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3. Cuántos errores

Una semana después de lo sucedido, los días aún eran incómodos para ambos. No sabían ni cómo mirarse, después de ver a Prem llorar. Por alguna razón, Boun no sabía qué decir o cómo actuar, siempre sentía la necesidad de protegerlo pero para ocultar esos sentimientos lo trataba mal. Era como algo que lo impulsaba a atormentar al rubio.

En las clases el castaño se pasaba el tiempo buscando con la mirada a Prem. Se pasaba los días pensando en su nuevo asistente y mirándolo a detalle. Un chico con manos delgadas que quería tomar en la calle, labios carnosos que quería besar hasta volverlos rojos y un cuerpo delgado pero con los glúteos que esperaba poder tocar algún día. Un chico inocente y risueño, sensible y emocional, pero sobre todo, respondón con él. Era un hecho que le había comenzado a gustar, pero el amor era el único lujo que no podía permitirse en su vida, no importa qué tanto se esforzara siempre las personas cercanas se van de su lado porque terminan lastimándose.

En el horario de almuerzo, Boun fue al baño, esta vez acompañado. Al regresar, se encontraron a una chica en el pasillo que gritó su nombre, se acercó y de pronto le dio una cachetada, no muy fuerte pero sí peligrosa, para ella.

-¿No preguntas?- Dijo la chica al notar el silencio del golpeado. Esta retrocede un poco cuando Prem se interpone.

-¿Qué haces?- Pregunta enfadado por no haber hecho su trabajo y porque hirieron al chico que... Sintió una mano en su hombro que lo destensó.

-No necesito hacerlo, pero espero que te hayas desahogado porque la próxima vez pierdes la mano. No pensarás que de verdad iba a salir contigo ¿o sí?- Dijo con tono sarcástico e hiriente. -A te gusta llamar la atención y a mí no me gustas tú.

-¿Por qué? Ya tienes a este que se arrastra tras de ti a toda hora ¿no?- Boun la miró enojado y se acercó a ella pasando delante de Prem.

-Cállate, si no quieres perder la lengua también. Lo que seamos él y yo, no te incumbe.- Agarró a Prem de la muñeca y se lo llevó a la mesa de la cafetería.

-¿¡Qué te pasó en la cara!?- Grita Max mientras se sientan a almorzar.

-Mía lo hizo.- Responde Boun mirando el móvil sin darle importancia al asunto.

-¿Quién?

-¡Qué tonto! La chica de la última vez.- Responde Perth. -Es una de las más populares de la universidad.

-¡Ooh! Pero ¿por qué?

-Demasiado curioso.- EL castaño dejó salir el aire bruscamente al ver la mirada curiosa de su amigo. -Me pidió salir y no aparecí en el lugar, solo quiere estar bajo los focos. Justo lo que menos necesito.- Dijo mientras sacaba su móvil para iniciar partida en algún videojuego.

-Típico de ti. Seguro bloqueaste por los más de diez mensajes.- Parecía que Max conocía muy bien los movimientos de su amigo. No obtuvo respuesta así que supo que había acertado.

Boun, Max y Perth habían sido amigos desde que la secundaria, sus padre eran socios por lo que empezaron a frecuentarse y salir juntos. Se conocían bastante bien, al punto de saber cuáles serían las reacciones de sus amigos antes de que hablaran. Boun era el hijo de un mafioso así que nadie se le acercaba, solo sus amigos Max, quien es despistado y hace bromas sobre todo, y Perth, el chico responsable y sensato del trío.

-Por cierto ¿Por qué solo tomas café? ¿Y tu comida?- Interrumpió Prem.

-Boun no come en la escuela. ¿Has sido envenenado alguna vez?- Max hacía de todo una broma.

-¿Te han envenenado?- Dijo exaltado Prem mirando a su lado al castaño que estaba perdido en el dichoso aparato.

-Mmm Hace un año, por eso me regresaron a Tailandia.- Dijo sin interés y calmado como si fuera algo normal del día a día.

-Toma.- Sacó su suministro personal de su bolsa, un sándwich, un paquete de Lays, y caramelos y se lo puso en la mano a Boun quitándole el móvil y guardándolo.

-No quiero. No me gusta la comida chatarra.

-Que te lo comas, o ¿necesitas que te alimente?- Dijo con tono serio y señalando al bocadillo para que se lo comiera.

-Está bien.- Dio un suspiro en protesta pero accedió. Mientras, sus amigos lo miraban asombrados por el cambio de personalidad repentino. Era la primera vez que aceptaba comer algo de otra persona, peor aún, obedeció una orden.

-Wow, las esposas dan miedo.

-Max, cállate.- Dijo Boun mientras miraba los cachetes de Prem tornarse rosa al instante.

Una vez llegado a la mansión fueron recibidos por la cara amargada del mayordomo.

-Buenas joven. Nong Prem debo hablar usted.- Dijo mientras Boun subía las escaleras.

-Transmito un mensaje del señor Noppanut: Si se vuelve a repetir lo de esta mañana, perderás el trabajo.

De momento Boun baja y toma a Prem del brazo -Transmite otro de mi parte: Solo lo despido YO. Vamos P'.- Dicho esto, se llevó al chico a su habitación agarrando su muñeca. Dejando a los empleados presentes boquiabiertos.

-Parece que es la primera vez que hablas en esta casa. Todos te miraban como a un mudo con un milagro.- Dijo entrando detrás de Boun al dormitorio del mismo.

-No me ha vuelto a gustar otra persona en años.- Soltó de pronto esas palabras mientras dejaba sus cosas en el escritorio. Se detuvo en la puerta del baño, se giró y sonrió. -Mañana llévame sándwich.

-S... sí. Hasta mañana.- Se fue a su casa casi corriendo. Prem estaba confundido y no dejaba de darle vueltas ni estando en su cama. No durmió bien esa noche la emoción de saber que le gusta al castaño pero la tristeza de no ser recordado.

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