermanos hacia Yoongi, quien estaba en silencio al lado de Jungkook, finalmente comenzaron a prepararse para la visita que harían ese día.

Jungkook había conseguido sentirse un poco mejor luego de llorar varios minutos más, así que ahora estaba acurrucado al lado de Yoongi en el sofá, esperando a que todos estuvieran listos para partir.

Ya que les esperaba un camino bastante prolongado y usualmente pasaban su día entero en el cementerio, hasta bien llegada la tarde, Seokjin estaba preparando varias canastas de picnic con diferentes bocadillos y bebidas.

Los demás ayudaban a subir pequeñas cosas al auto: las sombrillas y mantas, botellas con agua, abrigos por si llegaba una tarde fría y varios arreglos de flores que habían recogido a primera hora del día.

Seokjin, luego de tener todo listo y dejar que sus hermanos se encargaran de colocar las canastas en los autos, caminó hacia la sala de estar donde todos estaban acomodados.

—Bien, ya está todo listo y estamos a buena hora. Así que hagamos esto con prisa y sin peleas —pidió, luego de observar su reloj de muñeca. Sus hermanos asintieron, sabiendo a lo que se refería—. Este año conduciremos Hoseok, Jackson, Chanyeol y yo. ¿Cómo nos acomodamos?

Jungkook se apresuró a hablar, antes de que alguien más lo hiciera.

—Yoongi y yo iremos contigo, Jin-hyung —el mayor sonrió y asintió. Fue Taemin el otro elegido para montar con el mayor de los Kim y la joven pareja.

Los demás se agruparon a como diera lugar y finalmente salieron de casa para montar en los autos.

Los más jóvenes subieron en los asientos traseros, con las manos tomadas y una suave sonrisa en los rostros de ambos.

—¿Estás nervioso, Kookie? —preguntó Yoongi, tomando la mano del menor y llevándola a sus labios para depositar un beso suave en esta. El menor se sonrojó, más aún cuando notó que Taemin había visto tal acto íntimo.

—Un poco. Siempre me siento mal cuando voy a ver a mamá... Es por mi culpa que se fue —susurra con la mirada baja, sintiendo el apretón en su mano por parte de Yoongi.

—No sé lo que salió mal, cariño —comenzó Yoongi. Era así, no sabía nada de la historia del nacimiento de Jungkook—, pero estoy seguro de que no fue tu culpa. Ninguna madre quiere culpar a su hijo de eso, bebé —murmuró cerca de su mejilla, besando luego con delicadeza la zona.

Sonaría algo que rozaba lo ridículo, pero esas palabras tan sencillas le hicieron sentir mucho mejor. No era el "no fue tu culpa" que siempre escuchaba, fue el "ninguna madre quiere culpar a su hijo de eso" lo que le conmovió.

En silencio, mirando a través de su ventana se preguntó si, acaso, su madre, sabiendo que se culpaba de su muerte, estaría contenta.

Probablemente no.

—¿Todos listos? —preguntó Seokjin mientras se acomodaba en el asiento de piloto. Los tres asintieron y con una sonrisa el mayor comenzó a conducir, encabezando él a todos los autos hacia el parque memorial.

El viaje se mantuvo en silencio durante los primeros minutos, solo el murmullo de una vieja canción sonando. Jungkook se hallaba abrazado y acurrucado con Yoongi, quien de vez en cuando besaba su frente y se mantenía acariciando su mano en señal de apoyo.

Taemin y Seokjin no podían evitar verlos, sonrisas suaves en sus labios. El mayor de los Kim no podía negar que eran una pareja extremadamente adorable.

—Dime, Yoongi —llamó finalmente Seokjin, cediendo al deseo de saber más sobre el chico al que su hermanito le había entregado su corazón.

—¿Sí? —preguntó; Jungkook notó cómo su cuerpo se tensaba al instante.

—¿Tienes algo interesante que podamos saber sobre ti? ¿O sobre tu familia?

—Oh, bueno. Mi madre fue la segunda esposa de mi padre, pero murió cuando cumplí cuatro. Mi padre, mi medio hermano mayor y yo nos mudamos a Japón cuando cumplí seis por cuestiones de trabajo —comienza a relatar, sonriendo al recordar brevemente las sonrisas amorosas de su madre—. Es por eso que entiendo a Jungkook. Aunque quizás un poco más a ustedes. Mamá me faltó desde una edad muy temprana, y luego de ella tuve otras tres madrastras antes de decidir volver aquí.

—Vaya vida —murmuró Taemin, pero Yoongi lo escuchó y rió.

—No fue tan mala. Mi hermano, a pesar de que no tuviésemos la misma madre, siempre me cuidó mucho —llevó la mano de Jungkook a sus labios, besando el dorso de esta—. Supe lo increíble que era tener un hermano mayor.

