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HUIT.

Los días siguientes, las rutinas fueron acomodándose una vez más. Yoongi y Jungkook decidieron de manera unánime que el almuerzo dejaría de ser tiempo de tutoría y lo utilizarían para estar juntos, claro que con la promesa del mayor de esforzarse el doble.

Las tardes de tutorías se habían extendido hasta las 18:30 y pronto los frutos de esta se hicieron visibles: Yoongi era el quinto mejor de su clase, cosa que alegró tanto a su novio como a sus profesores.

Luego de eso, las tutorías se redujeron a simples sesiones de estudio de vez en cuando, sobre temas específicos que probablemente no podría llegar a entender por sí solo.

Cuando cumplieron un mes, descartaron una de esas tardes y la dedicaron a una cita sencilla, caminar por el parque mientras comían un helado y acurrucarse bajo la sombra de un árbol.

A partir de ahí, algunas tardes las dedicaban a citas en lugar de tutorías; los ratos libres solían pasarlos en el patio o en la biblioteca, leyendo y amándose. Crecían juntos, en experiencia y sentimientos. Iban a paso de tortuga, pero se sentían cómodos así y evitaban aturdirse con olas de sensaciones nuevas.

Les gustaba el ritmo que llevaban.

A los dos meses de novios, Yoongi le regaló un brazalete con un dije de un libro, bastante sencillo y bonito. Jungkook le regaló una cadena que llevaba colgando un balón de básquet. Pasaron la tarde juntos en la casa de Yoongi, viendo películas y comiendo dulces por montones.

Mientras que la relación de ambos crecía con el pasar de los días, también lo hacía la cantidad de tiempo que Jungkook pasaba con sus tres hermanos en casa.

De vez en cuando alguno de ellos lo recogía del Instituto y pasaban la tarde juntos, otras veces alguno de ellos lo iba a dejar. Cualquier cosa que los mayores hicieran, Jungkook estaba feliz con su vida en ese momento.

Con esa felicidad plasmada en sus comportamientos cada vez más brillantes, llegó al tercer mes de noviazgo con Yoongi.

Dos días después de celebrarlo juntos horneando un pastel en casa del mayor, se hallaban junto a Jihyo y Mingyu en el lugar de siempre.

—Oye, Kook —llamó de pronto Jihyo, interrumpiendo la conversación sobre básquet de los jugadores y la lectura de su mejor amigo, que estaba entre las piernas de Yoongi, con la espalda recostada en su pecho. Los tres chicos le prestaron atención, lo que le dio el pase libre de poder hablar—. ¿Cuándo piensas presentar a Yoongi con tus hermanos?

La pregunta tomó por sorpresa a la pareja, Jungkook incluso se tensó. Yoongi también había tenido curiosidad por eso, porque Jungkook ya había conocido a su padre y su medio hermano mayor a través de videollamada (quienes lo adoraban más que a él), así que le daba ansiedad conocer ya a sus cuñados, especialmente porque sabían que, justo como él, solo querían hacer feliz al pequeño Kim.

—No lo sé —respondió, ignorando el rostro incrédulo de su amiga. Pensar en las reacciones que sus hermanos podrían tener le asustaba de sobremanera. Podían llegar a ser bastante sobreprotectores, ¡le habían sentenciado a tener novio hasta los treinta!

—Jungkook, sabes que no puedes ocultarlo por mucho tiempo —regañó Jihyo, su tono comenzando a ser más firme. Aquello alertó a los novios de los mejores amigos y molestó a Jungkook.

—¡Sí puedo, y lo haré! —exclamó, cerrando su libro de golpe. A Yoongi le dolió un poco esa respuesta, pero intentó ocultarlo lo mejor que pudo.

—¡Eso es injusto para Yoongi, vas a lastimarlo! —gritó la chica, sobresaltando a los otros tres. Jungkook gruñó de fastidio y sin mediar palabra, se levantó y se fue.

Los dos chicos restantes observaron sorprendidos como Jungkook se retiraba fúrico. Jihyo sólo bufó enojada y volvió a ver a Min, analizando su expresión que revelaba su tristeza.

—Hey, Yoongi —llamó entonces, suavizando su mirada—, lo lamento —el mayor negó y bajó la mirada, sonriendo con levedad e intentando borrar aquella frase que cruelmente se repetía en su mente.

—Está bien, estaré bien —respondió únicamente. El resto del almuerzo lo pasó en silencio.

Durante clases, Jungkook lo ignoró, lo que le dolió aún más. ¿Por qué estaba molesto con él?

Desanimado, recibió el resto de sus clases hasta que, finalmente, llegó la hora de salida. Ese día tenía entrenamiento, así que esperaba desahogar sus frustraciones ahí.

—Hey, Jungkook —le llamó, insistiendo una vez más antes de rendirse por el día. El más joven le dedicó una mirada fría, que lo lastimó—. No me importa que no quieras presentarme a tu familia, no vas a lastimarme —mintió lo mejor que pudo, mostrando su suave sonrisa que intentaba ocultar su decepción.

