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Capítulo 4

Hay tentaciones difíciles de resistir, pero hay personas imposibles de dejar ir.
A 🌙 A

Narra Alisson.

Despierto por el sol que entra desde la ventana. Veo a mi lado a Dimitri dormir plácidamente. Me tomo el atrevimiento de acariciar el contorno de su rostro con mis uñas. Poco a poco se despierta.

—Buenos días —murmura adormecido, enfocando sus hermosos ojos en los míos.

—Buenos días —respondo con el mismo tono. Se levanta, sentándose en la cama, la sabana que cubría su cuerpo cae, dejando al descubierto un perfecto abdomen y al final, el inicio de un calzoncillo negro se asoma. Paso saliva.

—Mi cara está aquí arriba, Revoltosa. —Sonrío. Como ya ando más descarada, me siento sobre él. Presiono mi sexo al sentir lo duro que está. Sus manos reposan en la curvatura de mis caderas y una sonrisa adorna sus labios. 

—¿Quieres ver que tan revoltosa soy, Friki? —pregunto coqueta. Saborea sus labios sin dejar de ver mis ojos. Yo tampoco despego los míos de los suyos.

—Muero por verlo —admite con voz ronca. Sonrío. Me acerco a su boca para besar sus labios. Me tomo mi tiempo en el beso. 

Primero tomo su labio superior con los míos y succiono sin aplicar mucha fuerza, consigo que deslice sus manos por mi cintura y las deje sobre mis nalgas. Tomo su boca en un beso sensual, tanteando su interior con mi lengua y permitiendo a la suya enrollarse con la mía. No sé quien tiene más ganas de devorar al otro, pero lo dejamos todo en el beso. Sus dedos reparten caricias sobre mis nalgas mientras que yo me encargo de jugar con su cabello.

Jadeo, cuando presiona mis nalgas con fuerza. Nos separamos un segundo y él desplaza su mirada por mi cuerpo. Estoy desnuda, solo llevo puesto un hilo rojo de seda. Sin sostén, así que sus ojos se detienen un buen rato sobre ellos. De pronto, se inclina hacia adelante y toma uno con su boca. 

—¡Ah! —grito cuando muerde suavemente mi pezón, haciendo que exploten fuegos artificiales en la parte baja de mi abdomen. Tiro de su cabello hacia atrás sin ocultar cuanto me gusta lo que hace con su boca—. Por favor, Dimitri —suplico sin descaro. Separa su boca de mi seno, pero no deja de torturarlo, así que con sus dedos los pellizca con la suavidad y rudeza exacta. 

—Por favor, ¿qué? —pregunta queriendo que le suplique cogerme. 

Como en este momento no me interesa retrasar más lo inevitable, tomo sus manos, la que tiene en mi nalga la coloco sobre mi sexo por encima del hilo que ya siento empapado y la que tiene en mi seno la llevo a mi boca para chupar su dedo índice con fuerza. Sus ojos se oscurecen con deseo.

—Cógeme —pido, sacando su dedo de mi boca y acariciando con él, el centro de mis pechos. La otra mano que dejé sobre mi sexo, la mueve rozando sus dedos de manera exquisita.

De un ágil movimiento, me da la vuelta, quedando él sobre mí. 

 —Como pidas, revoltosa —acepta. 

Vuelve a tomar mis labios en un beso diferente a los anteriores, todos han sido diferentes y eso me encanta. Este es sexoso. Es un excelente beso para una previa. Me pierdo en el movimiento de su lengua con la mía y en como sus manos no han dejado de acariciar toda la piel que le queda al alcance.

—¡Por favor! —chillo sobre su boca. Su mano está hurgando en mi sexo, pellizcando mi clítoris y rozando zonas sensibles que me tienen al limite. 

—Quiero tomarme mi tiempo para probarte, revoltosa. Aguanta —pide, pero el momento se ve interrumpido con el sonido de un teléfono, el del hotel. Gruño.

Tiene que ser mi padre, más nadie me llamaría a ese. Dimitri lo toma, sin levantarse de encima mío y me lo ofrece.

—¿Hola? —Dimitri abre los ojos cuando le toco el miembro por encima del bóxer. 

—¿Dónde te metiste anoche? Dejaste todo en el salón, ya voy llegando al hotel para que vayamos al club. Te dije que hoy teníamos un desayuno con los Klein. —Río bajito—. ¿De qué te ríes? Te quiero lista en cinco minutos. —Sin más, cuelga. 

¡Ay, padre!, si supieras que estoy por desayunarme a un Klein.

—Tenemos que cambiarnos, y tú debes irte —le cuento sin muchas ganas.

—¿Qué?

—Tenemos un desayuno con tu familia en el club. —Dimitri abre los ojos, como recordando todo. Se levanta rápido, dándome una buena vista de su culo en ese calzoncillo negro.

—Mi ropa está mojada —declara al tomarla del suelo. 

—Siempre podemos inventarnos algo y quedarnos aquí... Digo, hasta que se seque tu ropa —bromeo. Me lanza una sonrisa picara y luego ríe. 

—Sabes que no podemos hacer eso, pero esto no se queda así —asevera. Sonrío complacida  y de mala gana, me levanto para vestirme. Me coloco la bata de baño encima—. Me voy, te veo al rato —avisa, terminando de abotonarse la camisa. Asiento. Me sorprende acercándose a mí y dejando un beso sobre mi frente antes de cruzar la puerta. No pasa un minuto cuando se escuchan unos golpes en la puerta. Sonrío, ¿qué se le quedó?

—¿Se te olvidó algo? —pregunto mientras abro la puerta, pero enseguida me arrepiento. No es Dimitri, es mi padre. Me mira con el ceño fruncido.

—¿Con quién estabas? —inquiere molesto. Giro los ojos sin importarme de si es de mala educación o no.

—Estaré lista en un minuto, padre. Puedes esperarme en el auto —propongo. Mi padre mira por encima de mi cabeza el desastre que es mi habitación. 

—¿De quién es esa ropa, Alisson? —interroga. No me hace falta girarme para saber que está hablando del saco que Dimitri me prestó anoche.

—Sabes que soy libre de pasar la noche con quien me plazca, padre. Es por eso mismo que me estoy hospedando en este hotel. Ahora, si me permites, voy a alistarme y te veré en tu auto en cinco minutos. —Sin más, cierro la puerta en sus narices. Suelto el aire al hacerlo.

Miro el saco en el suelo junto a la cama y sonrío. Haré que me cojas, Dimitri. Lo haré.

Sin comentarios... Jajajaja. 

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