Seokjin sonrió ante eso, viendo a la pareja por el retrovisor. Extrañamente, no se sintió molesto por la manera tan íntima en la que parecían estar incluso frente a ellos.

—¿Tu hermano cuidó siempre de ti? —está vez cuestionó Seokjin.

—Mhm. Él es para mí lo que usted es para Jungkook. Mi hermano dice que papá nunca superó la muerte de mamá y por eso es tan distante conmigo, porque le recuerdo a ella. Al parecer ella era el amor de su vida. Aunque, —se encogió de hombros mientras hablaba—, a este punto ya no interesa mucho, si soy sincero.

—Nuestro papá también es un poco ausente —habla Jungkook por primera vez, causando una suave sonrisa de tristeza en Seokjin—. Cuando era pequeño, siempre estaba ocupado con el trabajo. Y desde que se retiró, se fue a vivir a otro lugar y solo lo vemos de vez en cuando, hoy siendo uno de esos días —Yoongi sonrió suavemente ante la explicación de Jungkook, sin poder evitar sentirse feliz por la confianza de su novio con él.

—Pero tienes a cinco hermanos geniales y un novio increíble, no te falta nada —bromea y lo abraza con fuerza contra su pecho, deleitándose con la risa de Jungkook.

—Eres pasable —intervino Seokjin—, solo te falta ser tan atractivo como yo.

Los cuatro rieron por ello, Jungkook sintiéndose tan pleno al saber que el primero de sus hermanos estaba comenzando a aceptar a su novio.

El resto del viaje siguió entre pláticas banales, principalmente sobre memorias de la infancia de los dos menores.

—¿En serio te sucedió eso? —cuestionó Taemin entre risas. Yoongi estaba sonrojado de la vergüenza y el par de hermanos también soltaba fuertes carcajadas.

—¡Tenía cinco años! —intentó excusarse.

—Aún así, ¿cómo es que un pájaro te pica el pene sin más? —cuestiona ahora Seokjin, causando aún más burlas.

—Me gustaba andar desnudo —responde, cubriendo su rostro con ambas manos, intentando de alguna forma esconder su expresión apenada—. Después de eso, aprendí que no era buena idea. Y creo que aún tengo una cicatriz.

—En un futuro nos la muestras —le guiñó un ojo Taemin y siguieron riendo.

Yoongi se sintió realmente satisfecho al saber que estaba haciendo de ese viaje con su novio y su cuñado uno bastante disfrutable.

Debido a lo mucho que se estaban divirtiendo parecía que el viaje había sido más corto y llegaron pronto al parque memorial. Las risas cesaron poco a poco, pero no lo hicieron las conversaciones.

Sin embargo, Yoongi sintió a Jungkook tensarse a su lado y terminó tomando su mano, apretándola para intentar darle algo de confort.

Un suave beso fue depositado en la frente del pequeño Kim y, una vez el auto se detuvo, ambos se apresuraron a bajar, Min con la intención de ayudar a su cuñado.

Ese proceso fue silencioso, el ambiente lúgubre de aquel solitario lugar rodeándoles de pronto, haciendo sentir sus corazones pesados.

Yoongi ayudó cargando una canasta y Jungkook las mantas. Ambos caminaban en silencio, con sus manos tomadas como una señal de apoyo para el menor.

Avanzaron varios metros hacia el centro hasta que encontraron la tumba familiar de los Kim. Ahí, en la lápida, se anunciaba el nombre familiar y bajo este el nombre de Kim Hyorin era el único que se encontraba grabado.

Yoongi reconoció la fecha como ese mismo día, 2 de septiembre. Sus ojos, por alguna razón, se llenaron un poco de lágrimas y terminó frotándolos con su mano unida a la de Jungkook.

Le causaba tristeza saber que su novio no había tenido la oportunidad de verla sonreír para él. No tenía ningún recuerdo en absoluto de ella.

El menor lo observó y sonrió con un poco de diversión, besando su mejilla para asegurarle que estaba bien.

—Bien —fue Seokjin quien rompió el silencio. Todos lo observaron, él sonreía para aliviar un poco el peso de sus corazones—, acomodemos todo nosotros y dejemos que Jungkookie se encargue de las flores, ¿bien?

Todos asintieron a la propuesta y Jungkook entregó las mantas a Jackson, recibiendo a cambio un gran ramo de rosas en sus brazos.

Yoongi lo acompañó en silencio, ambos pronto arrodillándose lo más cerca de la tumba que se pudiese.

—¿Cómo le gustaban a ella las flores? —preguntó entonces el mayor, tomando el grupo de margaritas y el de girasoles en sus manos.

—Mis hermanos dicen que le gustaban las coronas de flores, hay muchas fotos de ella así —tomó él las rosas rojas y blancas. Yoongi sonrió y besó su sien con cariño.