La sorpresa en el rostro del menor le hizo saber que su actuación había sido exitosa, pero no esperaba que el enojo se le disipara tan pronto. Le despeinó los cabellos con cariño como despedida, saliendo por la puerta tan rápido como pudo, siendo incapaz de contener más sus lágrimas.

Jungkook se había quedado ahí, congelado y sorprendido ante la expresión fúnebre de su novio. El corazón se le partió en dos ante la idea de que él era el culpable; se había enfadado ante la realidad de que podía terminar por lastimarlo y, en su arrebato desesperado, acabó por realizar aquello que tanto temía.

Tomó sus cosas con prisa y corrió tras el mayor, encontrando su cuerpo tembloroso en medio del pasillo. Las lágrimas llenaron sus ojos mientras se acercaba velozmente a él, lanzándose a abrazarlo por la espalda, alcanzando a oír los sollozos del otro.

—Yoongi —llamó asustado—, perdóname. Lo siento tanto —pidió con la voz rota, el mayor solo siguió llorando por unos minutos, más aterrado por aquellos sentimientos de dolor arrasadores que por el hecho de querer ser ocultado en sí. No quería que siguiera doliendo de esa forma.

Unos minutos de silencio siguieron antes de que Min girara dentro del abrazo y rodeara los hombros de su novio con cuidado.

—Está bien, Koo —aseguró, besando su frente con una sonrisa amable—. Lloré porque este horrible sentimiento de dolor me superó, pero ya estoy bien —acarició su cabello consolando a su tembloroso novio. Jungkook lloraba del arrepentimiento.

Ambos se dieron cuenta de algo duro en ese momento, el amar también implicaba sufrir dolores inexplicables.

—Te presentaré con ellos —habló una vez pudo relajarse—. Lo haré, en mi cumpleaños —hizo aquella promesa, ignorando las negativas de su novio.

Era hora de que Jungkook comenzará a tantear terreno.

Luego de eso, la pareja comenzó a salir fines de semana, cuando uno de los hermanos, o los dos, estaban en casa. Jungkook discutía con ellos, quienes le cuestionaban por qué se arreglaba tanto, por qué salía siempre, con quién salía.

Cuando los mayores comenzaron a sospechar de un enamorado o enamorada, comenzaron a ponerse más estrictos. Toques de queda y decomiso de sus pertenencias si no llegaba a la hora indicada. Largos interrogatorios de los que siempre huía y ahora le iban siempre a dejar y a traer del Instituto.

Sabía que tener un novio no sería fácil con esas cinco bestias sobreprotectoras. Pero se había prometido a sí mismo que Yoongi conocería a su familia sí o sí, porque se había dado cuenta que estaba perdidamente enamorado, a un paso de amarlo con locura.*(1)

Los días pasaron de ese modo, Jungkook tirando pistas de su interés en otra persona y negándose a confirmar algo. Aún no era momento de hacer eso.

Iba a ser el factor sorpresa en su fiesta de cumpleaños. Al menos, la existencia de Yoongi. Ya luego se iba a encargar de introducirlo como su novio.

Tres días antes de su cumpleaños, al regresar a casa de su cita con Yoongi, se encontró con sus cinco hermanos reunidos en la sala de estar, con expresiones que distaban mucho a ser de alegría.

Namjoon, él más alto, se alzaba imponente a través de la sala de estar, los brazos cruzados, sus músculos destacando en su traje ajustado. Era el tercero, cabello recortado en un leve mullet color castaño claro, piel bronceada, ojos pequeño, bonitos y color café. Labios gruesos y cuerpo musculoso, lo suficiente para intimidar a cualquiera. Unos lentes completaban el look de hombre de negocios que utilizaba.

Sentado en un sillón, con las piernas cruzadas estaba Jimin, el gemelo de Taehyung. Una mirada fiera de ojos grisáceos, labios gruesos y en una línea recta, demostrando así su disconformidad. Era la personificación de dualidad.

Podía ser un adorable ángel con una sonrisa de ojos preciosa, y también podía ser quien te cavara una tumba con su mirada. Era el más bajo luego de Jungkook, medía alrededor de 1.78 y tenía un cuerpo contorneado y musculoso. Vestía un pantalón de mezclilla y una camisa de vestir. Su cabello rubio cobrizo se hallaba peinado hacia un lado y sus manos estaban llenas de anillos.

Apoyado en una pared estaba Hoseok, el segundo mayor. Vestía un pantalón gris de chándal y una sudadera del mismo color. Su cabello castaño oscuro estaba rizado y en todas direcciones: su postura relajada con manos en los bolsillos no coincidía en nada con su expresión. Gélida.

De todos los hermanos, él era el más estricto. Mientras Seokjin había tomado el rol de fuente de amor, ternura y comprensión, Hoseok como el segundo mayor tomó la tarea de poner el orden a sus revoltosos hermanos. No es que fuera aburrido (de hecho, era una máquina de risas), sino que odiaba la desobediencia, el desorden y el irrespeto.

