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Capítulo 10

El Peligro es el gran remedio para el aburrimiento.
Graham Green.

Narra Alisson.

—Hola, Antonio —saludo con falsa inocencia. Lleva puesta una sudadera naranja, lo que le hace resaltar bastante el verde de sus ojos.

—Tú, ni me hables. Te creía más decente que esto. —Alzo una ceja, retadora.

—Yo te hablo como quiera y cuando quiera, porque llegaste a interrumpir mi velada. Ni siquiera sé que haces aquí, pero te pido que te largues —sentencio, intentando mantener la compostura. Me mira furioso.

—¿Para qué quieres que me vaya?, ¿para seguir besándote con mi hermano? ¡Maldición, Alisson, él está casado! —espeta, señalando a Dimitri con la mano. Agradezco que el lugar esté un poco oscuro, no quiero pasar vergüenza por su arranque de hombre moral.

—Créeme, sé muy bien que está casado y eso le da un toque más picante a esto. —Me rehúso a darle el gusto de hacerme sentir mal. No va a lograrlo.

—¡¿Qué?! —inquiere, claramente alterado.

—Me refiero a que no me importa que esté casado, y si a mí no me interesa, a ti tampoco debería importarte. ¿A qué viene tu ataque de cuñado perfecto con Martha? Ella no se va a enterar, a menos que tú se lo digas, y de hacer eso, no estarías ayudándola, la estarías hundiendo. —No me apetece que toda mi familia y la de Dimitri se enteren y comiencen a poner mi nombre por el subsuelo. Afortunadamente, se usar muy bien una pala, pero ese no es el punto.

—¿Por qué sería una mala idea contarle que le están poniendo los cuernos? —Dimitri permanece callado, creo que se ha convertido en estatua. Esta actitud suya, me da mucho que pensar de su cobardía.

—Piénsalo, ¿qué ganarías tú con eso? Porque viéndolo como yo lo veo, eso solo haría que ya no tengamos que escondernos y poder coger a los cuatro vientos. ¿Sabes qué? Mejor sí, ve y dile, así podré cogerme a tu hermano sin ocultarlo. —Sé muy bien qué decir para hacerlo enloquecer. Aprieta sus manos, volviéndolas puños.

—¡Maldición, Dimitri!, ¡¿no dirás nada?! —le pregunta. Él parpadea varias veces, suspira y luego habla.

—¿Qué quieres que te diga? No voy a rogarte que no le cuentes a Martha. Alisson tiene razón, si lo haces, podríamos coger donde fuera. —Me da por reírme. Llamando así la atención de ambos hombres. No sé porqué me ha dado risa el comentario de Dimitri. 

¿De verdad piensa que lo dije en serio?

—Yo no le diré, lo harán ustedes. Quiero ver si son tan valientes de contarle a sus familias lo que están haciendo. —Su lado moralista me cae mal.

—No necesito el permiso de nadie para acostarme con quien quiera —declaro—. Y si me disculpas, me gustaría que te vayas para terminar mi cena y luego cogerme a tu hermano en su auto. ¿O tienes alguna objeción para eso? —Alzo una ceja, retándolo a que diga algo. Siempre tendré una respuesta para él.

—Esto no va a quedarse así —sisea y se marcha. Dimitri está sudando, y eso que hay aire acondicionado.

—Ya puedes recuperar el habla, Dimitri, él no dirá nada —le aseguro. Suspira.

—Yo no estaría tan seguro de eso. Sigue enamorado de ti. Sé que terminará diciéndolo en un mal momento para vengarse. Antonio ahora es un peligro. —Bufo.

—No está enamorado de mí, solo quiere seguir cogiéndome —zanjo—. Además, no tendrá oportunidad de hacer algo; yo me iré el sábado. La única reunión que tendremos ambas familias antes de eso, es el viernes y será una gran fiesta, así que no dirá nada ahí. Dejaría en ridículo no sólo a ti, también a tu familia —argumento.

—Bien, tienes razón. Espero que no te equivoques —Ruedo los ojos.

—Nunca lo hago —miento. El solo estar aquí con él, es una gran equivocación—. Se me ha quitado el hambre, ¿podemos irnos? —interrogo. Asiente y nos levantamos. Habla con el mozo, y seguimos nuestro camino al auto.

—Me sigues debiendo una cena —me recuerda. Asiento. Le he pedido que me dejara en mi hotel, no tengo ganas de seguir viéndolo por hoy.

—Te escribiré mañana —prometo. Asiente. Se inclina hacia adelante, queriendo besarme. Sonrío prepotente—. Aún no decido si seguiré con esto, Dimitri. Por hoy, no voy a besarte. —Muerdo mis labios, al verlo fruncir el ceño. Estoy conteniendo mis ganas de reír—, pero puedes besar otra parte de mi cuerpo que no sean mis labios. —Bien, estoy cachonda. Necesito un orgasmo. Sus ojos se dilatan.

—¿Dónde quieres que te bese? —interroga, seductor.

—Sorpréndeme —susurro, bajito. Bajo la mirada a su entrepierna, un gran bulto lucha por salir de ese pantalón. Presiona un botón a mi lado, echando mi asiento hacia atrás. Quedo levemente recostada.

Se siente muy morboso el hecho de que estamos frente a un enorme hotel, cualquiera puede vernos, aunque los cristales son polarizados oscuros.

Aparte de inclinar mi asiento hacia atrás, también lo ha corrido un poco, así que ahora hay más espacio al frente. Se acomoda mejor, para levantar mi vestido, quedando a la vista, mi lencería negra de encaje. Suspira.

Pierdo la noción de todo, cuando su lengua hace contacto con mi estómago descubierto. Desciende lentamente. Con cada beso y lamida, va llevándome al cielo, sin salir del auto.

Todo se va a la mierda cuando nos tocan la ventana de mi lado. Dimitri se acomoda rápido en su asiento, yo me río, mientras me acomodo lo mejor que puedo. Mi asiento vuelve a su normalidad. Al estar listos, Dimitri baja el vidrio desde su puerta.

El Valet Parking, nos mira un momento.

—Buenas noches, señor, no puede estacionar acá al frente —explica, amablemente.

—Estábamos hablando, yo me estoy hospedando en el hotel. Enseguida bajo —respondo. Él asiente y se retira. Subo nuevamente el cristal. Dimitri tiene toda la cara roja, no sé si de vergüenza o de excitación. Río—. Debo irme. Te veré luego, Dimitri. —Me despido. Giro mi cuerpo para abrir la puerta, pero me lo impide, tomando mi cabeza, girándola y apoderándose de mi boca con fiereza. Jadeo en sus labios.

—Te veré mañana, revoltosa —sentencia. Alzo una ceja sorprendida. Me gusta que tome el control de vez en cuando. Bajo del auto y entro al hotel sin mirar atrás.

A🌙A

Feliz navidad, amores.

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