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DEUX.

Era lunes nuevamente. Yoongi soltaba un repertorio de maldiciones en voz baja mientras caminaba perezosamente hacia su salón de clases. Sus ojos estaban medio cerrados y su uniforme completamente desorganizado, junto a su cabello apuntando en todas direcciones.

Se había desvelado viendo una repetición de un partido de la NBA que no pudo ver en vivo. Luego de eso, se entusiasmó tanto viendo videos de sus jugadores preferidos que, antes de darse cuenta, eran las dos de la mañana.

Entró a su salón, donde se escuchaban distintas voces y, pasando de largo a todos, fue a sentarse en su lugar al final de la fila del fondo.

Jungkook, que se sentaba a su lado, lo observó con curiosidad antes de comenzar a reír bajito.

—Buenos días, Yoongi-ssi —saludó amablemente, apretando en su mano su bolígrafo para reprimir las ganas de acomodar el cabello del mayor.

—Buen día, Jungkook-ah —saludó, restregando sus puños contra sus ojos en busca de espantar el sueño. El pequeño Kim apoyó la cabeza en su mano y mantuvo los ojos en él con una suave sonrisita.

Yoongi volvió a verlo y se sonrojó. Jungkook lo veía casi con adoración. Avergonzado, comenzó a acomodar su uniforme y su cabello con movimiento torpes. Mientras el intentaba arreglar al menos un poco el desastre andante que era, un termo color azul se colocó en su mesa y el gesto confundido de Min hizo sonreír al otro aún más.

—Es café, muy fuerte. Toma un poco para despertarte, Yoongi-ssi.

El mayor sonrió y asintió, agradeciendo en silencio sostuvo el termo y tomando pequeños sorbos devolvió la mirada al contrario. Dejó reposar el vaso nuevamente en su mesa y le sonrió suavemente a Jungkook.

—Hoy empezamos tutorías, ¿verdad? —Jungkook asintió, animado. Observó cómo el chico se inclinaba hacia su mochila y removía un poco sus cosas antes de finalmente pasarle una hoja. La tomó entre sus manos y en silencio la leyó con interés.

—Es nuestro horario. El tiempo de almuerzo es de hora y media reloj, así que si comemos en media hora tendremos el resto para estudiar. Repartí materias por días y horas. Ya que hoy tenemos literatura, decidí que por la tarde tendremos esa materia y en la hora de almuerzo reforzaremos física —Yoongi lo escuchó atento, sorprendido con su organización perfecta—, como son cinco materias en las que necesitas mayor refuerzo, será una por día siempre durante la tarde. Las horas del mediodía serán para estudiar juntos las demás y a veces reforzar alguna de las cinco.

Yoongi se quedó en silencio por varios segundos, una sonrisa surcando sus labios al ver los códigos de colores llenar aquella hoja. Jungkook se había tomado la molestia de incluso poner las horas clase y las horas del club.

Sugoi*(1) —murmuró, haciendo reír suavemente a Jungkook. Yoongi lo observó con desconcierto, sin ser capaz de entender por qué se reía.

—Es adorable cuando mezclas el japonés y el coreano, Yoongi-ssi —respondió, mostrando aquella sonrisa brillante que hacía que el corazón de Min se acelerara—. Por cierto, puede que de vez en cuando no pueda asistir a las horas del almuerzo debido a asuntos del consejo escolar. Me nombraron secretario, así que debo estar presente en reuniones de emergencia incluso.

Yoongi asintió, comprendiendo y le sonrió suavemente.

—Muchas gracias por tu ayuda, Jungkook-ah. Realmente aprecio lo que estás haciendo por mí, así que realmente me esforzaré —prometió, sonriéndole en todo su esplendor. Esta vez fue el turno del corazón de Jungkook de acelerarse y sus mejillas sonrojarse.

—Me gusta ayudar tanto como pueda —respondió, viendo hacia el frente para intentar ocultar su sonrojo—. Espero ser de ayuda, Yoongi-ssi.

Yoongi ya no pudo responderle porque el profesor de física entró, silenciando a todos, pero se aseguraría de demostrarle que su apoyo no sería en vano.

Al mediodía, las rutinas de ambos cambiaron por completo, pero a ninguno le molestó. Yoongi tomó su bento*(2), junto a su libro de física, su cuaderno y su estuchera, y siguió a Jungkook en silencio.

