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VI: Ekaitza

— Necesito ayuda,aquí  enfermero La voz de la doctora de escucho a lo largo de todo el enorme pasillo, desde la última de las habitaciones del hospital Psiquiátrico Santa Olga. Un enfermero corrio hasta aquella habitación para ayudar a la doctora, quien peleaba con una de sus paciente  quien se negaba a tomar más sus medicinas. 

El hombre sujeto de la muñecas a aquella mujer mientras, la doctora sacaba una jeringa llenada de una sustancia amarilla de dudosa procedencia y la clavaba sin piedad en el brazo de la paciente, hasta que esta se dejó de mover. 

— Gracias Dijo la doctora mientras retrocedía unos pasos  dejando a si el espacio libre para que el hombre sujetará a la paciente con un par de correas. — Puede irse. Le indicó la doctora a su compañero para luego salir por la puerta y cerrarla detrás suyo. 

Ekaitza se sentía sumamente cansada y con el cuerpo adormilado pero aun a si podía mover un poco la cabeza con dificultad, lo cual le era más que suficiente. 

Arodace había estado mirando toda aquella escena desde el pasillo después de meditarlo un poco se acerco a la puerta cerrada y miro por la pequeña ventanilla de cristal que había ahí, se acerco a la puerta y golpeo ligeramente dos veces el cristal hasta que la puerta se abrió. 

 ¿Para qué me llamaste?— Le dijo Arodace a Ekaitza mientras entraba a la habitación y la puerta se cerraba una vez más detrás suyo. 

— Tal vez, por qué tú nunca vienes aquí sin que yo te llame.Arodace se rió ¿Sabes? Algunas veces la personas desean un poco de compañía, sobre todo cuando se encuentras encerrados en una pocilga como esta.Arodace se encogió de hombros y comenzó a caminar hasta donde estaba Ekaitza. Se acerco a su rostro y le quito un mecho de su cabello del rostro para luego acariciar su mejilla con gentileza. 

 Eres tan linda Ekaitza, es una lastima que te falte un tornillo.Decía mientras pasaba su dedo pulgar por los labios resecos de Ekaitza.  A lo que ella giro bruscamente su rostro.  

  Mira quien habla. Le dijo Ekaitza a Arodace quien estaba sonriendo.  

  ¿Realmente quieres que hablemos de esas cosas? Porque dudo mucho que me hayas llamado sólo para tener una charla sobre nuestros trastornos mentales. 

  No, yo quería que hablar sobre otra cosa. Ekaitza miro al techo con melancolía.

— ¿De qué quieres hablar?

  ¿Cómo esta Mistislav? Se que ya debería ir a la escuela. 

Él te extraña mucho y suele preguntar algunas veces por ti. — Arodace tomó asiento en la silla de madera que estaba junto a la cama.  

 ¿En verdad? Creí que me odiaba. Arodace puedo ver un pequeña lagrima resbalar por la mejilla de Ekaitza.

 Él nunca te odiaría, al igual que yo, tú lo criaste. 

 Eso no evita que haya hecho algo horrible. 

Lo sé.—  Arodace se paro de su asiento y se saco la cazadora verde que traía puesta. Hace dos día estuve en Alemania buscando a el chico del que me hablaste, me encontré con los subordinados de Karou quienes lo llevaban siguiendo un tiempo. El chico no estaba sólo, estaba con una chica, así que no puede hablar con él y lo único que hice fue sacar del camino al par que los estaba siguiendo.  Le dijo Arodace a Ekaitza mientras le quitaba las correas y la ayudaba a sentarse.  No sé como es que lograron saberlo.Arodace le puso la cazadora en lo hombros a Ekaitza y regreso a su lugar. — El punto es que, ya que tuve que enfrentarme con esos tipos llegue tarde a casa. Para cuando llegue Miacon le estaba contando una historia a Mistislav y él ya estaba dormido. Sin embargo Maicon me digo que Mistislav estaba aterrado cuando se dio cuenta que aún no llegaba. Creó que tiene miedo de que yo también me vaya.Ekaitza respiró profundamente mientras escuchaba aquellas palabras salir de los labios de Arodace.

Arodace pudo ver como Ekaitza se abrazaba fuertemente a si misma y tomaba fuertemente su chaqueta.  Cuanto lamento haberle hecho tanto daño.  La voz de Ekaitza estaba llena de tristeza y de arrepentimiento.

 No todo fue tu culpa, después de todo no hacías aquellas cosas del todo cociente.  Le dijo Arodace mientras acomodaba un poco el cabello enredado y alborotado que tenía Ekaitza.

Ekaitza comenzó a llorar desconsoladamente apenas escucho aquellas palabra.  Yo en verdad lo lamento tanto, no puedo creer que le hice tanto daño a esa pobre criatura inocente

  Los seres humanos se equivocan Ekaitza, está en nuestra naturaleza. No tienes por que atormentarte eternamente, si realmente quieres hacer algo por Mistislav comienza por cuidarte, entre más pronto te recuperes, más pronto podrás salir de este lugar  y pedirle disculpas tú misma. Ekaitza se limpio las lagrimas con la mano y suspiro. 

  De todas formas, me gustaría pedirte un favor.—  Ekaitza se quito la cazadora de Arodace y comenzó a buscar debajo del colchón de su cama. 

¿De qué se trata? 

Saco un pequeño broche de color plateado y se lo entrego a Arodace Por favor dale esto a Mstislav de mi parte. — Arodace lo tomo y lo guardo dentro de uno de los bolsillos de su pantalón y se puso de pie. 

Estaré aquí en Madrid un tiempo, el chico del cual me hablaste vendrá aquí para tomar un curso de simbología  y espero poder hablar con él. 

Ekaitza le tendió su chaqueta a Arodace pero ella negó con la cabeza. Quédatela, la necesitas más tú que yo. Tengo una par más de esas en casa.— 

Y salió una vez más por la misma puerta por la que había entrado, dejando a la chica de aquella habitación mirando como se alejaba por la puerta, hasta perderle le vista.


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