—¿Haces tú la corona y yo acomodo las restantes aquí abajo? —con un simple asentimiento, ambos comenzaron su trabajo, pasando las flores de aquí a allá en completo silencio.

De alguna forma, el peso en el corazón de Jungkook en ese momento era menos doloroso, como si tener compañía aliviase un poco todos sus sentimientos de culpa.

Nunca lo había hablado con nadie abiertamente. Absolutamente nadie. Pero a veces se preguntaba si sus hermanos eran más felices con él de lo que fueron cuando él no estaba, cuando tenían a mamá.

Aun con todo el amor que le han dado siempre, aun cuando le han cuidado por la ausencia de padres en su infancia, aun así se preguntaba si la vida de esos cinco era mejor antes de que él llegara. 

Constantemente se culpaba, no importaba en absoluto si le decían que no era su responsabilidad, porque su mente era rápida para relacionar las cosas. Su nacimiento causó la muerte de su madre. Así de sencillo.

Jadeó sorprendido ante el tacto cálido en su mejilla, encontrándose al alzar la mirada los ojos cariñosos de su novio.

—Tu cabecita está haciendo mucho ruido —murmuró el otro, besando con cariño sus labios por apenas unos segundos, pero eso bastó para que Jungkook quedara anclado en la realidad, y no se hundiese en los remordimientos de su cabeza.

Desde lejos, Seokjin observó la interacción y no pudo evitar sonreír detrás de su vaso de refresco. —Quizás no sea tan malo —murmuró mirando al cielo, sonriendo por el lindo día que hacía.

La pareja siguió trabajando en silencio, de vez en cuando Yoongi atreviéndose a dejar besos por su rostro para calmar las olas de sentimientos dentro del pequeño Kim.

Yoongi fue quien se encargó de acomodar las flores restantes del ramo junto a los demás arreglos, sonriendo finalmente al notar lo llena que había quedado la lápida.

—Terminamos —anunció Jungkook, sacudiendo sus manos contra sus pantalones. Observó unos segundos a su novio, quien le sonrió en apoyo y terminó uniendo sus manos y cerrando sus ojos, comenzando a hablar con la hermosa mujer que dio su vida por la de él.

La mano de Yoongi en su espalda baja lo mantuvo tranquilo, mientras se disculpaba, le recordaba lo mucho que deseaba haberla conocido y le contaba lo bien que había crecido.

Yoongi observó una vez más la lápida, sonriendo mientras imaginaba que la mujer estaba ahí de pie frente a ellos.

—Prometo cuidar a su hijo —fue lo único que susurró al viento, al mismo tiempo en que Jungkook terminaba su íntima conversación unilateral.

—¡Jungkookie, Yoongi! Vengan, ya es momento de la merienda —anunció Seokjin una vez notó que ambos habían terminado.

—¿Por qué de pronto eres tan amable con el idiota ese? —preguntó Hoseok antes de dar una mordida a su sándwich con furia.

El segundo mayor gruñó cuando sintió el golpe en su nuca.

—Quedamos en que se comportarían hoy —recordó Seokjin, masajeando el puente de su nariz en frustración, quizás fastidio—. Además, Yoongi-ah no es tan mala persona.

—¡¿Yoongi-ah?! —casi gritó Taehyung, su rostro mostrando todo el disgusto que sentía hacia el novio de su hermanito y, ahora, hacia su hermano mayor—. Ese tipo ha de ser un brujo y estás bajo su amarre o algo, Seokjin.

Los cinco amigos comenzaron a reír con su comentario, pero Taehyung parecía ir muy enserio.

—Déjate de idioteces —ordenó el mayor, sonriendo cuando los jóvenes estuvieron junto a ellos, presentándose tomados de la mano. Jungkook estaba levemente recostado contra el brazo de su novio, una suave sonrisa que brindaba tranquilidad a sus hermanos dibujada en sus labios.

Seokjin se dio cuenta de que Yoongi definitivamente no era malo.

Por primera vez en varios años, Jungkook estaba tranquilo dentro del parque memorial. Aún recordaba perfectamente cuando cumplió cinco y tuvo entendimiento de la situación; el pobre niño tuvo un episodio bastante preocupante de llanto, un llanto desgarrador.

No paró de sollozar el día entero, pidiendo perdón.

Así que verlo sonriendo les hacía relajarse un poco. Ellos ya habían aceptado la muerte de su madre hace mucho; así que, conociendo lo dulce que era la mujer, sonreían porque sabían que si existía un cielo, ella estaría ahí.

Esperaban que Jungkook aliviara sus penas pronto.

—Coman, hay suficiente para todos —indicó Seokjin, palmeando el espacio vacío a su lado.

