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Capítulo 5

Narra Dimitri.

Tuve que tirarme a una esquina cuando ví al papá de Alisson 

Bajo del taxi, justo frente a mi casa. Espero que ya no haya nadie dentro. Aún no sé que voy a inventar. 

¿Qué se supone que diga? 

¿Me reencontré con la antigua novia de mi hermano, que también deseaba en ese momento, nos embriagamos, nos besamos y estaba a punto de hacerla mía hace unas horas? ¡Mierda! Esperaba que en algún momento de ese relato sonara mejor, pero no, todo suena mal. Aunque no se sintió mal.

Tomo una ducha rápida en la que intento mantener mis pensamientos a raya. No sirve de nada arrepentirme de algo de lo cual, la verdad no estoy arrepentido. Quería hacer eso, cada cosa que hice anoche y esta mañana, quería hacerla. Y sigo queriendo hacer más, pero ya lo decidí, no puedo seguir con esto. Hablaré con Alisson y dejaré las cosas claras.

Con eso en mente, salgo de la casa ya cambiado. Tengo puesto un pantalón blanco con una camisa azul claro. El uniforme predispuesto siempre que uno va al club de golf. Es como si los pantalones blancos fueran el emblema de ese juego. Encuentro mi auto en la cochera.

Estoy sudando para cuando llego al club, y eso que venía con el aire acondicionado a tope. A eso se le llama tener la conciencia sucia.

Lo primero que noto al entrar, son las risas de mi familia y la de Alisson. Lo segundo, la mirada interrogativa de todos. Todos excepto Alisson. Lo tercero es a ella, tiene un conjunto de dos piezas, un top manga larga, escote pronunciado en los senos y una falda. ¡Dios! ¿Cómo sacarla de mi mente si se viste así? Es el pecado y la tentación andante.

—Buenos días —saludo. Todos responden de manera educada.

—Dimitri, ¿qué sucedió contigo anoche? Te perdiste de la celebración. —El padre de Alisson, Daniel, es quien pregunta. Seco mis manos con mi pantalón.

—No me sentía bien. Salí un momento a tomar aire y ya luego me fui —Me la pasé todo el camino pensando en lo que hablaría con Alisson, en vez de pensar que excusa dar por lo de anoche.

—Ya veo. —Es todo lo que dice.

—Dimitri, hijo, ¿ya viste que Alisson regresó de su viaje? De seguro a tu hermano le encantará verla cuando llegue. —Veo a Alisson. Como siempre, su mirada es retadora y llena de perspicacia.

—Es bueno verte de nuevo, Alisson. Estoy seguro que a mi hermano le gustará verte. —Alza una ceja. Paso saliva.

—A mí me alegra verlos de nuevo a ustedes. Creo que tienen muchas esperanzas en Antonio, aunque la verdad, yo estoy bien sin saber de él. —Mis padres y su padre, la miran confundidos.

—Hija, fueron novios durante dos años, por supuesto que les hará bien verse. —Alisson hace un gesto despreocupado con la boca.

—Buenos días, familia. —Hablando del rey de Roma..., Antonio aparece vistiendo un pantalón de jean con una sudadera gris—. Alisson. —Se detiene justo a mi lado, viéndola embobado—. No creí que estuvieras aquí. —Ella se encoge de hombros.

—Antonio —saluda, educada.

—Muy bien, desayunemos. —Martha por fin dice algo. La miro. Sus ojos están rojos. ¿No ha dormido? De nuevo otra punzada de culpa me invade.

Después de comer, los hombres y mujeres se levantan para ir a jugar golf. Me quedo en la mesa junto con Martha. Sé que le debo explicaciones, el problema es no saber cuáles darle.

—¿Dónde pasaste la noche, Dimitri? ¿Y con quién? —Suspiro. Aún molesta, su voz es baja. No quiere que nadie se entere. Ante todo, las apariencias.

—En un hotel. ¿Y cómo qué con quién? ¿Por qué piensas que estuve con alguien? —Intento jugar eso de psicología inversa.

—No me creas idiota, te vieron saliendo por la puerta trasera con una mujer y dos botellas. ¿Quién era? —Paso saliva. Estoy jodido.

—No era yo. No salí por la puerta trasera, ¿por qué haría eso? —Mantengo mi postura firme. Mi cuerpo se alerta al ver a Antonio acercarse a Alisson. Desde aquí tengo una buena vista de su trasero. De solo recordar como mis manos lo recorrieron, me pican con ganas de más.

—Dime la verdad, Dimitri ¿me estás engañando con alguien? —Miro a Martha a los ojos y hago lo que nunca pensé hacer; le miento en su cara.

—No te estoy engañando con nadie, eres mi esposa y te respeto. Me ofende que estés pensando esas cosas de mí, ¿sabes qué? Si hice algo malo, fue haberme ido sin avisarte. Pero más nada. —Me levanto del asiento, sin poder seguir ahí. La opresión que tengo en el pecho amenaza con matarme si sigo mintiendo.

—Hola, chicos. —Llego hasta Antonio y Alisson. Ambos parecían estar discutiendo. Alisson mira hacia otro lado.

—Hermano, es bueno verte. —Antonio palmea mi hombro. Sonrío forzado.

—Lo mismo digo. ¿Cómo te ha ido en la Universidad? —cuestiono.

—Muy bien. Estaba contándole a Alisson que ya estoy por graduarme. —Ella nos mira, regalándonos una sonrisa de: Váyanse al diablo.

—Sí, eso es muy bueno. Estoy orgulloso de ti, Antonio. —Soy sincero.

—Yo igual —Mi padre lo llama, avisando que ya toca su turno, por lo que nos deja solos a Alisson y a mí. Veo a la mesa, pero ya Martha no está. Debe estar en el tocador.

—No puedo creer que te casaras con ella. —Arrugo el rostro—. Me hizo la vida imposible en la escuela. ¿No lo recuerdas? —Niego. La verdad es que no—. Se burlaba por mis frenos, por mi cabello, por la ropa que usaba. ¡Por todo! —Tiene sus brazos cruzados por debajo de sus senos, lo que hace que se eleven más y a raíz de eso, mi mente no procesa de manera correcta.

—No lo sabía —confieso.

—Claro que no lo sabías, no te fijabas en mí. —Por fin me da la cara.

—Alisson, tenemos que hablar. —Bufa.

—Si lo que tienes que decir es que te arrepientes de lo sucedido y que ya no puede volver a pasar, perfecto, ya acabo de ahorrarte el discurso. Solo hazme un favor —pide. La miro esperando que prosiga—, ya deja de mirarme como si quisieras desnudarme y entonces, te dejaré en paz. —Suspiro.

—No sé hacerlo —confieso—. No sé como no verte así, porque eso es lo que quiero hacer. No sé desde cuándo usas tantos vestidos, pero muero por quitarte este y tomarte en el garaje donde guardan los carros de golf. —La veo pasar saliva.

—¿Qué te impide hacerlo? —Su descaro es algo que me vuelve loco. Veo a nuestro al rededor, sé que si nos vamos por mucho tiempo, llamaremos la atención. Pero si nos tardamos solo unos cuantos minutos, quizás podría inventar algo luego.

La tomo del brazo. Si me voy a arrepentir, no será por hacerla mía, será por no hacerlo.

Bueno, ni sé qué decir, jajaja.

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