Mi Ansia era tan profunda, que tuve la certeza de que aquel hombre iba a convertirse en una droga para mí, la fuente principal de muchos e intensos goces.
Saga Crossfire.

Narra Alisson.

Dimitri sale de mi interior, rodando conmigo en la cama, hasta que quedo yo, encima de él. Me desplomo sobre su pecho, sin fuerzas para nada. Acaba de darme el mejor polvo de mi vida. ¡Joder!

Me sorprende cuando pasa su brazo por mi espalda, abrazándome. No me quejo.

—Debemos ir al jardín —habla, despertándome. ¡Mierda! Estaba quedándome dormida. Me levanto de encima suyo, dejando antes un beso en su pecho. Sonrío como idiota al verle puesto el bóxer amarillo que le regalé.

Es increíble que acaba de darme unos buenos orgasmo y yo sigo ansiando más de él. Suspiro.

—Me gusta ese calzoncillo —confieso, al terminar de vestirme. Dimitri ríe—. ¿Sabes cuántas veces deseé colarme en esta habitación, meterme en tu cama y chupártela? —Dimitri me mira mal.

—¡Por Dios, Alisson! ¡Acabas de ponérmela dura de nuevo! —Me río.

—¿Tú, no lo deseas? —susurro, seductora. Me acerco más a él, acariciando su torso aún desnudo.

—¡Salgan de ahí los dos o les juro que voy a decirle a todos! —La molesta voz de Antonio, se escucha al otro lado de la puerta. Idiota. Dimitri quiere aparentar tranquilidad, pero sé que le tiene miedo a Antonio. Aún no sé el motivo.

—Te debo la chupada —le digo a Dimitri cuando salgo de la habitación. Antonio me mira mal—. Envidioso —sentencio.

—¿Ahora lo harás en la casa de nuestros padres? —Escucho que le reclama a Dimitri.

—Cuando eras tú quien se la cogía en tu habitación no estaba mal, ¿cierto? —Sonrío, satisfecha. Me alegra que le diga sus cosas en la cara. Porque ciertamente, cogimos mucho en su habitación. Incluso en el despacho y el comedor.

Llego al jardín, tomando antes un trago de los que están en la cocina. Visualizo a mi padre, camino hasta él.

—¿Dónde estabas? —pregunta al verme.

—Estaba en una videollamada con Pati —miento. Mi padre sonríe al escuchar el nombre de la única amiga que me ha conocido. Y que conservo.

—¿Cómo está ella? —inquiere. Pasa un brazo por mis hombros, abrazándome.

—Está bien. Ansiosa de que ya sea sábado para que regrese. —Tiene un gesto triste. No quiere que me vaya, pero no puedo permanecer aquí. Menos ahora con el tema de Dimitri.

Pasamos la tarde tranquilos. Agradezco que saquen temas de conversación interesantes, porque ya tengo varias copas encima, así que de aburrirme, empezaré a decir puras burradas.

—Cuéntanos, Alisson, ¿estás contenta con el nuevo negocio que empezará tu padre con nosotros? —Antony no pierde oportunidad para preguntarme cualquier clase de tontería. Asiento—. ¿Tienes planes de administrarlos en algún momento? —Bebo un largo trago antes de responder.

—Sí, cuando ya me canse de vivir una vida libre, sin horarios o responsabilidades, por supuesto. —Junta tanto sus cejas, que ya parecen una sola línea de vellos.

—Así que eres como Antonio, no te gusta tener responsabilidades. Ya veo porque duraron tantos años. —Tomo aire.

—Yo no diría que duramos años por eso —confieso—, pero me cogía bien, así que quizás, esa sea la razón. —Todos los que estaban bebiendo sus bedidas, la escupen al escucharme.

—¡Oh, qué cambiada estás! —exclama la madre de Antonio; Marisol.

—Tú y Martha ya se conocían, ¿cierto? —Es desesperante la manera en la que quieren involucrarme en sus conversaciones.

—Conocer, conocer, no. Ella fue una perra conmigo en la preparatoria, pero eso ya fue olvidado, ¿verdad, Martha? —Tiene los ojos muy abiertos. ¿Qué? ¿Acaso ellos no saben que eras una perra?

—Solo eran bromas sanas, nada en serio —se defiende. Dimitri me mira, pidiendo con la mirada que me controle, pero necesito decir una cosa más antes de callarme.

—Sí, supongo que llevarte mi ropa de las duchas y hacerme recorrer media escuela en paños menores, era una broma sana. —Sus labios son una fina línea recta. Yo mantengo mi expresión neutral.

—¿Ella fue la que hizo eso? —interroga mi padre. Él tuvo que buscarme aquella vez. Recuerdo que me la pasé encerrada en mi habitación durante días. Asiento—. Con todo respeto, Martha, pero eso no son bromas. —Me siento bien, muy bien, en realidad, de dejar su verdadera cara al descubierto.

Contra todo pronóstico, comienza a llorar. Más manipuladora no se puede ser.

—Lo lamento mucho, era muy diferente a como soy ahora. Ustedes me conocen, saben que no haría algo así. —Pasea su vista por todos los presentes. Dimitri me mira mal. Ruedo los ojos. Esos dramas funcionan con ellos, en mí, no toca ninguna tecla.

—Ya, tranquila, eso ya está en el pasado —hablo, para hacer feliz a los que quieran ser feliz escuchando eso. Martha sonríe, secando sus lágrimas de cocodrilo.

—Sí, ahora podemos ser amigas. —Me da por reírme, como siempre que es algo serio.

—Lo lamento, no he querido reírme, es una respuesta inmediata en mí —me disculpo—. Por supuesto que podemos ser amigas y compartir —añado, refiriéndome a Dimitri, aunque solo nosotros lo entendemos. Y Antonio, pero él no cuenta.

—Vale, perfecto, eso hay que celebrarlo. Vayamos a comer afuera —propone Antony. Suspiro. Quiero negarme, pero sé muy bien que sería perder el tiempo.

—¿Quieres ir en el auto con nosotros? —me pregunta Martha. Estamos decidiendo en que autos ir cada uno. Por dentro estoy muerta de la risa. Esto es increíble. Me estoy cogiendo a su esposo y ella me quiere de amiga. Qué irónica es la vida.

—Por supuesto. —Subo en el asiento trasero. Dimitri me mira por el espejo retrovisor. En sus ojos se refleja confusión, con miedo y risa.

—¿De verdad duraste tanto tiempo con Antonio, solo por cómo te hacía el amor? —No sé si realmente ya no es perra o si está fingiendo. De cualquier forma, me molesta.

—Si tú te coges a Dimitri, sabrás que son muy buenos en la cama, así que sí, Antonio me cogía muy bien. —Dimitri comienza a toser al escucharme. Martha se queda en silencio. Este va a ser un recorrido bastante interesante.

A🌙A