—Muchas gracias, Seokjin-san —mencionó Yoongi sin percatarse de su error. Se sentó tranquilamente junto a Jungkook, ignorando las miradas divertidas y las carcajadas reprimidas a su alrededor.

Seokjin fue el único que comenzó a reírse a rienda suelta. —Puedes llamarme Seokjin-hyung, no es necesario el -san.

Todos observaron como su rostro pasó de ser el típico tono pálido a un color rosa bastante potente.

—¡Ah! Lo siento mucho, lo siento mucho —se inclinó una cinco veces hacia el mayor—, aún no logro sacarme el japonés del todo.

—Está bien, Yoongi-ah. No es que me molestara.

Jungkook observó a su hermano con sorpresa, sonriendo luego al saber que eso significaba una sola cosa: empezaba a aceptar la presencia de Yoongi en su vida.

Todos comenzaron a comer, entre conversaciones y bromas. Los hermanos mayores, como siempre, contando anécdotas con su madre.

—¡Recuerdo cuando Taehyung y Jimin odiaban darse un baño! —rememoró Namjoon, causando la risa de los dos mayores y la vergüenza de los gemelos.

—Una vez salieron corriendo desnudos y llenos de jabón. Papá los terminó atrapando cuando se resbalaron al inicio de las gradas —narró Hoseok—. Mamá casi llora del miedo ese día. Eso detuvo a los huracanes esos de seguir molestando.

—¡Cómo si tu hubieses sido mejor que nosotros! —contraatacó Jimin, rojo de la vergüenza.

—Todos fueron unos mocosos —mencionó Seokjin, sonriendo triunfante cuando los cuatro hermanos de en medio lo observaron con fastidio.

—Seguramente tú también lo fuiste.

—Claro que n-

—Por supuesto que lo fue —mencionó una voz grave, soltando después una risa burlona mientras avanzaba hacia ellos.

Un hombre de unos cincuenta años (aunque lucía mucho más joven), con cabello castaño, ojos de un tono café oscuro, alto y con un elegante caminar, se dirigía hacia ellos.

Los ojos de Jungkook se iluminaron al instante y, poniéndose de pie, corrió hacia el hombre con una gran sonrisa.

Yoongi sudó frío cuando Jungkook habló.

—¡Papá! —y saltó a abrazarlo.

—¿Eh? ¿Ya no soy papi? —preguntó el hombre, recibiendo a su hijo menor en brazos.

—Eso te pasa por estar ausente, viejo. Jungkook ya está grande —anunció Hoseok, ni siquiera volviéndolo a ver.

No es que no lo quisiera ni nada. Es solo que el amor de todos los mayores hacia su padre era bastante... Peculiar.

—¡Lo siento, Jungkookie! —gritó el hombre, abrazando con más fuerza al joven.

—Todos los años es lo mismo, suéltalo ya —pidió Seokjin, el hombre obedeciendo al instante.

—Veo que empezaron la fiesta sin mí, mocosos.

—Señor, algunos ya casi tenemos treinta —mencionó Jackson. El hombre sólo rió y se encogió de hombros.

—¡Papá! —llamó su atención Jungkook. Al instante, el hombre bajó su mirada hacia el pequeño Kim. —¡Quiero presentarte a mi novio!

—Con que novio, ¿eh...?

Yoongi casi se orina y desmaya, ambas cosas al mismo tiempo.

—¡Sí, sí! Se llama Min Yoongi —anunció, apuntando al pobre adolescente que temblaba.

—Ya veo... —el hombre analizó al chico de pies a cabeza por unos segundos, mostrando luego una sonrisa muy parecida a la de Taehyung—. ¡Un gusto, muchacho! Soy Kim Minhyuk, el padre de estos seis demonios.

Yoongi sonrió amablemente y, no pudiendo confiar en sus piernas temblorosas, simplemente hizo una reverencia, prácticamente haciendo una dogeza*(1).

Un gusto, Señor Kim.

El resto de la tarde iba a ser, sin duda, interesante.

Dogeza: (土下座) es un elemento de la etiqueta tradicional japonesa que implica arrodillarse directamente en el suelo e inclinarse para postrarse mientras se toca el suelo con la cabeza.

Volví MUAJAJAJA

¿Cuántas semanas dije que me iría? Dos.
¿Cuántas semanas me fui? Cuatro.
¿Por qué? Me dio cobis, una disculpita jaja

Pero ya ando con todos los poderes, así que espero poder actualizar semanalmente. Probablemente cada lunes o martes.

Feliz San Valentín, por cierto <3

Si quieren leer más cosas Yoonkook, hace una semana aprox subí un os de ciencia ficción en mi perfil que participó en un concurso, pueden ir a leerlo si desean

Y dependiendo de cómo vayan las cosas, quizás alguna semana se topan con actualización doble o hasta triple.

Eso es todo, no vimo





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