Capitulos 4
Creo que solo hay oscuridad. Ni pensamiento, ni memoria, ni amor. Solo oscuridad. Olvido.
“Joyland” (2013) – Stephen king
—¿Tus padres te olvidaron? —Al estar parada enfrente de la gran ventana que daba la mejor vista al pueblo de sunshine falls, Ethan no la podía reconocer.
—Ellos ya murieron —Su voz era una extraña mezcla de un susurro y tristeza — Yo fui olvidada, mi muerte en vano quedó en el olvido, todos están vivos gozando lo que yo jamás pude cumplir.
Ethan entendió por qué su vestimenta se miraba desgastada y sin color, pero no entendía qué hacía en el baño de la escuela, ¿Quién la habría matado?
—¿Qué haces aquí? —Recordó lo que Eva le había dicho, él podía ver gente muerta.
—No sé, intente irme, pero siempre regreso al mismo lugar donde morí —Ethan se fue acercando poco a poco, sin acercarse mucho, quería ver su cara —¿Tú también estás muerto?
—Yo… no estoy muerto —llego a la esquina y pudo apreciar la mitad de su rostro pálido azulado igual que el de Eva —¿Cuánto llevas aquí?
La niña pareció sorprendida al enterarse de que Ethan no estaba muerto, entonces como él la podía verla.
—Entonces como puedes verme si no estás muerto —La niña volteo a verlo mostrando la otra mitad de su rostro quemado y se extendía hacia el cuello, brazo y pierna.
Ethan se asustó al ver sus heridas, como alguien le podía hacer daño a una niña, se hizo una bolita tapando sus ojos en la esquina del baño lleno de terror por ver lo crudo de la escena, era como si recién paso la tragedia.
—No pude escapar del incendio y asustada me escondí en el baño de hombres, pensando que no me iba a alcanzar las llamas, sin embargo, pude sentir como el humo entraba en mis fosas nasales obstruyendo mi respiración y empezó arder demasiado, por más que tosí no se quitaba la sensación sofocante de la falta de aliento, mi cabeza empezó a doler, mis ojos picaban y ardían. No recuerdo más, perdí el conocimiento.
Ethan sentía una opresión en el pecho, dolía escucharla describir el momento en que ella murió, sintió sus ojos húmedos y algunas lágrimas se le escaparon. La observó vacía y triste admirando la ventana, como si la ventana fuera su único consuelo.
Algo tenían en común le gustaba ver la ventana desde el baño, se podía ver el pueblo de sunshine falls. Pero a él le gustaba ver la iglesia siendo la mayor atracción por su arquitectura abacial o basílicas, al menos eso logro entender en los libros de su papá. Le llamaba mucho la atención todo sobre la arquitectura, las técnicas de proyectar y construir edificios, él encontraba satisfactorio ver los acabados perfectos que lograban hacer casas y edificios.
—Me gusta ver la iglesia, ¿A ti también? —Fue lo único que se le ocurrió contestar, ¿Qué se podía decir en estos momentos? Perdón por tu dolorosa muerte, negó con su cabeza para sí mismo y esperó.
—Me hace sentir tranquila ver a la gente ir y venir con sus vidas perfectas al menos están vivos, el bailar de los árboles cuando el aire azota contra ellos; se ven aún mejor cuando es otoño, los colores marrones, mostazas, amarillos, rojizos, anaranjados y cremas que te provocan cierta melancolía al ver las hojas caer, oír las risas de los niños y la sencillez de sus problemas —Ethan pensó que a pesar de estar muerta a la niña le encantaba hablar.
—También me gusta cuando es otoño, opinándolo mejor ahora que preguntas por los sencillos problemas de un niño no es mi caso —Ethan se paró más tranquilo junto a ella —Ahora puedo ver gente muerta.
—Gracias por recordarme que estoy muerta, bienvenido al club, ahora eres un raro —paso lo más extraño que Ethan en su corta vida pudo presenciar, escucho a un muerto reírse y eso lo confundió, no sabía si era divertido o escalofriante.
—¿Cómo te llamas? Yo soy Ethan Miller —quería verla más detalladamente.
—Audrey Bennett —lo volteo a ver y pudo apreciar sus dos lados del rostro diferentes.
El de la izquierda tenía un aspecto tenso, blanco, ceroso, tostado, algo similar al cuero, podía verse los ligamentos y parte de los dientes, no tenía pelo y la ropa la tenía pegada y tostada; el de la derecha tenía sus facciones delicadas aún intactas, pestañas grandes y volteadas, ojos azules profundos, labios delgados rosados y su piel se notaba suave.
—Mucho gusto —sonrió algo incómodo viendo sus zapatos.
—¿No te doy miedo?
—Al principio… Ahora ya no —Ethan se puso nervioso, era malo socializando con las demás personas. El único amigo que tenía era su hermano mayor, Caleb.
Era un niño solitario y para él estaba bien, la soledad no era mala, después de todo le gustaba la calma, desde pequeño siempre fue selectivo con la gente a quien le daba confianza. Alisson se preocupó al principio al notar que todos los niños corrían, saltaban emocionados por los juegos, menos el pequeño Ethan quien se mantenía a un lado jugando solo en su mundo, por más que lo impulsara a jugar con los demás, él se negaba rotundamente haciendo un berrinche, con el tiempo Ali se fue dando cuenta que su bebé era una persona introvertida.
—Me agradas, eres valiente —Audrey suspiro.
—No soy valiente, solo intento entender que es lo que está pasando y el porqué estás aquí.
—Morí en un incendio, ya te lo dije, lo último que vi al desmayarme fue la ventana y a todos afuera salvó del fuego mientras yo me desvanecía en este lugar, quedé atrapada aquí sin entender por qué no me puedo ir, es frustrante vivir lo mismo todos los días mientras la vida sigue.
Ethan sitió lástima por Audrey, la entendía, no debía de ser fácil estar tantos años atrapado sin saber a dónde ir ni que hacer.
—Te ayudaré a volver a casa o a dónde quiera que tengas que ir —sonrió y extendió su mano, Audrey entendió, intento tomar la mano; sin embargo, no pensó que ella estaba muerta y el vivo, era obvio que no se podían tocar.
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