El más bajito llevaba una lonchera de tamaño mediano en una mano y sus útiles abrazados contra su pecho con ayuda del otro brazo. Caminaron por uno o dos minutos hasta que llegaron a una mesa solitaria en medio del patio trasero. Yoongi se sorprendió, porque no sabía que ese lugar existía.

Sentada en la mesa para unas seis u ocho personas estaba Jihyo, comiendo en silencio lo que parecía ser gimbap*(3). Jungkook siguió caminando hasta dejar sus cosas en la mesa y le sonrió a la chica, mientras alborota a su cabello.

—Lamento la tardanza, Ji —la chica negó con una sonrisa al mismo tiempo en que Yoongi se sentaba al lado de Jungkook—. Él es Min Yoongi-ssi. El chico del que te estuve hablando.

Yoongi saludó con un asentimiento y una leve sonrisa.

—Min Yoongi, un gusto.

—Park Jikyo, el gusto es mío —la chica le sonrió con calidez y siguió comiendo en silencio, mientras leía un libro que Yoongi no logró reconocer.

Jungkook le dió un codazo.

—Come, tenemos que tener suficiente tiempo para repasar.

Yoongi sólo asintió, abriendo su bento y sonriendo al ver el delicioso almuerzo que él mismo se había preparado. Observó cómo Jungkook abría su lonchera y sacaba varios depósitos plásticos: uno de arroz, uno con gimbap, uno con salsa, uno con carne, uno con verduras y otro con huevos duros partidos por la mitad.

Jihyo lo observó de reojo antes de comenzar a reír.

—¿Seokjin-oppa de nuevo? —preguntó con diversión, causando un gruñido en Jungkook.

—Sí. Le indignó que el viernes solo trajera de almuerzo gimbap y un jugo, así que se levantó a las cinco para prepararme todo esto.

—Ah, las ventajas-desventajas de tener un hermano chef —dramatizó la chica, burlándose.

Yoongi rió levemente y sonrió al ver a Jungkook comenzar a comer todo encantado, a pesar de que fingía molestia por la gran cantidad de comida.

El observó su bento y, juntando sus manos, murmuró para sí mismo: —Itadakimasu*(4).

Jungkook sonrió con sus mejillas llenitas de comida al escuchar a Yoongi. Le parecía tan adorable como usaba pequeñas frases o palabras al azar en japonés. Y era mucho más lindo al notar que era por mera costumbre, porque había vivido mucho tiempo en Japón.

Jihyo pareció haberlo escuchado también, así que se dirigió a él.

—¿Cuánto tiempo viviste en Japón? —preguntó, engullendo dos trozos de gimbap al mismo tiempo. Yoongi sonrió, dándose cuenta que ella era muy diferente a lo que los tontos rumores decían. De pronto se sintió idiota por haberla juzgado sin darse el tiempo de conocerla.

—Diez años —respondió—. Cuando tenía seis, mi padre fue ascendido y transferido. Decidí volver solo a Corea —Jihyo le sonrió con labios cerrados y asintió, conforme con la respuesta—. ¿Qué es lo que lees? Está en inglés, ¿no?

—Sí, me gusta practicar mi inglés leyendo. Esta es "Crónica de una muerte anunciada", de Gabriel García Márquez. Originalmente está escrita en español, pero aún no puedo hablar ese idioma y ya tenía muchas ganas de leerlo.

—¿Aún?

—Jihyo es una genia de los idiomas —respondió Jungkook—, es políglota. Puede hablar coreano, inglés, japonés, cantonés, francés y alemán.

Yoongi los observó estupefactos, ambos genios eran amigos y ambos genios comían como ardillitas.

—No soy mucho más que eso. Por eso querían que estudiara relaciones internacionales —murmuró la chica, mordiendo ahora una manzana—, Jungkook es el genio supremo. Y ha estado en y dejado tantas cosas que no puedo contar con los dedos de mi mano.

El mencionado rodó los ojos.

—Deja de exagerar. ¿Has leído ese libro, Yoongi-ssi? —el más alto negó—. Deberías, es muy interesante. En general, debería de leer, porque eso te ayudará mucho en literatura.

—Bien —respondió Yoongi y lo que restó del momento de almuerzo, se fue entre pláticas aleatorias entre los tres. Yoongi se enteró de que Jihyo y Jungkook se conocían desde antes de nacer, si eso tenía sentido.

