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Capítulo 2

—¡No puedo creer que lo hayas hecho! —Alisson se revuelca de risa en el pasto por el relato que acabo de contarle sobre la vez que me partí una pierna, intentado escapar de mi habitación por la ventana, subiendo a un árbol. Río acompañándola.

—Ya ves, no soy un friki aburrido. —Abro la otra botella y bebo de una vez.

No tengo idea de cuánto tiempo ha pasado desde que llegamos al jardín, solo sé que la primera botella de Whisky está haciendo efecto y ya siento mi cerebro un poco desconectado de mi cuerpo. El hecho de que el vestido de Alisson se baje cada vez más con su risa no me ayuda a volver a mi estado cuerdo.

—Así parece. Pero hasta dónde yo te recuerdo, lo eras y eso te hacía tan interesante. —Otra señal de que el alcohol ya está haciendo estragos en mi sistema, es que ya estoy escuchando lo que quiero escuchar en vez de la realidad. Suspiro.

¿Qué tan interesante pude haber sido para Alisson, si cada que la recuerdo, ella estaba riendo con mi hermano o besándose con él? Es imposible que tenga algún recuerdo estable de mi persona. A excepción de los primeros.

Antes de hacerse novia con Antonio, salíamos los tres a cualquier lugar. Era como si mi hermano y yo tuviéramos una competencia personal por enamorar a Alisson. Está de más decir quien ganó esa competencia. Gruño.

—¿Qué sucede? —cuestiona Alisson. Parpadeo, sacando esos pensamientos de mi mente. 

No tengo porqué estar pensando en lo que viví o no con Alisson. No es sano. Eso es algo que he ido aprendiendo con el pasar de los años. Al principio fue difícil para mí aceptar que Alisson había preferido a Antonio antes que a mí. 

Tampoco  puedo culparla, era él quien siempre se notó más interesado en impresionarla. Mientras que yo siempre estaba tras las sombras todo el tiempo. Siendo sinceros, es a Antonio a quien se le da mejor esto de coquetear con las mujeres, yo de seguro falté a esa clase cuando la estaban dando. Pero por algún motivo, ahora quiero coquetear con Alisson como nunca antes lo hice.

—¿Quieres saber cuál ha sido la mayor travesura que he cometido? —pregunto para cambiar de tema, aunque al hacerlo, enseguida me arrepiento. Si no quería seguir pensando en mi pasado con ella, recurrí a la peor pregunta en la lista. Alisson asiente mientras bebe.

—Estoy lista. —Bebo un trago más para agarrar valor. Lo que voy a decir no es algo para lo que creo que esté preparado nunca. Gracias a Dios puedo culpar al alcohol por si algo sale mal. Esa es una buena opción.

—Enamorarme de la revoltosa novia de mi hermano. —Parpadea tantas veces, que incluso es difícil verle los ojos abiertos.

Trago saliva. No era la reacción que esperaba. Realmente ni siquiera sé qué reacción estaba esperando. Tal vez una de ella enojándose, levantándose y mojándome con la botella de Whisky, pero ahora que lo pienso, eso no parece algo que Alisson haría.

¿Ofenderse Alisson por admitirle lo idiotamente enamorado que estaba de ella? No. Ella de seguro debe sentir orgullo en su interior de haber enamorado a ambos hermanos, sabiendo que conmigo no tuvo que hacer nada para lograrlo, solo existir y tropezar con mi cuerpo en aquel colegio.

—No sé cómo responder a eso —reconoce luego de un momento en el que ninguno decimos nada. Mas nada es incomodo. Río para después tomar la botella de su mano y beber un trago largo que quema mi garganta.

—Ni yo —confieso al terminar de tragar. Le ofrezco de nuevo la botella y ella la acepta encantada.

—Es que no esperaba que dijeras eso. Es decir, nunca creí que yo te gustara —explica. Río bajo.

—Ya sabes lo que dicen, caras vemos, corazones no sabemos —declaro. Ella asiente lentamente. Puedo imaginar a sus engranajes moviéndose a toda velocidad en su cerebro para procesar mi confesión.

—Lo único que sé ahora mismo, es que ya tengo claro cuál quiero que sea mi mayor travesura. —La miro atento, acomodándome de lado para así no tener la tentación de bajar mi mirada por su cuerpo y notar como uno de sus senos queda casi completamente expuesto para mí—. Quiero besarme con el hermano de mi ex. —sentencia, robando consigo el aire de mis pulmones, los latidos de mi corazón, la cordura de mi cerebro e, incluso, la saliva de mi boca.

Quiero besarla. Por supuesto que quiero hacerlo. De solo imaginar el contacto de sus labios carnosos contra los míos, todo en mi interior sufre una colisión brutal.

—Suena más a sueño cumplido que a travesura —comento porque me he quedado en silencio más tiempo del que debería. Alisson ríe estrepitosamente.

Siempre me ha gustado la manera en la que ríe. No es para nada delicada. No es una risa falsa o simulada, no, ella ríe con ganas. Dejando todo de sí en cada risa y llevándose un poco de mí en el proceso.

—¿Así que es un sueño besarte? —pregunta retadora. Me encojo de hombros.

—Al parecer sí. —Sonríe cómplice, estirando sus brazos hacia arriba para alejar el cabello de su rostro. Al hacer ese movimiento, su vestido se baja aún más. Sé que lo sabe porque su mirada no abandona la mía.