Sus ojos color miel perforaban la pared del frente, su mandíbula estaba apretada y sus labios se curvaban hacia abajo en un mueca. Parecía intentar disimular la tensión y molestia que su cuerpo liberaba.

Frente a los tres, estaban Seokjin y Taehyung sentados. El mayor estaba recostado en el respaldo del sofá y el otro estaba inclinado hacia el frente, sus codos apoyando en sus rodillas.

Todos parecían estar teniendo una conversación seria. Y Jungkook estaba casi 100% seguro de que era sobre él.

Se detuvo en la entrada que dividía al pasillo principal de esa sala, removiéndose nervioso cuando todas las miradas se clavaron en él.

Ninguno de los cinco mayores sonreía, sus ojos demostraban el descontento que tenían con el comportamiento que probablemente Seokjin y Taehyung (que eran los que más pasaban en casa, Hoseok solía llegar solo a dormir e irse casi de madrugada) les habían comentado.

También sabía que era en parte su culpa por haberse enfrentado a Hoseok esa tarde, quien resultaba tener un descanso de su ajetreado trabajo luego de mucho tiempo; él era el más estricto, claramente le traería problemas con los demás. Se reprendió a sí mismo por ser tan impulsivo.

Llevó sus manos a su espalda y sonrió tímidamente a los demás, causando que Jimin frunciera el ceño.

—Nada de sonrisitas, Kim Jungkook. Será mejor que des una explicación en este mismo instante.

Su sonrisa se borró mientras tragaba grueso, queriendo huir a los brazos de su novio de nuevo.

Ahora se arrepentía de haber elegido esas fechas para comenzar a lanzar pistas. Era un trato entre hermanos que su cumpleaños ninguno se lo podía perder.

Ahora tenía ahí, a cinco hombres mayores, que le sobrepasaban por al menos 10 centímetros de altura y que lo protegían como si estuviera hecho de cristal.

Ese definitivamente sería un cumpleaños difícil.

—Sólo salí al centro comercial, hyung.

—Fuiste malcriado, niño —reprende Hoseok, haciendo que el menor baje la mirada apenado por su comportamiento. Jungkook se había excedido sin ponerse a pensar a qué hermano le hablaba. Jin y Tae eran más permisivos ya que tenían una clara debilidad. El segundo mayor, incluso si también lo amaba con toda su alma, tenía la voluntad suficiente para resistir sus encantos y ponerse firme.

—Lo siento, hyung —murmuró genuinamente avergonzado de su comportamiento—, me dejé llevar por la frustración de ser cuestionado tanto cuando solo quería salir un rato. Prometo no volver a comportarme así.

Hoseok asintió, satisfecho con eso. Entonces, cuando se creía libre, Namjoon habló.

—El único problema no es lo que hiciste hoy, enano, y lo sabes —comenta, llevando las manos a sus caderas—. Has estado teniendo estas actitudes por bastante tiempo ya. ¿Qué crees que haces?

Namjoon era el más civilizado en esas situaciones; a pesar de su cuerpo grande, no se dejaba llevar mucho por sus instintos y trataba de dialogar. Si acaso, era salvaje con sus palabras.

—Ya estoy grande —musitó con mirada pegada al piso. Escuchó suspiros de parte de todos sus hermanos.

—Eso no es cierto, niño —aclaró Namjoon nuevamente—, tienes quince, estás en tu adolescencia y muchas cosas en esta edad pueden dañarte sin que te des cuenta.

—Solo queremos cuidarte, Jungkook —agrega Jimin. El menor suspira, sabiendo que incluso si desea decirles que puede cuidarse solo y decidir por sí mismo, no es el momento idóneo para hacerlo.

—Lo lamento, hyungs. Recapacitaré en mis comportamientos y los arreglaré —promete, suspirando aliviado al ver finalmente las brillantes sonrisas que le alegraban cada día.

Namjoon es el primero en acercarse a acariciar su cabello, abrazarlo y besar su sien.

Jimin también lo saluda y, después de eso, terminan por fundirse en un gran abrazo de hermanos entre todos y llevan a cabo una pijamada para ponerse al día.

Jungkook no puede evitar sentir su corazón cálido ante la sensación de tener su hogar completo una vez más.

Había extrañado tanto eso.

(1) Diferencia entre enamoramiento y amor: El enamoramiento puede aparecer al poco tiempo de conocer a la persona, porque intervienen las expectativas, la atracción física, el misterio. El amor en cambio, es una motivación que tarda en aparecer y tiene más que ver más con el afecto y la comunicación. -Coloco esta información por si alguien no sabía que existía una diferencia, porque yo no sabía hasta hace poco :D-

En el anterior les agradecí por los 100 votos, y hoy vuelvo a agradecer por los 200 🥺 muchísimas gracias por el apoyo.

Mi intención no era hacer esta historia tan larga :D pero hoy, por fin damos entrada al inicio del conflicto central de la historia. Aaaaa

Haré mi mejor esfuerzo para traer capítulos más seguido. Y darle por fin una portada al libro.

¡Gracias!





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