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Capítulo 19

Es amor, cuando llega a desordenar tus reglas, desalinear tus ideas, corromper tus miedos y alegrar tu vida.
A🌙A

Narra Dimitri.

Entro a la habitación y veo que Martha sigue dormida. Le dejo la nota en mi lado de la cama, que aún está sin desacomodar. Ya perdí la cuenta de los días que tengo sin dormir en ella. Busco un nuevo reloj a juego y salgo de la habitación, seguido de la casa. Conduzco monótonamente hasta la empresa. Aunque es sábado y hoy no debería de ir, necesito algo en lo qué pensar, sino terminaré volviéndome loco.

Espero que Martha, vea la nota y asista.

Me concentro tanto en trabajar, que el que estuvo a punto de no asistir, fui yo. Llego justo a tiempo al restaurante donde la cité. Camino hasta la mesa donde se encuentra.

—Hola —saludo, tomando asiento frente a ella.

—Hola —susurra de regreso—. ¿Qué sucede, Dimitri? —Va directo al grano.

—Tengo que decirte algo, Martha. —Paso saliva. Me mira esperando que continúe—. Quiero que nos divorciemos —pido. Me mira sorprendida. Me remuevo en el asiento—. Creo que es momento de que tú hagas tu vida con quien quieras y yo...

—Y tú poder hacerla con Alisson, ¿cierto? —me interrumpe.

—Y yo poder hacerla con quien quiera estar en ella —termino. Suspira—. ¿Desde cuándo lo sabes? —inquiero.

—Desde que la dejamos en su hotel y tú sabías en cuál se estaba quedando. Además de que cuando desayunamos, ella dijo que tú volverías a ser el mismo en unos días. Imagino que se refería a que cuando ella se fuera hoy. —Asiento. Tiene razón, fue un descuido no haberle preguntado a Alisson dónde se quedaba para guardar las apariencias.

—Perdona por faltarte el respeto —suplico, sincero.

—Nunca lo has hecho —asegura—. ¿Qué haces aquí, Dimitri? ¿Por qué no estás en el aeropuerto, pidiéndole que se quede contigo? —Parpadeo sorprendido—. Te daré el divorcio. Llevo ansiando dártelo desde que perdí al bebé y ya no tenía sentido estar contigo —confiesa. Sigo en estado de shock.

—Ella no va a quedarse —explico. Martha bufa.

—¿Cómo lo sabes? Cuando le digas que vas a divorciarte, ella se quedará. Y si no lo hace, es porque es una estúpida —zanja. Cojo aire. Miro la hora en mi reloj: 12:17 hrs—. Su vuelo sale a la una de la tarde. Tienes tiempo de llegar y convencerla de quedarse contigo. —Sonrío.

—Eres la mejor amiga que he podido tener, lo sabes, ¿no? —Asiente, sonriente. Beso su frente, recordándole cuánto la quiero y salgo del restaurante. Con suerte, llegaré en 15 minutos al aeropuerto. En el camino voy marcando a su celular, pero no contesta. Le envío miles de mensajes pidiendo que conteste y simplemente me ignora.

Llego al aeropuerto, pero está tan lleno de personas, que será casi imposible encontrarla. Aunque haré todo lo que esté a mi alcance, para que el otro casi, sea suficiente y hallarla. No dejo de marcar a su celular en ningún momento y justo cuando estoy por darme por vencido, contesta.

—Ya deja de llamar —pide.

—No lo haré, dime dónde estás, por favor —suplico. Es difícil escuchar algo por todas las voces, pero lo intento.

—En el aeropuerto —responde simple.

—Lo sé, pero dime en qué sección, por favor —insisto.

—¿Para qué? Mi vuelo está por salir, Dimitri, dejémoslo hasta aquí, despidámonos como amigos y ya está. —El tono rendido que escucho en su voz, me molesta. No quiero que se rinda.

—No voy a dejarte ir, Alisson, no lo haré. Dime en qué sección estás. —Repito. Ella no contesta, aunque tampoco lo necesito. La veo a unos metros—. Nunca lo haré. Te quiero en mi vida, no voy a dejar que te vayas de ella —sigo hablando, mientras me acerco más a donde está—. Decide tú. —Cuelgo el celular al estar justo detrás. Se gira al escucharme. Tiene los ojos cristalizados.

—No sabes lo que dices —asegura, negando con la cabeza repetidas veces.

—Tienes razón, desde que llegaste de nuevo a mi vida, no sé lo que hago. Pero sé que cada cosa que hago contigo o por ti, me hace sentir más vivo —reconozco—. En esta semana me has dado más que lo que he obtenido en toda mi vida. —Sus ojos se dirigen a mi corbata. Es la que me regaló ayer.

—Voy a divorciarme de Martha —le cuento. Toma aire, mirándome a los ojos.

—¿Qué quieres que te diga, Dimitri? —Seca una lágrima.

—Que reconozcas que también quieres quedarte. ¿Por qué te empeñas en negar lo que sientes? —inquiero, sin entender su negación.

—Porque yo no puedo darte la estabilidad que tu matrimonio te da, Dimitri —replica.

—¿A quién le importa la estabilidad? Te quiero, Alisson, no hago más que pensar en ti, día, tarde y noche. Vivo deseando tenerte a mi lado, porque solo cuando estoy contigo, me siento completo. —Estoy temblando y no sé el porqué—. Eres ese pecado que resultó ser mi salvación. Viniste a demostrarme en pocos días, que mi vida era tan aburrida, tan planeada, y ya no quiero eso. No quiero estabilidad, Alisson, te quiero a ti. —Saborea sus labios, volviendo a secar sus lágrimas. Esta vez no es una, son varias. 

Lucho por mantener mis manos a raya. Aun cuando lo que quiero es besarla.

—¿Me quieres? —cuestiono con temor. Si dice que no, todo habrá sido en vano. Mira hacia un lado, antes de fijar su vista en la mía.

—No te quiero, Dimitri —suelta. Asiento, cabizbajo—. Lo que siento por ti va más allá de esas palabras. Eso queda corto, pero no soy buena demostrándolo. —No me importa el resto de sus palabras, me quedo solo con eso—. Por ahora, crees que seré suficiente, porque no me conoces. Cuando me veas en mi ambiente natural, tan desordenada, tan liberal, tan inusual a lo normal. No soy el molde de chica que tú necesitas en tu vida —declara. Niego.

—No eres el molde de chica que necesito en mi vida. Eres la chica que quiero en ella. No necesito un molde, te necesito a ti —zanjo—. Quédate, revoltosa, y revuélveme la vida, como lo hiciste con mi corazón —suplico. Por los altavoces se escucha el llamado de su vuelo. Solo toca que decida. Y espero de corazón, que decida quedarse.

Fin.

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