Está retándome con la mirada a que le mire los senos. Ciertamente estoy luchando con todo mi auto control para no hacerlo. ¿De qué sería capaz si lo hago? Regresa sus manos hacia abajo y sube su vestido para cubrirse ambos senos. Tomo aire lentamente.

—Bien, reconozco que llevo queriendo besarte desde hace años, pero tú, tan friki, nunca te diste cuenta. Tampoco notaste que empecé a salir con tu hermano para estar más cerca de ti —confiesa, haciendo que mi cerebro sufra un cortocircuito ante tantas confesiones juntas.

Ella está terminando de dañar la única parte de mi cuerpo que me obliga a mantenerme firme en que no debo tocarla. Si lo hago, no creo poder parar luego. Llevo deseando hundirme en ella desde hace más años de los que quiero admitir. 

Es curioso porque siempre creí que si volvía a ver a Alisson, de seguro ya yo tendría el control completo de mi cuerpo y no la desearía más... Está claro que me equivoqué estrepitosamente con ese pensar, porque sigo deseando lo mismo. Incluso con mucha más intensidad que antes. 

—No te creo. Te veías bastante enamorada de Antonio. —Me niego a creer que le gustaba. 

Quizás así, sea más fácil continuar sentado sin desear comerle la boca, seguido de sus pechos, para luego enterrar mi rostro en su feminidad y poder devorarla como llevo tantos años queriéndolo hacer. Me acomodo de otra manera para que no note el bulto que comienza a despertarse en el medio de mis piernas.

—Y lo estuve, después de que me resigné que no podía estar contigo, me convencí de que debía valorar a Antonio, pero, ¿qué te digo? No lo logré. —Suspiro. Cubro mi rostro con la otra mano libre. Ella toma la botella de mi mano y bebe un largo trago. Al parecer no soy el único que necesita la valentía del alcohol para poder decir esta clase de confesiones.

—¿Por qué no lo dijiste antes? —inquiero.

—¿Para qué? Para ti no era más que una niña revoltosa. Siempre me lo dijiste. —La tomo por el rostro, colocándome de lado. Sus ojos se abren de sorpresa. Yo también me he sorprendido, pero no lo demuestro.

—Para mí siempre fuiste más que eso. ¿No te dabas cuenta de cómo te veía? Me gustabas tanto que me daba vergüenza ver a mi hermano por desear a su novia —admito.

Es tan cierto eso que si cierro los ojos, puedo recordarme sintiendo envidia hacia Antonio por ser él quien la besara y tocara. Cada vez que Alisson se quedaba en nuestra casa y oía sus pequeños jadeos desde mi habitación, la sangre me hervía de rabia por anhelar querer ser yo quien los provocara y no mi hermano. Sus labios me instan a besarla.

—Parece que entonces fuimos unos estúpidos por no decirlo antes. ¿Qué tal ahora? ¿Podemos darnos el tiempo que no nos dimos en aquel momento? —Suspiro. Esto tiene que ser una jodida broma. De seguro me emborraché en algún baño y estoy soñando con que esto está sucediendo.

—Me gustaría hacerlo —confieso—, pero no podemos. —Sus ojos huyen de los míos—. ¡Al diablo! —Aún sosteniendo su rostro con mis manos, la beso.

Tal como imaginaba que serían sus labios: suaves, carnosos, jugosos y con la destreza suficiente al besar para volverme loco. Si es un sueño, voy a disfrutarlo. Y si es real, lo disfrutaré el doble.

No sé cómo es que termino cubriéndola con mis brazos, porque ella está sobre mi cuerpo, sus senos golpean mi pecho. Siento su cuerpo vibrar entre mis brazos. No sé si de frío o excitación. Dejo su boca para comenzar a besar su cuello. Me premia regalándome un jadeo suave. Mi miembro palpita encantado.

Quiero tomarme el tiempo para hacerla mía, pero la culpa no me permite disfrutar del momento como deseo. El recuerdo de Martha viene a mi mente y dejo su cuello sin querer hacerlo realmente.

—No puedo. Lo siento. —Me separo un poco. Alisson me mira sonrojada y con la respiración acelerada. Está excitada. Demonios, está excitada por mí. ¿Cuántas veces no soñé con este momento? ¿Entonces, por qué no mando todo al diablo y hago realidad mi sueño ahora que tengo la posibilidad de lograrlo?

—¿Qué? ¿Por qué? —Suspiro. Me enderezo, quedando ella sentada sobre mí, lo que es una pésima idea, porque su vestido termina de caerse. 

Por un momento, me permito ver sus senos. Tiene los pezones erectos, signo de la excitación. Deslizo mi mano hacia ellos y acaricio la cima de su pezón izquierdo, logrando que ella contenga su respiración por un segundo y luego suspire lentamente. Ese suspiro tiene un efecto inmediato en mi entrepierna que palpita de ansias por ella. Suspiro, saboreando mis labios. Quiero inclinarme hacia ellos y tomarlos con mi boca, seguir provocándole suspiros.

—No te imaginas cuánto deseo tomarte aquí, pero no puedo. —Alejo mi mano de su seno y sostengo su rostro con mis manos. Debo enfocar mi vista en sus ojos. Si sigo viendo su cuerpo, caeré en picada—. Estoy casado, Alisson —suelto y su precioso rostro se contrae en una mueca extraña.

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