Habían estudiado siempre juntos y ambos se referían al otro como su alma gemela. Vivían en el mismo barrio de ricos, por lo cual siempre llegaban y se iban juntos y eran los mejores amigos del mundo.

Mejores amigos, nada más.

Además, Yoongi se enteró que Jungkook tenía cinco hermanos, todos bastante mayores. Más allá de decir eso, el chico no pareció querer profundizar más en su familia y lo dejó ser. Acababan de iniciar una amistad.

Yoongi no les habló mucho tampoco. No mencionó a su tercera madrastra, que fue la razón por la que dejó Japón, ni a su padre que era un adicto al trabajo. Lo que sí les dijo es que no era de clase alta, sino de media-alta, así que vivía cómodo pero prefería ahorrar tanto como pudiera hasta conseguir un trabajo.

Ninguno de ellos reaccionó negativamente ante alguien que no era de su misma clase social, así que estar ahí le gustó.

Unos veinte minutos bastaron para que terminarán de comer, así que Jungkook y Yoongi se acomodaron junto a sus cuadernos y libros y comenzaron a repasar el tema de ese día.

—Sigo sin entender, Jungkook-ah —se quejó Yoongi cinco minutos después, viendo el dibujo que Jungkook había hecho para explicarle—. Mi cabeza es lenta y tardo en procesar los temas —comentó con un puchero, haciendo reír a ambos amigos que lo habían escuchado.

—Es sencillo, Yoongi-ssi. Todo depende de la fuerza de empuje y el peso del objeto. La fuerza de empuje se determina por el volumen del líquido que el objeto introducido despeja.

Yoongi puso su palma al aire, pidiendo que detuviera su explicación.

—¿A qué te refieres con despejar? —Jihyo suspiró exasperada, riendo después de eso.

Baka*(5) respondió Jihyo en voz baja, ganándose una mirada ofendida del otro.

—Jihyo —regañó Jungkook—; me refiero a que, si introduces una pelota a un cubo con agua, la pelota se abrirá paso entre esta, despejándola. Esa agua que se despeje, hará que la altura del líquido se eleve —Yoongi asintió, anotando esa explicación en un post-it—. Ahora bien, depende de la pelota que tanto será la fuerza de empuje. Si la pelota es muy pequeña, hará subir muy poca agua, así que el volumen despejado será pequeño. En cambio, si la pelota es demasiado grande, ocurre lo contrario —Jungkook explicó mientras hacía dibujos en una hoja.

Yoongi asintió cada vez más emocionado, haciendo reír a Jungkook.

—Finalmente entendí —dice emocionado, comenzando a copiar los ejercicios que Jungkook le anotó en un post-it para resolverlos—. ¿Por qué no lo explicaste así desde el inicio?

—Si no entendías con eso, eres caso perdido. Esas son las explicaciones desesperadas de Jungkook —se burla Jihyo, sin quitar la mirada de su libro a punto de terminar—, cosas que hasta un niño de primaria entendería.

—Hey —se quejó Yoongi, concentrado en resolver los ejercicios bajó la lógica que ahora entendía con las fórmulas que siempre se utilizarían.

—No seas mala, Jihyo. Hice lo mejor para explicarte, me alegra que hayas entendido. Es lo importante —Min volvió a verlo, su corazón acelerándose al ver su sonrisa más brillante hasta el momento.

—Parecen ser el uno para el otro —comentó Jihyo cómo si nada, haciéndoles sonrojar—, con tu entendimiento de primaria y tus explicaciones de primaria —agregó, riendo y haciendo a ambos avergonzarse con un puchero.

Definitivamente, Yoongi disfrutaría mucho esas tutorías junto a su crush.

(1) Sugoi: asombroso, increíble.

(2) Bento: ración de comida preparada para llevar, común en la gastronomía japonesa.

(3) Gimbap: su ingrediente base es el arroz cocido blanco, lleva ingredientes que pueden ser desde verduras hasta carne; todo envuelto en alga. Es cortado en rodajas.

(4) Itadakimasu: una frase japonesa utilizada siempre antes de ingerir alimentos. Se puede traducir como un agradecimiento por las personas que prepararon los ingredientes y la comida, así como la comida en sí misma.

(5) Baka: idiota o tonto.





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